By Everon Donato
Texto bíblico: Mateo 14:14
Introducción:
Hoy es un día especial para la Iglesia. Lo especial de esta conmemoración está en la inspiración que recibimos de
nuestro Amigo Jesús, a través de su tierna compasión por la humanidad. Su
ejemplo nos motiva a actuar con compasión por nuestros semejantes.
La palabra compasión aparece cerca de 83 veces en las Escrituras, 65 veces en el
Antiguo Testamento, 18 veces en el Nuevo Testamento, de las cuales 11 se
registran en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas con relación al ministerio
de Jesucristo. Esto demuestra que el ministerio de Cristo tiene una marca: la
marca de la compasión.
La palabra deriva del latín COMPASSIO ONIS, que significa piedad, capacidad de
sentir lo que el otro siente. COMPATI = sentir piedad es una unión de COM (junto
en latín) + PATI (sufrir, aguantar).
En griego esa palabra es Esplagnisomai. Está relacionada con las partes internas
o entrañas de un individuo. Por lo tanto, cuando Cristo sentía íntima compasión,
significaba que estaba siendo movido desde las entrañas, sensibilizado por
compasión. Él realmente sentía el dolor y el sufrimiento de los demás. La
compasión es un atributo comunicable de Dios y nos habla de dos verdades:
I. La compasión lleva a Dios a actuar.
a. El Señor no está ajeno a nuestro sufrimiento y nuestras
necesidades. Elegimos por lo menos dos ejemplos bíblicos que nos
hacen reflexionar en la iniciativa de Dios de actuar con compasión
en favor de sus
Jonás sobre la verdadera compasión al decirle:
“Tú te compadeces
de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una
noche y en la otra pereció. Y de Nínive, una gran ciudad donde hay
más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de
su izquierda, y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?”
(Jonás 4:10, 11 NVI).
La compasión genuina de Dios se hace evidente, en contraste con
la efímera compasión de Jonás por una planta. Como resultado de
esta legítima compasión, el Señor tomó todas las iniciativas para
salvar a los paganos de sus malos caminos.
II. La compasión de Dios mueve a sus discípulos.
a. Los cristianos primitivos entendieron el ejemplo dejado por Jesús. La iglesia apostólica era una iglesia llena de compasión. Ya en los
primeros capítulos de Hechos leemos:
“Todos los que habían
creído estaban juntos, […] repartían a todos según la necesidad de
cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y
partiendo el pan en las casas, […] alabando a Dios, y teniendo favor
con todo el pueblo” (Hechos 2:44-47).
Contaban con la simpatía de otros porque se preocupaban por el
sufrimiento y las necesidades de las personas. No eran ajenos a ese
sufrimiento ni se quedaban encerrados en su zona de comodidad.
b. Las epidemias en el Imperio Romano. Hubo dos grandes epidemias
en el Imperio Romano. La primera en el 165 d.C. y la segunda en el
251 d.C. Según algunos investigadores, las plagas tenían
similitudes con la varicela. De acuerdo a Dionisio, obispo de
Alejandría, muchos cristianos perdieron sus vidas, desde diáconos
y presbíteros a miembros de la comunidad cristiana, pero aun así,
ellos no se negaron a prestar ayuda el prójimo (Stark, 2011).
El emperador Juliano le reclamó en una carta a un sacerdote de
Galacia. (362 d.C). “Ustedes deberían igualar las virtudes de los
cristianos en benevolencia para con los extranjeros y proveer
sepulturas a los muertos. Pienso que, cuando los sacerdotes
descuidan a los pobres, los impíos galileos lo observan y se
dedican a la benevolencia” (Stark, p. 167).
La compasión de los primeros cristianos era tan impresionante
que arriesgaban su propia salud y cavaban sepulturas para que las
personas recibieran el cuidado adecuado.
Nuestras manos deben ser más activas que nuestra lengua.
III. La compasión hoy
a. Un discípulo verdadero actúa hoy con compasión. Elena de White,
al comentar sobre la importancia de la compasión para la salvación
de personas escribió:
“Si quisiéramos humillarnos ante Dios, ser
amables, corteses y compasivos, se producirían cien conversiones
a la verdad allí donde se produce una ahora” (MB, 91).
Podríamos crecer 100 veces más si tan solo siguiéramos los
métodos de Cristo con compasión.
¿Por qué nos contentamos con
lo mínimo, cuando Dios quiere darnos lo máximo?
b. Dios quiere que usemos los talentos en acciones de compasión.
“No
se han trazado claramente planes ni se los ha realizado, planes por
medio de los cuales podrían haberse empleado los talentos de
todos en un servicio activo” (MB, 115).
“[…] los miembros de la iglesia que viven en esas ciudades usen los
talentos que Dios les ha dado trabajando por las almas” (HAp, 128).
c. Haga de su talento su ministerio.
Nehemías era un copero y usó su
talento para testificar al rey Artajerjes (Nehemías 2:1).
Daniel era
un ministro en Babilonia y usó su talento para servir al rey e
interpretarle el sueño (Dn 2).
El talento de Dorcas era coser y
usó su aguja como un púlpito para predicar los sermones más
hermosos. (Hechos 9:36-42).
¿Cuál es tu talento?
Si lo usas con
compasión, se transformará en tu ministerio y harás la diferencia
en la vida de alguien.
Conclusión:
Es hora de actuar con compasión. Esta tarde, en gran parte de Sudamérica
habrá multitudes actuando con compasión, en los diferentes puntos de
predicación y lugares seleccionados para impactar a la comunidad que nos
rodea. Participa con la fuerza de tu juventud, con tu grupo pequeño, con tu clase
de Escuela Sabática y con toda tu iglesia para llevar más compasión a un mundo
que sufre.
Usa tu talento, tu habilidad, tu creatividad y haz algo por alguien.
Después, invita a esa persona a que vaya de noche al punto de predicación más
cercano, a fin de que conozca sobre la sublime compasión de Cristo durante esta
Semana Santa.
Ilustración: Cuando lo invitaron a orar en el Congreso en Washington, Frank
Laubach dijo en su oración: “Oh Dios, perdona las veces en las que miramos al
mundo con nuestros ojos secos”.
Quien tiene compasión no tiene sus ojos secos. Los ojos de los discípulos de Jesús
están llenos de misericordia y compasión por aquellos por los que Cristo murió.
Es hora de decir que la compasión y el amor de Cristo nos motiva.
¿Estás dispuesto a
actuar con compasión?
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