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Viva con Esperanza - Descanso en Cristo el Principe de Paz




INTRODUCCIÓN

Saludo:

Texto Base: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14:27).

El mundo está en guerra. Miles mueren diariamente por los conflictos bélicos. Sin embargo, también hay conflictos en los hogares y en el interior de cada ser humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes. Cada 40 segundos se produce un suicidio en el mundo.

La enfermedad silenciosa del siglo XXI es la depresión. Afecta a más de 350 millones de personas y es la que genera otras enfermedades mortales.

Pero ¿Qué es lo está sucediendo en nuestro mundo? ¿Qué “Paz” nos dejó Jesús? O ¿Cuál es la “Paz” que debemos buscar?

Proposición: El estudio de hoy mostrará que así como el ser humano necesita descanso o paz mental para mantener el equilibrio y buen funcionamiento de su organismo; también necesita buscar, tener y seguir la “Paz” que es Jesús.

I. PAZ Y DESCANSO PARA LA SALUD HUMANA

El descanso físico y espiritual es uno de los legados de Dios a la humanidad desde el Edén.

A. El descanso físico
El descanso puede ser diario, semanal y anual (vacaciones). Ninguno de ellos debe ser considerado como pérdida de tiempo, sino por el contrario, son muy necesarios e imprescindibles para nuestro organismo. Se podría decir que al menos dos de ellos, diario y semanal, fueron practicados por Eva y Adán.

El descanso diario, dormir de 7 a 8 horas, fortalece el sistema inmunológico del organismo, contribuyendo a la protección contra enfermedades. Favorece la buena absorción de nutrientes controlando la obesidad y la diabetes tipo 2. Mejora el funcionamiento del sistema cardiovascular. Reconstituye el funcionamiento cerebral y neuronal. Además, permite la regeneración y oxigenación de las células. De esta manera el organismo se recupera y elimina los desechos metabólicos.

No descansar diariamente puede convertirse en un hábito que provoca decaimiento, desinterés, alteraciones del carácter y, muchas veces, somnolencia. Afecta el sistema nervioso, alterando la concentración y coordinación. Es la causa de problemas gástricos y cardiovasculares.

El descanso semanal en el sábado, siguiendo el ritmo de 7 días, dado por Dios en el Edén, permite la integración de lo físico, social y espiritual. Porque el ser humano es un ser integral. En este descanso sabático, el ser humano se encuentra con Dios, su Creador y Redentor, y con su prójimo.

Sin duda el sábado nos conecta con el Edén y con los hábitos que se practicaban allí. Hábitos que llevaban al hombre a adorar a Dios con su propia vida y vivencia. Hábitos que integran al hombre con su Creador. Hábitos que brindan paz al hombre en sí mismo, en su familia y en su relación con Dios.

B. Shalom en la vida
El término Shalom significa “paz”, “bienestar”, “estabilidad”.

En el Antiguo Testamento su uso no sólo involucraba un estado emocional, sino también una relación y actitud. Es más no podía haber Shalom sin Dios. Es decir, el ser humano en sí mismo, en su familia, en su trabajo, en sus relaciones amistosas, no podría tener Shalom sin Dios. Porque Dios es paz y, entre Creador y criatura debe haber paz para que la criatura, en todos los aspectos de su existencia, pueda vivir en paz.  

Entonces, vivir en Shalom significa vivir en una relación de paz con Dios. Esto involucra todos los aspectos de nuestra vida y por supuesto también el descanso. El descanso diario produce paz física y mental. El descanso semanal en el sábado brinda paz física, mental, social y espiritual. Vivir ambos descansos, dados por Dios, nos darán paz con nosotros mismos, paz con nuestros semejantes y, sobre todo, paz con Dios.

Conector temático: Jesús conocía ampliamente el significado del término Shalom (“Paz”). Por eso él mismo se presentó como el único poseedor de la verdadera Paz.
Él dijo a sus discípulos: “Mi paz os doy” (Jn 14:27). Sin duda es una Paz que brinda esperanza eterna.

II. JESUS ES LA PAZ VERDADERA

Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14:27).

A. Jehová es Paz y dador de Paz
En el Antiguo Testamento, Jehová se presenta como el único dador de la paz. Gedeón colocó el nombre de “Jehová-Shalom” (Jehová es paz) al lugar donde se encontró con Jehová (Jue 6:23,24).
El profeta y salmista David, decía: “Jehová bendecirá a su pueblo con paz” (Sal 29:11).
El pueblo de Dios sólo podía encontrar paz cuando acudían a adorar y alabar a Jehová. De este modo vivir en la paz de Jehová era entendido como vivir en sus caminos, vivir en su presencia diariamente y hacer su voluntad.

Por otro lado el Antiguo Testamento también profetiza la llegada del Mesías como la llegada de la Paz verdadera.

B. Jesús es la paz profetizada
La promesa más anhelada, sin duda, era la llegada del Mesías. Su venida había sido prometida desde el Génesis. Él sería el salvador del mundo. Él sería la Dádiva, el Don más excelso de Dios, para reestablecer la Paz entre Dios y la humanidad.
El profeta Isaías anunció que su nombre sería: “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de Paz. Y lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” (Is 9:6).

El Mesías como Príncipe de paz traería paz abundante para su reino. Porque Él es Jehová encarnado. Como dijo el profeta Jeremías, le llamaremos: “Jehová, justicia nuestra” (Jer 23:6). Porque, sin duda, Él es nuestra justicia y La paz que ofrece es permanente y eterna tal como Él es.

El pecado destruyó nuestra paz. El pecado es la causa de todos los conflictos y enfermedades de nuestro planeta. Ningún ser humano, por sus propias fuerzas, puede vencer al pecado. Es imprescindible la intervención del “¡Príncipe de Paz!”.

Por eso, el profeta Isaías habla acerca del Mesías: “Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is 53:5).

El texto afirma que Jesús fue “el sacrificio de nuestra paz”. Es decir, sólo Jesús puede devolvernos la Paz que hemos perdido por el pecado. Sólo él puede limpiarnos, curarnos, perdonarnos y regenerarnos.

¿Cuántos desean recibir la Paz de Jesús que purifica eternamente? (levanten la mano) 

C. Jesús es Paz y dador de Paz en medio del Conflicto
Volvamos a leer lo que Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14:27).

Jesús habló estas palabras a sus discípulos, estando aún en el aposento alto, algunas horas antes de ser tomado prisionero para después ser conducido al Calvario.

“En su discurso a los discípulos, Jesús no hizo alusión aflictiva a sus propios sufrimientos. Su último legado a ellos fue un legado de paz” (EGW, Deseado de Todas las Gentes, 627).

Se acercaban los momentos más difíciles del ministerio de Jesús.

Uno de los capítulos del Gran Conflicto entre Cristo y Satanás se escribirían con su sangre. Su sangre preciosa sería derramada para que tú y yo, por la fe, podamos ser salvos. Él sería el sacrificio de nuestra paz.

Por eso Jesús quiso alentar a sus discípulos para que en esos momentos de dolor, agonía y muerte, no se desanimaran sino recordaran sus palabras: Palabras de paz y seguridad.

Él quería que sus discípulos no confiaran en lo que el mundo les ofrecía. Por eso les recalcó que Él es el único que puede dar paz verdadera, diciéndoles: “Yo no os la doy como el mundo la da” (Jn 14:27).

El mundo parece ofrecer paz y felicidad en sus diversiones y placeres. Pero todo ello es pasajero. 

Sus diversiones y placeres no satisfacen todos los aspectos de la vida humana. Seguramente has podido notar que después de un momento de diversión o placer, no te sientes plenamente satisfecho. Al contrario tienes la necesidad de buscar más y más y cada vez más. Eso produce desorden en tu vida. Y cuando te das cuenta ya estás muy hundido en el pecado y los problemas. Ya perdiste tu familia, tus hijos, tu salud, tu negocio, tu trabajo o tus sueños. La aparente paz que el mundo te ofreció sólo te causó dolor y angustia.

Pero, hoy, Jesús te ofrece la verdadera paz. Él “está siempre listo para impartir paz a las almas que están cargadas de dudas y temores” (EGW, Deseado de Todas las Gentes, 744).

Su paz que sobrepasa todo entendimiento puede darte la calma y la felicidad que tu vida necesita. Sólo él puede darte la victoria. Sólo caminando diariamente a su lado podrás ir de triunfo en triunfo.

¿Cuántos deciden hoy aceptar la Paz que Jesús ofrece? (levanten la mano)

III. SÓLO JESUS BRINDA PAZ PARA SIEMPRE (Llamado)

Finalmente leamos Juan 16:33. Jesús terminó su discurso diciendo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Aquel jueves de noche, antes de la crucifixión, Jesús no sólo les brindo seguridad y paz para ese momento sino que les mostró el futuro. Les advirtió que vendrían momentos muy difíciles para ellos. 

Les dijo que serían aborrecidos por el mundo debido a su fe. Inclusive serían perseguidos a muerte por el evangelio. Pero nunca estarían solos. El Espíritu Santo sería su Consolador y Guiador.

Te pregunto: ¿Qué te impide seguir a Jesús? ¿tienes miedo a fallar o caer en pecado? ¿tienes temor al rechazo por parte de tu familia o amigos? A eso Jesús te responde: “¡Confiad! ¡Yo he vencido al mundo!”

“¡Yo he vencido!” para “que en mí tengáis paz”. Hoy Jesús te ofrece su victoria para que vivas en su Paz. 

A partir de hoy Jesús quiere conducirte de triunfo en triunfo; de victoria en victoria hasta que él venga por segunda Vez. Él quiere encontrarse contigo cara a cara para darte verdadero descanso y paz eterna.

¿Cuántos aceptan a Jesús como su victorioso salvador? (levanten la mano)

¿Cuántos deciden vivir diariamente en la paz de Jesús? (levanten la mano).

 Repite después de mí: -

“Hoy decido aceptar a Cristo como mi victorioso Salvador.
Hoy decido vivir diariamente en la Paz de Jesús”.

Si aún no te has bautizado, me gustaría orar por la decisión que estas tomando hoy. Por favor, levanta tu mano o ponte de pie; queremos orar por ti.

Oración:
Padre nuestro:
Hoy queremos agradecerte por la paz que nos ofreces en Jesús.
Porque así como necesitamos del descanso físico para la recomposición y el buen funcionamiento de nuestro organismo, así también sólo Jesús puede limpiar nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte para servir plenamente a Dios.
Por eso, gracias por darnos al Príncipe de Paz, a Jesús, como el perfecto sacrificio por nuestra paz. Hoy hemos decidido aceptarlo como nuestro victorioso Salvador. 
Hoy hemos decidido dejar el mundo y vivir en la Paz de Jesús para siempre.

Agradecidos por todo esto, oramos, confiando en el nombre de Jesús, Amén. 

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