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Venciendo a la amenaza de conciencia - Rumbo al hogar

“La adoraron todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no estaban escritos desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado” (Apoc. 13:8).

INTRODUCCIÓN

El mundo occidental en el que vivimos es sin duda contradictorio. Mientras enaltece un tipo de vida y conducta, cuestiona el accionar de otras perspectivas que promueven visiones distintas acerca de la familia y la ética. Todo eso amparado bajo el accionar de la denominada tolerancia cultural, la que a fin de cuentas es irónicamente intolerable. Bajo esa “tolerancia intolerante” se oculta el deseo de imponer por la fuerza un punto de vista que en la mayoría de los casos contradice el relato bíblico.

El libro de Apocalipsis, por su parte, nos dice que en el fin del tiem- po el punto bajo discusión estará vinculado con la ley de Dios, prin- cipalmente con la adoración divina. Aunque ese tiempo aun no lle- gó, podemos ver cómo surgen instancias, como las ya mencionadas, que retratan las presiones de la sociedad sobre lo que el creyente cree y predica. En el día de hoy estudiaremos el capítulo 13 del libro de Apocalipsis, y buscaremos retratar las circunstancias y personajes que serán parte de esa parte de la historia final de este mundo (Apoc. 12:17-13:18).

LA ADORACIÓN DE LA BESTIA Y EL DRAGÓN (Apoc. 12:17-13:10)

Juan informa que el dragón, identificado como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás” (Apoc. 12:9), se fue a hacer guerra contra el remanente, “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apoc. 12:17). Del mismo modo que el dragón intentó destruir a Jesús por medio de Herodes, cuando Jesús aún era un infante (Apoc. 12:4; Mat. 2:13-18), así también el dragón usará dos bestias para llevar a cabo sus propósitos contra el resto de la descendencia de la mujer (Apoc. 12:17; 13:1, 11).

La primera bestia, que Juan ve subir del mar, tenía siete cabezas y diez cuernos, y era semejante a un leopardo, con pies como de oso y una boca como boca de león (Apoc. 13:2). La fisonomía de esta bestia nos recuerda a las bestias de Daniel 7, las cuales también suben de las aguas (Dan. 7:2-7). Es importante notar que el orden de las bestias en el Apocalipsis es dado de manera inversa, pues el primer animal que aparece en Daniel es un león, seguido de uno oso, un leopardo y de una bestia indescriptible que tenía 10 cuernos (Dan. 7:2-7).

Al considerar que las bestias están en paralelo con los metales de Daniel 2 (Dan. 2:36-40), es bíblicamente correcto afirmar que estas bestias representan a los imperios que surgirían desde Babilonia (león) hasta Roma (bestia indescriptible). Es significativo advertir que lo que primero Juan vislumbra son las cabezas y los cuernos, lo que significa que Juan estaría localizando históricamente el surgi- miento de esta bestia en tiempos del imperio romano.

Sin embargo, debido a las características de la bestia y su compor- tamiento, es clave notar que Juan no tiene en mente el poder impe- rial romano, sino específicamente el papal (Apoc. 13:5-7). Es posible argumentar esto porque las características que describen la conduc- ta de la bestia que emerge del mar se asemejan al actuar del cuerno pequeño descrito en Daniel. Uno y otro abren su boca en insolen- cias (Dan. 7:8, 20; Apoc. 13:5-6), hacen guerra contra los santos (Dan. 7:21; Apoc. 13:7) y atacan la función y significado del santuario ce- lestial (Dan. 8:11; Apoc. 13:6).

El elemento nuevo que Juan añade, con todo, es el hecho de que una de las cabezas de la bestia es herida de muerte (Apoc. 13:3). Una heri- da mortal que luego es milagrosamente sanada, imitando así la muer- te y resurrección de Jesús (Apoc. 5:6,9). Esto supone, además, que el dragón, identificado como Satanás (Apoc. 12:9), tiene el propósito de tomar el lugar de Dios y así cumplir el deseo que lo llevó a ser expulsa- do del cielo: el de ser semejante al Altísimo (Isa. 14:14). Esta primera bestia, por lo tanto, busca emular a Jesucristo, pues es adorada junto al dragón (Apoc. 13:4), así como Jesús y el Padre son uno (Juan 10:30) y son adorados por las huestes celestiales (Apoc. 4:10; 5:9-14).

El conflicto de intolerancia religiosa que se avecina girará en torno a la adoración exigida por la bestia, y la adoración verdadera que Dios exige (Éxo. 20:3-6). El remanente, que guarda los mandamien- tos de Dios (Apoc. 12:17), sabe que la ley de Dios ordena únicamen- te adorar a Dios y tener por falsa cualquier otro tipo de devoción (Éxo- 20:3-6; Deut. 6:13; Mat. 4:8-10). Debemos estar preparados, y eliminar hoy los falsos ídolos que puedan estar poblando nuestro corazón. Estos ídolos modernos pueden asumir formas diversas, y es deber de cada uno reconocerlos y apartarlos de nuestra vida. Ha- ciendo esto, estaremos preparados cuando la batalla se intensifique, y nuestra vida esté siendo puesta a prueba.

Vale la pena destacar que la herida mortal que fue infligida sobre la bestia todavía no ha sido completamente sanada (Apoc. 13:3). Sa- bemos esto por al menos dos razones. Por un lado, aún no vemos a la tierra maravillarse, e ir en detrás de la bestia (Apoc. 13:5). Por el otro, aún no ha llegado el momento que esta será adorada por “todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no estaban escritos desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado” (Apoc. 13:8). No obstante, tenemos certeza de que en algún momento aquella sanación milagrosa ocurrirá, y que aquel día no está lejano. Sabemos esto, puesto que de la misma forma que la profecía no falló en predecir que la bestia recibiría una herida, y se cumplió, así también tenemos certeza de que su curación ciertamen- te acontecerá en un momento futuro.

En medio del surgimiento de las dos bestias, Juan hace una pausa y nos dice que algunos serán llevados cautivos y morirán (Apoc. 13:9). Este paréntesis, sin embargo, no tiene el propósito de hacernos des- fallecer, y sí el de animarnos: “Aquí están la perseverancia y la fe de los santos” (Apoc. 13:10). Es decir, en medio de la aflicción, los justos perseveran, y vencen por medio de la fe.

EL CORDERO, EL DRAGÓN Y LA MARCA DE LA BESTIA (Apoc.13:11-18)

La segunda bestia, y que ahora Juan ve surgir de la tierra (Apoc.13:11), es el siguiente agente que el dragón usará para destruir al remanente (Apoc.12:17). Esta bestia “tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (Apoc. 13:12). Lo diferente de esta bestia, en comparación con la primera, es que su objetivo es que los moradores de la tierra adoren a la bestia del mar (Apoc.13:12).

Esto significa que, así como la primera bestia parodia la figura de Jesús, la segunda falsifica la actuación del Espíritu Santo. En otras palabras, la segunda bestia simula ser el Consolador (Juan 14:16, 26; 15:16; 16:7), “el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre”, y que testifica acerca de Jesús (Juan 15:26).

En consecuencia, y después de haber desvelado los personajes an- teriores, es hora de notar que el Apocalipsis expone la existencia de una falsa trinidad. Mientras el dragón imitaría al Padre, la bestia ma- rítima haría lo mismo con el hijo y la bestia terrestre con el Espíritu Santo. Esto significa que el engaño será mucho más complejo de lo que imaginamos, el cual tendrá claramente connotaciones religiosas.

Es significativo destacar que la actuación de la bestia terrestre ocurre únicamente cuando la herida mortal de la primera es sana- da (Apoc. 13:12, 14). Cuando eso ocurra, y a fin de convencer a la humanidad para que siga y adore a la bestia marítima, la bestia que surge de la tierra “hace grandes señales, de tal manera que incluso hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Apoc.13:13). Su principal estrategia consiste en engañar a los habitantes de la tierra, actuando como los profetas del Antiguo Testamento, entre ellos Moisés y Elías, quienes hicieron señales portentosas delante de Dios y los hombres (Exo. 7:11-12; 1 Rey. 18:38; 2 Rey. 1:10-14). Este accionar profético explicaría la razón por la cual Juan llama también a esta bestia "falso profeta" (Apoc.16:30; 19:20; 20:10).

Lo anterior debe invitarnos a reflexionar acerca de la importancia que tiene no dejarnos engañar por aquello que nuestros ojos ven, pero que la palabra de Dios condena. Vivimos en una sociedad reple- ta de falsos profetas, y que a través del engaño quiere hacernos pen- sar que nuestra fe en la Palabra de Dios es incorrecta. El espiritismo, así como las enseñanzas escépticas del agnosticismo, operan bajo la bandera de la duda bíblica, y promueven una actitud intelectual y religiosa que busca destruir nuestra fe en el Dios verdadero. Es esencial que nuestro estudio de las Sagradas Escrituras nos preven- ga de tales tentaciones, y que la presencia del Espíritu Santo sea una realidad diaria en nuestras vidas.

Es transcendental reparar que el foco de esta parte del relato nueva- mente tiene que ver con el acto de adorar a la primera bestia (Apoc. 13:12). Y no debe sorprendernos que el principal promotor de esta falsa adoración sea la bestia que sube de la tierra (Apoc. 13:12, 15). Aquí, sin embargo, la historia adquiere un tinte distinto y ciertamente dramático. Ya que, de la misma forma que durante el medioevo la roma-papal persiguió a los que pensaban distinto (Apoc. 13:5-7), y no iban detrás de ella, así también acontecerá futuramente cuando su herida mortal sea curada (Apoc. 13:3, 12, 14).

La implementación de una marca (Apoc.13:16) y la construcción de una imagen (Apoc. 13:14-15) son los artificios que la bestia te- rrestre empleará para cumplir su misión. La imagen creada preten- de imitar la creación del hombre (Apoc. 13:15), quien llegó a existir cuando Dios sopló en su nariz el soplo de vida (Gén. 2:7). No pode- mos soslayar el hecho de que la imagen de la bestia tiene la habilidad de hablar y matar únicamente cuando se le permite que reciba el aliento de vida (Apoc. 13:14-17). Esto implica que la imagen, en el contexto de este capítulo, evoca el acto de la falsa creación, y por ende apunta a un falso creador.

EL SIGNIFICADO DE LA IMAGEN Y LA MARCA (Apoc. 13:11-18)

En términos concretos, la creación de la imagen de la bestia representa el quebrantamiento de cualquier tipo de tolerancia civil, y la anulación cierta del límite jurídico que separa la esfera estatal y religiosa. En otras palabras, el Apocalipsis predice que, en algún momento de la historia de nuestro planeta, se impondrán leyes contrarias a la ley divina, y que aquellos que osen negarse a seguirlas serán perseguidos y muertos. La implantación de una marca, cuya obligación abarca a toda la esfera social y económica, permitirá que los individuos puedan ejercer su libertad sin trabas (Apoc. 13:15-18). Los que se nieguen a hacerlo, se convertirán en esclavos y parias sociales, y, como fue mencionado, dignos de muerte (Apoc. 15:15).

El significado de la marca tiene como principal paralelo el sello de Dios, el que Dios coloca sobre aquellos que le pertenecen (Apoc. 7:3; 14:1). De este modo, la marca de la bestia opera como la falsificación del sello divino, y busca parodiar la presencia y voluntad del creador en la frente y mano de los que la reciben (Apoc. 13:16; ver 7:3; 14:1). Si se tiene en mente que la imagen emula la falsa creación divina, la marca de la bestia funciona simbólicamente como la imposición forzada de un día que imita el día que Dios estableció como un memorial de la creación (Gén. 2:1-3; Ex 20:11). Este día es el domingo, el primer día de la semana; un día falso, pues el único día que Dios bendijo y santificó es el sábado.

No obstante, para que el domingo asuma la connotación que hemos mencionado, y se transforme en la marca de la bestia, la herida de la bestia marítima debe ser primero curada. Luego, debe existir una configuración política que implante forzosamente leyes y regulaciones humanas, y que de esta manera permite imponer un día de guarda sobre el otro. Ese tiempo llegará, no hay duda, y, por lo tanto, debemos estar preparados.

El cuadro pintado por Juan retrata vivamente una amenaza real a la libertad de conciencia. El mundo occidental, con algunas excepciones, disfruta el derecho de elegir la creencia religiosa, y descansar, de una manera libre y consciente, en el día que ha decidido hacerlo. No está lejos el tiempo cuando aquel derecho nos será quitado, y seremos presionados a seguir el camino de la mayoría, de aquella que apoyará a la bestia. No temamos, porque la promesa de Jesús es clara: él estará con nosotros hasta que este mundo llegue a su fin (Mat. 28:20).

CONCLUSIÓN

El diablo, simbolizado a través de la imagen de un dragón en el Apocalipsis, empleará dos agentes para destruir el remanente. El primero, una bestia que surge del mar imita a Jesús y busca la adoración. El segundo, la bestia terrestre, emula al Espíritu Santo, y promueve la adoración de la bestia que surge del mar. La estrategia usada para llevar a cabo sus planes tiene que ver con la creación e imposición de verdades satánicas, las cuales buscan quebrantar la libertad de conciencia.

INVITACIÓN

No está lejos el día cuando los hombres y mujeres que componen el remanente serán forzados a escoger entre la ley de Dios y las leyes de los hombres. El sábado, como un memorial de la creación, estará en el centro del debate, y serán los miembros del remanente los que le mostrarán al mundo la importancia y valor del sábado. Lo invito a que oremos para que en ese día podamos estar de pie firmes y fieles al Dios todopoderoso. Pues no olvidemos que el propósito del diablo es engañar, dentro de lo posible, aun a los escogidos (Mateo 13:22). Por esa razón, no dejemos de orar y preparar nuestro corazón para que ese día no nos sorprenda como ladrón (1 Tesalonicenses 5:4).

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