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Imposible encontrar un mejor negocio!

¡IMPOSIBLE MEJOR NEGOCIO!

Lectura bíblica: Proverbios 3:9,10 “Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar”.

Introducción
Basado en el hecho de que alrededor del 92 por ciento de las personas que usan la Internet lo hacen con el propósito de buscar algún tipo de información, ciertos individuos, muy hábiles en el mundo de los negocios, interesados en ganar dinero, han diseñado sitios en la red en los que ofrecen información especializada por la que los interesados estarían dispuestos a pagar módicas sumas. Estos individuos razonan, que si hay tantos millones de personas buscando información en la red, algunos miles estarían dispuestos a pagar por la información especializada que se les ofrezca. ¡Y no están equivocados!
En la Internet hay negocios en los que un solo individuo es dueño de varios sitios en los que ofrece diferente información especializada a cambio de cierta cantidad de dinero.
Veamos lo que ocurre con uno de estos sitios para que tengamos una idea de lo bueno que puede ser el negocio.

Cuando una persona que navega en la red visita el sitio y encuentra que allí está la información que anda buscando, si decide comprarla solo tiene que hacer un clic en el botón de compras, lo cual lo llevará a la página de pedidos. Allí, en esa página, se le piden los datos de su tarjeta de crédito para procesar el pedido. Una vez que la operación es aprobada, se envía al cliente a la página de entrega de donde descarga la información y la guarda en su computadora para consultarla cuando lo desee. Mientras todo eso ocurre, el dinero pagado es depositado en la cuenta del dueño del sitio web. Lo extraordinario de todo esto es que el dueño del sitio web no intervino en ningún momento en todo el proceso, pues uso su habilidad para organizar y planear su negocio de tal manera que funcionara de forma automática. El dueño del negocio puede estar durmiendo o haciendo cualquier otra cosa, pero su sitio web siempre está vendiendo. Es por eso que a este modelo de negocio muchos lo llaman: “El mejor negocio del mundo”. Pero, ¿será esto cierto? ¿Es posible que haya un negocio todavía mejor? Y si lo hay, ¿es posible que usted como cristiano pueda hacerlo para obtener las grandes ganancias que promete? Pero como todo negocio requiere de una previa inversión, ¿cuál sería la inversión que debo hacer para asegurar la rentabilidad que busco en el mejor negocio del mundo?

Primero, la inversión 
¿En qué consiste esa primera inversión?
Para encontrar la respuesta leamos nuevamente Proverbios 3: 9 y 10. Dice: “Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar”. Note que a primera vista, tal parece que lo que usted debe hacer para que el Señor le llene sus graneros hasta hacérselos reventar es simplemente invertir dinero, como si se tratara de cualquier negocio de este mundo. Pero no es así, pues los negocios con el Señor no son cualquier cosa.
Contienen elementos sagrados que de no ser satisfechos en lugar de prosperidad lo que generan son fracasos, y aquí, en Proverbios 3:9 y 10 encontramos uno de esos elementos. ¿Cuál es?

Observemos que el pasaje no nos invita a invertir nuestro dinero con el Señor a cambio de lo cual él hará que nuestros graneros revienten de abundancia. La invitación no es así de simple, como si se tratara solo de invertir dinero para ganar dinero.
En realidad, si vemos el pasaje más de cerca, antes de que se nos invite a invertir, primero se nos invita a honrar. Son dos actitudes muy diferentes. Acercarse a Dios con el deseo de honrarlo es totalmente diferente a buscarlo por el interés de conseguirle algo.

Si Dios nos pide una parte de nuestros bienes materiales, prometiendo a cambio que hará reventar nuestros graneros con su abundancia, no es para despertar en nosotros codicia, sino adoración; porque solo a un Dios como él puede ocurrírsele pedirnos tan poco a cambio de darnos tanto.
Pero si la invitación es que honremos al Señor, en lugar de buscarlo movidos solo por el interés de invertir con él, ¿cómo hacerlo, cómo honrarlo?

Bueno, ahora sí pueden aparecer en el escenario los bienes materiales. “Con tus riquezas”, dice nuestro texto bíblico, si las tienes, y si no eres rico, entonces “con los primeros frutos de tus cosechas”, agrega el pasaje, abriendo la posibilidad de que no seas rico, pero sí que tengas lo necesario para vivir porque Dios te lo provee. Así pues, nadie queda excluido de la invitación a honrar al Señor con una parte de nuestros bienes materiales. Todos tienen con qué honrar al Señor. Enfatizamos que aquí lo que el Señor está pidiendo es que lo honremos con bienes materiales. ¿Por qué?

Porque el Señor conoce el apego que sentimos hacia las posesiones materiales. Entonces, si logra que le demos de aquello que tanto amamos, que son nuestras posesiones, entonces puede esperar que le demos aquello que él tanto ama y busca de nosotros: ¡El corazón!

Una extraña propuesta 
Notemos que el Señor nos propone un gran negocio, aunque parece que para él no lo es. Apenas nos pide las primicias, y el resto de la cosecha es nuestro; pero, por haber sido fiel en darle apenas las primicias, ahora él me da hasta hacer reventar mis graneros. ¡Poca inversión y desproporcionada ganancia!
Sabemos que millones de personas hacen este gran negocio con él, y que a todos estos fieles el Señor tiene que llenarles sus graneros hasta hacérselos reventar porque eso es lo que él les promete en su Palabra. Pero, ¿cómo le hace para pagar tanto a tantos? ¡Parece que se le quiebra el banco! Solo puede haber una explicación, y es que el verdadero negocio del Señor no es material. De hecho, su banco no quiebra pagando intereses tan elevados, porque todo el oro y la plata del mundo son de él. Por lo tanto, si el negocio que quiere hacer con nosotros no es material, entonces tiene que ser espiritual.

¡Por supuesto! El Señor anda buscando ganar corazones, no bolsillos. Para él los corazones son preciosas joyas, y busca hacer reventar su banco celestial llenándolo con corazones redimidos. Mediante este intercambio Dios hace su mayor negocio, pero nosotros también, porque al darle lo poco que nos pide, logramos que meta nuestros corazones en el banco del cielo. ¿No es esto un gran negocio? ¡Todos ganamos!
Similar a las “Network Marketing”, esas redes de negocios que distribuyen productos y servicios directamente del fabricante al consumidor final. En este modelo de negocio todos ganan sobre la base de poca inversión y grandes ganancias. El negocio es manejado desde el hogar, y mediante las recomendaciones de unos a otros la red va creciendo y así todos van ganando. El negocio es tan lucrativo, que las ventas superan los 70 mil millones de dólares anuales, y más de 20 millones de personas se lucran de esta manera trabajando en más de 2,000 compañías de este tipo por todo el mundo.
Así que si en este momento usted decide honrar al Señor con lo mejor de usted, incluidas sus posesiones, “tus graneros se llenarán a reventar”, es la fiel promesa.
Lo único que tiene que hacer es invertir lo poco que el Señor le pide, y él meterá su corazón en el banco del cielo. ¡Es el mejor negocio del mundo! Un negocio impensable

Hay otro pasaje en la Biblia que se refiere a este negocio insólito. Lo hallamos en Proverbios 11:24 y dice: “Unos dan a manos llenas y reciben más de lo que dan”. Para entenderlo mejor, pensemos en una institución o persona confiable que le propone, que si usted deposita a la cuenta de ellos cierta cantidad de dinero, le devolverán el doble o el triple. Si así fuera, ¿usted aceptaría? ¡Por supuesto!

Bueno, esto nunca va a ocurrir, porque sería un gran negocio para usted, pero muy malo para quien le hizo la propuesta. Pero el ejemplo sirve para ilustrar lo que el proverbio arriba citado significa para muchos fieles cristianos en el mundo, quienes “dan a manos llenas y reciben más de lo que dan”. En los negocios seculares esto no funciona, pero en los espirituales sí.

Una condición natural en todo ser humano es la ambición de hacer un gran negocio. Conociendo este deseo, hay estafadores que lo explotan en la Internet, para beneficio de ellos, pero para pérdida de los incautos ambiciosos. Miles de personas son estafadas por diversos medios, quienes no resisten la tentación de hacer un gran negocio. Pero, si la estafa es un peligro para los que caen en la trampa de querer hacer un gran negocio, en la Biblia no existe esa trampa, pues es real y confiable la promesa que Dios hace, de que si usted da a manos llenas, recibirá más de lo que da. Ahora, así como usted experimenta recelo al presentir una estafa, es posible que le cause cierto recelo la promesa de Dios, porque para que él cumpla su promesa de darle más de lo que usted da, primero usted tiene que dar “a manos llenas”, y aquí es donde empieza la vacilación.
El requisito es dar a manos llenas, y nos resistimos a cumplirlo. Unos se resisten por simple egoísmo, el cual se vuelve tan irracional, que teniendo frente a sí una propuesta de parte de un Dios tan confiable, no le toman la palabra, y prefieren quedarse con su escasez antes que recibir de la abundancia prometida. Otros se resisten por falta de fe. Desean probar a ver si funciona, pero no se deciden porque no están seguros. Pero para quienes lo han intentado el gran negocio les ha funcionado, ¡y lo siguen haciendo!

Conclusión y llamado 

Es cuestión de correr aunque sea un mínimo de riesgo, aun cuando sabemos que con Dios no existen riesgos. Si hay inversionistas que para hacer un gran negocio invierten en los llamados negocios de alto riesgo, ¿no estaremos dispuestos a arriesgarnos con Dios? Porque después que uno lo prueba, descubre que al invertir con Dios no existen riesgos, y entonces uno decide entrarle al negocio una y otra vez.
Shirley Hufstedler, ex Secretaria de Educación de los Estados Unidos, escribió lo siguiente en relación con la actitud hacia los riesgos: “Si no quieres correr riesgos en la vida, ya has decidido que no deseas crecer”. Pero usted sí desea crecer en fe, y con Dios solo hay lugar para crecer y crecer. ¡Y sin correr riesgos!
Con todo lo anterior, es imposible pasar por alto aquel pasaje en Malaquías 3:10 que ratifica la invitación del Señor a que hagamos negocios con él. Leámoslo: “Traigan íntegro el diezmo para los fondos de templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto –dice el Señor Todopoderoso-, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo bendición sobre ustedes hasta que sobreabunde”.
Debido a que Dios es Dios, es posible que la criatura humana se sienta intimidada ante la idea de probarlo, aun cuando él lo invita y desafía a hacerlo. Sin embargo, es necesario tomarle a Dios la palabra y correr el riesgo de creer en sus promesas.

Por ejemplo, una de esas promesas dice: “Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar”. ¡Y sin riesgos!
Aquí la clave está en la actitud; en lugar de codiciar usted busca honrar, y luego viene la promesa de híper abundancia.
Por otro lado, ya que “unos dan a manos llenas y reciben más de lo que dan”, si usted es uno de los que así viven, entonces tiene entre manos una gran promesa y un gran negocio. ¡Y sin riesgos! Si usted da a manos llenas, simplemente la promesa es que recibirá más de lo que da.

Finalmente, si usted honra al Señor siéndole fiel en sus diezmos y ofrendas, la promesa es que las compuertas del cielo se abrirán y el Señor derramará sobre usted bendición hasta que sobreabunde. ¿Puede haber mejor negocio que este? ¡Y sin riesgos! ¡Imposible mejor negocio!
¿Cuántos quieren hacerlo?
¡No hay negocio mejor! Si cualquier otro le propusiera un buen negocio usted no tardaría en aceptarlo; ¿Por qué tendría que pensar tanto en hacer con Dios el negocio que él le propone? ¿Quiere tomarle la palabra? ¡Póngase entonces en pie en este momento!

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