Texto base: Romanos 3:23.
Hace poco vimos en la TV una escena que nos hizo reflexionar sobre cuán vulnerables
somos con relación a la seguridad de nuestros hijos. En un supermercado de los Estados
Unidos, un hombre fue descubierto cuando intentaba secuestrar a una niña, a plena luz del
día y bajo el cuidado de sus padres. Solamente no tuvo éxito porque la niña comenzó a
gritar y el hombre decidió huir. Lo que llama la atención es que incluso con las cámaras de
seguridad que grababan todo, todo el tiempo, nadie apareció para socorrerla. ¿Por qué
sufrimos tanto? ¿Cómo comenzó esto? ¿Cuándo terminó?
I – PLENA ARMONIA EN EL CIELO
El gran ejército de Dios
“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:11 y 12).
En la descripción que hace el exiliado Juan de la visión gloriosa del poderoso trono de Dios, la expresión utilizada en el intento de cuantificar el ejército de los ángeles de Dios es “millones de millones”, o sea, un número que el profeta de Patmos no podía ni calcular.
En plena obediencia
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra” (Mateo
6:10).
El Señor Jesús, al enseñarles a orar a sus discípulos, mencionó que la voluntad de
Dios debe ser obedecida aquí en nuestro
planeta de la misma manera, o con la misma
intensidad, de la que se hace en el Cielo.
Unidos en Alabanza
“¿Cuándo alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno?” (Job 38:7 y 8).
En el libro de Job, el primero que se escribió de todos los libros de la Biblia, Moisés tiene una revelación de la unidad de la que gozaban los ángeles de Dios en adoración a su Santo Nombre. La palabra estrella, en el lenguaje bíblico, también puede ser interpretada como ángel.
II. REBELIÓN Y CAÍDA
Un ángel perfecto
“Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:14 y 15). Somos conocedores de la existencia del mal en la persona de un ángel que se rebeló, Lucifer (portador de luz), pero, según vimos en el versículo que antecede, todos los ángeles, inclusive él, fueron creados perfectos y libres para elegir si querían servir a Dios o no. De esta manera, no se puede ver a Dios como el originador del mal, ya que todo lo que él hace es perfecto.
Ceder a la vanidad
“A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28:16 y 17).
En algún momento de su existencia, Lucifer desconfió del amor y el poder de Dios, comenzó a envidiarlo y quería quedarse con su lugar de gobernante del Universo. El Señor podría haberlo destruido de inmediato y borrado de la mente de los ángeles su figura, pero él es fiel y justo y creó seres libres para que lo sirvan por amor y nunca usará la fuerza para alcanzar este objetivo como Lucifer ha hecho desde siempre.
Expulsado
"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él." (Apocalipsis 12:7-9)
A pesar de todos los consejos de Dios y de su misericordia, se hizo necesaria una dura intervención divina. Llegó el día en el que una buena parte de los ángeles que tenían dudas y se rebelaron debieron retirarse de la presencia de Dios.
III– UN PLANETA CONTAMINADO
Lucifer descendió a la tierra
“Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12).
Satanás sabe que nunca podrá vencer al Padre, el Eterno Creador. Él, ahora expulsado del cielo, descendió a la Tierra lleno de odio contra la Creación de Dios. Al igual que alguien que odia al pintor y como no puede alcanzarlo daña su cuadro, Satanás intenta destruir la creación para borrar del corazón del hombre la poderosa impresión del Creador, para robarle su lugar y reclamarle adoración.
El ser humano desconfió de Dios
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:15-17).
El libro de Génesis relata que Dios visitaba regularmente el Jardín y conversaba con el primer matrimonio. Así como a los ángeles, Dios también les concedió el libre albedrío o sea, la capacidad de elegir servirlo y amarlo por elección propia. Ellos tenían que elegir y eligieron escuchar a la serpiente, que ahora estaba siendo usada por Lucifer para engañarlos.
El pecado entró al mundo
"Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos." Romanos 5:17-19
Como eran el primer par de representantes de la raza humana recién creada, con una desconfianza que se mostró claramente en la desobediencia a una orden directa de Dios, todos sus descendientes nacerían vendidos al pecado. Sería como si naciera una nueva raza. Una raza sin poder de decisión o elección que ahora sería esclava del pecado.
Dios no nos abandonó
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15).
En su infinita misericordia, el Señor hizo una declaración que llenaría de esperanza el corazón de nuestros primeros padres. Les profetizó la victoria de su pueblo sobre el pecado. Jesucristo es el descendiente de la mujer y, por su muerte, nos concedería la victoria al aplastar la cabeza de la serpiente.
CONCLUSIÓN
¡Qué Dios tan poderoso y misericordioso! Él es el Creador y Mantenedor de todas las cosas. Todo el esplendor de su Creación testifica a su favor (Salmos 19:1). Él podría gobernar el Universo con mano dura y nunca sería amenazado ya que no hay otro igual a él. Dios podría haber cambiado la mente de Lucifer para que continuara siendo obediente, pero decidió crear seres a su imagen y semejanza, con poder de elección, y siempre las respetará incluso conociendo el fin que les espera.
LLAMADO FINAL
Vivimos en un mundo condenado a la destrucción. El planeta está contaminado y vemos los síntomas de enfermedad por todos lados. Hoy, al igual que en el Edén, el enemigo continúa intentando manchar la obra maestra de Dios. Somos el blanco del amor de Dios y lejos de él no hay un lugar seguro. ¿Le gustaría volver ahora a los brazos del Padre?
Comentarios
Publicar un comentario