Lectura bíblica:
Proverbios 10:22 “La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse”.
Introducción
Si hacemos un alto en el diario trajinar de la vida, y nos permitimos observar el ir y venir de los más de siete mil millones de habitantes que tiene la tierra, notaremos que van y vienen cada día de sus vidas movidos por la necesidad de obtener dinero para asegurar su sobrevivencia.
Esto es porque en la economía del pecado en la cual vivimos la vida no es posible sin dinero.
Para probarlo, quédese un tan solo mes sin percibir ningún ingreso, asumiendo que tampoco tiene ahorros, y entonces experimentará la profunda necesidad de dinero para sobrevivir. El dinero nunca estuvo en los planes de Dios cuando hizo los cielos y la tierra y todo cuanto en ellos hay.
Fue inventado por el hombre como medio para obtener e intercambiar los bienes y servicios que necesita para vivir, pero debido a que sin dinero es imposible conseguir estos bienes y servicios, la dependencia del dinero nos hace vivir preocupados y ansiosos, aun hasta obsesionados por obtenerlo.
Fue para contrarrestar la ansiedad que esta dependencia genera, que en Mateo 6:25 el Señor Jesús nos aconseja diciendo: “No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán”. Y luego, en el versículo 27, vuelve a mencionar la inutilidad de preocuparse por la vida con las siguientes palabras: “¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?”. Pero eso no es todo, pues en el versículo 28 vuelve a repetir: “¿Y por qué se preocupan por la ropa?”. Y más adelante, en el versículo 31 concluye: “Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?”.
Sabiendo que la necesidad por lo material causa dependencia y ansiedad, el Señor Jesús finaliza en el versículo 34 diciendo: “No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios problemas. Cada día tiene ya sus problemas”. Entonces, ¿por qué vivir ansiosos por lo material? Es cierto que en esta economía del pecado el dinero es necesario, ¿pero hemos de vivir angustiados por conseguirlo?
Refiriéndose a la ansiedad por buscar lo material, en el versículo 32 el Señor Jesús explicó: “Porque los paganos andan tras todas estas cosas”. ¿Significa esto, que si vivo ansioso por lo material, tal actitud es pagana, aun siendo yo un cristiano?
El afán no genera riqueza
Es en el contexto de todo lo dicho, que las palabras de Proverbios 10:22 encajan a la perfección: “La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse”.
Es por la bendición del Señor que obtenemos los bienes materiales que necesitamos para la vida, no por la preocupación o ansiedad de andar tras la búsqueda de dinero para suplírnoslos. En lugar de vivir angustiados por la búsqueda de lo material, “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”, aconsejó y garantizó el Señor Jesús en Mateo 6:33. Está demostrado: “Nada se gana con preocuparse”. El afán y la preocupación por lo material no producen ganancias; producen solo pérdidas.
La preocupación excesiva por lo material es un mal generalizado de nuestros días. Las pérdidas causadas por esta ansiedad son incuantificables.
Las personas viven cargadas de incertidumbres debido a la inestabilidad económica, provocando en ellas sensaciones de desprotección. La aprensión por el mañana incierto poco a poco va haciendo su efecto. Sus síntomas se manifiestan en el cuerpo y en la mente, experimentando pensamientos obsesivos y angustiosos.
No es difícil entender porque la preocupación económica excesiva solo causa pérdidas. Ya lo dijo Salomón: “Nada se gana con preocuparse”. Y el Señor Jesús, quien los inspiro en Salomón, al venir en persona a esta tierra lo volvió a repetir: “No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes”. La ansiedad por lo material es la respuesta de las personas para asegurar la supervivencia, en un mundo que consideran inseguro y peligroso.
De esta conducta generalizada en la población van apareciendo los sujetos más susceptibles, en quienes los síntomas se van profundizando, hasta llevarlos a padecer algún tipo de trastorno de ansiedad.
Solo en los Estados Unidos, un 18.1 % de la población adulta (unos 40 millones), padecen cada año algún trastorno de ansiedad. En España la tasa es del 20% (casi 2 de cada 10 españoles).
Hay personas en quienes se sembró la semilla del evangelio, pero que “no llevan fruto”, sencillamente porque de acuerdo a Lucas 8:14 “son ahogados por los afanes y las riquezas”.
Es decir, son cristianos, pues el buen sembrador colocó la semilla en sus corazones, pero no abandonaron la inclinación pagana de concentrar su energía en la búsqueda de lo material antes que en la búsqueda del reino de Dios y su justicia.
Elena de White, refiriéndose a los efectos negativos sobre la salud que la ansiedad por los bienes materiales provoca, comenta que algunos “tal vez han conseguido mantener su capital y acrecentarlo. Pero por otra parte, ¿qué han perdido? Su capital de salud, que es inapreciable tanto para los pobres como para los ricos”. 1TI, 420.
Entonces, queda una vez más demostrado: “Nada se gana con preocuparse”. Todo lo contrario, produce solo pérdidas. Acrecentar el capital a costa de la salud no es ningún buen negocio.
Está claro lo que Proverbios 10:22 dice: “La bendición del Señor trae riquezas”, no la ansiedad por lo material.
Charles Spurgeon, el gran predicador inglés del siglo diecinueve escribió: “La ansiedad no agota las angustias del mañana, sino que sólo agota la fuerza del hoy”, demostrando que en lugar de enriquecer, la preocupación más bien empobrece.
Cuando lo material quita el sueño
Es curioso, cuando lo material es lo primero en la vida de una persona, o lo hunde en la ansiedad por conseguirlo, o le quita el sueño cuando ya lo ha conseguido. Es decir, se puede vivir afanoso y angustiado por la necesidad de conseguir dinero, e igualmente se puede vivir afanoso y lleno de ansiedad aun cuando se tenga dinero. De hecho, hay mucha gente rica en este mundo que vive emocionalmente alterada.
En Eclesiastés 5:12 Salomón lo expresó con estas palabras: “El trabajador duerme tranquilo, coma mucho o coma poco. Al rico sus muchas riquezas no lo dejan dormir”.
¡Qué contraste! El trabajador que apenas gana lo necesario para vivir, resulta que duerme sin sobresaltos sus 6 a 8 horas, pero el rico que tiene todo lo que quiere no puede conciliar el sueño.
El trabajador a veces tiene bastante qué comer, otras veces menos, sin embargo eso no atrasa su sueño.
Pero el rico todo el tiempo tiene para comer los manjares que quiera, pero padece la tortura del desvelo provocada por la preocupación de sus riquezas. ¿Es esto vida? ¿Pasarse las noches en vela mientras el otro duerme?
Los países desarrollados lo son porque son ricos. Pero está demostrado que sus poblaciones, sumergidas en la loca carrera por hacer dinero, tienen serios problemas con sus hábitos de dormir. O duermen muy poco porque no hay tiempo para más, debido a que el sistema económico le imprime un aceleramiento al estilo de vida, o tienen problemas para conciliar el sueño en las escasas horas que les quedan disponibles.
Por ejemplo, las estadísticas revelan que entre un 20 y un 40 por ciento de los españoles sufren de insomnio. El 17 por ciento de ellos en forma grave.
Estados Unidos, el rey del capitalismo, es también el rey del insomnio, pues es el país que más problemas tiene con el sueño. Nada menos que 70 millones de norteamericanos tienen problemas para dormir. Hasta existe una institución llamada: la Fundación Nacional del Sueño, dedicada a estudiar el fenómeno del insomnio y cómo ayudar a la población a combatirlo.
Según dos estudios realizados por esta fundación, 50 millones de estadounidenses padecen alguno de los 88 trastornos provocados por el sueño e identificados por los especialistas. Solo en ese país, hay unas 365 clínicas especializadas en atender a pacientes con problemas de insomnio. Son bastantes, pero los pacientes son más, por lo que siempre tendrán demanda de servicio especializado para ayudar a la gente a dormir.
Conclusión y llamado
Las personas que no viven ansiosas por los bienes materiales duermen muy bien, y los médicos explican que dormir bien es necesario para mantener las funciones cerebrales, proteger al sistema inmune y tener una vida larga y de calidad. Agregan que el insomnio no es una enfermedad sino un síntoma, lo cual explica por qué dicho síntoma es tan abundante en los países desarrollados como resultado de su estilo de vida económica.
Miguel de Cervantes escribió: “El sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos”.
No se puede comparar el desvelo de la persona ansiosa por el dinero, con el tranquilo dormir del que confía en el Señor. Los que confían en él suelen dormir muy bien. Es exactamente lo que Salmo 4:8 expresa: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado”.
En Filipenses 4:6 el Señor es claro con su consejo: “Por nada estéis afanosos”. ¡Por nada! Ni por conseguir dinero, ni por el desvelo que te puede causar una vez lo hayas conseguido.
Hay gente que casi no duerme por la ansiedad que le provoca la búsqueda de dinero; y hay gente que tiene dinero pero tampoco duerme.
En lugar de darle a lo material la preeminencia, se tengan bienes o no se posean, la búsqueda del reino de Dios y su justicia debe ser lo primero. Si así hacemos, lo promete el gran Yo Soy, “todas estas cosas les serán añadidas”.
¿Cuántos lo creen así?
Y si lo creen, ¿cuántos deciden en esta hora buscar cada día, como su primera ocupación, el reino de Dios y su justicia? ¿Cuántos deciden poner a Dios primero y dejar que lo material sea secundario? ¿Quieren ponerse en pie los que así lo decidan? Oremos al Señor para que él selle con su bendición esta decisión…
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