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Amor para cualquier tiempo y circunstancia - Restaurados

¿Cómo “vivir para Cristo”? ¿Lo hacemos solo cuando las cosas se hacen a mi manera? ¿O es nuestra fe profunda y está enfocada en nuestro amor por él? 

Texto: Marcos 14:3-9 

Cierto joven quedó devastado cuando su novia interrumpió su noviazgo y terminó la relación. Pero, algunos meses después, el muchacho recibió la siguiente carta de ella: 
- “Querido Pedro, las palabras no pueden expresar la gran tristeza que siento desde que rompimos nuestro noviazgo. Por favor, dime que podemos volver a estar juntos. Nadie jamás podría tomar tu lugar en mi corazón. Por favor, perdóname. ¡Te amo, te amo! Para siempre tuya, Lucía. PD.: ¡Felicitaciones por ganar la lotería estatal!”. 

¿Cuántos de ustedes creen que las palabras de amor de ella son verdaderas? 

Ella le dice que lo ama, que lo quiere otra vez. Pero es obvio que no lo quiere realmente. Está dispuesta a amarlo porque ahora él tiene mucho dinero. Ella lo quiere por la riqueza y las bendiciones que el dinero puede darle. 

En Marcos 14:3-9 leemos una historia interesante. La historia ocurre en Betania, un pueblito a pocos kilómetros de Jerusalén. Esa es la noche antes de la entrada triunfal de Jesús. En pocos días más, será llevado preso, será juzgado, condenado y crucificado. Y Jesús lo sabe. Sabe exactamente lo que sucederá. Las multitudes de viajeros que pasaban hacia la ciudad difundían la noticia de que Jesús estaba camino a Jerusalén y que descansaría el sábado en Betania. 

Entonces, ¿qué hizo Jesús esa noche? Fue a una fiesta preparada por Simón, el que había sido leproso, para homenajearlo. Va a disfrutar de buena comida y conversación, uno de los últimos momentos con sus amigos antes de entrar en Jerusalén y antes de morir. Mientras Jesús está sentado a la mesa, junto a sus discípulos, una mujer, que posiblemente era parte de la multitud, está tan emocionada que toma un frasco de alabastro, un perfume muy caro, rompe el recipiente y usa todo el perfume precioso para ungir la cabeza y los pies de Jesús. ¿Quién era esa mujer? En Juan 12:3, vemos que se llamaba María de Betania. No sé si usted ya ha experimentado ese tipo de amor o no. Si fue así, probablemente se haya sorprendido.

Puede haber sido cuando usted entró en el cuarto de su hijo y vio que había hecho la cama, juntó la ropa del piso, la colgó cuidadosamente en el placar y vació el cesto de basura. Usted ve que la habitación también está limpia e inmediatamente cree que su hijo debe haber hecho algo malo, o está queriendo pedirle algo. Entonces, comienza a preguntarle, solo para escuchar esta respuesta: “Mamá, no es gran cosa, lo hice porque te amo”. O tal vez su marido haya llegado a casa con una docena de rosas, aunque no es su aniversario o el día de la madre. Es un día normal y él le trae rosas. Usted imagina que él debe haber hecho algo malo, o que la está preparando para darle malas noticias. Pero él dice: “No querida, te compré esas flores porque te amo. No hay otra razón”. Es un acto inesperado de puro amor. Y vemos ese tipo de amor en esta historia de una manera muy linda. Vea bien, es triste decirlo, pero la mayoría de las personas que seguía a Jesús lo hacía por razones “egoístas”, si es que podemos decir esto. Las personas enfermas lo seguían con la esperanza de que él las sanara de sus enfermedades. Las personas pobres y hambrientas lo seguían porque tenía la reputación de ser compasivo. Sus discípulos lo seguían porque hablaba sobre un reino, y ellos querían ser parte de él. Los líderes religiosos lo seguían porque querían atraparlo y prenderlo por sus palabras. Las grandes multitudes lo seguían, pero gran parte de esa multitud lo seguía porque quería algo, y no porque lo amaba. 

I. Ella encontró una manera de expresar su amor 

Por eso esta historia es tan especial, porque esa mujer realmente amaba a Jesús y encontró una manera de expresarlo. La María de la que estamos hablando hoy es la misma María que estaba sentada a los pies de Jesús cuando su hermana Marta se enfadó porque no en la cocina. Podríamos decir que Marta representa a la mayoría de los cristianos en el sentido de que ella veía a Jesús desde la perspectiva mundana. Ella conocía el estómago de Jesús, mientras que su hermana María conocía el corazón de Jesús (Lucas 10:38-42). Es la misma María cuyo hermano Lázaro murió y, cuando vio a Jesús que llegaba, salió corriendo y cayó a sus pies para adorarlo. Una vez más, María estaba demostrando su amor por el Hijo de Dios (Juan 11:1-47). Algunos estudiosos señalan que el frasco de alabastro contenía perfume extraído de nardo puro, o sea, de las raíces secas de esa planta del Himalaya en la India. Un frasco lleno habría costado el equivalente al sueldo anual de un trabajador común. María lo dio generosamente y con amor. Ella no tenía vergüenza de demostrar su amor por Cristo abiertamente. 
Ahora piense en eso por un momento. ¿Se ha puesto a pensar qué diferencia haría si nos emocionáramos tanto por Jesús como por otras cosas? 
• Todas las semanas, durante la temporada de fútbol, miles de personas llenan los estadios en todo el país para apoyar a sus equipos favoritos. Conozco personas que son fanáticas de São Paulo, Palmeiras o Corinthians hace más de 35 años, en los momentos buenos y malos. Los seguidores pagan un precio alto para verlos jugar en los estadios cuya construcción cuesta millones. Llegan temprano y hasta de madrugada para conseguir un lugar donde estacionar. Pagan caro por un sándwich. Gritan hasta quedar disfónicos, se comportan como fanáticos. Sin embargo, salen diciendo: “Me divertí mucho”. 

¿Se puso a pensar qué revolución podría suceder en la iglesia si tuviéramos ese mismo entusiasmo por las cosas de Dios? Bien, esa mujer lo tenía y, sin dudas o temor, encontró una manera de expresarlo. 

II. Ella expresó su amor de una manera extravagante 

Fue un acto extravagante e insensato a los ojos de quienes lo presenciaron. Pero el amor con frecuencia es extravagante, ¿o no? El amor hace cosas extravagantes. Todos podemos recordar que compramos cosas caras para regalárselas a las personas que amamos. Nos sacrificamos para comprar recuerdos preciosos. Es el amor lo que nos hace actuar así. El amor hace cosas que pueden parecer tontas o extravagantes solo por demostrar cuánto amamos a alguien. El perfume que María derramó a los pies de Jesús valía aproximadamente 300 denarios en aquella época. Reconocemos la magnitud de esa extravagancia cuando vemos que un denario era el salario promedio del trabajador por un día de trabajo. Por lo tanto, si ese perfume valía 300 denarios, equivalía aproximadamente a un año de sueldo para el trabajador promedio, ¡por lo menos, entre 24 y 30 mil reales hoy! ¡Ese perfume de la India era considerado un regalo adecuado para un rey!6 En la historia, es interesante observar también que hubo una reacción negativa por parte de los discípulos con relación al regalo de María. Muchas veces, cuando expresamos una devoción extravagante a Jesús, algunas personas se sentirán incómodas. Muchas veces, cuando expresamos nuestra devoción extravagante por Jesús, la gente nos critica. Y ustedes necesitan saberlo, tengo que avisarles: usted nunca hará nada por Jesús sin ser severamente criticado, especialmente por personas cercanas a usted. Dicen que, si no está haciendo nada para irritar al diablo, este no lo molestará, pero si usted intenta hacer algo por Jesús, el diablo se molestará y comenzará a atacarlo. Una de las maneras en las que él lo atacará es haciendo que las personas de su propia iglesia, o de su propia familia, lo desanimen. Él intentará hacer que sus propios amigos lo critiquen. Intentará crear conflictos y disensión dentro de la familia de Dios. La razón es que, como seres humanos, somos más propensos a desanimar a las personas que conocemos que decepcionar a nuestro Salvador Jesucristo. 

• Durante los años 1500, muchos cristianos devotos en Inglaterra fueron puestos en prisión, torturados y muertos por las autoridades religiosas. Un cristiano llamado William Tyndale se atrevió a soñar con traducir la Biblia al inglés para que las personas comunes pudieran tener acceso a la Palabra de Dios. William Tyndale fue llevado preso y terminó siendo quemado en la hoguera por los líderes religiosos de Inglaterra. Es difícil entender por qué las personas religiosas, muchas veces, son las más molestas por la devoción extravagante a Jesucristo. El ejemplo de Tyndale, sin embargo, nos muestra que eso no es algo nuevo. 

III. Ella hizo lo que podía 

¿Cuál fue la respuesta de Jesús a todo eso? En Marcos 14: 6-7, dice: “Pero Jesús dijo: ‘Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis’. Entonces Jesús dio tal vez la descripción más linda de lo que es el amor cristiano verdadero y el servicio cristiano verdadero. Él dice lo que quiere de cada uno de nosotros. Dijo que María había “hecho lo que podía”. Ahora pregúntese a sí mismo: “¿Qué hice yo por Jesús? ¿Cómo le expreso mi amor a él?”. Dígale hoy a Jesús: “Señor, yo solo quiero decirte que te amo. Y quiero expresar ese amor dándote lo más valioso que tengo, mi corazón. Pongo mi vida en tus manos, sea hecha tu voluntad”. 

• Se cuenta la historia de un mendigo en la India que estaba todo el tiempo sentado al lado del camino pidiendo limosnas. Mientras extendía la vasija, las personas que pasaban echaban algunos granos de arroz en ella. Ese era su medio de conseguir comida. Ocasionalmente alguien dejaba caer una moneda en sus manos. Un día, vio una procesión que descendía por el camino y pensó: “Esto es bueno, parece que está llegando un príncipe. Seguramente me dará una moneda de oro”. Y realmente era un príncipe. Se detuvo al lado del mendigo que extendió la fuente y esperó ansiosamente para ver qué le daría. Pero, para su sorpresa, el príncipe le preguntó: “¿Me da su arroz?”. Y el mendigo respondió: “No puedo hacerlo, es todo lo que tengo”. Entonces el príncipe le dijo: “Quiero su arroz”. Otra vez el mendigo respondió: “No, no puedo darle el arroz, me voy a morir de hambre”. El príncipe hizo un tercer pedido por el arroz. Lentamente, el mendigo metió la mano en la fuente, tomó tres granos de arroz y los puso en la mano del príncipe. El príncipe tomó una bolsa que llevaba prendida a su cinto y le dio tres pepitas de oro. Mientras el mendigo miraba, pensó con tristeza: “Oh ¿por qué no derramé todo el arroz de la fuente en sus manos?”.  

Y así es con Dios. Cuánto más damos, más nos devuelve. Pero aun así no confiamos en él y tenemos miedo de dar mucho. 
Esa es la diferencia que vemos en la historia entre María y Judas. El contraste es grande. Judas estuvo dispuesto a sacrificar a Jesús para obtener recompensas financieras para sí mismo, mientras que María aprovechó la oportunidad para sacrificar recompensas financieras por amor a Jesús. Y hoy recordamos a ambos por lo que hicieron. Excepto el beso de Judas, al continuar el capítulo no encontramos ninguna otra expresión de amor a Jesús durante la última semana, a no ser el presente extravagante de María. 

En la reacción de Judas también podemos aprender una lección. Cuando expresamos nuestra devoción por Cristo, nos exponemos a la falta de sinceridad de otros. El acto extravagante de María expuso eso en Judas. Ahora, María no pretendía exponer la falta de sinceridad de Judas, pero su acto de devoción extravagante contrasta naturalmente con el acto de traición del apóstol. Es interesante que, en esta historia, María es el único modelo de devoción real a Jesús. Entre los líderes religiosos y los apóstoles, María es la única que permanece como modelo de amor, fe y devoción. 

CONCLUSIÓN 

Dios lo ama más de lo que usted puede amarlo a él. Y nunca vamos a poder retribuir todo ese amor. Podemos hacer de todo y sacrificar todo, pero nunca lograremos pagar la deuda de amor que tenemos con él. 
Y Dios no exige que paguemos la deuda. Él solo quiere que aceptemos lo que hizo y que lo amemos por eso. Dio a su único Hijo para que muriera por nosotros. ¿Usted lo ama por ese acto de amor? 

Entonces, exprese ese amor hoy y muéstrele a Dios que usted realmente lo ama. Puede ser a través de una decisión que debe tomar. Tal vez pueda expresar su amor sirviendo a Dios y a los demás de diferentes maneras. Tal vez puede expresar su amor por Jesús contándoles de él a otros, a personas de su trabajo o de la facultad. Mientras cantamos, hable con Dios, entréguele su corazón y su vida en respuesta al amor tan grande que tiene por usted. Ofrézcale todo lo que tiene y, como María, haga lo que pueda.

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