Introducción
Segundo Warren W. Wiersbe (pág. 398), fueron propuestas cuatro soluciones para alimentar al numerosa multitud, cada cual, reflejaba su grado de confianza en la acción divina:
1. La primera solución (de los discípulos) – mandar a la multitud que se vaya (Marcos 6:35-36);
2. La segunda solución (de Felipe) – juntar dinero suficiente para comprar alimento (Juan 6:7);
3. La tercera solución (de Andrés) – aparentemente paliativa, o sea, presentar un niño con pocos alimentos a Jesús (Juan 6:8);
4. La cuarta solución (de Jesús) – la solución real. Bendecir el alimento, incluso lo poco que poseían y multiplicarlo (Juan 6:11)
La Multitud
a. En relación a la multitud, aunque Jesús se había compadecido de ella, por su incapacidad para conseguir alimento en aquel instante y circunstancia, Juan no la describe como pasiva en relación al Señor Jesús. La multitud lo seguía, porque estaba interesada en los milagros que él realizaba (Juan 6:2).
b. Conforme explica Bruce: "La multitud que seguía a Jesús, a juzgar por su actitud en el transcurrir de la narración, aparentemente era del tipo descrito en 2: 23, en una situación en Jerusalén: quedaron impresionados con las señales que vieron, mas seguían a Jesús solamente de manera superficial..." (F. F. Bruce, pág. 130)
c. Mismo así, la multitud estaba allí, conforme Marcos 6:34-35, y Jesús se compadeció de ella ¿Por qué?
1. Aquellas personas eran “como ovejas sin pastor” (Marcos 9:36);
Segundo Warren W. Wiersbe (pág. 398), fueron propuestas cuatro soluciones para alimentar al numerosa multitud, cada cual, reflejaba su grado de confianza en la acción divina:
1. La primera solución (de los discípulos) – mandar a la multitud que se vaya (Marcos 6:35-36);
2. La segunda solución (de Felipe) – juntar dinero suficiente para comprar alimento (Juan 6:7);
3. La tercera solución (de Andrés) – aparentemente paliativa, o sea, presentar un niño con pocos alimentos a Jesús (Juan 6:8);
4. La cuarta solución (de Jesús) – la solución real. Bendecir el alimento, incluso lo poco que poseían y multiplicarlo (Juan 6:11)
La Multitud
a. En relación a la multitud, aunque Jesús se había compadecido de ella, por su incapacidad para conseguir alimento en aquel instante y circunstancia, Juan no la describe como pasiva en relación al Señor Jesús. La multitud lo seguía, porque estaba interesada en los milagros que él realizaba (Juan 6:2).
b. Conforme explica Bruce: "La multitud que seguía a Jesús, a juzgar por su actitud en el transcurrir de la narración, aparentemente era del tipo descrito en 2: 23, en una situación en Jerusalén: quedaron impresionados con las señales que vieron, mas seguían a Jesús solamente de manera superficial..." (F. F. Bruce, pág. 130)
c. Mismo así, la multitud estaba allí, conforme Marcos 6:34-35, y Jesús se compadeció de ella ¿Por qué?
1. Aquellas personas eran “como ovejas sin pastor” (Marcos 9:36);
2. Porque ya declinaba la tarde, el lugar era desierto, “y ya está avanzada la hora”
(Marcos 6:35).
Independiente de las múltiples intenciones presentes en aquella multitud que “seguía” a Jesús, él manifestó compasión y suplió sus necesidades básicas. Con todo, no se dejó influenciar por el impulso de aquellos que pretendían sacar ventaja de sus “habilidades”, proclamándolo rey (Juan 6:15).
Independiente de las múltiples intenciones presentes en aquella multitud que “seguía” a Jesús, él manifestó compasión y suplió sus necesidades básicas. Con todo, no se dejó influenciar por el impulso de aquellos que pretendían sacar ventaja de sus “habilidades”, proclamándolo rey (Juan 6:15).
La Misión de Jesucristo
Humanamente hablando, seria conveniente hacer una curva en su misión y asumir el trono de Israel. Hasta incluso los líderes religiosos lo habrían apoyado, si él se dispusiese a liberar a la nación israelita del yugo romano. Con sus dones maravillosos, podría tornarse el mayor líder nacionalista de la historia.
Con todo, el Salvador dejó claro en sus discursos e instrucciones:
1. “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36);
2. “El hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Esto es, salvar al hombre de su condición miserable;
3. “Escrito estaba sobre lo que el hijo del Hombre sufriría” (Marcos 9:12);
4. “Enseñaba a sus discípulos y les decía: El hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres, y lo matarán; mas, tres días después de su muerte, resucitará.” (Marcos 9:31).
En Isaías 53:10, la profecía mesiánica indicaba que el Señor daría “su alma como ofrenda por el pecado”, por todo eso, no se dejaría coronar como rey.
Primero, tendría que pasar por la cruz, mas, antes de enfrentar ese terrible instrumento expiatorio, sería necesario evidenciar su unción, curando a los enfermos, restituyendo la visión a los ciegos, resucitando a los muertos y alimentando a los hambrientos.
Otra lección importante obtenida de este episodio es descrita por Elena G. White: "En el hecho de Cristo, de suplir las necesidades temporales de una masa hambrienta del pueblo, está envuelta una profunda lección espiritual para todos sus obreros. Cristo recibió del Padre; lo pasó a los discípulos; ellos lo entregaron a la multitud; y el pueblo unos a los otros. Así todos cuantos se hallan ligados a Cristo deben recibir de él el pan da vida, el alimento celestial, y pasarlo a otros." (White, Ministerio de la Bondad, pág. 264)
El niño
El texto de Juan 6:1-15 parece entender que el muchacho, portador de los cinco panes de cebada y los dos peces fue el único que se preparó para pasar el día con Jesús. No hay informaciones adicionales sobre él, mas muchos comentaristas elogian a su madre. Ella le preparó ese kit de viaje. Tal vez, hasta conociese a Jesús.
Sin embargo, debemos tomar en cuenta algunos mensajes implícitos en el relato de este episodio:
1. Él no estaba siguiendo a Jesús, simplemente por causa del alimento;
2. Se preparo para pasar tiempo con el Salvador y oírlo;
3. No se opuso a que su alimento fuese compartido con los otros;
4. Teniendo en cuenta que él era el único con una cesta de alimento, es posible que Jesús haya multiplicado también el cesto, hasta llegar al número doce, que comprendía lo suficiente para almacenar las sobras (Juan 6:12-13). Si fue así, el hecho de no haber sido relatado por los evangelistas, se debió a su irrelevancia delante del milagro de la multiplicación de una porción ínfima e inexpresiva de alimento en una cantidad abundante, y que sustentó a miles de personas.
En todo caso, el número 12 es sugestivo, teniendo en cuenta que:
Humanamente hablando, seria conveniente hacer una curva en su misión y asumir el trono de Israel. Hasta incluso los líderes religiosos lo habrían apoyado, si él se dispusiese a liberar a la nación israelita del yugo romano. Con sus dones maravillosos, podría tornarse el mayor líder nacionalista de la historia.
Con todo, el Salvador dejó claro en sus discursos e instrucciones:
1. “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36);
2. “El hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Esto es, salvar al hombre de su condición miserable;
3. “Escrito estaba sobre lo que el hijo del Hombre sufriría” (Marcos 9:12);
4. “Enseñaba a sus discípulos y les decía: El hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres, y lo matarán; mas, tres días después de su muerte, resucitará.” (Marcos 9:31).
En Isaías 53:10, la profecía mesiánica indicaba que el Señor daría “su alma como ofrenda por el pecado”, por todo eso, no se dejaría coronar como rey.
Primero, tendría que pasar por la cruz, mas, antes de enfrentar ese terrible instrumento expiatorio, sería necesario evidenciar su unción, curando a los enfermos, restituyendo la visión a los ciegos, resucitando a los muertos y alimentando a los hambrientos.
Otra lección importante obtenida de este episodio es descrita por Elena G. White: "En el hecho de Cristo, de suplir las necesidades temporales de una masa hambrienta del pueblo, está envuelta una profunda lección espiritual para todos sus obreros. Cristo recibió del Padre; lo pasó a los discípulos; ellos lo entregaron a la multitud; y el pueblo unos a los otros. Así todos cuantos se hallan ligados a Cristo deben recibir de él el pan da vida, el alimento celestial, y pasarlo a otros." (White, Ministerio de la Bondad, pág. 264)
El niño
El texto de Juan 6:1-15 parece entender que el muchacho, portador de los cinco panes de cebada y los dos peces fue el único que se preparó para pasar el día con Jesús. No hay informaciones adicionales sobre él, mas muchos comentaristas elogian a su madre. Ella le preparó ese kit de viaje. Tal vez, hasta conociese a Jesús.
Sin embargo, debemos tomar en cuenta algunos mensajes implícitos en el relato de este episodio:
1. Él no estaba siguiendo a Jesús, simplemente por causa del alimento;
2. Se preparo para pasar tiempo con el Salvador y oírlo;
3. No se opuso a que su alimento fuese compartido con los otros;
4. Teniendo en cuenta que él era el único con una cesta de alimento, es posible que Jesús haya multiplicado también el cesto, hasta llegar al número doce, que comprendía lo suficiente para almacenar las sobras (Juan 6:12-13). Si fue así, el hecho de no haber sido relatado por los evangelistas, se debió a su irrelevancia delante del milagro de la multiplicación de una porción ínfima e inexpresiva de alimento en una cantidad abundante, y que sustentó a miles de personas.
En todo caso, el número 12 es sugestivo, teniendo en cuenta que:
- 12 son los patriarcas;
- 12 son los discípulos;
- 12 son las puertas de Jerusalén;
- 12 son las tribus simbólicas de Israel, de donde saldrán los 144 mil siervos de Dios que vencerán a los apelos de la bestia en la crisis final.
Una lección para nosotros
Ese episodio encierra otra lección objetiva para nosotros que nos deparamos con muchas dificultades a lo largo de nuestra peregrinación en este mundo. Con frecuencia, intentamos solucionar los problemas de escasez de la misma manera que los discípulos, cuando faltó el alimento para aquellos que vinieron a oír la Palabra.
Elena White nos exhorta: “Los medios que disponemos tal vez no parezcan suficientes para la obra; mas, se avanzamos con fe, creyendo en el todo-suficiente poder de Dios, abundantes recursos se nos ofrecerán. Si la obra es de Dios, Él mismo proveerá los medios para su realización. Recompensará a sincera y simple confianza en él. Lo poco que es sabia y económicamente empleado en el servicio del Señor del Cielo, aumentará en el mismo acto de ser comunicado. En las manos de Cristo permaneció, sin menguar, la escasa provisión, hasta que todos se saciasen.” (Ministerio de la bondad, pág. 266)
Al ofrecer el cesto de alimentos a Jesús, aquel muchacho entregó todo. Fue una demostración de fe. Dio su provisión, su confianza y su amor. Simbolizado en aquel cesto de panes y peces, ofrecidos a Jesús, constaba el impresionante mensaje: “¡La ofrenda soy yo!”
Conclusión
1. Fueron propuestas cuatro soluciones para alimentar a la multitud;
2. La propuesta que prevaleció fue la del Propio Señor Jesús. Él realiza lo imposible;
3. Muchos estaban allí, no solo para oír la Palabra de Dios; sino por causa del alimento;
4. Mismo así, Cristo los alimentó, pues es amoroso para con sus hijos. Él se compadeció de las multitudes que son como ovejas sin pastor;
5. Jesús vino a este mundo con una misión. Ni la honra de la realeza sacó de él la gloria de la cruz, pues, vino para salvar a los pecadores;
6. El niño de los panes y peces fue, aparentemente, el único que se preparó para pasar el día con Cristo. De la misma forma, debemos prepararnos para estar con él siempre, y creer en lo que puede realizar en beneficio de la humanidad a través de la entrega de lo que somos y tenemos a él;
7. Aquel muchacho entregó su provisión para ser repartida con todos, dando una demostración de fe. Por eso, podía exclamar: “¡La ofrenda soy yo!”
Apelo
Después de oír esa impresionante lección bíblica, ¿Le gustaría unir su voz a la de los gigantes de la fe? Entonces, diga conmigo: "¡La ofrenda, soy yo"!
- 12 son los discípulos;
- 12 son las puertas de Jerusalén;
- 12 son las tribus simbólicas de Israel, de donde saldrán los 144 mil siervos de Dios que vencerán a los apelos de la bestia en la crisis final.
Una lección para nosotros
Ese episodio encierra otra lección objetiva para nosotros que nos deparamos con muchas dificultades a lo largo de nuestra peregrinación en este mundo. Con frecuencia, intentamos solucionar los problemas de escasez de la misma manera que los discípulos, cuando faltó el alimento para aquellos que vinieron a oír la Palabra.
Elena White nos exhorta: “Los medios que disponemos tal vez no parezcan suficientes para la obra; mas, se avanzamos con fe, creyendo en el todo-suficiente poder de Dios, abundantes recursos se nos ofrecerán. Si la obra es de Dios, Él mismo proveerá los medios para su realización. Recompensará a sincera y simple confianza en él. Lo poco que es sabia y económicamente empleado en el servicio del Señor del Cielo, aumentará en el mismo acto de ser comunicado. En las manos de Cristo permaneció, sin menguar, la escasa provisión, hasta que todos se saciasen.” (Ministerio de la bondad, pág. 266)
Al ofrecer el cesto de alimentos a Jesús, aquel muchacho entregó todo. Fue una demostración de fe. Dio su provisión, su confianza y su amor. Simbolizado en aquel cesto de panes y peces, ofrecidos a Jesús, constaba el impresionante mensaje: “¡La ofrenda soy yo!”
Conclusión
1. Fueron propuestas cuatro soluciones para alimentar a la multitud;
2. La propuesta que prevaleció fue la del Propio Señor Jesús. Él realiza lo imposible;
3. Muchos estaban allí, no solo para oír la Palabra de Dios; sino por causa del alimento;
4. Mismo así, Cristo los alimentó, pues es amoroso para con sus hijos. Él se compadeció de las multitudes que son como ovejas sin pastor;
5. Jesús vino a este mundo con una misión. Ni la honra de la realeza sacó de él la gloria de la cruz, pues, vino para salvar a los pecadores;
6. El niño de los panes y peces fue, aparentemente, el único que se preparó para pasar el día con Cristo. De la misma forma, debemos prepararnos para estar con él siempre, y creer en lo que puede realizar en beneficio de la humanidad a través de la entrega de lo que somos y tenemos a él;
7. Aquel muchacho entregó su provisión para ser repartida con todos, dando una demostración de fe. Por eso, podía exclamar: “¡La ofrenda soy yo!”
Apelo
Después de oír esa impresionante lección bíblica, ¿Le gustaría unir su voz a la de los gigantes de la fe? Entonces, diga conmigo: "¡La ofrenda, soy yo"!
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