Lectura bíblica: Salmo 4:3 “Sepan que el Señor honra al que le es fiel”.
La fidelidad esta asociada con la lealtad, y por ser tan escasa, cuando se halla en una persona se convierte en una de las virtudes mejor valoradas, y Dios no es la excepción a la hora de reconocer y valorar a aquellos que le son fieles.
"Sepan que el Señor honra al que le es fiel", leímos en nuestra lectura bíblica. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo los honra?
Una característica del que es fiel es que su fidelidad es a prueba del tiempo y las circunstancias. Es decir, siempre es fiel; nada lo mueve de su posición.
Un ejemplo extraordinario de este tipo de fidelidad lo encontramos en Job. Dios mismo da testimonio de ello describiéndolo en Job 1:8 como un varón "recto, intachable, temeroso de Dios y apartado del mal".
Ahora, ¿puede imaginarse a Dios describiéndole a usted mismo con estas cuatro extraordinarias características?
Quizás ningún ser humano ha enfrentado circunstancias tan destructivas en su vida como Job. Sin embargo, en la mayor angustia de la prueba, hundido hasta las sienes en el fondo de la desesperación, empujado por su propia esposa y también por el causante de su desgracia a que desistiera de su posición de fidelidad, resuelto exclamó:
"Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. Y cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas!", leemos en Job capítulo 19 y los versículos 25 al 27.
En base a esta declaración, ¿qué relación hay entre la fidelidad y la segunda venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo?
Por otra parte, sabemos que posterior a su devastadora prueba el Señor bendijo a Job de manera tan abundante que llegó a ser más próspero de lo que había sido antes.
En base a este hecho tan evidente, ¿Qué relación establece la Biblia entre la vida fiel de un justo y la prosperidad?
Fieles en tanto regresa
"Sepan que el Señor honra al que le es fiel".
Nosotros mismos como seres humanos no dudamos en honrar al que es fiel, pero no nos limitamos a eso, sino que además buscamos como recompensarlo, aun en aquellos casos extraordinarios de fidelidad que a veces se dan en las relaciones entre seres humanos y animales.
Como el caso de "Canelo”, un perro cuyo amo lo dejaba en la puerta del Hospital Puerta del Mar, en Cádiz, España, cada vez que este iba a dializarse, pues padecia crónicamente de los riñones. Al dejarlo en la puerta su amo le decía: “Espérame aquí, compañero”, y obediente el perro no se movía de su lugar. Un día la enfermedad del amo se agravó y tuvieron que dejarlo internado, pero naturalmente "Canelo" no podia saberlo, así que el perro se quedó a la puerta, fielmente esperando.
Lamentablemente el amo murió a los pocos días, y por supuesto "Canelo" tampoco pudo saberlo, así que siguió en la puerta del hospital; esperando. Desde aquel día pasaron doce largos años durante los cuales el perro fielemente siguió esperando a su amo en la puerta de aquel hospital.
La gente lo cuidaba, pero él no se movía de su lugar de espera. El caso del perro fiel se convirtió en noticia internacional en los periódicos y reportajes televisados, incluyendo uno que fue hecho por la BBC de Londres, la mundialmente reconocida compañía de comunicaciones británica.
Las autoridades decidieron llevar a "Canelo" a la perrera municipal, pero el perro de alguna manera lograba escapar y regresaba a la puerta del hospital. Luego optaron por darlo en adopción a varias familias, pero también se escapaba y regresaba al mismo lugar de espera.
Finalmente, el 9 de diciembre de 2002 "Canelo" murió atropellado justo en frente de la puerta del hospital.
Para honrar su memoria la ciudad de Cádiz bautizó con el nombre del perro una calle peatonal, en la cual se colocó una placa de bronce con el torso en relieve de “Canelo”. De esta manera la ciudad intentó honrar y reconocer la fidelidad de un simple perro.
Aunque derivada de un noble animal, la aplicación es válida para nosotros que esperamos la segunda venida de nuestro Señor: ¡Nada nos debe mover de nuestro lugar de espera! Allí, en el lugar que se nos ha asignado para cumplir un ministerio productivo a favor de la causa del reino, allí debemos permanecer fieles a él, en tanto que regresa. Este es un testimonio de fidelidad que jamás pasará desapercibido para el Señor.
Es posible que nuestra decisión de serle fiel demande sacrificio y renunciamiento, pero la recompensa será grande en el reino de los cielos. “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”, es la recompensa que promete el testigo fiel en Apocalipsis 2:10.
Sí, es posible aun hasta morir, solo por decidir permanecer fieles.
A veces somos tentados a ser infieles al Señor en algo que él nos pide, y aunque en esos casos no muramos, la tentación hacia la infidelidad es tan fuerte que sentimos la agonía de la muerte.
Pero si resistimos, “yo te daré la corona de la vida”, promete el Señor.
Por ejemplo, algo que el Señor nos pide en lo cual ser fieles es la devolución de nuestros diezmos, y además evidenciar nuestra gratitud mediante la generosidad en nuestras ofrendas.
Mencionamos este componente de la fidelidad porque es uno de los más críticos.
Prueba de ello es el alto porcentaje de infidelidad en los diezmos y las ofrendas que a nivel mundial hallamos en nuestras iglesias. Entre el 40 y el 60 por ciento de los miembros de nuestras congregaciones están siendo infieles en este componente de la fidelidad.
¿Qué piensan ustedes, si el Señor viniera, le daría a los miembros que están dentro de este porcentaje de infidelidad como recompensa la corona de la vida eterna?
Lamentablemente, no podría hacerlo. Entonces, "Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida", es la amorosa invitación del testigo fiel.
Fieles en todo, incluyendo los diezmos y las ofrendas.
Estamos hablando de una totalidad de la fidelidad.
Si el Señor dice que "honra al que le es fiel", entonces en ocasión de su segunda venida los honrará colocando sobre su cabeza la corona de la vida eterna. ¿Puede haber honra mayor que esta?
Elena de White dice:
"Si los hijos de Israel hubieran sido fieles a Dios, él podría haber logrado su propósito honrándolos y exaltándolos” DTG, 20.
Lamentablemente, Dios no pudo lograr su propósito. ¿Por qué?... ¿Pueden decirme por qué?
En 1 Corintios 10:5 encontramos la respuesta. Allí el apóstol Pablo dice que "la mayoría de ellos no agradaron a Dios, y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto".
Luego en el versiculo 6 concluye que "todo esto sucedió para servirnos de ejemplo", para evitar que nuestros cuerpos queden tirados en el desierto de este mundo cuando Cristo venga por segunda vez.
El propósito que Dios tuvo para los hijos de Israel es el mismo propósito que Dios tiene para sus hijos de este tiempo del fin. Dios quiere lograr su propósito en ti: honrarte y exaltarte en recompensa a tu fidelidad y lealtad. “Sepan que el Señor honra al que le es fiel”; pero para que lo haga debemos permanecer siendo fieles aun hasta la muerte.
Influencia y éxito del fiel que espera
Un término que la Biblia usa por excelencia para referirse al que es fiel es: "el justo".
Del justo, el Salmo 112:6 dice: "El justo será recordado; ciertamente nunca fracasará".
En este Salmo se hace una clara distinción entre el justo y el impío. Por ejemplo, en los versiculos 9 y 10 dice que en tanto el justo “reparte sus bienes entre los pobres”, “¡La ambición de los impíos será destruida!”. El impío es ambicioso y egoísta, pero el justo es generoso. Un justo que así vive, “será siempre recordado”, leímos ya en el versículo 6.
Una persona puede ser recordada por dejar una herencia o por dejar un legado. John Maxwell, uno de los más prolíficos autores sobre liderazgo, dice que cualquiera puede dejar una herencia, pero con el tiempo ésta se desvanece al ser utilizada; sin embargo, un legado es diferente, pues aun después de la muerte el legado permanece. Es lo que ocurre con el justo que “reparte sus bienes entre los pobres”. Puede que no deje una herencia, pero el legado de todo el bien que hizo en vida hace que sea recordado. ¿Puede fracasar una persona con estas características? ¡Imposible!
Todo lo contrario. Su vida es enriquecida hasta lo sumo precisamente para que se cumpla en él lo que Dios promete al justo que vive repartiendo con generosidad. ¿Qué es lo que Dios le promete?
El versículo 3 nos lo dice: “En su casa habrá abundantes riquezas”. Está demostrado; el versículo 2 lo confirma: “bien le va al que presta con generosidad”. ¡Es que al generoso no le puede ir mal!
Además, para seguir aumentando el caudal de bendiciones que Dios continúa derramando sobre el que es fiel, el versículo 2 agrega: “la descendencia de los justos será bendecida”.
De esta manera a los padres que son fieles se les concede la incalculable riqueza de ver en sus propios hijos la cosecha que ellos como padres sembraron.
Como el caso de Jaime White, un descendiente de uno de los fieles peregrinos que llegaron en 1620 en el “Mayflower” a las costas de Norteamérica. Sin duda que el pastor White cosechó mucho de lo que su antepasado sembró.
Pero el testimonio de su generosa vida de servicio hizo que su propia descendencia cosechara de lo mucho que él mismo sembró.
Prueba de ello es que los dos hijos que le sobrevivieron llegaron a ser pilares de la iglesia.
Otra de las cuantiosas riquezas que se incrementa en la vida del justo que “reparte sus bienes entre los pobres” es su confianza en Dios. En efecto, en los versículos 7 y 8 dice, que “su corazón estará firme, confiado en el Señor, su corazón estará seguro, no tendrá temor”.
Si en Lucas 21:25 y 26 se nos dice que para el tiempo del fin “en la tierra las naciones estarán angustiadas y perplejas”, y si es cierto que “se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo”, semejante condición de pánico no te alcanza a ti, que has decidido vivir como un justo, fiel a Dios aunque se desplomen los cielos, fiel en tu posición de espera.
Ni el calentamiento global, ni los altos índices de delincuencia, ni la aparición de nuevas enfermedades, ni la amenaza terrorista, ni la inseguridad de las calles, ni la inflacion, ni ninguna otra amenaza, te hará desmayar de terror, porque cada día de tu vida, tu corazón estará firme, confiado, asegurado en el Señor.
Conclusión y llamado
"Sepan que el Señor honra al que le es fiel". Y Dios tiene muchas maneras de hacerlo. La más extraordinaria será en ocasión de su segunda venida: "Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida", garantiza el testigo fiel.
Pero antes de honrar a sus fieles cuando regrese por segunda vez, el Señor los honra a lo largo de la vida de ellos aquí en la tierra mientras lo esperan, y la manera como lo hace es prosperandolos de diferentes maneras.
Por ejemplo, "en su casa habrá abundantes riquezas", leímos en nuestro Salmo 112.
Además, el mismo salmo nos enseñó que "la descendencia del justo será bendecida", algo que los padres tanto anhelan para sus hijos: la bendición de Jehová.
Pero también leímos de ese siervo fiel que vive como un justo, que como resultado de la bendición del Señor, "su corazón estará firme, confiado en el Señor, su corazón estará seguro, no tendrá temor".
El Señor mismo, con sus propias palabras, describe la fidelidad de Job: "¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job?", pregunta en Job 1:8, y luego lo honra exaltándolo con estas palabras: "No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal".
Es posterior a esta descripción de lo que es un hombre fiel que Satanás lanzó su demoledor ataque. Lo hizo con un poder de destrucción como nunca más ha podido usar contra ningún otro ser humano. El propósito de aquel furibundo ataque era lograr que Job desistiera de su posición de permanecer fiel al Señor. Satanás le describió a Dios mismo su propósito con estas atrevidas palabras: "¡A ver si no te maldice en tu propia cara!", leemos en Job 1:11. ¡Pero nunca lo logró!
El capítulo 42 de Job, del versículo 12 al 17 describe como Dios prosperó a Job en recompensa a su fidelidad: "El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas... Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Disfrutó de una larga vida, y murió en plena ancianidad".
Muy pronto Job y no otro, podrá ver a Dios con sus propios ojos. Cuando esto ocurra, será honrado con la corona de la vida eterna, la más alta condecoración que el reino de los cielos concede a toda criatura humana que en su tránsito por la vida en esta tierra tomó la más alta resolución de vivir como corresponde hacerlo a un súbdito del reino de los cielos.
Cuando el Señor esté colocando sobre la cabeza de Job la corona de la vida, ¿le gustaría a usted estar allí presente y ser testigo de semejante condecoración?
Es más, ¿siente usted que se le consumen las entrañas por el anhelo de recibir sobre su cabeza su propia corona de la vida eterna?
¿Cómo hay que vivir para esperar recibirla? ¡Fieles! Aunque se desplomen los cielos; fieles a Dios.
Sí, "sepan que el Señor honra al que le es fiel".
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