"Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia,y tus lagares rebosarán de mosto." Proverbios 3:9, 10.
INTRODUCCIÓN
¿Cómo puedo determinar la cantidad que debo ofrendar? Esa decisión ¿está basada en un criterio bíblico, en experiencias personales o depende de mis sentimientos inmediatos? Más que eso, ¿qué criterio utilizo para decidir cuándo devolver una ofrenda y cuándo no? ¿Son las ofrendas tan importantes como el diezmo o pertenecen a una categoría menos importante? ¿Debo ofrendar cada vez que devuelvo el diezmo o soy libre para decidir “de acuerdo con lo que siento en el corazón? ¿Qué debe motivar mi ofrenda? ¿Un buen proyecto, una necesidad urgente de mi iglesia, una profunda emoción espiritual motivada por una experiencia mística o ninguna de esas respuestas?
Más que una “contribución” o “donación” para la iglesia, las ofrendas deben verse y practicarse como una expresión de confianza (Salmo 4:5) y como un acto de adoración a Dios (Salmo 27:6). Por eso la motivación de una ofrenda debe ser más importante que el destino de ella (vea Salmo 27:6) o del proyecto al que ayudará.
1. ¿QUÉ ES MÁS IMPORTANTE, LOS DIEZMOS O LAS OFRENDAS?
Más sorprendente de lo que parece y diferente a lo que algunos asumen que es una creencia adventista popular (o sea, no escrita) sobre el diezmo y las ofrendas, la Biblia enseña que, aunque el diezmo y las ofrendas tengan propósitos diferentes, ambos son partes esenciales de nuestra adoración y fidelidad delante del Señor y ambos deben estar en el mismo nivel de importancia para el adorador. Fallar en los diezmos y en las ofrendas está representado en la Palabra de Dios como falta de honestidad delante de él (Malaquías 3:8-9). Aun así, siendo igualmente importantes, no deben mezclarse o alterarse, pues poseen funciones específicas en el plan maestro de Dios para terminar su obra. El diezmo nunca debe ser devuelto como ofrenda y viceversa.
2. ¿QUÉ TIPO DE CIRCUNSTANCIA DEBE MOTIVAR UNA OFRENDA? ¿CON QUÉ FRECUENCIA DEBEN DEVOLVERSE?
Gracias a nuestra naturaleza pecaminosa, no es seguro establecer una regularidad o hasta una cantidad de nuestras ofrendas basadas en sentimientos, buenas intenciones, gratitud espontánea de corazón o hasta de llamados de proyectos misioneros relevantes. Siendo así, se nos estimula a traer nuestras ofrendas por un principio, un propósito procedente del corazón (2 Corintios 9:7). Aunque no existan sentimientos sobre eso, o aunque no estemos atentos a cualquier proyecto relevante, no debemos fallar en reconocer las bendiciones de Dios en nuestra vida, el adorarlo con los bienes “Y con las primicias de todos sus frutos” (Proverbios 3:9).
Eso significa que, de acuerdo con la Palabra de Dios, las ofrendas, de la misma manera que el diezmo, deben ser presentadas al Señor cada vez que haya una entrada, reconociendo que él es la fuente de cualquier ganancia o bendición. No traer regularmente las ofrendas cada vez que devolvemos el diezmo (o cada vez que haya una entrada o aumento), puede representar el rechazo de Dios como Proveedor de todas las bendiciones y esto es parte de lo que se identifica en su Palabra como deshonestidad (Malaquías 3:8-9).
3. ¿CUÁNTO DEBE OFRECER COMO OFRENDA?
La ofrenda ¿debe ser una cantidad fija o un porcentaje de las entradas? Al contrario del diezmo, cuyo porcentaje está establecido claramente por el Señor (10%), el porcentaje a entregar como ofrenda debe establecerlo el adorador en su corazón (2 Corintios 9:7). Esto significa que debe ser una decisión personal.
Prometer ofrendar una cantidad fija de manera regular puede ser injusto o hasta imprudente, ya que nuestra condición financiera puede cambiar radicalmente en el futuro, lo que hace esto injusto o hasta imposible de cumplir. Cuando devuelvo las ofrendas por un valor y no por un porcentaje de las entradas, puedo correr el peligro de hacer de mi ofrenda un peso o algo insignificante pues las entradas (bendiciones) aumentaron de manera significativa, la ofrenda propuesta puede ser insignificante si se la compara a las nuevas entradas y no reflejar así un corazón agra- decido. Por otro lado, si hay una disminución radical la ofrenda prometida puede no ser alcanzable. Es por eso que parece ser más sabio que cada fiel tenga una propuesta basada en porcentajes en vez de una basada en cantidades. ¡Aunque no tenga entradas un individuo puede “ofrendar”!
Esta propuesta está basada en porcentajes que llamamos “pacto” y no debe estar basada en la expectativa de las bendiciones que recibirá, sino en un profundo sentido de confianza y gratitud por las bendiciones ya recibidas. Esta fue la motivación de Jonás, cuando cantó: “Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9).
4. ¿PODEMOS ENCONTRAR ENFOQUES PROPORCIONALES DE CONTRIBUCIONES FINANCIERAS NO RELACIONADAS A LA DEVOLUCIÓN DEL DIEZMO EN LA BIBLIA?
Aunque no sea tan explícito, parece que la Biblia implícita- mente sugiere que un enfoque proporcional y basado en porcentajes puede ser la mejor manera de demostrar nuestra gratitud, generosidad y liberalidad en iniciativas no diezmales.
La historia de Zaqueo es un ejemplo en el Nuevo Testamento en la que Zaqueo, como contador sabio, no se propuso devolver una determinada cantidad a los pobres, sino un porcentaje específico de sus bienes (el 50%). Como muchos judíos, al igual que Zaqueo, probablemente estaban entrenados en el principio del diezmo y pensaban de una manera proporcional, lo que requiere una lógica ligeramente más elaborada que el concepto de una “cantidad fija”.
La viuda pobre también fue alabada, no por la cantidad que devolvió, que parece ser vergonzosamente insignificante, sino por la proporción que dio, “todo [...] lo que tenía” (Lucas 21:1-4). ¡Eso era el 100%! De ese modo, Jesús estaba intentando demostrar que, por lo menos a los ojos de Dios el concepto de proporción estaba destinado a hacer posible que los pobres puedan dar mucho más que los ricos. “Así [Jesús] enseñó que el valor de la dádiva no se estima por el monto, sino por la proporción que se da y por el motivo que impulsa al dador” (HAp, 275).
Ananías y Safira no fueron condenados por no traer una ofrenda. Ellos trajeron una cantidad determinada y tal vez no fue pequeña. El problema fue que “sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles” (Hechos 5:2). Si es verdad que la palabra “parte” puede también describir un porcentaje del valor total, entonces la razón que provocó no solo sus muertes, sino también su perdición fue el hecho de que habían mentido sobre el porcentaje que habían establecido. Por medio del concepto de la proporción (basado en porcentajes), estaremos dando porque ya recibimos. En vez de dar para recibir, estaremos siendo forzados a mirar las bendiciones (entradas) ya recibidas, para poder calcular la cantidad (porcentaje) a ser devuelto. Es la percepción de la bendición que debe ser nuestra razón de devolver los diezmos y las ofrendas.
En el Antiguo Testamento, el concepto de proporciones también fue aparentemente elegido por “algunos de los líderes” en el tiempo de Esdras (Esdras 2:68. 69) los que “hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. Según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra [...]”.
En Deuteronomio 16, Moisés dijo que la ofrenda debe darse “según Jehová tu Dios te hubiere bendecido” (vers. 10), o “conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado” (vers. 17). En ambos casos, el texto puede expresar regularidad y proporcionalidad, lo que indica que Dios espera ofrendas cada vez que se recibe una bendición (entradas o aumento de ellas).
5. ¿A QUÉ SE REFIERE “SISTEMÁTICO” EN LA EXPRESIÓN “DONACIÓN SISTEMÁTICA” EN LOS ESCRITOS DE ELENA DE WHITE?
En el mensaje especial de Dios para el pueblo remanente, el mensaje de la proporcionalidad que se aplica en las ofrendas aparece de una manera todavía más explícita. Elena de White equipara la devolución del diezmo y la entrega de las ofrendas bajo dos principios básicos: regularidad (cada vez que haya entradas) y sistemática (que debe ser proporcional a las entradas).
“Dios nos ha dado instrucciones definidas concernientes a él. Ha especificado que los diezmos y las ofrendas constituyen nuestra obligación, y desea que demos en forma regular y sistemática...” (CSMC, 86). Ella también dice que Jesús fue el autor de ese plan: “Este plan fue trazado por el Señor Jesucristo mismo, quien dio su vida por la vida del mundo” (CSMC, 70).
Tal vez la indicación más clara de que el sistema de ofrendas de Dios se ve como una proporción de las entradas, sea esta cita: “En el sistema bíblico de los diezmos y las ofrendas las cantidades pagadas por distintas personas variarán enormemente, puesto que estarán en proporción a sus entradas” (CSMC, 78). Eso significa que tanto el diezmo como las ofrendas están bajo el mismo sistema y ese “sistema” abarca la idea de proporcionalidad.
6. ¿CÓMO CALCULAR MI OFRENDA?
Si yo decido dar mi ofrenda basada en un porcentaje de mis entradas, cada vez que haya una bendición financiera (o entrada), ya no estaré dependiendo de mis sentimientos momentáneos, de pensamientos motivadores, de gratitud espontánea o hasta de llamados provenientes de proyectos misioneros importantes, porque algunos de estos pueden no llevarse a cabo debido a nuestra naturaleza pecaminosa. Así, la ofrenda será el resultado de una decisión (o propuesta) deliberada y planeada, formada por un principio vívido, enraizado en el deseo revelado de Dios, en vez de un impulso cambiable de mi corazón pecaminoso.
CONCLUSIÓN
Al final, ¿cómo debo ejercer mi voluntad propia cuando hago una ofrenda? Dios me dio el libre albedrío de elegir a Jesucristo como mi Salvador y su Palabra como la base de mi fe. Sin embargo, una vez que acepto su Palabra como la guía para mis pensamientos y acciones, el acto de devolver el diezmo y de hacer ofrendas basadas en proporciones ya no es opcional. Eso se hace parte del conjunto de comunión personal del cristiano adventista: el estudio diario de la Biblia, las oraciones frecuentes, el estudio de la lección de la Escuela Sabática, asistir a la Escuela Sabática y la preparación para guardar el sábado de puesta de sol a puesta de sol.
LLAMADO
Parece claro que tanto los diezmos como las ofrendas deben darse regularmente y basadas en porcentajes. Una de las diferencias entre el diezmo y las ofrendas es que Dios especifica el porcentaje del diezmo, mientras nos da la libertad de decidir cuál será el porcentaje de nuestras ofrendas, de acuerdo con el reconocimiento de sus bendiciones. En algún punto de la vida cristiana, debe haber una decisión; debe tomarse un propósito de corazón sobre ese porcentaje. ¿Y si lo decidimos ahora? Quiero invitarlo a establecer un porcentaje para sus ofrendas voluntarias.
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