LECTURA BÍBLICA: JOSUÉ 1:16
“Entonces respondieron a Josué: “Haremos todo lo que nos mandes, e iremos dondequiera que nos envíes”.
INTRODUCCIÓN
En dos ocasiones diferentes, primero, al comienzo de su peregrinación y segundo, en el umbral de la tierra prometida, Israel estuvo a la orilla del agua.
- En su viaje de salida, Faraón y su hueste armada lo perseguía, y el mar Rojo imposibilitaba el escape.
- En el Jordán, las experiencias de incredulidad, murmuración, Fracaso y victoria en el desierto estaban detrás de ellos, mientras que el enemigo estaba aún delante.
- A la orilla del mar Rojo los hijos de Israel vieron a los egipcios que los perseguían, olvidaron la milagrosa liberación de las plagas, la salvación de la masacre de medianoche y la protección en su huida de Egipto. En vez de recordar las promesas de Dios, suspiraron por los cementerios de Egipto.
- A orillas del Jordán, voluntariamente obedecieron el mandato del Señor de cruzarlo y erigir un monumento conmemorativo de la liberación.
- En el mar Rojo, la presencia de Dios estuvo simbolizada por la columna de nube durante el día, y la columna de fuego durante la noche.
- En el Jordán, Dios manifestó su presencia mediante el arca del pacto.
LIBERACIONES PARALELAS Y MILAGROSAS
“Valeroso, resuelto y perseverante, pronto para actuar, incorruptible, despreocupado de los intereses egoístas en su solicitud por aquellos encomendados a su protección y, sobre todo, inspirados por una viva fe en Dios. Tal era el carácter de hombre escogido divinamente, para dirigir a los ejércitos de Israel en su entrada triunfal en la tierra prometida. (PP, 514, 515) “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo14:15).
“Por fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca; e intentando hacer lo mismo los egipcios, fueron ahogados” (Hebreos 11:29).
Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (1 Corintios 10:11).
En su confusión, perdieron de vista sus raíces y desesperanzados de alcanzar alguna vez la Tierra Prometida.
Pero por medio del tranquilo, modesto, pero valeroso liderazgo de Moisés, y más tarde de Josué, Dios transformó el desastre en triunfo. Estos dos incidentes tuvieron un considerable impacto en los hijos de Israel y en las naciones que los rodeaban. El Dios de Israel había intervenido en beneficio de una multitud mixta de nómadas. Los ex cautivos esclavizados, por un despiadado monarca, ahora imponían temor y respecto a los reinos terrenales. No obstante, el viaje de la oscuridad a la victoria fue difícil, doblemente difícil por la duda, la desesperación y la desobediencia del pueblo, por medio del cual Dios había escogido demostrar su poder.
HOY SURGE UN REMANENTE COMO IGLESIA
Hoy, un pequeño y esparcido remanente del movimiento millerita, ha crecido hasta ser la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Hace más de un siglo la mensajera del Señor aconsejaba: “Como he participado en todo paso de avance hasta nuestra condición presente, al repasar la historia pasada puedo decir: ‘Alabado Sea Dios’. Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a me- nos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (Notas biográficas de E.G. de White, 216).
UNOS DUDAN
Hoy, como en el pasado, algunos dudan de la misión de la Iglesia y ridiculizan sus enseñanzas. Muchos preguntan si la Iglesia adventista es realmente el remanente. Como en los días de Noé, hay quienes piensan que es inverosímil que Dios confiara un mensaje distintivo tal a personas con orígenes insignificantes. Hallan defectos en la conducción de la Iglesia, en el estilo de vida de sus miembros y en la calidad de sus ministerios.
DIFICULTADES EN EL CAMINO
Como en los días se Moisés y de Josué, el pueblo de Dios enfrenta dificultades reales. La explosión demográfica se burla de nuestros esfuerzos por evangelizar a las naciones, lenguas y pueblos del mundo, la inflación galopante y la fluctuación de la moneda desafían nuestros mejores intentos de equilibrar el presupuesto de la Iglesia. La inestabilidad política y la desconfianza en la actividad misionera, hacen la tarea del ministro adventista inmensamente ardua. El reavivamiento de las religiones no cristianas y los nuevos cultos, llaman la atención de grandes masas. A medida que nos acercamos al fin del tiempo, habrá una demostración cada vez mayor de poder pagano; deidades paganas manifestarán su notable poder, y se exhibirán a sí mismas ante las ciudades del mundo (Ev. 511).
Cada año nuevas tribus de áreas aisladas de la tierra se sacuden las cadenas de la superstición, la ignorancia y la tradición, para permitir que la luz del evangelio expulse la oscuridad del alma.
LA IGLESIA SIGUE AVANZANDO
Quienes han confiado en Dios, y han avanzando en su obra con su fuerza, han encontrado siempre deliciosa evidencia de que su confianza no ha sido en vano.
La respuesta de la Iglesia, a los desafíos actuales, debe igualar a la de los hijos de Israel en los días de Josué. “Nosotros haremos todas las cosas que nos han mandado, e iremos a dondequiera que nos mandes”. (Josué 1:16).
UN COMPROMISO NECESARIO
Bajo la conducción de Dios, Josué elaboró una estrategia. Pero pronto llegó a la conclusión de que ninguna estrategia serviría, a menos que cada persona se comprometiera con la tarea. “Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre nosotros”.
(3:5). La dedicación fue total, y con determinación Israel siguió la orden del Señor. “A menudo la vida cristiana está acosada de peligros, y se hace difícil cumplir el deber, la imaginación concibe la ruina inminente delante, y la esclavitud o la muerte detrás. No obstante, la voz de Dios dice claramente: "Avanza". Debemos obedecer este mandato aunque nuestros ojos no puedan penetrar las tinieblas, y aunque sintamos las olas frías a nuestros pies”.
SE NECESITA UNA NOTA CLARA Y CERTERA
El pueblo de Dios está esperando para recibir la herencia de la Tierra Prometida. “Cuando Dios prepara el camino para la realización de cierta obra, y da seguridad de éxito, el instrumento escogido debe hacer cuanto está en su poder para obtener el resultado prometido” (PR, 196).
CONCLUSIÓN
Hemos de ser conductos consagrados, por los cuales la vida del cielo se comunique a otros. El Espíritu Santo debe animar e impregnar toda la Iglesia, purificando los corazones y uniéndolos unos a otros”. (3JT, 289).
El remanente no debe demorarse en la frontera por causa del peligro o la dificultad. No pueden permitirse el especular con lo trivial, sino que con resuelta decisión, y definida determinación, deben seguir adelante, reclamando las promesas de Dios.
LLAMADO: ¿Cuántos aceptan el desafío?
Comentarios
Publicar un comentario