PASOS DE VICTORIA
Texto Bíblico: Mateo 28:18-20
Objetivo del sermón: Reconocer la victoria y depender de Jesús y luchar para que sea nuestra victoria también.
INTRODUCCIÓN
1. “Cristo estaba todavía preso en su estrecha tumba. La gran piedra estaba en su lugar; el sello romano no había sido roto; los guardias romanos seguían velando. Y había vigilantes invisibles. Huestes de malos ángeles se cernían sobre el lugar. Si hubiese sido posible, el príncipe de las tinieblas, con su ejército apóstata, habría mantenido para siempre sellada la tumba que guardaba al Hijo de Dios. Pero un ejército celestial rodeaba al sepulcro. Ángeles excelsos en fortaleza guardaban la tumba, y esperaban para dar la bienvenida al Príncipe de la vida” (El deseado de todas las gentes, p. 725).
2. “Los soldados le ven quitar la piedra como si fuese un canto rodado, y le oyen clamar: Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama. Ven a Jesús salir de la tumba, y le oyen proclamar sobre el sepulcro abierto:“Yo soy la resurrección y la vida” Mientras sale con majestad y gloria, la hueste angélica se postra en adoración delante del Redentor y le da la bienvenida con cantos de alabanza” (El deseado de todas las gentes, p. 725).
3. Después de vencer al pecado en la cruz y a la muerte en la tumba, en el cierre del evangelio de San Mateo nos encontramos con el testamento de Jesús para la iglesia. Su declaración, su orden y su promesa son garantía de Victoria.
4. Analicemos Mateo 28:18-20
I. UNA DECLARACIÓN
1. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (v.18).
2. Jesús tenía en el cielo toda autoridad, por cuanto él había creado todas las cosas. Todo fue hecho por medio de él y por él todo subsiste.
3. Por causa del pecado este mundo había pasado a ser propiedad del enemigo.
4. Por eso Jesús declara no solo tener toda autoridad en el cielo, por cuanto es el Creador, sino también en la tierra por cuanto es el Redentor.
5. Es la primera vez que Jesús hace esta aseveración y lo hace después de haber vencido al pecado en la cruz y a la muerte en la tumba.
6. Su declaración sucede a su victoria sobre el pecado y la muerte.
7. Cuando Jesús estuvo en el sepulcro, Satanás triunfó. Se atrevió a esperar que el Salvador no resucitase. Exigió el cuerpo del Señor, y puso su guardia en derredor de la tumba procurando retener a Cristo preso. Se airó acerbamente cuando sus ángeles huyeron al acercarse el mensajero celestial. Cuando vio a Cristo salir triunfante, supo que su reino acabaría y que él habría de morir finalmente” (El deseado de todas las gentes, p. 728).
8. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno” (El deseado de todas las gentes, p. 726).
9. “Al morir Jesús, los soldados habían visto la tierra envuelta en tinieblas al mediodía; pero en ocasión de la resurrección vieron el resplandor de los ángeles iluminar la noche, y oyeron a los habitantes del cielo cantar con grande gozo y triunfo: ¡Has vencido a Satanás y las potestades de las tinieblas; has absorbido la muerte por la victoria!” (El deseado de todas las gentes, p. 726).
II. UNA ORDEN
1. "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (v.18, 19).
2. Con toda la autoridad en el cielo y en la tierra, Jesús imparte una orden.
3. La orden está resumida en el modo imperativo del verbo “Haced discípulos” Es decir llevar a las personas a ser discípulos o seguidores de Jesús. El modo imperativo no era utilizado entre iguales. Era el vocabulario exclusivo de un rey.
4. Jesús, con toda autoridad en el cielo y en la tierra en su calidad de Rey establece y ordena la misión del discipulado hasta lo último de la tierra.
5. Los otros tres verbos son participios que guardan relación con el verbo central de la oración: Id (yendo), enseñando que guarden todas las cosas que él encomendó, bautizando en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.
6. Quiere decir que la misión se resume en la acción del discipulado y que el ir, el enseñar y el bautizar son parte componente y dependiente de la misma misión.
7. Así como Jesús fue enviado por el Padre, Él nos envía a nosotros, nos ordena un cometido misional. Cumplir esa misión es hacer extensiva su victoria hasta lo último de la tierra.
III. UNA PROMESA
1. "Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (v.20).
2. Cuando sentimos la indignidad e incapacidad para cumplir la misión, Dios sale a nuestro encuentro con una maravillosa promesa. No estamos solos. El prometió estar todos los días hasta el fin del mundo.
3. Maravillosa promesa que envuelve todas las promesas de la Biblia.
4. Que nos permite ser más que vencedores, por medio de la sangre del Cordero.
5. La gracia de Dios, promete restaurar y recuperar para nosotros todo lo que el pecado nos quitó. Hagamos un resumen:
a. El pecado nos dejó desnudos: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Gén.3:7).
La gracia nos concede vestiduras blancas: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apoc.3:5).
b. El pecado nos alejó de la Presencia de Dios: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Gén.3:8).
La gracia nos asegura vivir en la Presencia de Dios: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” (Apoc.3:12).
c. El pecado nos arrojó del Edén para ganar el pan: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Gén.3:19).
La gracia nos lleva al cielo para comer el maná escondido: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (Apoc.2:17).
d. El pecado nos devuelve al polvo: “Hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gén.3:19).
La gracia nos conduce al trono: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apoc.3:21).
e. El pecado nos conduce a la muerte: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gén.3:19).
La gracia nos lleva a la victoria sobre la muerte: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apoc.2:11).
f. El pecado nos robó nuestro dominio:“Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado” (Gén.3:23).
La gracia recupera nuestra autoridad sobre todas las naciones:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre” (Apoc.2:26, 27).
g. El pecado nos privó del árbol de la vida: “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Gén.3:24).
La gracia restaura el árbol de la vida: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apoc.2:7).
CONCLUSIÓN
1. La voz que clamó desde la cruz: “Consumado es,” fue oída entre los muertos. Atravesó las paredes de los sepulcros y ordenó a los que dormían que se levantasen. Así sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz penetrará en las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán. En ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero” (El deseado de todas las gentes, p. 731).
2. La victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte puede ser también la nuestra.
3. Muy pronto el pecado y todas sus consecuencias terminarán para siempre. Los que descansan en la promesa del Señor resucitarán y los vivos justos transformados verán y compartirán su gloria.
4. Sigamos en los pasos victoriosos de Jesús para ser herederos de su reino y compartir con él la eternidad.
5. Solo en los pasos de Jesús hay un camino de esperanza y solo en este camino de esperanza hay una vida para siempre
6. “¡Oh, cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre. Me siento inducida a clamar con gran voz: “¡Vamos rumbo a la patria!” (Eventos de los últimos días, p. 236).
LLAMADO
1. En lejanas tierras africanas nació y creció K`naan, que en su idioma original somalí significa “viajero”. Creció entre las guerras, y el hambre, atrás quedaron tristes historias de sus sufrientes primeros años. Hoy es un productor, músico y poeta. Ya no sufre en su Somalia natal, disfruta de las “seguras” tierras norteamericanas (Estados Unidos y Canadá) y su mayor éxito ha sido producir el himno oficial del mundial de futbol de Sudáfrica 2010, titulado “Waving Flag”, Bandera flameante. Himno que ya ha sido adoptado por muchos países como un himno de esperanza.
2. En su mensaje se destacan estas frases:
Cuando sea grande, seré más fuerte,
Me llamarán libertad,
Como una bandera que flamea.
Nací para un trono, más fuerte que Roma.
Por ahora sufro la violencia,
Vivo en lugares remotos, oscuros y pobres,
De dura sobrevivencia pero cuando sea grande, las calles tomaremos.
No se aceptan derrotas, imposible rendirse.
Luchamos, peleando por comer y nos preguntamos cuándo seremos libres.
Los días esperados no están tan lejos. Pacientemente esperamos por otros días.
3. Queridos, como K`naan, somos viajeros, sufrimos en un mundo malogrado por nuestra propia y caprichosa elección de pecado. Gracias a Dios que Jesús levantó con su propia vida la bandera manchada con su sangre pagando el precio de nuestra redención.
Hoy, en medio de las dificultades tenemos que levantar la bandera de la esperanza, para que en breve, cuando termine la guerra y la pobreza, cuando seamos grandes y fuertes, pueda flamear de definitivamente la bandera de la libertad, del fin del pecado, de una vida nueva y para siempre. No se aceptan derrotas, imposible rendirse. Luchando y peleando pronto llegaremos al final del viaje, a la Canaán, prometida, nuevo y definitivo hogar, cuando juntos cantemos el himno oficial inaugural del universo purificado, compartiendo el mismo trono con Dios. No se aceptan derrotas, imposible rendirse. Luchemos y peleemos porque estos días no están tan lejos.
“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter [...] “El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor” (El conflicto de los siglos, p.736-737).
La eternidad te espera; el bautismo es el primer paso; si tú decisión es entregar tu vida al Señor; entonces ¡vamos!
Aquí comienza tu victoria ¡Es hora de ir a casa!
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