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En los pasos de Jesús - Pasos de Fidelidad




PASOS DE FIDELIDAD

Texto Bíblico: Mateo 27: 11-26

Objetivo del sermón: En contraste con la actitud cobarde de Pilato y la soberbia de Herodes, reconocer la actitud el de Jesús y tomar la decisión de seguir sus pasos.

INTRODUCCIÓN

1. Después de condenar a Jesús, el concilio del Sanedrín se había dirigido a Pilato para que confírmase y ejecutase la sentencia.

2. Los funcionarios judíos no querían entrar en el tribunal romano. Según su ley ceremonial, ese acto los habría contaminado y les habría impedido tomar parte en la esta de la Pascua. Cuidaban su ceremonia y descuidaban al personaje central de la ceremonia. ¡Qué contradicción!

3. “En su ceguera, no veían que el odio homicida había contaminado sus corazones. No veían que Cristo era el verdadero Cordero pascual, y que, por haberle rechazado, para ellos la gran esta había perdido su signi cado” (El deseado de todas las gentes, p. 671).

4. Analicemos en Mateo 27:11-26 la actitud de Pilato, de Herodes y de Jesús. 

I PILATO EL COBARDE

1. Pilato miró a Jesús con ojos de pocos amigos. Lo habían sacado de su dormitorio a las apuradas. Pretendía resolver el asunto rápidamente.

2. Estaba impresionado por la presencia, las respuestas y los silencios de Jesús.

3. Pilato había tratado con tantos criminales y delincuentes pero nunca antes había visto un hombre que transmitía esa paz y bondad.

4. “En su cara no vio vestigios de culpabilidad, ni expresión de temor, ni audacia o desafío. Vio a un hombre de porte sereno y digno, cuyo semblante no llevaba los estigmas de un criminal, sino la rma del cielo” (El deseado de todas las gentes, p. 671).

5. “La apariencia de Jesús hizo una impresión favorable en Pilato. Su naturaleza mejor fue despertada. Había oído hablar de Jesús y de sus obras. Su esposa le había contado algo de los prodigios realizados, que sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos. Ahora esto revivía como un sueño en su mente. Resolvió exigir a los judíos que presentasen sus acusaciones contra el preso” (El deseado de todas las gentes, p. 672).

6. “Pilato no creía que el preso hubiese maquinado contra el gobierno. Su apariencia mansa y humilde no concordaba en manera alguna con la acusación. Pilato estaba convencido de que un tenebroso complot había sido tramado para destruir a un hombre inocente que estorbaba a los dignatarios judíos. Volviéndose a Jesús, preguntó: “¿Eres tú el Rey de los Judíos?” El Salvador contestó: “ Tú lo dices”. Y mientras hablaba, su semblante se iluminó como si un rayo de sol resplandeciese sobre él” (El deseado de todas las gentes, p. 674). 

7. Los sacerdotes y principales presionaban con sus actos de violencia, pero Pilato no encontró motivos para condenar a Jesús.

8. ¿No oyes cuántas cosas testican contra ti? (v.13). Pilato presiona a Jesús para que arme su inocencia o reconozca su culpabilidad.

9. El silencio de Jesús maravilló a Pilato. (v.14) y le resultaba muy extraño que no se justificara.

10. El gobernador, para contentar a los judíos, solía soltarles uno de los presos en la esta de la Pascua (v.15).

11. El preso competidor de Jesús fue Barrabás, un preso famoso (v.16). Traición, homicidio y felonía eran sus tres delitos (Luc.13:19; Juan 18:40)

12. A quién queréis que os suelte? (v.17). Pilato estaba seguro que la inocencia de Jesús compitiendo con la maldad de Barrabas, lo daría vencedor.

13. Le faltó valor para ejercer su autoridad y supuso que escondido en esta ambigüedad saldría airoso.

14. Típico razonamiento de los que pretenden agradar a los hombres antes que a Dios. Sorprendido por el resultado de la elección tuvo que preguntar:

¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? (v.22). En su pregunta se percibe que el mismo lo reconocía como Mesías.

15. Pilato percibió que la envidia hacia Jesús fue el móvil de esa gente. (v.18). No fue la culpabilidad de Jesús, sino su bondad, lo que provocó su enjuiciamiento.

16. Mientras Pilato multiplicaba sus esfuerzos para soltar a Jesús, un mensaje enviado por su esposa confirmó su pensamiento: “No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él” (v.19).

17. “Cuando sus propios discípulos tenían miedo de presentarse en defensa suya, Dios hizo que extranjeros y enemigos hablasen a su favor; mientras Pedro le negaba, Judas le confesaba; cuando los principales sacerdotes le pronunciaban reo de muerte, Pilato declaraba no hallar falta en él; cuando las mujeres que le amaban se mantenían a distancia, la mujer de Pilato, que nada sabía de él, mostraba su preocupación por él. Era un suave aviso a Pilato: No tengas nada que ver con él” (M. Henry).

18. Los principales y sacerdotes “Persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que diesen muerte a Jesús” (v. 20).

19. El pueblo hizo su elección (v.21). ¿A cuál de los dos—dijo Pilato— queréis que os suelte? Pensaba que iba a obtener lo que deseaba: soltar a Jesús. Pero, para su gran sorpresa, dijeron: A Barrabás.

20. Asombrado de la elección que habían hecho al pedir a Barrabás, Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea cruci cado! Este género de muerte era considerado como el más vergonzoso y esperaban así que los discípulos de Jesús se avergonzasen de él y que ese movimiento quedara en la nada.

21. Pilato presentó otra objeción: Pues, ¿qué mal ha hecho? (v.23). Esta pregunta dice mucho en honor del Señor Jesús, en quien, aun cuando sufrió como un criminal, ni el juez ni sus acusadores pudieron hallar pruebas de que hubiera hecho algo malo.

22. Viendo Pilato que nada conseguía y que más bien se formaba un tumulto, se lavó las manos delante del pueblo; no porque pensase que así se puri caba de cualquier culpabilidad delante de Dios, sino para justi carse delante del pueblo. 

23. Soy inocente de la sangre de este justo. ¡Qué contradictorio! Condena a un justo y se proclama inocente. Y encima, carga la culpa al pueblo y
a los sacerdotes: Los sacerdotes la habían cargado sobre Judas: ¡Allá tú!
Ahora Pilato la cargaba sobre ellos: ¡Allá vosotros! 

24. Pilato lavó sus manos, pero nunca pudo lavar su conciencia. 

25. A pesar de sus precauciones aquello mismo que temía le aconteció después. Fue despojado de sus honores, fue derribado de su alto cargo y, atormentado por el remordimiento y el orgullo herido, poco después de la cruci xión se quitó la vida. Asimismo, todos los que transigen con el pecado no tendrán sino pesar y ruina. “Hay camino que al hombre parece derecho; empero su n son caminos de muerte” (El deseado de todas las gentes, p. 687)

II HERODES EL SOBERBIO

1. Cuando Pilato oyó que Cristo era de Galilea, lo envió al gobernador de esa provincia. Traspasó a Herodes la responsabilidad del juicio.

2. Herodes, se alegró al ver a Jesús, “hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal”. Era su oportunidad de salvar la vida de este profeta, desterrar para siempre el recuerdo de aquella cabeza sangrienta
que le llevaran en un plato y quedar libre de su culpa. 

3. Herodes interrogó a Cristo con muchas palabras, pero durante todo ese tiempo el Salvador mantuvo un profundo silencio.

4. Se trajeron inválidos y mutilados, y se le ordenó a Cristo que probase su poder realizando un milagro. Los hombres dicen que puedes sanar a los enfermos, dijo Herodes. Yo deseo ver si tu muy difundida fama no ha sido exagerada.

5. “Si puedes realizar milagros en favor de otros, hazlos ahora para tu propio bien, y saldrás bene ciado. Luego ordenó: Muéstranos una señal de que tienes el poder que te ha atribuido el rumor. Pero Cristo.

permanecía como quien no oyese ni viese nada. El Hijo de Dios había tomado sobre sí la naturaleza humana. Debía obrar como el hombre habría tenido que obrar en tales circunstancias. Por lo tanto, no quiso realizar un milagro para ahorrarse el dolor y la humillación que el hombre habría tenido que soportar si hubiese estado en una posición similar” (El deseado de todas las gentes, p. 677).

6. Los sacerdotes y gobernantes volvieron a insistir en sus acusaciones contra él: “Es un traidor y blasfemo. Realiza milagros por el poder que le ha dado Belzebú, príncipe de los demonios”.

7. “La conciencia de Herodes era ahora mucho menos sensible que cuando tembló de horror al oír a Salomé pedir la cabeza de Juan el Bautista. Durante cierto tiempo, había sentido intenso remordimiento por su terrible acto; pero la vida licenciosa había ido degradando siempre más sus percepciones morales, y su corazón se había endurecido a tal punto que podía jactarse del castigo que había in igido a Juan por atre- verse a reprenderle. Ahora amenazó a Jesús, declarando repetidas veces que tenía poder para librarle o condenarle. Pero Jesús no daba señal de que le hubiese oído una palabra” (El deseado de todas las gentes, p. 678).

8. Herodes se irritó mucho por el silencio de Jesús. Esta indiferencia fue un atentado contra su autoridad. Su soberbia no le permitía aceptar tal desconsideración de tal manera que su ira y amenazas fueron en aumento

9. "La misión de Cristo en este mundo no era satisfacer la curiosidad ociosa. Había venido para sanar a los quebrantados de corazón. Si pronunciando alguna palabra, hubiese podido sanar las heridas de las almas enfermas de pecado, no habría guardado silencio. Pero nada tenía que decir a aquellos que no querían sino pisotear la verdad bajo sus profanos pies” (El deseado de todas las gentes, p. 678)

10. Esa mirada de Jesús que transmitía amor, compasión y perdón hacia el pecador no tenía nada que ofrecer a Herodes, esa boca que había pro- nunciado solemnes y eternas verdades en suplicantes ruegos a los peca- dores ahora estaba cerrada frente al egoísta rey que no sentía ninguna necesidad de un Salvador.

11. “La pasión ensombreció el rostro de Herodes. Volviéndose hacia la multitud, denunció airadamente a Jesús como impostor. Entonces dijo a Cristo: Si no quieres dar prueba de tu aserto, te entregaré a los soldados y al pueblo. Tal vez ellos logren hacerte hablar. Si eres un impostor, la muerte en sus manos es lo único que mereces; si eres el Hijo de Dios, sálvate haciendo un milagro” (El deseado de todas las gentes, p. 679). 

12. Herodes no se atrevió a ratificar la condena de Cristo. También quiso “lavar sus manos” y liberarse de la terrible responsabilidad y mandó a Jesús de vuelta al tribunal romano. 

13. Y Herodes terminó como terminan los soberbios aplaudido y adulado no como mortal “[...] siempre le habían respetado como gobernante, de ahora en adelante le adorarían como dios [...] dispuestos a adorar como dios al altanero rey, cuyos magníficos vestidos de plata y oro cubrían un corazón corrompido y cruel” (Testimonios Selectos, t.2, p.144-145).

14. “Herodes sabía que no merecía ninguna de las alabanzas [...] sin embargo aceptó la idolatría [...] Su corazón latía locamente de triunfo, y una expresión de orgullo satisfecho se notaba en su semblante, mientras oía el clamor: “Voz de dios, y no de hombre” (Testimonios Selectos, t.2, p.145).

15. “Pero de repente le sobrecogió un cambio espantoso. Su rostro se puso pálido como la muerte, y convulsionado por la agonía. Gruesas gotas de sudor brotaron de sus poros [...] y dijo Aquel que ensalzasteis como dios está herido de muerte” (Testimonios Selectos, t.2, p.146)

16. Sintió que Dios estaba obrando con él, el perseguidor implacable. No hallaba alivio del dolor corporal ni de la angustia mental, ni esperaba recibirlo. Herodes murió en gran agonía mental y corporal, bajo el justo castigo de Dios” (Testimonios Selectos, t.2, p.146). 

17. “Dios ahogó en desprecio el orgullo de Herodes, y su persona [...] fue pasto de los gusanos, y entró en putrefacción cuando aún se hallaba con vida” (Historia de la Redención, p. 313)

III JESÚS EL FIEL 

1. Sometido a la voluntad del Padre: “Aunque se había revestido de la naturaleza humana, estaba sostenido por una fortaleza semejante a la de Dios y no se apartó un ápice de la voluntad de su Padre” (El deseado de todas las gentes, p. 683).

2. Expresaba bondad y compasión aún con sus verdugos: “Allí estaba el Hijo de Dios, llevando el manto de burla y la corona de espinas. Desnudo hasta la cintura, su espalda revelaba los largos y crueles azotes, de los cuales la sangre fluía copiosamente. Su rostro manchado de sangre llevaba las marcas del agotamiento y el dolor [...] Cada rasgo expresaba bondad y resignación y la más tierna compasión por sus crueles verdugos. Su porte no expresaba debilidad cobarde, sino la fuerza y dignidad de la longanimidad. Algunos de los espectadores lloraban. Aun los sacerdotes y príncipes estaban convencidos de que era todo lo que aseveraba ser” (El deseado de todas las gentes, p. 684).

3. “El que a ti me ha entregado — dijo Jesús —, mayor pecado tiene.” Jesús estaba colocando la responsabilidad sobre Caifás, quien, como sumo sacerdote, conocía los principios que regían a las autoridades romanas así como las profecías que testicaban de Cristo y en sus propias enseñanzas y milagros. Ellos tenían todo el conocimiento, y por lo tanto, toda la responsabilidad.

4. Ocupó el lugar de Barrabás y el nuestro. Barrabás fue puesto en libertad; para mostrar que Jesús fue condenado, a fin de que los pecadores podamos ser libres.

5. Fue desnudado (v.28). La vergüenza de la desnudez entró con el pecado (Gén.3:7). Su desnudez ilustraba que estaba llevando nuestros pecados. 

6. Fue vestido de un manto escarlata: Algún viejo manto de los que llevaban los soldados romanos, en imitación de los mantos que usaban reyes y emperadores, una manera de burlarse de su “calidad de Rey”. 

7. Fue coronado con una corona de espinas: (v.29). Una burla muy cruel. La burla no es sólo cómica, sino también sangrienta; era más que una simple guirnalda era un casco que cubría toda la cabeza. Las espinas son símbolo de tribulación; tanto es así que el vocablo tribulación pro- cede del latín tribulus, que signi ca abrojo (de la misma raíz procede el término trillo). La tierra comenzó a producir espinos y cardos como maldición por el pecado del hombre (Gén.3:18). Cristo fue coronado de espinas para mostrar asimismo que su reino no era de este mundo; y que cuando vuelva para reinar, todos los elementos de tribulación serán desechos. 

8. Fue galardonado con una caña en su mano derecha: En vez del cetro real, le ponen en la mano derecha, la mano del poder y de la dignidad, una frágil caña, cosa débil, exible a los vientos, marchitable y sin valor. Pero se equivocaban, porque su reino es firme y perpetuo. 

9. Se burlaron “Hincando la rodilla delante de él, le escarnecían diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos”. Al seguir con su burla, los soldados imitan así el homenaje de pleitesía debido a reyes y emperadores, para poner en ridículo las que ellos consideran pretensiones de realeza.

10. Le escupían (v.30). Ya habían cometido este abuso en el atrio del sumo sacerdote (26:67). Al rendir homenaje, los súbditos besaban la mano del soberano (Sal.2:12 besad al Hijo). Pero éstos, en vez de besarle le escupían el rostro.

11. Tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. Con los golpes hacían que las espinas se introdujeran más profundamente en su cabeza; con lo que el sufrimiento de Jesús aumentaba al ritmo de la burla de los soldados. Pasó por todos estos dolores y vergüenzas, a fin de que nosotros obtuviésemos vida eterna con perpetuo gozo y gloria. 

CONCLUSIÓN

  1. Pilato, el cobarde y Herodes, el soberbio terminaron como terminaran todos los cobardes y soberbios.

  2. Jesús el fiel, fiel a los principios y a la misión que había venido a cumplir, terminó sentado a la diestra de Dios Padre, y siendo el Salvador de todos los pecadores que lo aceptan y reciben.

LLAMADO

  1. ¿Cuál es nuestra actitud, la de Pilato, la de Herodes o la de Jesús?

  2. Hay caminos que parecen derechos pero su fin son caminos de muerte.

  3. Solo aceptando el amor el de Jesús, quién murió para que podamos vivir, solo siendo recíprocos con ese amor y amando con la misma fidelidad, andaremos en los pasos de Jesús y solo en esos pasos transitaremos un camino de esperanza.

    Pidamos entonces, al Padre Celestial, que nos transforme y nos haga más valientes, más humildes y fieles como lo fue Cristo Jesús.

    ¿Cuántos queremos hoy, tomar esta decisión de vida eterna?

    Que Dios te bendiga!


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