Texto: 1 Tesalonicenses 1: 1-10
Introducción:
El apóstol Pablo escribe esta primera carta a los
hermanos de Tesalónica con el propósito de defender la obra que con tanto
éxito había dado inicio.
En el primer capítulo de la carta Pablo se concentra
en tres destacadas virtudes como los elementos fundamentales del carácter
cristiano.
Aquí se ocupa de las evidencias externas de esas virtudes, pues
habla de lo que observó cuando estuvo en medio de ellos y lo que ahora
todavía recuerda.
En el versículo 3, se reúnen los tres grandes ingredientes
de la vida cristiana: 1. La fe que obra.
2. El amor que se esfuerza.
3. La
esperanza que nos fortalece.
I. Primer ingrediente: Un trabajo impulsado por la fe. Cap. 1:3
A. "La obra de vuestra fe" esta es una poderosa expresión que se
refiere a las actividades espirituales o temporales inspiradas por la fe. Esta
frase revela la naturaleza práctica de la verdadera fe. La verdadera fe no se
puede contener, no se puede esconder, es imposible que esta fe nos deje
infructíferos, siempre se manifestará mediante obras de carácter cristiano.
La fe verdadera nunca le permitirá a su poseedor abandonarse a la
comodidad egoísta.
Las obras siempre serán el fruto seguro de la fe.
La fe
se demuestra.
B. La fe no solamente es una virtud, es la puerta sagrada por donde
pasan todas las virtudes.
C. Una fe que obra, Nada nos dice tanto acerca de una persona como
su manera de trabajar.
Puede que trabaje por miedo al látigo. O por la
perspectiva del salario.
Puede que trabaje por un sombrío sentimiento del
deber. O inspirado por la fe el creyente trabaja para Dios y su prójimo.
Al
verdadero creyente su fe le dice cual es la tarea que Dios le ha
encomendado, y que la está llevando a cabo por fidelidad a Dios. Se ha
dicho que la marca de la verdadera consagración es encontrar la gloria en la
labor penosa inspirada por la fe.
D. Dondequiera que hay una fe verdadera, su obra terminará
afectando el corazón y la vida del creyente. Cuando personas descuidadas,
ignorantes e indolentes son apartadas de sus esfuerzos y conexiones
carnales, para creer en el Señor Jesús y obedecerle, para vivir con
sobriedad, rectitud y piedad, los hechos hablarán por sí mismos.
¿Cómo era la fe de los hermanos de la iglesia de Tesalónica?
El versículo 8 dice que la
fe de los tesalonicenses había resonado como una trompeta y había
retumbado como un trueno por toda Grecia.
Hay algo arrollador en la
valentía de estos cristianos. Cuando la prudencia más elemental habría
sugerido una manera de vivir que pasara inadvertida o secreta y así evitar
el peligro y la persecución, los tesalonicenses por el contrario proclamaban
abiertamente su fe.
Nunca tuvieron miedo de confesar a Quién pertenecían
y servían.
E. La mayoría de estos creyentes antes habían sido paganos (vers. 9).
Pero ahora demostraban por medio de su celo misionero, que tenían una fe
verdadera en Dios y en su mensaje evangélico. Su labor fue tan ferviente
que se extendió a Macedonia y Acaya, las dos provincias en que fue
dividida Grecia cuando quedó bajo el dominio romano en el año 146 a. c.
El
testimonio de Pablo demuestra cuán ampliamente se propagó la influencia
de los fieles tesalonicenses (ver. 8)
Su testimonio fue tan inconfundible
que no era necesario que Pablo y sus compañeros le añadieran nada más.
El ejemplo de estos cristianos se extendió como incendio en cohetería e
impulsó a muchos a poseer la misma fe de ellos.
F. Hoy aquí, en nuestra iglesia, también necesitamos esta fe, una fe que
dé frutos abundantes, necesitamos orar para que sea posible poseer una
fe que no nos permita estar egoístamente ociosos, necesitamos que esta fe
nos impulse a obrar, hoy en nuestra iglesia necesitamos una fe que a
pesar de los peligros sea imposible de esconder o contener, necesitamos
una fe que demuestre su celo misionero, necesitamos una fe que resuene
como una trompeta y que retumbe como el trueno, una fe que sea conocida
en todos los rincones de este país y más allá de sus fronteras.
II. Segundo ingrediente: Una labor impulsada por el amor. Cap.
1:3
A. “Vuestro trabajo de amor”
La palabra griega que es interpretada
como trabajo es kópos, y se puede interpretar como "dificultad", "trabajo
pesado ", “trabajo molesto” esta palabra denota intenso esfuerzo unido a
empeño ante las dificultades. "…trabajo de amor" Este trabajo es el
esfuerzo que inspira e impulsa el amor, es el trabajo que voluntariamente
acepta y soporta dificultades y penalidades por la salvación de otros.
Pablo
se regocija, pues a pesar de que la iglesia estaba expuesta a múltiples
maltratos sus miembros prestaban ayuda con esfuerzos diligentes y muchos
sacrificios.
Esa amante solicitud por el bienestar ajeno, así como la ardiente
fe de ellos, era una prueba convincente de que su conversión era genuina.
Es imposible decir que nos hemos convertido pero cerramos los ojos ante
las necesidades físicas que enfrentan nuestros vecinos, amigos, compañeros
de trabajo o aun los desconocidos.
Es imposible decir que nos hemos
convertido si somos indiferentes ante la necesidad de Dios y salvación que
padecen nuestros semejantes.
¿Cómo es posible que callemos, si tenemos
amor?
B. Como la fe verdadera, el amor es incontenible, el amor no se puede
quedar indiferente ante la necesidad del prójimo.
Aquellos que evitan
molestias a favor de otros, poco aman.
Las personas no salvas viven para sí
mismas, pero el verdadero creyente está dispuesto a trabajar por amor.
Tiene un nuevo motivo para vivir; ama a Cristo y ama a otros. El amor se
demuestra.
C. ¿Qué impulsaba a los hermanos de Tesalónica a practicar el amor?
¿Qué los impulsaba a predicar con tanto valor e intrepidez?
a. La respuesta la encontramos en el versículo 4, Pablo llama a los
tesalonicenses “hermanos amados de Dios”.
La frase amados de Dios
solo la aplicaban los judíos a hombres supremamente grandes como Moisés,
Salomón, Daniel o a la misma nación de Israel.
Ahora, el más grande
privilegio de los más grandes hombres del pueblo escogido de Dios se
extendía a los más humildes de los gentiles. Ellos sabían muy bien que el
Dios todopoderoso los amaba y esto produjo en ellos el amor, porque el
amor despierta amor, como dijo el apóstol Juan en 1 Jn. 4:19
“Nosotros le
amamos, porque él nos amó primero.”
Por medio de nuestras buenas obras
no podemos adquirir el amor de Dios, pero podemos demostrar que lo
poseemos. Si sometemos nuestra voluntad y nuestra conducta a Dios, no
necesitamos esforzarnos para ganar el amor del Señor, obraremos porque él
nos amó primero.
b. Este amor motivó, e impulsó a los tesalonicenses a convertirse en
misioneros fervorosos.
c. “Los creyentes tesalonicenses eran verdaderos misioneros. Sus
corazones ardían de celo por el Salvador que los había librado del temor y
de la ira que ha de venir. Por la gracia de Cristo, se había producido una
maravillosa transformación en sus vidas; y la palabra del Señor, hablada por
ellos, era acompañada de poder. Los corazones eran ganados por las
verdades presentadas, y almas eran añadidas al número de los creyentes.”
HAp, 208
d. Como se dice en el Camino a Cristo, 59:
“En el corazón
regenerado por la gracia divina, el amor es el móvil de las acciones. Modifica
el carácter, gobierna los impulsos, restringe las pasiones, domina la
enemistad y ennoblece los afectos. Este amor alimentado en el alma,
endulza la vida y derrama una influencia purificadora en todo su derredor.”
e. La carga nunca será pesada, la labor por más agotadora que sea no
será agobiante, porque hay amor.
ILUSTRACIÓN:
Bernard Newman cuenta que estaba una vez en casa de un campesino búlgaro. Todo el tiempo que estuvo allí, la hija estuvo cosiendo un vestido. Él le dijo: « ¿No te cansas de coser todo el tiempo?» « ¡Qué va! Le contestó ella. ¡Es mi traje de novia! El trabajo que se hace por amor no cansa nunca.
d. Pidamos al Señor que nos dé un corazón agradecido, y que seamos
capaces de responder con alegría, prontitud y fervoroso amor, a las
demandas de nuestro redentor. Pidamos al Señor fuente del amor, que nos haga capaces de abandonar nuestro amor a la comodidad para abrazar con
intrepidez nuestra misión. Que todos puedan conocer por nuestro medio
que Dios es amor. Decidamos ahora prestar un servicio indiviso y
permanente al Señor. Les recuerdo hermanos las palabras dichas por Juan
el apóstol del amor en 1 Juan 3:1 “Mirad qué gran amor nos ha prodigado
el Padre…”
Esto debe convertirse en la más poderosa fuerza motivadora, no
servimos por regalos o premios, por temor o por intereses egoístas,
servimos porque somos “amados de Dios”.
III. Tercer ingrediente: Una constancia basada en la esperanza.
Cap. 1:3
A. “Vuestra constante esperanza…” La Segunda Venida de Cristo es
el tema básico de este libro. Cada capítulo relaciona su regreso con una
verdad básica. Esta esperanza no es un optimismo vago sino "esperanza en
nuestro Señor Jesucristo"; es decir, esperanza centralizada en Cristo, la
esperanza de salvación en el Redentor, la esperanza de su pronta venida
para la liberación. Su paciencia y firmeza derivaban de la esperanza.
1. En vista de la gloria futura, los tesalonicenses podían soportar su
sufrimiento con más regocijo. Porque la esperanza es el ancla del alma. La
paciencia alimenta la “esperanza”.
¿Qué es esperanza?
La fe es la posesión
presente de la gracia; la esperanza es la confianza en el cumplimiento futuro
de la gracia.
La esperanza nunca es inferior a la fe, sino que es una
extensión de la fe.
a. En tanto que los perdidos adoran y sirven ciegamente a sus ídolos, los
salvos sirven al Dios vivo. Los incrédulos están perdidos sin esperanza. Los
creyentes estamos firmes en medio de las tribulaciones de la vida porque
sabemos que Cristo viene otra vez. Los creyentes no tenemos por qué
darnos por vencidos en tiempos de tribulación, porque sabemos que el
Salvador viene para librarnos.
b. ¿Cómo se supone que los cristianos debemos esperar el regreso de
Cristo? Pues trabajando mientras esperamos que Él vuelva. El propósito de
la vida de los conversos es doble: servir a Dios y esperar el regreso de
Cristo. ¡Qué influencia tan eficaz había tenido esta "esperanza
bienaventurada" en las vidas de los creyentes de Tesalónica! Vivían
esperando el retorno de su Señor. Sin embargo, no esperaban
ociosamente, pues combinaban la actividad con su espera. Eran tan
ardientes en su esperanza de ser prontamente liberados de sus
perseguidores mediante la intervención gloriosa de su Señor, que nada los
pudo frenar para que el evangelio llenara toda Grecia.
c. En los versículos 9 y 10 se usan dos palabras que son características
de la vida cristiana. Los tesalonicenses fueron llamados para dos cosas,
servir y esperar. Tú y yo también hemos sido llamados a servir al Dios vivo
y verdadero en el mundo de hoy pero al mismo tiempo debemos continuar
esperando a nuestro Salvador. El servicio leal y la paciente espera son el
preámbulo de lo que nos aguarda.
d. ¿Cómo sabemos que Cristo viene otra vez?
Dios demostró que Cristo
es su Hijo al levantarlo de entre los muertos. Cristo no podría venir otra vez
si estuviera muerto y si su cuerpo se hubiera descompuesto en una tumba
judía. No podemos separar la esperanza viva del Cristo vivo.
ILUSTRACION:
Cuando Alejandro Magno estaba iniciando sus
campañas militares, repartió todas sus posesiones entre sus amigos. Alguien
le dijo: «No te estás dejando nada para ti mismo.» « ¡Claro que sí! -
respondió él-. Me reservo mi esperanza.» Una persona puede soportarlo
todo mientras tenga esperanza; es como caminar hacia la aurora, y no hacia
el poniente.
a. Si enfrentas algún problema que te ha quitado el sueño, porque no le
ves salida o respuesta, si sientes que las fuerzas te han abandonado y
quisieras tirarlo todo, si te sientes impelido a abandonar tu labor misionera
porque los frutos parecen tardar demasiado en madurar, por amor al Señor
no pierdas la esperanza. Dicen por allí que la esperanza es lo último que se
pierde, pues no te des el lujo de perderla.
b. Imploremos a nuestro Señor que nos conceda abundantemente, de
esa fe que obra, el amor que se esfuerza y la esperanza que nos fortalece.
Seamos imitadores de nuestro redentor, para que sea posible que otros nos
imiten a nosotros.
Diga conmigo: Señor llena mi corazón de tu espíritu, para que yo ame a mis hermanos como Cristo me ama; hazme una canal de bendición, fe y esperanza. Gracias Señor, Amén.
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