ESCENIFICACIÓN (antes del sermón): ¿Qué puedo hacer para servirle?
NARRADOR: El mundo no es un lugar seguro para nuestros niños, porque en él hay guerras, injusticias y maldad en todas partes. Pero este es el mundo que Dios desea salvar.
Es a este mundo que Dios desea comunicar su amor sin límites. Nuestro buen Dios nos eligió para ser sus “Pequeños Siervos”. Lo único que necesitamos preguntar es: “¿Qué puedo hacer para servirte”?
ESCENA: (Desde un rincón de la iglesia) Juan entra muy feliz, saltando, cantando y teniendo en la mano una bolsa con algunas manzanas. Sigue su camino hacia la escuela. No obstante, mientras hace su trayecto, en la calle (colocar dos personas vestidas de niños de la calle con los pies descalzos, sentadas en otro rincón de la iglesia) Juan pasa frente a esos niños, pero después se detiene, abre su bolsa y ve las manzanas. Cariñosamente, se sienta al lado de ellos y les entrega una manzana a cada uno.
Después, se despide de los niños y vuelve a su casa. Al regresar, se detiene en el centro de la iglesia y pregunta: “¿Qué puedo hacer por...?”.
Permanece allí pensativo y dice: “¡Ya sé! Voy a llamar a mis amigos para que me ayuden!”. Juan sale de la escena.
Enseguida, (mientras los niños de la calle quedan allí mismo donde están) Juan entra con un grupo de amiguitos y amiguitas (pueden participar cuantos niños deseen) que están con las manos llenas de juguetes y ropas para aquellos niños. Todos se sientan en el piso y van mostrándoles sus regalos. Los niños de la calle demuestran alegría. En ese momento abrazan a los nuevos amiguitos y dicen a coro: “Somos los Pequeños Siervos del Señor”, todos salen ayudando a cargar los juguetes y felices.
PEQUEÑOS SIERVOS: (Este sermón deberá ser predicado por un adulto)
HIMNOS: 502 - Brilla en el si o donde estés / 497 - Manos
INTRODUCCIÓN - La historia de la solidaridad:
A todos nos gustan las buenas historias que hablan de cómo los animales son solícitos con los que no forman parte de su especie.
Muchas veces llegamos a ver algunos casos en los noticieros. No hace mucho, una de esas historias conmovió al Reino Unido. Después de diagnosticársele cataratas, el perro Terfel, de 8 años, pasó a vivir dentro de una cesta, casi sin moverse. Hasta que en un bello día, su dueña, la británica jubilada Judy Godfrey-Brown, adoptó una gata.
Para sorpresa de Judy, la gata, bautizada como "Pwdidat", se acercó a la cesta donde Terfel acostumbraba pasar la mayor parte del tiempo y, enseguida, no sólo persuadió al perro de salir de su cesta, sino que le ayudó a encontrar el camino en torno de la casa donde viven, en Holyhead, en el país de Gales, y hasta por el jardín, usando sus patas para guiarlo en la dirección correcta.
Desde entonces, la gata guía al perro y lo auxilia regularmente. Una historia conmovedora, que presenta trazos de aquello que Dios espera de nosotros, un corazón solidario. Pero, ¿cuántos de nosotros hemos sido verdaderamente solidarios?
I- DIOS ESPERA UN CORAZÓN DISPUESTO:
La Palabra de Dios presenta de forma muy clara el tratamiento que él espera que cada ser humano conceda a su prójimo. Vamos a analizar dos de esos pasajes:
Deuteronomio 15:11
“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”.
Isaías 58:6-11
6 “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?
7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las nieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan”.
Esos dos textos resumen lo que Dios espera de aquellos que son sus hijos.
El primero habla sobre la realidad de nuestra sociedad, dividida en clases sociales.
El segundo sobre lo que el Señor espera que hagamos, dadas las diferencias.
En los dos textos leídos, podemos percibir que, a pesar de que no es la voluntad de Dios que haya sufrimiento, pobreza y miseria sobre la tierra, estos son instrumentos utilizados para revelar su carácter a los menos favorecidos, por intermedio de sus hijos.
La siguiente historia ilustra bien ese objetivo divino:
“Hace muchos años, un pequeñito pobre frecuentaba una iglesia, vistiendo siempre ropa remendada y zapatos gastados. Cierto día, un hombre sin fe, que lo veía pasar frente a su casa, quiso hacerle una broma. Cuando el chico regresaba de la iglesia, le preguntó:
—Hola, pequeñito, ¿tú crees en Dios?
El niño respondió:
—Sí, creo que Dios existe y que nos ama mucho.
—¿Y piensas que él es tu amigo, que le caes muy bien?
—Sí. Él es mi mejor amigo.
—Entonces, si es tu gran amigo, ¿Por qué no te da ropa mejor y no te ayuda a comprar unos zapatos nuevos?
El niño, con una mirada firme, miró al hombre ateo y le dijo:
—Ciertamente, Dios le encargó a alguien en este mundo que hiciera eso por mí. Pero ese alguien todavía no me vio o no me quiso ver”.
El chico de la historia, a pesar de su pobreza, conocía muy bien el plan de Dios: ser visto a través de sus hijos.
Infelizmente, muchos de nosotros, como aquel escéptico, vivimos como si la responsabilidad fuese de los demás. Sin embargo, al analizar el texto de Isaías, podemos afrmar que la orden es dirigida a cada uno de nosotros y ene obligaciones y bendiciones para aquellos que son verdaderamente fieles.
Es cierto que hay más oprimidos que ricos, pero la pregunta permanece: ¿Cuántos están dispuestos a extender la mano?
Al analizar el texto de Isaías más de cerca, podemos afirmar:
II - DIOS ESPERA JUSTICIA
1. Dios exige que repartamos nuestras bendiciones recibidas a los más necesitados.
2. Dios nos ordena que hagamos el bien, atendiendo a los más pobres en todas las necesidades.
3. La oración de aquellos que cumplen la voluntad de Dios para con el pobre será atendida.
4. Dios dice que estos que proceden así, andarán siempre en la luz y que su vida será siempre saciada, aun en lugares áridos y sin vida.
III - DIOS ESPERA UN CRISTIANISMO PRÁCTICO:
Un corazón solícito, que ama al débil y necesitado, se alegra en comunicarse con Dios por medio de su vida abnegada y generosa. Ese es el corazón que Dios espera de sus hijos. Los que son parte de la familia de Dios tienen un corazón ligado al afligido y necesitado, siguiendo el ejemplo de Cristo, vaciándose de sí mismo y alimentando al hambriento, tanto en el sentido físico como en el espiritual.
Como cristianos que poseen un corazón que el Padre desea, debemos entender la realidad de este mundo de: (dé énfasis a estas cifras)
- Más de 50 millones de personas sin hogar, según la ONU.
- 2 mil millones de personas que viven en la miseria, lo que significa tener menos de U$1,00 por día.
- 1 de cada 5 niños que sufre algún tipo de abuso y 1 de cada 10 niñas del mundo que sufre abusos sexuales.
- 35% de las mujeres del mundo que son víctimas de diversas atrocidades, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
- 3,7 millones de niños huérfanos, solamente en Brasil. Eso sin citar todas las demás calamidades y dolencias que afectan a las personas alrededor del mundo.
Continuamente vemos catástrofes sucediendo en todas partes y pocos se conmueven y están a disposición del Maestro.
Levantamos la voz para decir que somos cristianos, pero nuestras manos están llenas de nuestras conquistas y nuestro corazón es demasiado egoísta para ayudar. Estamos siempre esperando que el gobierno, el municipio, la escuela, que otro haga algo. ¿Dónde está el problema? ¿Por qué hemos actuado de esa forma? ¿Por qué no tenemos el corazón que Dios quiere?
IV - DIOS DICE QUE ES DE PEQUEÑO QUE SE APRENDE (Prov. 22:6):
Crecemos oyendo frases como esa (es de pequeño que se aprende). Entonces, si esto es verdad, podríamos decir que cuando éramos niños, ¿conseguimos aprender lo que es la solidaridad?
Pero usted sueña con educar a su hijo de manera que él piense en el bien de los otros y sea solidario, ¿cierto? Entonces, ¿Por qué crecemos y tenemos tanta dificultad para ser verdaderamente solidarios u ejercer el cristianismo verdadero?
(Es mado predicador, si lo desea, puede usar un cuadro, PowerPoint o cartel para dejar más visibles los datos de la investigación)
Un estudio reciente de la Universidad Harvard, en los Estados Unidos, investigó sobre el asunto y vea la conclusión:
De los 10 mil estudiantes y sus familias entrevistados, se llegó a la siguiente conclusión:
- Es la intención del 96% de los padres tener hijos éticos y generosos. No obstante, los niños no están absorbiendo esos valores.
- Según el relevamiento, 80% de ellos se preocupan más por la felicidad propia que por el bienestar de los demás.
- Para esos niños, los adultos estarán más orgullosos si la prioridad es conquistar notas altas en la escuela – participar en actividades comunitarias, por ejemplo, no sería algo valorado por la familia.
- La respuesta de los niños presenta a sus padres dando poco o ningún valor a las acciones que suavicen el sufrimiento de otros, por lo menos, eso no es lo practicado.
Los cienticos llegan hasta pedir a los padres que revisen la forma como educan a los hijos, ya que la solidaridad es fundamental para que ellos crezcan y sean ciudadanos adaptados.
La práctica de la solidaridad, según la investigación de Harvard, también los ayudará a no practicar bullying o racismo, llevándolos a cultivar relaciones sanas, a respetar las diferencias, tener la voluntad de hacer el bien y, con todo eso, serán más felices.
La conclusión de los investigadores de Harvard es que si los niños aprendieran a ser solidarios, ciertamente se sentirían más felices.
¿No es ésta exactamente la voluntad de Dios para nosotros? ¡Que seamos felices! Usted puede hasta estar pensando: “¡Pero yo enseño a mi hijo a ser solidario!” Excelente, entonces responda:
¿Cuándo fue la última vez que su hijo presenció un acto de bondad para con el prójimo?
Cuando alguien le pide una limosna, ¿cuál es su reacción?
¿Cuál es el destino de ropas, calzados y utensilios que para usted no son más útiles?
¿Nuestros hijos han aprendido a valorar más el concepto de éxito de este mundo o estamos preparándolos aquí para ser ciudadanos del reino eterno?
Precisamos educar una generación que viva el cristianismo puro y verdadero. ¿Y qué religión es esa? Elena de White dice:
“¿Qué es la verdadera religión? Cristo nos ha dicho que la verdadera religión es el ejercicio de la compasión, la simpatía y el amor en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esta es la clase de religión para enseñar a los hijos y es lo genuino. Enseñadles que ellos no concentren sus pensamientos en sí mismos, sino que por doquier hay seres humanos necesitados y dolientes, que hay un campo para la obra misionera”. —The Review and Herald, 12 de noviembre de 1895. – {MB 39}.
V- DIOS DICE QUE LOS PADRES SON RESPONSABLES DE LOS HIJOS:
Queridos padres, estamos viviendo los últimos días de la historia de este mundo y el mal aumentará. Estamos llegando a un tiempo en que ningún bálsamo suavizará el sufrimiento humano, y pregunto:
¿Qué tipo de generación estamos formando?
¿Quiénes son nuestros hijos?
¿Qué ejemplo hemos dejado a los niños que Dios nos confió?
Nuestros hijos necesitan:
- Aprender en casa a través del ejemplo abnegado y que estamos en este mundo para servir. Cristo, nuestro mayor ejemplo, no escatimó esfuerzos para que sus discípulos aprendiesen esta lección.
- No ser librados de todo sufrimiento. Los momentos dolorosos son tan importantes como los de diversión. A través de situaciones cotidianas que presenten diferentes problemas, ellos pueden entender mejor el mundo en el que viven y serán motivados a actuar unidos con la familia. Así sabrán que es necesario el apoyo mutuo para la solución de las dificultades de la vida.
- Incentivar las amistades: Su hijo llegó de la escuela y contó que el padre de su compañero está enfermo. Converse y aconseje para que juegue con el amigo y le brinde afecto. Enséñele a demostrar cariño por el compañero. Si es posible, visiten a la familia.
- Aprender que ser feliz es ver a otro feliz también: los niños, desde temprano, pueden absorver esa enseñanza y entender la importancia de contagiarse de la alegría de los otros. Nuestros niños y niñas, desde pequeños, necesitan aprender la regla de oro que es amar a Dios de todo corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Pero recuerde: ellos aprenderán a través de nuestro ejemplo, de nuestras acciones diarias que demuestran el amor que tenemos. Jamás serán pequeños siervos si en casa y al avanzar por nuestro camino, nos olvidamos de enseñar.
La promesa de Dios es que, si vivimos así, luz irrumpirá de nosotros, jamás andaremos en tinieblas y nuestra vida será siempre abundante. ¿Puede usted imaginar la vida que sus hijos tendrán en virtud de sus elecciones?
CONCLUSIÓN - Amor en acción - llamado
(Llamar a todos los niños al frente para que sostengan un cartel bonito y bien colorido, con la frase: Nosotros somos pequeños siervos del Señor)
Querida iglesia, nuestro mundo clama por auxilio; niños, jóvenes, adultos, extranjeros, viudas y huérfanos claman por migajas que caen de nuestras mesas.
Los niños crecen cada día y necesitan recibir de la iglesia un ejemplo verdadero de amor abnegado. Vivimos aquí para ser un instrumento en las manos del Dios que hace milagros. Él desea tocar, transformar y salvar vidas por nuestro intermedio. Desea que el mundo le conozca a través de nosotros y de nuestros niños. Debemos hacer algo en este sentido.
Aquí están nuestros pequeños, ávidos por brindarse, por aprender del verdadero amor que se da al afliigido y desamparado, incondicionalmente. ¿Qué ejemplo estamos enseñando?
Durante todo este mes, la iglesia hizo una campaña de donación de juguetes. Seleccionamos lo mejor y elegimos un hogar de niños huérfanos.
Esta tarde haremos la distribución con esos niños que serán instrumentos de Dios para llevar el milagro de la alegría a aquellos que fueron abandonados por los que más deberían amarlos.
Esos son los pequeños siervos del Señor, pero, no queremos que esta sea solo una acción aislada. No es nuestro deseo que esto sea solamente por hoy, sino que sea una prác ca, porque el mundo clama; mujeres, hombres, niños y ancianos claman y nosotros debemos atender. Vamos a comunicar a todos que existe un Dios en el cielo que se preocupa por el a igido y el contrito de corazón.
Queridos, la escritora Elena de White, cierta vez dijo: “Los medios de los cuales disponemos no parecerán tal vez suficientes para la obra; pero si queremos avanzar con fe, creyendo en el poder de Dios que basta para todo, se nos presentarán abundantes recursos. Si la obra es de Dios, él mismo proveerá los medios para realizarla. El recompensará al que con fe sencilla y honradamente en él. Lo poco que se emplea sabia y económicamente en el servicio del Señor del cielo, se multiplicará al ser impartido. [...] Si vamos a la Fuente de toda fuerza, con las manos de nuestra fe extendidas para recibir, seremos sostenidos en nuestra obra, aun en las circunstancias más desfavorables, y podremos dar a otros el pan de vida”. – {DTG 339}.
En esta mañana, ¿Cuántos desean unirse a estos niños y ser un instrumento en las manos de Dios, para ser la respuesta al clamor de nuestro mundo? ¡Que Dios nos bendiga y nos fortalezca cada día para que sigamos este propósito de ser siervos del Señor!
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