INTRODUCCIÓN
Qué alegría es poder encontrarnos una vez más en esta semana de la familia cuyo tema general es Juntos rumbo al cielo. Es un privilegio compartir la Palabra de Dios. Ha sido muy bueno.
Estamos desarrollando también nuestro compañerismo con Dios a través de la oración pidiendo, intercediendo, suplicando juntos la misericordia y las bendiciones de Dios. Recordemos que cada día estamos orando por un grupo específico de personas, y hoy oraremos por los padres. Es un desafío ser padre, ser madre hoy ¿no es verdad?
La maternidad tiene un encanto que comienza cuando recibimos la noticia del embarazo, el período de gestación, la elección del nombre. Así, se puede entender la maternidad como un proceso de búsqueda de eternidad, aunque relativa. El ser humano necesita marcar su paso por este planeta, dejar semillas que puedan perpetuar su existencia.
Hoy tenemos una ventaja cuando esperamos un bebé. A través de una ecografía ya sabemos hasta el sexo del niño antes del nacimiento. Pero, inmediatamente después del nacimiento ya sentimos el peso de la responsabilidad de cuidar de nuestros pequeños.
Hagamos una oración breve para buscar sabiduría e iluminación de Dios para el estudio de su Palabra.
ORACIÓN INICIAL
“Nuestro Padre celestial, gracias por el privilegio de tener un encuentro más, y por la oportunidad de abrir una vez más tu Palabra, en la que tenemos la seguridad de encontrar los consejos y la sabiduría que necesitamos para nuestra vida. Te suplicamos, Padre, y te pedimos que te hagas presente en el encuentro de hoy. También te pedimos tu unción. Oramos en el nombre de Jesús, amén.”
Recordamos que hoy nuestro motivo especial de intercesión es por los padres. ¿Usted ya es padre, ya es madre? ¿Tiene hijos? Si todavía no tiene hijos, puede comenzar a orar, ¿ok? Ya puede participar de nuestra intercesión de hoy, porque realmente la paternidad y la maternidad son especiales. Pero demandan responsabilidad, y sobre todo la responsabilidad espiritual. Tal vez alimentar y bañar a nuestros hijos sean las partes más fáciles, pero conducirlos por los mejores caminos, creo es el gran desafío que tenemos los padres.
Si usted no desea tener hijos, es una decisión muy particular de cada matrimonio. Sin embargo, puede escuchar las orientaciones y ayudar a otras personas que están en la fase con hijos.
El texto base para nuestro tema de hoy está en el libro de 1 Samuel 1:5 y dice así: “Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos”.
Ana tenía un problema: ella era estéril, no podía dar a luz hijos. Aquí hay una lección importante. Delante de un problema debemos abrir nuestro corazón y presentar nuestras peticiones a Dios. Y en ese caso específico vemos que ya antes de ser padre o madre, ya podemos orar pidiendo a Dios que nos ayude a tener un hijo (o una hija).
Leamos ahora el versículo 10: “ella [Ana] con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Ese versículo presenta el deseo de tener un hijo en oración a Dios, y en el versículo 11, vemos:
“E hizo voto, diciendo: ‘Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza’”.
Tenemos lecciones importantes que aprender con Ana, y su historia comienza antes de tener su hijo.
Ella oró a Dios, le presentó su necesidad. Le presentó su deseo y después prometió dedicar su hijo a Dios. ¡Qué ejemplo a seguir! ¿Verdad?
El caso de Ana se repite en la Biblia. Vemos a muchas otras mujeres que también le pidieron a Dios un hijo. Fue el caso de Raquel y de Sara. Seguramente en nuestros días existen mujeres que desean mucho ser madres. El ejemplo de Ana queda como inspiración para esas mujeres. Presenten su deseo a Dios, busquen al Señor con entereza de corazón.
Esos padres también pueden buscar orientación médica para identificar si hay alguna causa clínica que les impida ser padres, y buscar tratamiento. Pero, todo debe estar bajo la orientación de Dios y sin descuidar los principios que encontramos en la Biblia.
La ciencia y la tecnología avanzaron, y muchas mujeres usan otras soluciones, por ejemplo, un vientre de alquiler. Eso puede generar muchos problemas. Tenemos un ejemplo en la Biblia, la experiencia de Sara con Agar, ellas pasaron por serios problemas:
“Y respondió Abram a Sarai: ‘He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca’. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia” (Génesis 16:6).
Pero, volviendo a la historia de Ana, en el texto de 1 Samuel 1:27, 28, leemos: “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová”.
Veamos otras lecciones que nos presenta la Palabra de Dios a través de la historia de Ana:
1. DEBEMOS PREPARARNOS PARA LA PATERNIDAD
Necesitamos estar en comunión, en interacción íntima con Dios. Pocas cosas cambian más nuestra vida que el nacimiento de un hijo. Y los que son padres lo saben. La vida de un matrimonio cambia rotundamente con la llegada de un niño. Nada vuelve a ser como antes. La Biblia nos dice en el Salmo 127:4,5:
“Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta”.
Al mismo tiempo, los hijos no vienen con un manual para el propietario que les informa a sus padres todo lo que necesitan hacer para cuidar de ellos y cómo solucionar cualquier problema que surja. Aun los padres de experiencia a veces se sorprenden con las acciones, palabras o actitudes de sus hijos.
Es muy importante la preparación para el matrimonio, y también es muy importante que los que desean ser padres se preparen para esa responsabilidad grandiosa.
Leamos una cita importante del libro El hogar cristiano, página 230- 231:
“Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear con éxito las batallas contra el mal. Si, antes del nacimiento de este [su hijo], la madre procura complacerse a sí misma, si es egoísta, impaciente e imperiosa, estos rasgos de carácter se reflejarán en el temperamento del niño. Así se explica que muchos hijos hayan recibido por herencia tendencias al mal que son casi irresistibles”.
Pensemos en los cuidados y responsabilidades que los padres deben tener con sus hijos. Como podemos ver, esa información ayudará tanto a los que serán padres como a los que ya lo son. Esa preparación comienza antes de que los hijos nazcan.
2. NECESITAMOS DEDICACIÓN
Otro punto importante es la dedicación, y eso incluye por lo menos tres cosas:
SOMOS EJEMPLOS EN TODO PARA NUESTROS HIJOS
El carácter de los padres impacta directo sobre sus hijos y sobre el legado que les transmiten. Los hijos recurren a los padres en busca de apoyo, afecto, orientación y ejemplo. Somos el modelo permanente para nuestros hijos. Ellos copian nuestros gestos, nuestras palabras y la forma de actuar. Si los padres dicen palabras ásperas, los hijos también las dirán. Si usan palabras torpes (malas palabras), no hay duda de que los hijos también hablarán así.
DEDIQUEMOS TIEMPO A NUESTROS HIJOS
El libro de Proverbios elogia a los padres que son proveedores confiables y que administran con sabiduría los recursos de la familia. “Alborota su casa el codicioso, mas el que aborrece el soborno vivirá” (Proverbios 15:27)”.
Por lo tanto, los padres deben estar atentos a dar prioridad a la familia y no solo al trabajo. Los padres y las madres de hoy que están en el mercado de trabajo no pueden pasar por alto esta cuestión de la necesidad de dedicar tiempo a los hijos.
DEBEMOS DOMINAR NUESTRAS EMOCIONES
Los padres piadosos buscan ser pacientes y dominar sus emociones. Ellos consideran importante el hecho de que sus hijos dependen de ellos.
Disciplinen a sus hijos, pero cuiden de no abusar de su posición de autoridad. Tengan cuidado de no abusar de su fuerza, es una lucha desigual. Hoy hay leyes que en el pasado no existían. Y entonces queda aquí una observación. Disciplinar con amor, respeto y nunca en un momento de ira. Los padres dedicados desean seguir a Dios y ser gobernados por su amor y por las enseñanzas de su Palabra, para poder guiar a sus hijos en el camino correcto.
AMEN A LA MADRE DE SUS HIJOS
Hay un factor que es importantísimo, especialmente para nosotros hombres, y que es vital para el crecimiento equilibrado de los hijos: Amen a la madre de sus hijos. Refuerzo: lo más importante que el padre puede hacer por sus hijos es amar a la madre de sus hijos. Su fidelidad y continuo afecto hacia ella, o la falta de esos afectos hacia los hijos, tiene un fuerte efecto sobre el bienestar de los hijos y eso durará hasta la edad adulta.
El equilibrio emocional del hijo dependerá mucho de la manera, del cariño, de las palabras, de los actos y afectos demostrados a la madre y a ellos. Y la reciprocidad también es verdadera. No hay dudas de que los hijos también notarán los afectos de la madre hacia el padre.
Necesitamos repetirlo una vez más: no queremos que nuestros hijos sean solo buenos profesionales, buenos ciudadanos, buenos maridos, buenas esposas; sobre todo, queremos que estén con nosotros en la eternidad. Deseamos que nuestros hijos estén con nosotros en el Cielo, porque la eternidad no será igual si nuestros hijos no están con nosotros.
Nuestra oración de hoy es para que seamos buenos padres y educadores no solo para esta vida, sino para la eternidad. Busquemos sabiduría en la Palabra de Dios y permitamos ser dirigidos por el Espíritu Santo. En los aspectos que no podemos ver la solución, Dios nos ayudará a mostrar la dirección en la tarea de ser padres.
“Dichosos los padres cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpreten fielmente para el niño el amor, la justicia y la paciencia de Dios” (MC, 291).
CONCLUSIÓN
Dios desea habilitarnos para ser buenos padres.
Dios desea capacitarnos para cumplir bien el papel que él nos otorgó como padres y madres.
¿Estamos reconociendo que necesitamos crecer, aprender y representar mejor a Jesús ante nuestros hijos?
Nadie es perfecto, nadie tiene un sello de perfección al punto de decir: “Yo nunca me equivoqué como padre o como madre. Yo jamás hice algo equivocado en la educación de mis hijos”.
Pero existe algo que todos podemos decir. ¿Sabe qué es?
“Dios, me gustaría cumplir mejor mi tarea como padre, como madre. Dios, quiero pedirte que me ayudes a ser un mejor ejemplo. Quiero mostrarles a mis hijos la mejor imagen de Jesús, de Dios. Quiero que mis hijos puedan ver a Jesús a través de mi persona”. Que seamos buenos padres, que seamos iluminados por la Palabra e instruidos por el Espíritu Santo.
ORACIÓN
Nuestro querido Padre celestial, queremos agradecerte porque nos diste el privilegio de ser padre/madre. Y nosotros que en este momento nos sentimos culpables por los errores que cometimos, que podamos recibir de ti, Padre, el perdón. Que tengamos la seguridad de que estás conduciendo todas las cosas y que, a pesar de las equivocaciones cometidas, tu puedes restaurar todas las cosas. Te pedimos, Señor, que nos ilumines cada día, que nos des sabiduría, que nos ayudes a ser como Ana para poder dedicar a nuestros hijos totalmente a ti, para que ellos hagan tu voluntad aquí en esta Tierra y para que un día estén con nosotros también en el Cielo y por toda la eternidad. Perdona, Padre querido, todas nuestras faltas. Ayúdanos a ser mejores en la tarea que debemos desempeñar como padres y danos la seguridad de que no estamos solos.
Oramos agradecidos porque escuchas nuestra oración y nos haces mejo- res cada día. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
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