Lucas 7:11-17
INTRODUCCIÓN
Fuimos creados para ganar y no perder. Las pérdidas nos dejan marcas difíciles de borrar. Es probable que alguna persona en esta ocasión esté sufriendo por la pérdida de alguien cercano y sienta que su dolor es abrumador.
Hoy veremos cómo Cristo es una verdadera fuente de esperanza cuando nos toca enfrentar a este enemigo de todos: la muerte.
Hay pérdidas de diversa naturaleza: pérdida de sueños, amores, cónyuges, estabilidad, etc. Jesús sabe lo que estás pasando y tiene poder para devolverte más de lo que la vida o las circunstancias te hayan quitado.
I. EL CORTEJO DE LA MUERTE (Lucas. 7: 11-12)
La escena muestra a una viuda que encabeza el funeral de su hijo único.
a. Tremendo drama. En el marco histórico del primer siglo, no había nada más patético que una mujer viuda en esa sociedad machista. Si algo podía sostenerla, eran sus hijos. Ella tenía solo uno.
b. Aunque Éxodo 22:22-23 advierte al pueblo de no afligir a las viudas, la suerte de ellas, en los tiempos del Antiguo Testamento era generalmente difícil. Más adelante, Cristo se refiere a la ofrenda de la viuda como una ofrenda de los más pobres entre los pobres (Mc. 12,44). Asimismo, denuncia enérgicamente a los fariseos: “porque devoran las casas de las viudas” (Mt. 23,14).
c. Además de ser viuda, ahora ella se dirigía a enterrar a su único hijo. En aquellos días solo la misericordia sostenía a una viuda sin nombre.
No había un plan de jubilación ni seguros de ninguna clase. Ella sabía que probablemente tenía que recurrir a la mendicidad.
d. En 1967, los psiquiatras Thomas Holmes y Richard Rahe realizaron un estudio que consistió en el análisis de registros médicos de más de 5000 personas. Gracias a este estudio, elaboraron lo que se conoce como “Escala de estrés Holmes-Rahe”.
Un puntaje superior a 150 puntos de estrés, ya sería suficiente para ocasionar problemas de salud en el paciente. Alcanzar 300 puntos pone en riesgo la vida.
Los primeros 17 acontecimientos de esa lista y el puntaje que lleva cada uno se presentan a continuación:
1. Muerte del cónyuge- 100
2. Divorcio- 73
3. Separación matrimonial- 65
4. Encarcelamiento- 63
5. Muerte de un familiar cercano- 63
6. Lesión o enfermedad personal- 53
7. Matrimonio- 50
8. Despido del trabajo- 47
9. Reconciliación matrimonial- 45
10. Jubilación- 45
11. Modificación de la salud de un miembro de la familia- 44
12. Drogadicción y/o alcoholismo- 44
13. Embarazo- 40
14. Dificultades o problemas sexuales- 39
15. Incorporación de un nuevo miembro a la familia- 39
16. Reajuste de negocios- 39
Si consideramos todos los aspectos, la viuda de Naín supera por lejos el puntaje máximo. Obviamente, ella estaba sometida a un dolor que pocas personas podrían superar en la vida. Llega un momento en el que los seres humanos, muchas veces, dicen que prefieren lá muerte.
II. EL CORTEJO DE LA VIDA (Lucas 7:11, 14)
La escena dolorosa comienza a cambiar cuando se acerca otro cortejo.
A. Otra multitud se aproxima. El cortejo de la vida y el cortejo de la muerte se encuentran frente a frente. Los versículos 11 y 12 hablan de esas dos multitudes. Aquella que entraba a la ciudad, encabezada por el Rey de la vida, llena de regocijo, esperanzas e ilusiones.
Por otro lado, el cortejo que salía de la ciudad, la otra gran multitud, cargada de dolor y llanto. En realidad, esto representa el encuentro diario en la vida. Los que siguen el camino de la vida y los que van por el camino de la muerte.
B. En los versículos 13 y 14 se registran por lo menos tres eventos:
1. Jesús se compadeció de ella y le dijo: “no llores”. Compasión: del griego esplagnízomai, un dolor decididamente en serio, un dolor en las entrañas, una punzada en el estómago.
Compasión por la mujer, por el hijo, y por la multitud. Compasión es sentir el dolor del otro como si fuera el tuyo. Empatía con lo que el otro siente. Solo lo puedes entender cuando tú pasaste por algo similar.
Jesús se compadeció de aquella mujer y estaba decidido a convertir su llanto en regocijo.
2. Jesús se acercó y tocó el cajón. Para los judíos, el acto de tocar un muerto significaba contaminación. El proceso de limpieza llevaba varios días de purificación. A él no le importó ese aspecto y lo tocó. Eso nos lleva a entender que no importa la magnitud de nuestra impureza, ni nuestra condición, o cuán inmorales sean nuestros pensamientos, Cristo no tiene un mínimo de problemas en tocarte.
Así como ese día, Cristo sigue buscando a quien tocar.
3. Jesús detuvo el cortejo de la muerte. Hay algunos que se hunden en el fango del pecado... Están en el cajón que va en la ruta del sepulcro infernal. Están muertos y no lo saben, son como zombis.
Viven una farsa. Son impíos porque hacen todo lo que un impío hace: sexo ilegal, alcohol, drogas; permiten que todo tipo de pecado prolifere en sus mentes aun cuando son hijos de Dios. Van a un hueco de muerte eterna. Pero el Espíritu Santo está aquí para detener esa marcha rumbo a la muerte.
III. PALABRAS DEL REY DE LA VIDA (Lucas 7:14)
Cristo no detuvo el cortejo para expresar un pésame. Paró esa marcha para dar vida. Paró para decir: joven, yo te mando, levántate (V. 14).
a. Es posible que pienses que estás lleno de vida y, sin embargo, estés muerto. Aplica a tu vida esta poderosa orden, ahora: Levántate.
b. Él también hablaba a un pueblo inerte, una nación sin vida. Aquel que cree en mí —expresó— aun cuando esté muerto, vivirá. Puede ser que tengamos los ojos bien abiertos, pero que estemos muertos. Puede ser que haya una joven que perdió su virginidad, un muchacho vicioso que haya caído en las drogas, y lucha con esa miseria; el que cree en mí, dice Jesús, aunque esté muerto, vivirá.
Existe vida y vida en abundancia en Cristo. Esta es la compasión de Cristo; esta compasión termina en resurrección, en vida nueva.
Ilustración.
Toño era el peor alumno en matemáticas. Cualquier ejercicio lo hacía temblar. Más aun, una ecuación de primer grado lo llevaba a la depresión. Se sentía inútil e inepto para cualquier carrera de ciencias.
Un día entró una profesora diferente y comenzó a enseñar de modo especial. Luego de la explicación hizo una pregunta simple. Toño, por primera vez levantó su mano y respondió. Eres un alumno excelente en matemáticas -dijo rápidamente la profesora- tienes potencial para ser el mejor alumno.
Toño confiesa de modo jocoso que allí le nació el espíritu de Einstein. Me considera el mejor alumno –pensó- y fue así. Desde ese día, pasó a comportarse como los grandes alumnos de matemática lo hacen.
Despertaba pensando en matemáticas, caminaba pensando en las ecuaciones. Toño creyó lo que su maestra le había dicho. Esa idea pasó a su sangre, sus células, y llegó a ser excelente.
A. Dios te declara hoy cosas grandes pero solo serán realidad si crees.
Lo que hace que seas inerte, es que no crees lo que Dios piensa de ti.
Si Dios te dice que estás perdonado, entonces cree y lo estarás. Si te dice que tus pecados están en el fondo del mar, lo están.
Entonces verás los 10 mandamientos de forma diferente. No considerarás solo los ‘no’, sino que creerás en el poder para guardarlos, por la gracia de Dios.
B. Napoleón perdió su caballo, los más experimentados le dijeron que era imposible rescatarlo. Sin embargo, un soldado sin galones ni rango militar se presentó y dijo que él iría a rescatar el animal. Al final del día, vino trayendo el caballo. Al llegar el soldado raso frente a Napoleón, el gran general le dijo: ¡Muchas gracias, capitán!
C. Satanás te dice que eres perdedor, no obstante oye a Cristo que te dice que eres un hijo de Dios, que estás vivo. No tienes derecho de no creer.
IV. LAS PALABRAS DEL RESUCITADO (Lucas 7:15)
“Al resucitar al joven, éste comenzó a hablar”. No se registra lo que el joven dijo. Pero podemos intuir algunas preguntas que hizo. No es difícil de imaginar que luego expresó gratitud.
¿Sabes por qué no hablamos de Cristo? Porque estamos muertos.
Algunos no alaban a Dios, no cantan, no testifican, no muestran compasión porque están muertos.
¿Qué hizo el joven luego de resucitar? Comenzó a hablar, porque pasó de muerte a vida.
Ese deseo de hablar su testimonio y de Cristo es una evidencia de que estamos vivos.
CONCLUSIÓN
Cristo, luego de resucitar al joven, lo restituyó a su madre. Le devolvió el hijo que había perdido. Quien había perdido todo, ahora tiene todo de vuelta (v. 15).
Cristo sabe lo que es tener un hijo perdido, porque él perdió a Adán.
Jesús sabe lo que es perder un hijo, porque un día te perdió a ti.
Ahora Cristo está esperando que sus hijos queridos vuelvan a sus brazos.
Él ha venido a nuestro encuentro, se ha detenido, ha tocado nuestras vidas impuras, detuvo nuestro marcha hacia el precipicio y la muerte; y nos dice: “es hora, levántate”.
¿Qué esperas? Cree en él y ven. Recibe el milagro de una nueva vida. Esta es la mejor expresión de la compasión (esplagnizomai) de Dios.
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