"Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré́ adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos". Mateo 8: 18-22.
En este texto encontramos la experiencia de dos personas: el primero es un escriba que quería seguir a Jesús: "Maestro, te seguiré́ adondequiera que vayas", dice este hombre dirigiéndose a Jesús.
Este escriba decidió́ seguirlo después de ver los grandes milagros que hizo Jesús. Él había curado a un leproso, había sanado al criado del centurión, había curado a la suegra de Pedro. Ya vimos que Jesús había liberado por el poder de su palabra a muchos endemoniados. En fin, todo eso tocó profundamente el corazón del escriba. A pesar de que los escribas eran hombres intelectuales, y no se dejaban llevar por la emoción, los milagros de Cristo fueron tan impresionantes que tocaron los sentimientos del escriba. No lo pensó́ dos veces y dijo: "Maestro, te seguiré́ adondequiera que vayas".
Hay muchas iglesias que predican sobre milagros, hacen milagros, hablan de milagros y están llenas. Es que los seres humanos hoy, corren atrás de milagros y de cosas impresionantes.
La pregunta es: ¿Cuál es la motivación por la cual estás queriendo seguir a Jesús? ¿Estás esperando solamente milagros, cosas impresionantes, curas milagrosas? como el leproso que que registra Lucas 17:11-19. ¿Estás viniendo para adorar a Jesús? independientemente si realiza milagros o no, ¿Estás yendo a Jesús para entregarle tu corazón?
Conozco muchas personas que pierden el empleo por causa del sábado. Conozco muchos esposos que perturban la vida de la esposa cuando este decide seguir a Jesús. Conozco muchos hijos que tienen vergüenza de los padres cuando éstos deciden seguir a Jesús. Y conozco también hijos que son perseguidos por sus padres porque decidieron seguir a Jesús.
Amigos que antes llenaban tu casa los domingos para comer un asado y beber cerveza, hoy que entregaste tu corazón a Jesús, no estarán más; te dejarán, te abandonarán. Pensarán que estás loco, que te están engañando. Te ridiculizarán porque andas con la Biblia. Pero no tengas miedo. Esos amigos, tal vez, nunca lo fueron; fueron amigos de la carne y de la cerveza, pero no tuyos. En compensación, tú que estás entregando tu corazón a Jesús, tú que vas a pasar por la experiencia del bautismo, estás ganando una familia mundial. La Iglesia Adventista tiene más de 18 millones de miembros en el mundo entero, en más de 210 países diferentes. Si vas a Japón, encontrarás hermanos adventistas que piensan y creen como tú y alaban al mismo Dios. Si vas a Argentina, encontrarás también hermanos con la misma fe. En Perú́, Bolivia, Estados Unidos, Islandia, Gran Bretaña, Alemania, España, donde vayas, encontrarás una Iglesia Adventista que espera a Cristo y que guarda el sábado.
Otro incidente que menciona el texto, comienza con el versículo 21, diciendo así́: "Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos". Este es otro caso. Aquí hay un discípulo que quiere seguir a Jesús, pero dice: "Primero voy a sepultar a mi padre y después te seguiré".
El pensamiento bíblico no es el hecho de que sepultar al padre esté bien o mal, ¡claro que está bien! Tenemos el deber cristiano de preocuparnos por nuestros padres. Pero el pensamiento en cuestión aquí es la disculpa de ese discípulo para aplazar la decisión. Y a lo largo de la historia, ha habido hombres que escucharon el llamado del Espíritu Santo. La voz de Dios estaba llamándolos e invitándolos a seguir a Jesús definitivamente. Tal vez, en este momento, tú mismo estés sintiendo el llamado de entregar el corazón a Jesús y de prepararte para su regreso, porque estamos viviendo en el fin de los tiempos.
Cuando contemplas todo lo que está sucediendo a tu alrededor, la delincuencia, la violencia, las guerras, los terremotos, hambre, pestes, todo es evidencia de que Cristo está regresando. No hay mucho tiempo para perder, tú lo sabes. Sientes al Espíritu de Dios llamándote, pero te resistes, no quieres aceptarlo, aplazas la decisión, como aquel discípulo: "tengo que enterrar a mi padre". — dijo. "Voy a entregar mi corazón a Jesús cuando me jubile". "Cuando me gradué, ya no tendré́ problemas con el sábado, entonces voy a entregarle mi corazón a Jesús". "Cuando me case". "Cuando crezca" "Cuando sea más viejo". "Cuando sea un adulto". "Cuando esto, cuando aquello".
El ser humano vive inventando disculpas para no entregar el corazón a Jesús. Pero la invitación de Jesús es: ¡Hoy, hijo! No tienes por qué entregar tu vida de aquí a cinco años, tiene que ser hoy, ahora. El Espíritu de Dios está trabajando en tu corazón en este momento, y es ahora cuando tienes que decidir.
¡Éste es el momento de tu decisión!
Jesús le replicó a aquel hombre: "Deja que los muertos entierren a sus muertos". Jesús no estaba hablando en contra del padre muerto de ese discípulo. Lo que estaba diciendo era: Deja las cosas de esta tierra. Por favor, deja de pensar solamente en tu trabajo. Deja de pensar solamente en tus estudios, en las cosas terrenales. Las cosas de este mundo son pasajeras y finalmente, desaparecen. ¡Piensa en Mí; piensa en la Vida Eterna; no pienses en los 40 años que vas a vivir en esta tierra! ¡Este es el momento de tu decisión!
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