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El Apocalipsis de Elías - Elías y el fuego que descendió del cielo

INTRODUCCIÓN

En nuestro cuadro profético de Elías, vimos que: 

(1) Así como el profeta Elías profetizó sobre un período de sequía que vendría debido a la apostasía consecuente de la idolatría y la adoración al sol, Elías profético, identificado como la mujer pura de Apocalipsis 12, por los mismos motivos, también pasó por un período de sequía, y fue sustentado por Dios durante los 1260 días/años (538 d.C. a 1798 d.C.). 

(2) Así como el profeta Elías, después del tiempo de sequía regresó y restauró el altar del Señor que estaba en ruinas, el Elías profético, después de la persecución de Jezabel escatológica, también efectuó su regreso en 1844, restaurando el altar y sus significados dentro del ritual del santuario. 

El cumplimiento de esa parte de la profecía marcó el inicio del movimiento que posteriormente se llamó Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Como iglesia remanente de la profecía bíblica, los adventistas del séptimo día cumplen el papel de Elías

(1) anunciando que el día del juicio comenzó en el Cielo el 22 de octubre de 1844 (Apocalipsis 14:7),

(2) restaurando la verdad del sacrificio expiatorio de Cristo (evangelio eterno de Apocalipsis 14:6),

(3) restableciendo la importancia de los Diez Mandamientos (Apocalipsis 14:7, 12; 12:17; Malaquías 4:4),

(4) señalando al sábado como el día especial de adoración al Dios Creador (Apocalipsis 14:7), y

(5) preparando el camino para la segunda venida del Señor. Así como el profeta Elías fue perseguido por una mujer llamada Jezabel, y Juan el Bautista fue perseguido por Herodías, el Elías profético también sería perseguido por una mujer: Jezabel escatológica (Apocalipsis 2:20, la ramera llamada Babilonia la grande (Apocalipsis 17:5).

Sin embargo, el profeta Elías después de restaurar el altar del Señor que estaba en ruinas, oró a Dios y “Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja” (1 Reyes 18:38).

¿Cuál es el significado del fuego que descendió del cielo para Elías profético?

En la Biblia, la manifestación de fuego aparece asociada a la obra del Espíritu Santo. Veremos dos ejemplos bíblicos:

1 . La misión de Jesús

En Mateo 3:11 y Lucas 3:16, Juan el Bautista dijo que cuando el Mesías viniera bautizaría “con el Espíritu Santo y con fuego”. La expresión no dice “con el Espíritu Santo o con fuego”, dice “con el Espíritu Santo y con fuego”. La segunda expresión “y con fuego”, explica la primera expresión, el bautismo “del Espíritu Santo”. O sea, el bautismo del Espíritu Santo es el bautismo de fuego.

2. En el Pentecostés

En Hechos 2:1-4, leemos lo siguiente sobre el día del Pentecostés y el bautismo del Espíritu Santo: 

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.

En el Elías profético debe haber una obra especial del Espíritu Santo representada por el fuego que descendió del cielo.

II – PROMESA DEL ENVÍO DEL ESPÍRITU

La expresión “el día de Jehová, grande y terrible” aparece textualmente con las mismas palabras solo en dos pasajes bíblicos, en Malaquías 4:5 y en Joel 2:31. 

En Malaquías, “el día de Jehová, grande y terrible” está precedido por el envío del profeta Elías. En Joel, ese día está precedido por una manifestación especial del derramamiento del Espíritu Santo (Joel 2:28-31) a través de la figura de las lluvias temprana y tardía (Joel 2:23). 

Pedro testificó que el primer cumplimiento de esa manifestación especial del Espíritu Santo ocurrió justamente en ocasión del Pentecostés (Hech. 2:16-21). 

Esa fue la primera lluvia, la lluvia temprana. 

La lluvia temprana era una muestra de lo que sucedería posteriormente en el ministerio de Elías profético antes del “día de Jehová, grande y terrible”. Esta sería la última lluvia, la lluvia tardía.

En el oriente, la lluvia temprana caía en el tiempo de la siembra. Era necesaria para que la semilla germinara. La lluvia tardía caía poco antes del tiempo de la cosecha para que el grano madurara, y lo preparaba para la siega. 

En Apocalipsis 14:14-16, aparece el Hijo del Hombre sentado sobre la nube con una hoz a lada en la mano para segar la tierra, pero la siega no se haría sin que antes cayera la lluvia tardía, antes de la venida de Elías. Ese sería el tiempo de la cosecha, el tiempo del regreso de Jesús y también el gran día del Señor.

La promesa del envío del Espíritu Santo vendría con las lluvias temprana y tardía. La lluvia temprana está relacionada al Pentecostés, la lluvia tardía al Elías profético, y ambas están asociadas al derramamiento del Espíritu Santo y el fuego.

III – EL ESPÍRITU SANTO Y EL FUEGO

Otra evidencia bíblica de la obra de Elías profético relacionada al Espíritu Santo y al fuego está en Malaquías 4:4: 

“Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel”.

La ley que Dios prescribió a Moisés en Horeb aparece en Deuteronomio 4 al 6, y Éxodo 19 y 20. 

Existe un significado muy importante para con la forma y el momento en que Dios anunció y prescribió su Ley. 

l- Para nuestra mejor comprensión necesitamos entender el contexto en que fue dada la Ley. 

El pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto con la institución de la Pascua y de la muerte de los primogénitos egipcios (Éxo. 12). Después de pasar el Mar Rojo, emprendieron una jornada en el desierto hasta llegar a Horeb (Éxo. 19, 20; Deut. 4-6). 

En Horeb, Dios le anunció a su pueblo el pacto que consistía en los Diez Mandamientos (Deut. 4:10-13), la ley que posteriormente fue escrita en las tablas de piedra por el dedo de Dios (Deut. 4:13; Éxo. P 31:16-18). 

Veamos entonces cuáles son los significados de la forma y del momento en que Dios reveló el pacto de los Diez Mandamientos: 

1. La forma:  

a) Manifestación de fuego: En Deuteronomio 4 al 6, vemos una fuerte manifestación de fuego asociada al pacto de los Diez Mandamientos: 

“y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego [...]” (Deut. 4:11). 

“y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego [...]” (Deut. 4:12). 

“[...] Jehová habló con vosotros de en medio del fuego” (Deut. 4:15). 

“Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego” (Deut. 4:36). 

“Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego” (Deut. 5:4). 

“Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, [...] Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí” (Deut. 5:22). 

“[...] y visteis al monte que ardía en fuego [...]” (Deut. 5:23). 

“[...] y hemos oído su voz de en medio del fuego [...]” (Deut. 5:24). 

“Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego [...]” (Deut. 5:26). 

Una de las formas que Dios usó para pronunciar su Ley, como acabamos de ver, fue a través del “fuego”.

b) El dedo de Dios: Después que Dios anunció su Ley a través del “fuego”, escribió con su propio dedo los diez preceptos en tablas de piedra (Deut. 4:13; Éxo. 31:16-18). 

En los evangelios de Mateo 12:22-32 y Lucas 11:14-23, tenemos el mismo relato bíblico de la curación de un endemoniado ciego y mudo. Sin embargo, los dos evangelistas usan palabras diferentes para describir el mismo poder por el cual el demonio fue expulsado. 

En un relato, el demonio fue expulsado por el Espíritu de Dios (Mat. 12:28), y en el otro por el dedo de Dios (Lucas 11:20). O sea, el dedo de Dios es el Espíritu de Dios.

Cuando Dios pronunció su ley en el Sinaí, lo hizo por medio de “fuego”, y cuando la escribió en las tablas de piedra, usó su propio “dedo”. Ambos, el “fuego” y el “dedo” de Dios, son símbolos del Espíritu Santo.

2. El momento: 

Como vimos anteriormente, el pueblo fue liberado de Egipto en ocasión de la esta de la Pascua. Ellos deberían celebrar la Pascua todos los años como recordatorio de la gran liberación que Dios y había obrado. Pero, en Cristo, la Pascua alcanzó su objetivo. 

Cristo celebró la Pascua con los discípulos un jueves de noche instituyendo la Santa Cena en su lugar. 

Él era el Cordero pascual. La carne del cordero era su cuerpo, y la sangre del cordero, su propia sangre que sería derramada por nosotros. La liberación de la esclavitud de Egipto ; es la liberación de la esclavitud del pecado por la sangre de Cristo. 

Entretanto, después de la resurrección de Jesús, simbolizada por la fiesta de las Primicias, deberían ser contadas siete semanas hasta la fiesta del Pentecostés. Según la tradición judía, el día cuando Dios anunció su pacto con su Ley en Sinaí era el día de la esta del Pentecostés.

IV. EL PENTECOSTÉS Y LA LEY EN EL SINAÍ

1. El sueño de Dios

El plan de Dios siempre fue que su Ley, que es su pacto (Deut. 4:13), estuviera grabada no solamente en tablas de piedra, sino en el corazón. 

Dios dijo: “Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos [...]” (Deut. 5:29). 

Cuando la Biblia finaliza la sección de la ley en Deuteronomio 4 a 6, tenemos el anuncio del texto bíblico más importante para los judíos, conocido como la Shemá: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón”. (Deut. 6:4-6). 

Las palabras que deberían estar en el corazón son las palabras de la ley.

El pacto de Dios, que consta de los Diez Mandamientos, es el pacto basado en una relación de amor. 

La Ley de Dios se puede resumir en la palabra AMOR: amor a Dios y amor al prójimo. 

Eso significa nuestra relación con Dios y con el prójimo. En 1 Juan 4:8 dice que “Dios es amor”, o sea, los que guardan la ley tienen a Dios en el corazón. Rechazar la ley es rechazar a Dios. 

Guardar la ley es una respuesta de amor a Dios quien hizo todo por nosotros (Éxo. 20:2; Juan 3:16; 14:15). 

Elena White confirma ese pensamiento de la siguiente forma: 

“Cuando el pecador ve a su Salvador muriendo en la cruz, en su lugar, bajo la maldición del pecado, al contemplar su amor perdonador, el amor se despierta en su corazón. El pecador ama a Cristo porque Cristo primero lo ha amado a él, y el amor es el cumplimiento de la ley” (Mensajes selectos, f t. 1, p. 439). 

2. La lluvia temprana y la ley

El día de Pentecostés, Dios renueva su pacto con sus hijos (Heb. 8:8-10; 10:10-18). Lo que Dios realizó en Sinaí, lo realizó otra vez en el Pentecostés. Dios realizó una manifestación de “fuego”, y con “su propio dedo”, escribió su ley en el corazón de los discípulos. 

Ese es el sello del Espíritu Santo. (Ver Efesios 1:13; 4:30). 

Antes de la cruz, los discípulos estaban divididos, disputaban posiciones, etc. Después de la cruz, recibieron el sello de la ley de amor de Dios en sus corazones. Pasaron a tener todo en común. 

Tenían un corazón y un propósito, y salieron a predicar el evangelio eterno a todo el mundo de aquella época (Colosenses 1:23).

3. La lluvia tardía y la ley

Así como la lluvia temprana tuvo su cumplimiento en el día de Pentecostés, también vimos que esa era una muestra de lo que Dios obraría en Elías profético en ocasión de la lluvia tardía. 

El sueño de Dios alcanzará su objetivo mayor cuando derrame, a través de su Espíritu, la lluvia tardía sobre su iglesia en los últimos días. 

“Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a quienes lo pidan, que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos” (Reavivamiento verdadero, p. 9). 

En ese tiempo, el “evangelio eterno” será predicado a todos los que moran sobre la tierra, y a cada nación, tribu, lengua y pueblo, y entonces vendrá el fin, el día del Señor grande y terrible (Ver Apocalipsis 14:6, Mateo 24:14 y Malaquías 4:5).

V. ELÍAS PROFÉTICO Y EL ESPÍRITU DE PROFECÍA

La manifestación de fuego también puede verse en un don especial del Espíritu que se concedería al Elías profético. 

Según Apocalipsis 12:17, el Elías profético estaría caracterizado como “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús [...]”. En Apocalipsis 19:10, el “testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. 

O sea, el don de profecía sería una marca distintiva de la iglesia remanente.

Cuando en la Biblia Dios presenta una profecía concerniente al tiempo, siempre levanta un profeta en torno al cumplimiento de la profecía. 

Podemos citar como ejemplo las siguientes profecías de tiempo: 

(1) Noé: Dios le avisó a Noé que en 120 años pondría fin a toda carne (Génesis 6:3, 13). En esa profecía de tiempo, Noé fue el profeta que Dios levantó para advertir al pueblo en cuanto a la destrucción venidera. 

(2) Abraham: Dios hizo un pacto con Abraham y le dijo que sus descendientes heredarían la tierra prometida después de 400 años (Génesis 15:13, 16). Cuando los 400 años de la profecía se cumplieron, el pueblo de Israel estaba en el cautiverio egipcio y Dios levantó un profeta, Moisés, el libertador. 

(3) Jeremías: Dios también dio una profecía de tiempo a Jeremías. Serían 70 años de cautiverio en el exilio babilónico. Cuando la profecía se cumplió, Dios levantó a Daniel como su profeta. 

(4) Daniel: Dios le dio a Daniel la mayor profecía de tiempo de la Biblia. Serían 2300 años hasta la purificación del santuario (Daniel 8:14). Pero esa profecía estaba dividida en dos partes. La primera de ellas se cumpliría a las 70 semanas. A las 70 semanas vendría el Mesías. 

Cuando esa parte de la profecía se cumplió, Dios también levantó un profeta, y su nombre era Juan el Bautista. Fue el mensajero profético que preparó el camino para la primera venida de Jesús. 

Pero faltaban todavía 1810 años hasta el término de la profecía de las 2300 tardes y mañanas. 

La pregunta es: Si Dios levantó un profeta cada vez que se cumplía una profecía de tiempo, como fue en los 120 años de Noé, en los 400 años de Abraham, levantando a Moisés, en los 70 años de Jeremías, levantando a Daniel, y en los 490 años de Daniel levantando a Juan el Bautista.

¿Cuando llegara el fin de los 2300 años, el 22 de octubre de 1844, Dios también levantaría un profeta? 

Ciertamente que sí. 

Ese profeta fue Elena de White. Dios hizo descender “fuego del cielo” al conceder el don profético a Elena de White, lo que una marca distintiva del Elías profético.

CONCLUSIÓN

La profecía presenta un fuego verdadero y uno falso que descendieron del cielo. 

El fuego verdadero que descendió del cielo en los días de Elías está representado en la profecía como una obra sobrenatural del Espíritu Santo en Elías profético. Esa obra está presentada de dos formas: 

(1) con la manifestación del don profético en Elena de White, y 

(2) con la promesa del derramamiento de la lluvia tardía en los últimos días. 

La falsa manifestación de fuego aparece en Apocalipsis 13:13, donde vemos que lo que Satanás no consiguió hacer en los días del profeta Elías, lo realiza en los últimos días con las falsas manifestaciones del espíritu, según lo vemos en muchas iglesias pentecostales y carismáticas. 

A pesar de haber visto evidencias que confirman la identidad del Elías profético, tenemos que identificar un paralelo profético más. 

Después de descender fuego del cielo, el profeta Elías oró siete veces para que Dios enviara lluvia, y la séptima vez el siervo le trajo el siguiente mensaje: 

“[...] Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar [...]” (1 Reyes 18:44). 

En nuestro próximo estudio, además de ver cuál es el significado de la nube en la profecía, responderemos también las dos preguntas que se hicieron al inicio de la semana: 

(1) ¿Por qué Elías, y 

(2) ¿Por qué un profeta?

APELO

El Elías profético está identificado. El tiempo de sequía quedó en el pasado. 

La obra de restauración de las verdades del santuario y del altar está presentada en todo el mundo, y el fuego que descendió del cielo fue confirmado con el don profético de Elena de White. 

A nosotros nos corresponde, en este momento de la historia más que nunca, orar por la manifestación poderosa del Espíritu Santo a través del derramamiento de la lluvia tardía. 

Es tiempo de menos discurso y más frutos: "Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego." Mateo 3:10

Así como los discípulos perseveraron por diez días y el profeta Elías oró siete veces sin saber cuándo vendría la lluvia, nosotros también debemos perseverar en oración hasta que la promesa se cumpla en nosotros. 

¿Quiere usted ser parte de ese último gran movimiento que preparará un pueblo para el gran día del Señor?

¿Cuántos quieren hoy pedir la Presencia del Espíritu Santo en sus vidas para entregarse de lleno a la predicación del evangelio eterno y glorificar a Dios con todo su corazón?

Dios les bendiga! 

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