INTRODUCCIÓN
Clarice estaba ansiosa en una entrevista de trabajo. Era su primera vez allí, y se sentía con un poco de desconfianza. En determinado momento, el entrevistador la miró y le hizo una pregunta que la tomó por sorpresa, le dijo: “Clarice, ¿quién eres tú?”
Ella se quedó pensando unos minutos y no lograba responder. Pensó en decir su nombre, pero es solo un nombre y nada más. Pensó en decir su profesión, pero en realidad no la definía. Pensó en decir que era hija del Sr. Pedro, pero no era suficiente. Se puso muy nerviosa, ¿al final, quién era ella?
Si ustedes estuvieran en esa sala y se les hiciera la misma pregunta, ¿cuál sería la respuesta? ¿Quiénes son? ¿Sabrían cuál es su identidad?
I. LA IDENTIDAD DE JESÚS
La Biblia cuenta la historia de una persona cuya identidad fue puesta a prueba. Quiero leerles la historia completa.
Abra su Biblia en Mateo 3:13-17 donde se describe el bautismo de Jesús.
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:13-17).
En el relato que leímos, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Después de eso, Dios se manifestó, y ante todos los presentes hizo una declaración muy fuerte sobre la identidad de Jesús. Dijo en voz audible para todos los que estaban allí: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
Dios demostró públicamente su orgullo y alegría por Jesús, su hijo amado.
No sé si ustedes ya fueron a una presentación musical de niños. Mientras se realiza la presentación, se puede descubrir al padre de los que están presentando solo dando una mirada a la platea. El padre se emociona al ver al hijo o hija en el escenario. Le toma fotos y comenta con todos los que están a su lado, y dice: “aquél allí es mi hijo”.
Más o menos es lo que sucedió en ese momento. Dios estaba muy orgulloso de Jesús, al punto de decirles a todos los que estaban allí: Ese que ustedes ven, ¡ese es mi Hijo! En otras palabras, Dios dijo: “¡Ese joven es mío!”
Imagínense escuchar a Dios mismo mencionar la fuente de su identidad. Debe ser increíble escuchar a Dios decir que somos hijos amados de él, y que él se siente orgulloso de nosotros. Si yo escuchara eso no me importaría si alguien hablara mal de mí. ¿Qué importa? Dios me ama, él está orgulloso de mí. ¿Por qué me voy a preocupar por la opinión inconstante de las personas?
II. LA TRAMPA DE LA IDENTIDAD PARA JESÚS
Siguiendo la secuencia de ese momento especial, sucedió algo muy confuso.
Leamos Mateo 4:1-11
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: ‘A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra’. Jesús le dijo: Escrito está también: ‘No tentarás al Señor tu Dios’. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: ‘Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás’. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”.
Jesús fue llevado al desierto, y pasó 40 días ayunando y orando. Y allí con hambre, frío y sed, fue sorprendido por un ángel de luz, que era nada más y nada menos que el propio Satanás, que lo tentó diciéndole que si era el Hijo de Dios debería transformar las piedras en panes. Después continuó diciendo que si Jesús era el Hijo de Dios, debía echarse de la torre del templo. Y por fin prometió hacer a Jesús rico y famoso, si lo adoraba.
Las tres tentaciones de Satanás trataron del mismo aspecto: la identidad de Jesús.
El enemigo trató de poner a Jesús en duda sobre su verdadera identidad. ¿Será que Jesús permanecería firme?
El diablo tentó a Jesús en ese punto pues sabía que si hacía que Jesús desconfiara de quién era, lograría hacerlo pecar.
III. LA TRAMPA DE LA IDENTIDAD PARA NOSOTROS
Esa es una de las principales herramientas del enemigo hasta los días de hoy. Él confronta nuestra identidad y nos hace olvidar quiénes somos realmente y a quién pertenecemos, haciendo que busquemos nuestra identidad en otras fuentes que en verdad nos distancian de nuestra esencia.
En el Jardín del Edén, Adán y Eva fueron tentados por medio del apetito, de la presunción y del deseo de poder. Jesús en el desierto fue tentado en el apetito, la presunción y el deseo de poder. Ustedes y yo somos tentados por los apetitos, por la presunción y el deseo de poder. ¿Será que necesitamos de esas cosas para probar que tenemos algún valor?
¿Quién no comió algo para sentirse más contento? ¿Quién nunca se compró ropa solo para ser bien visto por los demás? ¿Quién no se esfuerza trabajando para, en el fondo, probar que es capaz de hacer algo? ¿Quién no es presuntuoso y altruista para probar a todo el mundo que logra hacer algo?
¡Esa es nuestra lucha! Somos tentados en las mismas cosas que Adán, Eva y Jesús fueron tentados. Solo tienen nombres diferentes, pero en su esencia son lo mismo: la búsqueda incesante por ser quiénes en verdad ya somos en Cristo.
Como diría el profesor de teología Reinaldo Siqueira: “El enemigo nos hace querer ser lo que ya somos, y cuando corremos atrás de ser lo que ya somos, dejamos de ser lo que somos”.
Esa frase es muy fuerte. Debemos dejar de buscar ser quien ya somos. Ustedes ya son felices. Ustedes ya son bonitos o bonitas. Ustedes ya son amados.
Entonces, pueden preguntar: ¿Cómo dejar de depender de las expectativas de otros? Entender cómo actuó Jesús en esas situaciones nos deja una indicación.
IV. LA SOLUCIÓN DE LA IDENTIDAD
El primer gran secreto que Jesús nos dejó para vencer las tentaciones es usar la Palabra de Dios.
Jesús enfrentó todas las dudas que Satanás le presentó con las Escrituras, con la Biblia, la Palabra de Dios. Satanás le dijo: Transforma las piedras en pan. Jesús dijo: Está escrito.
Satanás dijo: Échate abajo del templo (y hasta citó la Biblia). Pero Jesús dijo: También está escrito.
Satanás dijo: Todo esto te daré si me adoras. Jesús dijo: Está escrito.
¿Qué hubiera ocurrido si Jesús enfrentaba a Satanás sin conocer la Palabra de Dios?
¿Hubiera creído en sus mentiras?
Por eso es tan importante estudiar la Biblia, pues solo ella es nuestra fuente segura de identidad. Solo ella puede librarnos de las trampas del enemigo.
Elena de White comenta que “Mientras Cristo se mantuviese en esa posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna” (DTG, 95).
¿Entienden ele significado?
La única guía segura para saber quiénes realmente somos es la Palabra de Dios. Por eso dejen de buscar la respuesta en otros lugares que no sea la Biblia.
¿Qué dirían si su padre intentara armar una mesa nueva para la sala de su casa usando el manual de cómo armar una bicicleta? Imposible. Pero a veces hacemos lo mismo con nuestra vida, queremos descubrir cuál es la razón de nuestra vida, pero buscamos esas respuestas en otras fuentes que no pueden darnos una respuesta.
Estudien la Biblia, conozcan al Dios de la Biblia, y cuando alguien venga a decirles lo que deben hacer para ser alguien, busquen en la Biblia si dice lo mismo. Haciendo esto no caerán en trampas.
Un segundo factor que nos ayuda a vencer esas tentaciones son nuestros valores y creencias.
Psicológicamente, nuestra identidad se forma de nuestros valores y creencias. Todo aquello con lo que entramos en contacto en nuestra vida: las relaciones que tenemos, los libros que leemos, las películas que miramos, todo, tiene valores y creencias incorporados, y al entrar en contacto con ellos absorbemos sus valores y sus creencias.
Alguien dijo: Dime que aplicativos usas y te diré quien eres.
Por el contacto, esos valores y creencias son incorporados en nuestra identidad.
Por eso cuando un matrimonio estuvo conviviendo durante cierto tiempo se parecen uno al otro. Es que tienen la misma identidad y los mismos valores por estar juntos mucho tiempo.
Pensando en esto, ustedes deben pasar el mayor tiempo posible leyendo, escuchando y aprendiendo de fuentes que expresen los valores y creencias de Dios.
Por eso la lectura de la Biblia es tan importante, porque nos habla sobre Dios, sobre Cristo.
Nos cuenta cómo es él, y al entrar en contacto con sus valores y creencias se incorporarán en nosotros y generarán fe en nosotros pues pensaremos como Jesús, y viviremos como él.
Si una mujer se pasa el día escuchando un reguetón donde se la llama por el nombre de animales, indirectamente creerá en eso.
Si un hombre se pasa el día mirando series de escenas impropias, tendrá dificultades de conservarse hasta el casamiento. Y esos son solo dos ejemplos, existen innumerables.
“Por la contemplación somos transformados”. Por eso tenemos que cuidar de las ventanas de nuestra alma. Estar atentos a lo que leemos, miramos, oímos, tocamos, pues todo va formando nuestra identidad, lo notemos o no.
CONCLUSIÓN
El objetivo de este mensaje es que entiendan que son hijos amados de Dios. Sí, Dios nos ama mucho. Créanlo y no escuchen las tentaciones del enemigo que trata de inducirnos a hacer cosas para ser aceptados por Dios. Nosotros ya somos aceptados y amados por él.
Juan 10:10 dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
No vivan menos que una vida plena, una vida abundante, que nuestro Padre Dios, quien nos ama mucho, quiere darnos.
Conéctense con Dios, estudien la Biblia, y estén siempre atentos, escuchando, leyendo, y absorbiendo los valores de Dios para que sus valores sean nuestros valores. Vivan al lado de Cristo de tal manera que puedan decir: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
Crecer, espiritualmente hablando, simplemente, es alimentar nuestra vida espiritual de Dios cada día, relacionándonos con él. Comiendo, bebiendo, corriendo, jugando, leyendo, orando, conversando, llorando y riendo con él.
Sepan que pertenecen a Dios, que valen la sangre de su Hijo, y entiendan que lo realmente importante es ser aceptados por Dios.
LLAMADO
¿Cuántos quieren decirle sí a Dios, aceptar el amor infinito que él tiene por ustedes, y entregarse a vivir toda la vida a su lado?
Tomen esa decisión ahora, dejen de ser esclavos de la expectativa de otros. Digan sí en este momento a los sueños que Dios tiene para ustedes. Yo les garantizo que valdrá la pena.
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