INTRODUCCIÓN
Los días de Cristo en la Tierra estuvieron llenos de abundante trabajo y acciones de compasión. Eso no impedía que algunas veces buscara descanso en casa de alguno de sus amigos.
2 expresiones resaltan en Marcos 2:1, 2.
La primera es “en casa”. No hay como sentirse en casa. Algunas personas tienen grandes casas y nunca se siente bien allí. Quieren huir y desaparecer. Es lindo tener una casa y sentirse en casa.
La segunda expresión es que “al escuchar que estaba en casa”. Otra versión traduce como “Corrió la voz de que estaba en casa”.
Esa casa se llenó de gente. “Muchos habían venido como espías, buscando motivos para acusar a Jesús. Más allá se apiñaba la promiscua multitud de los interesados, los curiosos, los respetuosos y los incrédulos. Estaban representadas varias nacionalidades y todas las clases de la sociedad” (El ministerio de curación, p.50).
El texto dice que “ya no cabían ni ante la puerta”.
Lucas complementa: “Y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos”. ¡Inmenso amor de Dios! Habían venido para acusarlo y él estaba dispuesto a sanarlos...
Esa es una muestra de su compasión: Esplagnísomai, una preocupación real, un dolor en el vientre, hecho que le impulsaba a entregarse por la gente.
I. EL HOMBRE QUE DESPIERTA COMPASIÓN. (Marcos 2:3).
No lejos de allí, en otra casa, se vivía un drama que tenía como epicentro a un paralítico, parapléjico, incapaz de valerse por sí mismo.
Aun hoy cuando contamos con tanta ayuda tecnológica, ¡es tan desdichado ser paralítico!
Imaginémonos cómo habrá sido esa situación en el primer siglo. En ese tiempo no había sábanas delicadas ni colchones ortopédicos. Los paralíticos yacían en camillas; incómodos por las costras infectadas, imposibilitados siquiera de espantar las moscas que se acercaban por sus heridas.
a. El paralítico del relato había perdido toda esperanza de sanidad, además, sabía que su propia vida pecaminosa lo había llevado a ese fin, y el remordimiento amargaba su padecer.
“En vano había acudido a los fariseos y los médicos en busca de alivio; le habían declarado incurable, y condenándole por pecador, habían afirmado que moriría bajo la ira de Dios” (Ibíd., 49).
Al perder toda esperanza de sanidad, anhelaba que ese suplicio llegara su fin.
b. La parálisis representa el poder del pecado arruinando la vida de la gente. Hay gente paralizada por el alcohol, las drogas, la infidelidad, los vicios secretos y otros venenos que abundan en el mundo.
Han destrozado sus propias vidas y han afectado la vida de toda su familia.
El remordimiento los consume, creen que son incurables y que no hay esperanza, pero Cristo vino para deshacer las obras del Diablo, romper cadenas, a traer libertad y sanidad.
II. LA COMPASIÓN DE LOS AMIGOS (Marcos 2:3)
“El paralítico había caído en la desesperación. Pero después oyó hablar de las obras de Jesús. Otros, tan pecadores y desamparados como él, habían sido curados, y él se sintió alentado a creer que también podría ser curado si conseguía que le llevaran al Salvador” (Ibíd., 49).
a. Los amigos.
El paralítico contaba con una fortaleza importante: sus amigos. Cuatro amigos maravillosos que al enterarse de que el único médico capaz de sanar esa enfermedad estaba en Capernaum decidieron que no dejarían pasar esa oportunidad.
No había tiempo que perder, pues ya su carne demacrada presentaba síntomas de muerte.
Tomando la esterilla lo llevaron por las calles hasta la casa de Pedro para que recibiera la sanidad.
¡Qué clase de amigos estos!
Eran verdaderamente amigos. Porque amigos son aquellos que nos llevan a lo bueno.
En cambio, los “amigos” que arrastran a otros a los vicios y al mal, no deben llamarse amigos sino enemigos.
b. Los rompetechos.
“El enfermo miraba en torno suyo con angustia indecible. ¿Cómo podía abandonar toda esperanza, cuando el tan anhelado auxilio estaba ya tan cerca?” (Ibíd., 50).
Entonces, tuvo una excéntrica idea: levantar las tejas del techo, hacer un boquete que le permitiera bajar a los pies de Jesús. Los amigos nunca dudaron. Fueron capaces de romper un techo.
John Ortberg, refiriéndose a ese caso, habla de la comunidad de los rompetechos: gente capaz de hacer lo imposible por la sanidad de sus amigos.
III. LA FE DE LOS AMIGOS (Marcos 2:5).
“Al ver Jesús la fe de ellos...” (Mar 2:5)
Es increíble. El paralítico sería atendido por la fe de ellos, los amigos.
¿Será posible que la salvación dependa tanto de la fe de los amigos?
- Es posible que hoy alguien haya sido traído por sus amigos.
- Hay otros que han venido por la súplica de sus padres.
- Hay hombres que están aquí por la oración de sus esposas y viceversa.
- Imagínese: salvo por la fe y la oración de una madre que nunca dejó de orar por su hijo, o el clamor de una mujer por su esposo.
Nunca dejen de orar por las personas a las que aman, nunca dejen de orar por los amigos. Dios recompensará la fe de los que suplican por otros.
Historia
Marcela se entregó al Señor, gracias a un programa de televisión. Eso la sacó de una depresión profunda. Asistía feliz a la iglesia, pero, su esposo nunca quería ir, por más ruegos que ella le hacía.
Se limitaba a llevarla y recogerla a la hora exacta. Ella muchas veces tenía que salir antes de terminar el culto para que él no la avergonzara con la bocina del automóvil cuando llegaba a buscarla.
Oró 17 años para que Dios tocara su corazón.
En una semana de oración, el esposo accedió de mala gana a llevarla todas las noches, exigiéndole que se ciñera al horario. Sin embargo, a fin de ahorrar combustible, el marido decidió esperar hasta la salida. Había un espacio junto a la ventana de la iglesia y sin querer, escuchó el sermón y quedó impresionado.
Todas las noches se repitió lo mismo, solo que el esposo le exigía a la señora salir más temprano.
En realidad no quería perder el lugar preferencial que había encontrado junto a la ventana. El último día, medio disfrazado, entró a la iglesia y a la salida se las ingenió para hablar con el pastor.
—Soy esposo de Marcela, le dijo. Quiero bautizarme.
El pastor titubeó y le mencionó que no había recibido estudios bíblicos.
El hombre contestó:
—Hace 17 años ella me habla de Dios y conozco todas las doctrinas.
Solo que quiero que me ayude para darle mañana una sorpresa. El último en entrar al agua seré yo.
Imagínense lo que sucedió. La hermana casi se muere de la impresión cuando vio a alguien tan parecido a su esposo descender a las aguas; y luego, comprobar que era realmente su marido.
Ese realmente fue un milagro.
Es cierto, la salvación es personal. Pero algunos no llegarían a los pies de Jesús a no ser por la fe de los amigos.
IV. LA COMPASIÓN DE CRISTO
(Marcos 2:7-12)
a. Tus pecados te son perdonados.
Ahora, a los pies de Jesús yacía el paralítico. Los presentes contuvieron el aliento. No iban a perderse una palabra de las que diría el sanador. Y ahora, con palabras que eran como música para los oídos a los cuales eran destinadas, el Salvador dijo: “Confía, hijo; tus pecados te son perdonados {Mat. 9:2}” (Ibíd., 50)
“La carga de culpa se desprende del alma del enfermo. Ya no puede dudar. Las palabras del Cristo manifiestan su poder para leer en el corazón. [...]La esperanza sucede a la desesperación, y el gozo a la tristeza deprimente. Ya desapareció el dolor físico, y todo el ser del enfermo está transformado. Sin pedir más, reposa silencioso y tranquilo, demasiado feliz para hablar” (Ibíd., 51).
b. ¿Quién es éste que puede perdonar pecados?
Es Cristo, el hijo de Dios, aquel que dentro de poco habría de derramar su sangre en la cruz por los pecados del mundo.
El problema del hombre no solo es físico, sino espiritual.
Hay una relación directa entre la salud física y la salud espiritual. Muchas personas están enfermas porque cargan culpas inmensas que nadie en el mundo se las puede quitar. Para eso vino Cristo, para quitar las cargas. Él dijo: Venid a mí, todos los que estéis cargados y cansados y yo os haré descansar” (Mat. 11:28).
Las palabras de Cristo son reales hoy y llegan a tu corazón: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. ¿Quisieras recibir el perdón de Dios hoy? Ponte de pie y confiésale tu pecado, él está esperando hacer un milagro en tu vida.
Llamado
Ahora:
¿Hay algún esposo que quisiera pedirle perdón públicamente a su esposa?
¿Hay alguna esposa que quiera pedirle perdón a su esposo?
¿Hay algún padre que desee obtener el perdón de su hijo o hija?
¿Hay algún hijo que quiera pedirle perdón a su padre o su madre?
Si Cristo nos perdona,
¿Cómo no podremos nosotros también perdonar a nuestro prójimo?
Este es el milagro más grande de Dios. Es el inicio de la sanidad, de la paz y el amor. Esta es la hora del perdón y la reconciliación.
Toma valor y hazlo hoy. No se puede avanzar ni ser feliz, sin arreglar primero los problemas del corazón.
(Solicitar que las familias se unan)
V. LOS EFECTOS DE LA COMPASIÓN (Marcos 2:11)
Sin embargo, los milagros de Dios son completos. La sanidad no solo fue interior sino exterior. Le dice al paralítico “Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa” (Mar. 2:11).
“Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa” (Mar. 2:12).
a. Levántate. Cristo nos habilita para andar y para salir adelante, “levántate” significa valor para continuar.
b. El milagro es total. No es sólo una acción inmediata que se conoce como justificación, sino una que acompaña toda nuestra vida: santificación.
c. No podemos volver a casa y seguir viviendo como lo hacíamos antes, algo sucedió en nuestro ser y esa transformación se renovará todos los días de nuestra vida.
d. Toma tu lecho. Se refiere a la parte que le corresponde al ser humano. Dios hace el milagro y el hombre lo acepta, se levanta y toma su lecho. No se queda de brazos cruzados, tiene que hacer de su parte y enfrentar su realidad diaria. Significa asumir el rol que le corresponde en el hogar, dejar de hacer algo que está destruyendo su vida.
e. Vete a tu casa. Significa que es en la privacidad de nuestra casa donde debemos testificar el milagro de Dios. No hay otro escenario mejor para el desarrollo de la personalidad y el carácter como el seno familiar.
En casa es donde probamos nuestra lealtad a Dios y a nuestro prójimo.
Por eso Satanás busca destruir el hogar, pero Dios sigue sosteniendo las familias.
CONCLUSIÓN
Allí de pie, individualmente y como familias, estamos pidiendo un milagro de amor.
Jesús, lleno de compasión nos dice primero: Hijo, hija, tus pecados te son perdonados, y luego, nos levanta y nos da la orden de cumplir nuestro rol como corresponde y vivir en paz en casa.
Gracias a Dios por la oportunidad de comenzar de nuevo.
Hoy llegaremos a casa y muchas cosas tienen que cambiar. No tienes que pagar nada, es solo creer y levantarte.
¡Qué privilegio comenzar de nuevo!
Este milagro de sanidad es la expresión mayor de la compasión de Cristo. Su alegría es ver a un incurable restaurado y ejerciendo compasión con su prójimo. Por eso él entregó su vida.
Cristo quiere levantarte en este día, él tan solo pide que creas en él.
¿Cuántos queremos colocar nuestra mirada y fe en Jesús el autor de la vida?
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