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Jesús y el código de la justicia - Más allá de las estrellas

"... Mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; [...] Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:10, 11).

MATERIALES NECESARIOS

Lapicera o lápiz, papel para escribir y hojas impresas, carteles o diapositivas con algunas señales de tránsito.

PREPARACIÓN DEL AMBIENTE

Organizados en parejas o en grupos, los estudiantes deben usar su imaginación y conocimiento para escribir en un papel al menos dos posibles consecuencias cuando un conductor ignora las señales de tránsito mostradas abajo. Pida que se esfuercen para dar respuestas creativas y diferentes: algunas lógicas y otras divertidas o absurdas (por ejemplo, atropellar una vaca, ser embestido por un tren, derribar un puesto de venta de comida en la vereda, orinar en la ropa etc.). Dé algún tiempo para que los participantes escriban las respuestas, pero no les ofrezca ninguna ayuda extra. Cuando terminen, explique el significado de los carteles desconocidos (ver leyenda de abajo) y pídales que lean a los demás lo que escribieron. Valore las respuestas que dieron y aclare las dudas que surjan. Si desea aumentar la cantidad de carteles con señales o de respuestas posibles, siéntase libre. Para saber más, consulte: https:// bit.ly/3wixgsf, https://bit.ly/3AaUx0B.

ILUSTRACIÓN (OPCIONAL)

Diez menos uno es igual a cero

Hace mucho tempo un hombre rico tuvo que hacer un viaje bien lejos. Pero, antes de partir llamó al hijo y le dijo:

– Mira, hijo, yo necesito estar fuera por un tiempo, pero acabo de comprar una propiedad y necesitamos construir una hacienda nueva antes de la próxima plantación; de lo contrario, no estaremos listos para la cosecha. ¿Estás dispuesto a coordinar la construcción de la hacienda durante mi ausencia?

– Sí, papá – el hijo respondió en seguida. – Solo necesito que me digas qué tengo que hacer y lo haré.

El padre se sintió feliz con la decisión del hijo. Entonces, a partir de ese día comenzó a compartir con él todos los planes y sueños que tenía para la nueva hacienda. Antes de viajar, le entregó al hijo los planos hechos por el ingeniero agrónomo, que contenía la descripción detallada de cada cosa a ser construida dentro de la propiedad, como también el lugar exacto y las dimensiones que cada una debía tener.

Durante muchos meses, el padre estuvo ausente. En aquella época no existía teléfono ni Internet, y la comunicación entre las personas era lenta y difícil. Por eso, como estaban tan lejos el uno del otro, padre e hijo trabajaron por cuenta propia, cada uno de manera independiente, hasta el día cuando el padre volvió. Al llegar, el reencuentro con la familia fue muy feliz. El hijo ansioso quería mostrar al padre la nueva hacienda que había terminado y estaba lista.

A la mañana siguiente fueron hasta allá, y el padre quedó maravillado con todo lo que vio. La hacienda había quedado realmente magnífica, mucho más bonita que en los planos y muy superior a todo lo que él había soñado. Los campos ya estaban siendo preparados para el cultivo, la casa había quedado espectacular, así como el granero, el corral y todo lo demás. El hijo estaba orgulloso del trabajo que había hecho, y el padre rebosaba de alegría. Pero de repente, el padre pasó por un lugar, quedó en silencio, se detuvo, puso la mano en la cabeza y preguntó:

– Hijo, ¿el pozo no debería estar aquí? De acuerdo con los planos, este era el lugar del pozo, ¿es así?

Un poco sin gracia, el hijo respondió:

– Era, sí, papá. Pero, nosotros decidimos cavar el pozo más para arriba, a algunos metros de aquí. Notamos que si estuviera aquí quedaría un poco lejos del corral, y así sería más difícil dar agua a los animales. Por eso, cavamos allá, entre la casa y el corral.

El padre escuchó al joven con atención y con una mirada triste, le dijo:

– Hijo, veo que no hiciste nada de lo que te pedí.

– ¡Nada! ¿Cómo “nada”? – El hijo quedó amargado por las palabras del padre. – Yo hice, sí; hice “todo” lo que me pediste. Lo único que no hice fue poner el pozo aquí.

– Eso mismo, hijo mío. Había diez cosas en la lista, que debían ser construidas. Solo hiciste lo que estabas de acuerdo. Realmente, lo único que hiciste diferente fue el pozo, porque el pozo era lo único de lo cual no estabas de acuerdo. Si hubieras discordado de las demás, tal vez también hubieras desobedecido esas órdenes. El pozo es la prueba de que no hiciste todo de la manera como yo te pedí, sino a tu manera. Obedecer de la manera que crees mejor, en verdad, no es obedecer.

APLICACIÓN Y TRANSICIÓN

Someterse a las órdenes de otro siempre es un desafío. Los seres humanos no son infalibles, pero Dios lo es. Todo lo que él pide que hagamos es para nuestro propio bien. Es una cuestión de confianza. Debemos usar nues- tra libertad de elección para obedecerlo y honrarlo, aunque eso a veces signifique sacrificar nuestra propia opinión o renunciarla.

Lo sucedido el séptimo día de la creación (Leer Éxodo 20:8-11)

En los últimos temas estudiamos sobre la rebelión de Lucifer en el Cielo y sobre cómo usó una serpiente como instrumento para hacer que Adán y Eva dudaran de la Palabra de Dios. Cuando el ser humano pecó, se rompió la confianza. Era como si Dios fuera alguien dispuesto a engañar y mentir a fin de mantener a sus criaturas bajo su dominio injusto y opresor. Esa fue una de las muchas mentiras que el diablo contó a lo largo de los siglos. En el Edén, por desgracia, Satanás logró hacer con el hombre y la mujer lo mismo que había hecho con los ángeles: sembró la duda en sus corazones sobre el amor y la justicia de Dios. Eso fue pasando de generación en generación, especialmente por medio de los descendientes de Caín, hijo de Adán, y de Cam, hijo de Noé, que dieron origen a muchos pueblos paganos, los que crearon sus propios dioses y creencias religiosas. La distorsión de la imagen de Dios delante de los ojos humanos permanece hasta hoy.

Después de la entrada del pecado en el mundo, la mente humana fue incapaz de confiar ciento por ciento en el Señor, y el enemigo se aprovecha de eso. Por esa razón algunos de nosotros tenemos la gran dificultad de entender cómo el Salvador prometido puede rescatarnos del pecado, transformar nuestra vida y darnos salvación eterna.

La ley de Dios es parte de su plan de amor para restau- rar en el ser humano la imagen del Creador, algo que se perdió en cierta medida con la entrada del pecado en el mundo. Sin embargo, la ley de Dios ya existía antes de que fuera creado el planeta Tierra, porque es una expresión de quién es Dios, es parte de la esencia de Dios. ¿Saben cómo la Biblia confirma esto? El libro de Apocalipsis relata que Juan vio en una visión dada por Dios las tablas de los Diez Mandamientos dentro del arca del pacto, en el Santuario celestial (Apoc. 11:19), un Santuario que ya existía en el Cielo antes de ser creada la Tierra.

¿Recuerdan que antes de que comenzara el gran conflic- to, Lucifer era un querubín protector en el Cielo? Pues bien, en el último compartimento del Santuario estaba el arca sagrada con una tapa encima, en la cual había dos ángeles de oro, los llamados querubines protectores. En el Cielo, esos querubines estaban delante del trono de Dios, y Lucifer era uno de ellos. Por lo tanto, la tapa del arca (llamada propiciatorio) y la figura de los ángeles representan la sala del trono de Dios. El trono y el gobierno de Dios son eternos, así como Dios es eterno. Lo mismo puede decirse de la Ley de Dios, representada por las tablas de los Diez Mandamientos guardadas dentro del arca del pacto que apareció en la visión de Juan en Apocalipsis. Vean lo que dicen estos textos:

“La ley de Dios existía antes que el hombre fuera creado. Los ángeles estaban gobernados por ella. Satanás cayó porque transgredió los principios del gobierno del Señor. Después que Adán y Eva fueron creados, el Altísimo les dio a conocer su ley. No fue escrita entonces; pero Jehová la repitió en presencia de ellos. El día de reposo del cuarto mandamiento fue instituido en el Edén. Después de haber hecho el mundo y haber creado al hombre sobre la tierra, hizo el sábado para el hombre. Después del pecado y la caída de Adán nada se eliminó de la ley de Dios. Los principios de los Diez Mandamientos existían antes de la caída [...] Después de la caída no se cambiaron los principios de esos preceptos” (La historia de la redención, p. 148).

“La ley de Dios, siendo una revelación de su voluntad, una transcripción de su carácter debe permanecer para siempre. En el propio seno del Decálogo se encuentra el mandamiento referente al sábado. [En la época cuando surgió la Iglesia Adventista] El Espíritu de Dios impresionó a los que estudiaban su Palabra y que habían transgredido ignorantemente este precepto al no guardar el día de descanso del Creador. Comenzaron a examinar las razones para guardar el primer día de la semana. No pudieron encontrar ninguna evidencia de que el cuarto mandamiento había sido anulado o que el sábado había sido cambiado. Habían estado buscando honradamente conocer a Dios y hacer su voluntad; ahora manifestaron su lealtad a Dios comenzando a observar su sábado santo, su día de descanso” (Los rescatados, 220-221).

Así como los carteles con señales de tránsito, cada mandamiento tiene una función protectora. Observe que los primeros cuatro mandamientos están unidos a la relación del ser humano con Dios. Y el sábado es el eslabón de la unión entre Dios y el ser humano. El sábado fue creado para bendecir al ser humano y para honrar a Dios. Debe ser una señal entre Dios y su pueblo. Ahora miren a los otros seis mandamientos. Ellos tratan de la relación del ser humano con otros seres humanos. También son una evidencia del carácter de Dios, que debe reflejarse en nuestras relaciones con nuestro prójimo.

¿Será que todavía hoy debemos guardar todos los mandamientos? ¡Sí! Guardar los mandamientos es una señal entre Dios y sus hijos, especialmente el cuarto, que nos hace reconocer a Dios como el Creador. El Señor mismo dice que el sábado es una señal. En el texto de Ezequiel leemos “Y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”.

Y hay algo muy curioso sobre la importancia de guardar ese mandamiento. Vean lo que dice aquí: “Si el sábado se hubiera continuado observando en forma universal, el hombre habría sido inducido a mirar al Creador como el objeto de su culto. Nunca habría existido un idólatra, un ateo o un incrédulo. El guardar el sábado es una señal de lealtad a ‘Aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas’. El mensaje que ordena a los hombres a adorar a Dios y guardar sus mandamientos los instará en forma particular a observar el cuarto mandamiento” (Los rescatados, 222).

¡Qué increíble! Ese habría sido una manera fácil de man- tener el orden en el planeta Tierra.

En Génesis 2:2,3, la Biblia nos dice que Dios terminó la obra de la Creación y descansó en el séptimo día. Además, él bendijo el sábado y lo santificó, o sea, él lo separó para un encuentro especial con el ser humano. Imaginen cómo fue el primer sábado que Adán y Eva pasaron con Dios. ¿Será que estaban cansados? ¡No! Ellos todavía eran perfectos. Ese debe haber sido un momento realmente maravilloso. Los seres humanos disfrutaron cada minuto de ese día.

Cuando Jesús estuvo aquí también guardó el sábado, una señal de que él también se sometió a la ley de Dios. Y afirmó en varias ocasiones que el sábado es el día del Señor, y que él era el Señor del sábado.

El ángel rebelde, que transgredió la ley de Dios en el Cielo, es la serpiente que indujo al hombre y la mujer a dudar del amor y la justicia del Señor. En el libro de Apocalipsis, ese enemigo está descrito como un dragón rojo que busca devorar al Hijo de Dios y persigue a su pueblo elegido a través de los siglos, para que no sea fiel al Señor (Apoc. 12:1-5, 9).

En el tiempo de Jesús, ese enemigo usó el poder del Im- perio Romano para dominar a los judíos y crucificar a Cristo. Sin embargo, tanto los romanos como los israelitas se opusieron a la ley de Dios: los romanos por desdén, y los israelitas por legalismo, o sea, por ignorancia a la esencia de la ley, que es el amor, y reverenciaron las tradiciones y costumbres judías por encima de la voluntad de Dios revelada en la Biblia y en la persona de Jesús. Por eso, cierta vez, Jesús expulsó a los mercaderes del templo de Jerusalén. Ellos lo estaban contaminando y no respetaban el lugar sagrado de Dios con su comercio de animales y su actitud egoísta e irreverente, o sea, hacían lo contrario de lo que enseña la Biblia. (Mar. 11:15:18).

Jesús los comparó a una higuera que no daba frutos. Habían recibido todo para florecer y dar frutos, pero prefirieron concentrarse solo en lo que podría verse en el exterior. Ah, ¡cómo el orgullo y la ambición arruinan al ser humano!

¿Ustedes logran entender ahora que ese es también un problema en nuestros días? No es suficiente tener el corazón abierto a Dios si nuestros oídos se cierran para oír su Palabra.

Tampoco es de valor aceptar la verdad y al mismo tiempo rechazar la idea y el compromiso de practicarla con la ayuda de Dios. Debemos entregarnos a Dios por completo. Nuestra adoración solo será verdadera si la voluntad de Dios está en el centro, y no nuestras con- veniencias, deseos, religiosidad o tradiciones. Jesús in- sistió en enseñar esto durante su última semana de vida en la Tierra, antes de ser crucificado. ¿Ustedes creen que todo eso fue por casualidad?

Todavía hay muchas personas sinceras que no conocen la verdad sobre el sábado. Creen en las enseñanzas que les transmitieron. Pero hay un detalle importante sobre el sábado. Llegará el día cuando será obligatorio guardar el domingo en lugar del sábado. Nuevamente la obediencia a la ley de Dios será una señal que pondrá en evidencia a los que lo aman de verdad y que están dispuestos a hacer cualquier sacrifico para demostrarlo. Dios estará con los obedientes y los protegerá. Todos tendrán oportunidad de saber la verdad sobre el sábado y se decidirán por lo que es correcto.

LLAMADO

Después de aprender todo eso, ¿les gustaría aceptar por fe la verdad sobre el sábado y sobre los Diez Mandamientos? ¿Quieren comprometerse a obedecer de verdad a Dios y seguir las enseñanzas de la Biblia como el código para su vida? ¿Desean ser fieles a Dios a la manera de él, en vez de hacerlo a la manera de ustedes? Entonces, vamos a pedir al Señor que, por su gracia y poder, nos haga fieles en todo, inclusive en la observancia del “mandamiento olvidado” que es, en verdad, una prueba histórica y profética de lealtad y adoración al Creador del universo y su palabra infalible. Oremos.

ANUNCIO

En el siguiente tema veremos cómo el pueblo de Israel recibió, durante el cautiverio en Babilonia, muchas revelaciones de Dios por intermedio del profeta Daniel sobre la venida del Mesías y el futuro de la nación. Aprenderemos también sobre qué hacer para ser parte del pueblo de Dios en los días actuales.

HORA DE LLAMAR LA ATENCIÓN

(hashtags #Jesúsguardóelsábado #AdolescentesDSA)

Para que otras personas aprendan un poco sobre el tema de hoy, elijan una de las siguientes opciones y posteen en alguna red social lo que hicieron:

Un video de 30 segundos o un poco más, con su voz y/o imagen, explicando a las personas “por qué guardar el sábado todavía hoy”.

Videos cortos o fotos atractivas de las respuestas más divertidas dadas por los participantes durante la actividad de preparación del ambiente del Tema 3.

Una lista de buenos argumentos (en forma de dibujos, infográfico, audio, video, grabación etc.) sobre la validez actual de los Diez Mandamientos.

Una vídeo llamada o visita a una persona, para orar con ella, ayudarla en una tarea, leerle algo y/u ofrecerle aliento espiritual.

El registro escrito o audiovisual del testimonio de alguien que aceptó la verdad sobre el sábado y Dios lo bendijo por ser leal al Señor.

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