Lucas 15:11-32
INTRODUCCIÓN
No se ha llevado una estadística mundial, pero es muy probable que la parábola del hijo pródigo sea la parábola que más almas haya traído a los pies de Cristo, es la más conocida; es la parábola más larga de todas las parábolas que Cristo enseñó.
Todos alguna vez en nuestra vida hemos salido de casa y hemos reflejado una parte de la historia del joven pródigo. Lamentablemente, nos hemos alejado de Dios y le hemos ocasionado dolor y sufrimiento a nuestro Padre.
Hay algunos que pueden decir que les ha ido mejor viviendo fuera de casa. Es porque están viviendo los días de abundancia. En la vida siempre hay escasez y allí es cuando tenemos que tomar decisiones.
Al repasar esta parábola veremos dos escenas, que confirman que Cristo contó esta historia para mostrarles a los perdidos el camino a casa.
I. EL HIJO QUE ESTABA PERDIDO, ESTABA MUERTO
(Leamos Lucas 15:24 y 32).
En el pasaje, el sinónimo de perdido es muerto.
El mismo padre del joven dijo que estaba muerto, Su propio padre lo repitió dos veces en los versículos 24 y 32.
Ese muchacho estaba muerto, solo faltaba enterrarlo.
Hay algunas iglesias que predican que “no importa lo que hagas y cómo vives, no has perdido nada, sigues siendo hijo de Dios”. “Llegará el día cuando volverás a sus brazos”.
Con ese pensamiento, muchos cristianos se alejan de las iglesias y se dedican a vivir una vida pecaminosa. “Como soy un hijo de Dios alejado de casa, pronto podré volver”, justifican.
En nombre de ese cristianismo falso, que dice que no importa cómo vivamos, somos hijos todo el tiempo.
Un bautista confeso, decía era un hijo de Dios, aun cuando vivía en pecado. Una mujer que dirigía una casa de prostitución en Los Ángeles dijo que era una cristiana renacida, y seguía firme con su triste negocio. Y luego, un líder evangélico se levantó y dijo: ¡No la juzguen!
¿Qué clase confusa de cristianismo es ese?
Se llama “antinomianismo”, y viene de la creencia de que se puede vivir en profundo pecado, quebrantando la ley de Dios y ser hijo de Dios al mismo tiempo. Explica que la gracia de Dios nos libera de la observancia de las leyes morales.
Las estadísticas muestran que Brasil es el país más religioso de América del Sur. El 90% dice ser cristiano. Tiene el mayor número de católicos que cualquier país en el mundo, y las iglesias evangélicas más grandes de Latinoamérica. Pero ¿qué sucede en días de carnaval? ¿Dónde están nuestros jóvenes cristianos? “Es un asunto cultural”, explican, “eso es normal”.
Hay un artículo de un evangelista que dijo: “Yo vivo en Carolina del Sur, y amo el Sur, no me estoy burlando de nadie de allí, ¡pero parece que todo el mundo allí dice que está convertido! En algunos estados del Sur, hay una iglesia en casi cada esquina. Incluso nuestros políticos y estrellas de cine dicen que son salvos. Sin embargo, tenemos más asesinatos, violaciones, drogas, pornografía, divorcio, mentiras y robos que nunca. Entonces ¿qué está mal? ¿Cuál es el problema?
El problema es que hay miles de personas que dicen ser cristianas y no se han convertido.
Decir que uno puede ser cristiano y participar del mundo a la vez es una idea infernal. ¡Ha dañado millones de almas, ha paralizado las iglesias, y ha traído la ruina espiritual a una nación!
“Cristo no puede compartir un corazón dividido; el pecado y Jesús nunca están en sociedad. [...] Si el alma es santificada por la verdad, odia y resiste el pecado” (TM, 160).
“Cualquier hábito o práctica que pueda inducir a pecar y atraer deshonra sobre Cristo, debe ser desechado cueste lo que costare”... (DTG, 406).
II. EL HIJO QUE ESTABA PERDIDO, VUELVE EN SÍ
Esta parábola muestra un ejemplo perfecto de conversión verdadera. La conversión de Pablo siguió este modelo. Grandes predicadores del siglo XX experimentaron el modelo de conversión del pródigo. Aun antes de ellos, muchos líderes de la iglesia pasaron por lo mismo: Lutero, Bunyan, Whitefield, ambos hermanos Wesley. Así también como las conversiones de C. H. Spurgeon, R.A, Torrey, y uno de los grandes predicadores de China, el Dr Jhon Sung.
a. Este es el motivo que Jesús tenía para dar la Parábola del Hijo Pródigo. Para darnos un retrato de la conversión.
En ninguna otra parte se da una descripción tan detallada de cómo sucede una conversión. Las etapas de este modelo son las siguientes:
1. El hijo quería ser independiente de su padre; ya no quería que su padre lo controlara. Quería ser “libre”. El Pródigo no negaba la existencia de Dios. Él asistía a servicios religiosos con sus padres. Pero en lo profundo de su corazón estaba escondido el deseo de la supuesta “libertad”. Él quería dejar de observar todas las normas y reglamentos del padre.
Quería sentir experiencias deleitosas que nunca había disfrutado antes. Ahora ya era un hombre, y quería valerse de sí mismo y hacer sus propias reglas, en vez de estar bajo el control de su padre. Si tienes pensamientos semejantes, ojalá que “vuelvas a ti mismo” ahora, antes de entrar en la ruina y la vergüenza que vendrá después.
2. Pero pronto el Pródigo en la parábola llegó a otra etapa. Él había recibido su herencia temprano, antes de la muerte de su padre. Tomó ese dinero y se fue a un país lejano. Ahora haría todas las cosas con las que antes solo había soñado. Así días y noches disfrutando “los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25).
3. Al poco tiempo, llegó a la tercera etapa, cuando “todo lo hubo malgastado”. Ahora no había nada que satisficiera su hambre. Todos sus pecados no le daban satisfacción ahora.
4. Y fue en esta condición terrible que llegó a la cuarta etapa: “volviendo en sí” (Lucas 15:17). O como expresa una traducción moderna: “Él volvió a sus sentidos cabales”.
¡Qué necio había sido! Él era como una persona loca que iba de un pecado a otro.
Hemos visto jóvenes irse tan lejos en el pecado que finalmente dejan nuestra iglesia. Los hemos visto sumergirse en pecados todavía más profundos. Ahora ya nadie los podía detener. Ellos nunca pensaron que llegarían tan profundamente en el pecado. Ellos pueden tener éxito en los negocios y por fuera parecer que les va bien, pero con respecto a las cosas de Dios se vuelven como animales, sin paz en su corazón, y sin esperanza en el mundo.
b. “Y volviendo en sí” (Lucas 15:17).
Este es el primer trabajo de gracia en el corazón de un pecador perdido. Solamente el Espíritu Santo puede hacer que un pecador vuelva a sus sentidos y comience a pensar sabiamente sobre su vida, y sobre su destino eterno. Y no oigas al Diablo si te dice que siempre podrás regresar, como el Pródigo. ¡No cuentes con eso! Solamente puedes venir si Dios te trae, y no hay garantía de que te traerá de regreso si te metes voluntariamente en el pecado. Él podría decir: “Efraín es dado a ídolos; déjalo” (Oseas 4:17).
Tomemos unos minutos para ver como la Parábola del Pródigo revela la conversión de un pecador perdido.
c. Volviendo en sí
“Volviendo en sí” – cuando volvió a sus sentidos cabales.
Esta es la primera señal de que la gracia de Dios está operando en tu vida.
d. A veces este cambio de mentalidad sucede de repente. Así le sucedió al Sr. Griffith, que canta: “Lord, I’m Coming Home” (Señor, estoy volviendo a casa).
Él experimentó una conversión repentina, de estilo antiguo. Un día, fue a la iglesia con un amigo. Ese día predicador estaba hablando claramente sobre el pecado y el juicio. El amigo le dijo: “Vámonos de aquí”, pero Griffith le respondió: “Espera, quiero oír esto”.
El otro muchacho se fue, literalmente huyendo del mensaje. Griffith se quedó. Allí se convenció de pecado. “El predicador tiene razón. Yo soy un pecador”, pensó.
Allí mismo, confió en Jesús y fue salvo. Él fue lleno del deseo de las cosas de Dios de la misma manera en la que antes había deseado las cosas del pecado.
Todos los que lo conocen saben que su cambio de corazón fue verdadero, aunque llegó de repente la primera vez que él oyó el Evangelio. Así fue la conversión del pastor César. Así fue la conversión de un sobrino mío. Esa es la manera como muchos de los aquí presentes fueron convertidos.
Esa es la manera en que ellos volvieron a sus sentidos de repente – y confiaron en Jesús en un instante. ¡Y fueron salvos la primera vez que oyeron predicar el Evangelio!
e. “Y volviendo en sí” (Lucas 15:17).
Por otra parte, a veces este cambio viene muy gradualmente, muy despacio. Así fue como se convirtió el hermano López. Vino a la iglesia y se quedó luego del sermón. Él tenía su propia manera de pensar y comenzó a discutir con los instructores que trataban de conectarlo a Jesús. Un día discutió con el pastor muy fuertemente y fue reprendido con la Palabra.
En ese momento, se fue de la iglesia y trató de hallar otra iglesia en la que la conversión fuera más fácil.
Finalmente, en una ocasión, encendió la televisión y vio un programa en el canal Nuevo Tiempo. Sintió que de algún modo Dios le estaba hablando a él, y rompió en llanto. ¡El siguiente sábado volvió a la iglesia. Cuando fue confrontado a la Palabra, volvió, ¡y nos regocijamos! Cuando buscó a los hermanos nuevamente, su orgullo estaba quebrantado. Él confió en Jesús y se convirtió.
f. “Y volviendo en sí” (Lucas 15:17).
Uno de nuestros muchachos, muy activo en el club de Conquistadores, aun no se había entregado al Señor.
Luchó y luchó resistiendo a Jesús, buscando una sensación de bienestar, en lugar de buscar el perdón de sus pecados. Una mañana estaba con lágrimas en los ojos, ya cansado de luchar. Alguien se arrodilló junto a él y al lado de su madre, y en ese instante él confió en Jesús. Así se convirtió.
g. “Y volviendo en sí” (Lucas 15:17).
Robinson, un alumno del internado, odiaba la iglesia, y odiaba al preceptor porque lo hacía asistir todos los sábados a la iglesia. Una mañana el Espíritu Santo irrumpió en su corazón. Ese alumno vino llorando, casi de rodillas, reconociendo el amor de Dios. ¡Y en ese momento él fue salvo como un cristiano entregándose a los pies de Jesús! ¡Oh, gloria a Dios! ¡Se convirtió!
CONCLUSIÓN
Es posible que quieras hacer un esfuerzo para venir a Jesús. Piensas que tus amigos disfrutan de una linda vida cristiana y tú no.
Ya te cansaste de esto. Es ahora el momento de caer sinceramente delante de Dios y decirle lo que vives. Tienes que estar dispuesto a dejar todo, incluso los cerdos y los algarrobos que te alimentan. Allí encontrarás al compasivo Padre que te espera con brazos abiertos.
Si sigues esa vida equivocada, un día oirás las tristes palabras “Nunca te conocí; apártate de mí” (Mateo 7:23). Y, “Allí será el llanto y el crujir de dientes”, cuando veas a todos los que fueron presentados en el reino de Dios; y tú quedes excluido (Lucas 13:28).
El Padre espera que en un momento vuelvas ‘en ti’ y a sus brazos. Él podría ir a buscarte y traerte a la fuerza, pero te sentirías obligado a amarlo; y así no funciona el amor.
Ilustración:
Un rey todopoderoso que conquistó un reino vecino, arrastró para su palacio a una princesa. Él, con todo su poder y autoridad, le dio a la princesa todo lo que un rey podía darle, pero vio que la princesa tenía los ojos tristes y le preguntó lo siguiente:
—¿Por qué tus ojos están tristes?
—Porque no tuve opción, yo no tuve elección; no escogí amar o no amar.
El rey le preguntó:
— ¿Qué puedo hacer para que me ames?
—Usted puede dejarme libre
—¿Y si no vuelves más?
— Si no vuelvo más, entonces me habrá perdido.
—¿Y si no te dejo partir?
- Si no me deja partir, tendrá una amante cautiva, lo que significa una amante falsa.
Entonces, el rey tiene que decidir si se relaciona con el objeto de su amor a partir de su poder, o se relaciona con el objeto de su amor a partir de la correspondencia a ese amor.
El amor y compasión de Dios para con nosotros son perfectos, porque él nos deja ser libres. Sin embargo, su amor no se apaga. Su compasión te alcanzará y hoy aguarda tu retorno.
¡Te ruego, piensa ahora! ¡Piensa ahora! ¡Piensa ahora! “Y volviendo a sus sentidos”. ¡Oh, que vuelvas a tus sentidos hoy! El padre compasivo nunca dejó de esperarte. Y siempre espera que se diga de ti:
“Y volviendo en sí” (Lucas 15:17).
“El joven dijo en su corazón: Me levantaré e iré a Jesús ahora”. Si vuelves a Cristo, él te recibirá como el padre recibió al hijo pródigo.
“No le dirigió reproches, sino que con la más tierna compasión y piedad, por el hecho de que a causa de su propia conducta pecaminosa había atraído tantos sufrimientos, se apresuró a darle pruebas de su amor y su perdón” (1JT, 3016.2).
Si deseas volver al Señor, por favor deja tu asiento ahora, y ven. Comienza tu viaje de regreso a casa.
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