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La pasión de Cristo eres tú - Él regresará por ti



ÉL REGRESARÁ POR TI

INTRODUCCIÓN

Llegamos al último tema de la semana que marcó tu vida para siempre, porque: ¡La pasión de Cristo eres tú!
Cada día vimos como Dios expresó su amor por ti: 
1. ¡Él nació por ti!
2. ¡Él vivió por ti!
3. ¡Él lloró por ti!

4. ¡Él sufrió por ti!
5. ¡Él se entregó por ti! 

6. ¡Él murió por ti!
7. ¡Él resucitó por ti!

Hoy, el postre de la semana: ¡Él volverá por ti!

La segunda carta de Pablo a Timoteo es una carta de despedida. Pablo entendía que su muerte sucedería en cualquier momento. Pero no vemos amargura, desesperación ni frustración en esta carta. Por el contrario, vemos a un hombre con esperanza: “[...] me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día (2 Tim. 4:8). Él tenía la seguridad de que el Señor volvería y que él resucitaría ese día. Y además, agrega: “y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:8).

I. ANTES DE VENIR, ÉL PROMETIÓ VOLVER
Existen centenas de textos proféticos en el Nuevo Testamento que hablan del regreso de Jesús. Pero lo increíble es que existen otros textos que hablan de la segunda venida, anteriores a su venida al mundo por primera vez. Son garantías de que él vendrá una segunda vez.

El testimonio de Job: Job 19:25, 26.“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; ydespués de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios”.
Job confiaba que su inexplicable dolor familiar, personal, material, un día tendría fin. Su “Redentor” vendría para solucionar todo el dolor de esta Tierra.

El testimonio de Enoc: Judas versículos 14 y 15“[...] he aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”.
Enoc tuvo una visión del “juicio”, del Dios que vendrá a hacer justicia. 

El testimonio del salmista: Salmo 50:3-5
"Vendrá nuestro Dios y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”.
Ya el salmista pudo ver cómo será la ejecución del juicio, con “fuego”.

El testimonio de Isaías: Isaías 25:8, 9
“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”.
Isaías ve la destrucción de la “muerte”, pues no habrá más pecado después de la segunda venida de Jesús.

En Isaías 66:14,15 El profeta ve la alegría del corazón de los salvos en su regreso.
“Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos. Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego”.

El testimonio de Daniel: El profeta ve establecerse el “reino” eterno de Dios después que todos los reinos de metal y barro pasaron. Daniel describe toda la historia del mundo en el segundo capítulo de su libro.
Daniel 2:45 “...de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”.
Daniel 12:1 “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, el cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro”.
Lo increíble es que esas profecías fueron dadas antes que Jesús viniera por primera vez y se extienden más allá de las profecías Mesiánicas que vimos en el primer tema de esta semana.

II. SI ÉL VINO, ES UNA SEÑAL DE QUE VOLVERÁ

Su encarnación y crucifixión son las principales evidencias que él vendrá en gloria y majestad para ser considerado como siempre debería haber sido.
David declara en el Salmo 50:3 “Vendrá nuestro Dios”

“Hay más de 1.500 profecías sobre la segunda venida de Jesús registradas en la Biblia. Para cada profecía sobre la primera venida desde Jesús en el antiguo Testamento hay 8 que predicen su segunda venida. El regreso de Jesús se menciona una vez cada cinco versículos en el Nuevo Testamento (Mark Finley, Estudiando juntos, p. 26).

En Mateo 24 los discípulos preguntan: “¿[...] qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (v. 3). 
Jesús responde en los versículos siguientes hablando de varios acontecimientos (en la sociedad, en la moral de la humanidad, en la salud del mundo, en la naturaleza y en el mundo religioso) que ocurrirían antes de su venida. Y en el versículo 30 responde: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.

Apreciados amigos y hermanos, JESÚS ES LA “SEÑAL”. Muchos enfocan los acontecimientos, pero eso no es seguro. Solo hay seguridad en concentrarnos en Jesús, ayer, hoy y siempre.

A partir de aquel sermón profético en el Monte de los Olivos, Jesús pasó por todo lo que vimos esta semana. Les dijo a sus discípulos que iría a “preparar un lugar y volvería” a buscarlos (Juan 14). Pero la obstinación por este mundo era tan grande, que aún después de su muerte y resurrección, los discípulos fueron capaces de preguntar: “¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). 

Él respondió: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo” (Hech. 1:7-12).

Lo increíble es que eso sucedió en el mismo Monte de los Olivos donde escucharon el sermón profético.
Dos cosas sucedieron a partir de ahí, tanto con los discípulos como con Jesús que incluyen a todos nosotros:

Con los discípulos: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat. 28:18-20).
Esa fue la misión que dejó a los discípulos y a la Iglesia en todos los tiempos. Antes de su regreso; la iglesia debe cumplir su papel de hacer discípulos. Para eso él concede toda la autoridad, para que enseñemos todas las cosas, para que hagamos discípulos de todas las naciones, con la promesa de recibir su compañía todos los días hasta el fin del mundo. A partir de esa gran comisión los discípulos y los fieles seguidores de Jesús nunca más serían los mismos.

Con Jesús: Cuando el “Cordero de Dios” fue sacrificado en la cruz, el Santuario de la Tierra perdió su vigencia, pues mientras Jesús moría “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mat. 27:51).

Solo el Sumo Sacerdote tenía acceso una vez al año al otro lado del “velo” para hacer la expiación de los pecados del pueblo. Ahora todo eso se cumplía en Jesús. Subió a los Cielos y entró en el Santuario celestial: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:11, 12).

Jesús todavía no volvió porque espera que sus hijos acepten su sacrificio y se arrepientan. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).

Desde el Santuario celestial él vendrá el “día y hora” que el Padre estableció. “El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está” (Apoc. 16:17).

¡Él regresará por ti!


III. JUZGARÁ A CADA UNO SEGÚN SUS OBRAS

Como o vimos hasta ahora, el tema bíblico del juicio está relacionado con la segunda venida de Jesús. El hecho es que “todos comparecerán” en ese juicio (2 Cor. 5:10), y “toda cosa” será juzgada, “sea buena o sea mala”, las conocidas y la encubiertas (Ecle. 12:14). 
El libro del Apocalipsis en el capítulo 20 habla de un período de “mil años” de duración de ese juicio que posee tres fases. Vamos a conocerlas rápidamente:

I Fase: Juicio de investigación: Jesús está investigando cada mente y corazón “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jer. 17:10).

II Fase: Juicio de comprobación: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28,29)

Las condiciones durante el juicio de comprobación:

a. Justos: Viven, juzgan y reinan con Cristo por mil años (Apoc. 20:4-6).

b. Impíos: Muertos (Jer. 25:33).

c. Tierra: Vacía (Jer. 4:23-27).

d. Satanás: Preso (Apoc 20:2)

III Fase: Juicio de ejecución: Es la fase cuando Cristo aplicará la sentencia final al fin del milenio. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apoc. 20:15 ).

No hay que sentir temor. Después de todo lo que Cristo hizo por nosotros tenemos que confiar en él. 
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). En otras palabras no será condenado en el juicio.

CONCLUSIÓN
Al mirar hacia el pasado encuentro salvación en la cruz de Cristo. Allí me concedió la justificación de los pecados.

Al mirar el presente y ver lo que hace por mí en el Santuario celestial encuentro santificación, pues él me da poder para vencer el pecado. Ya no soy más un prisionero espiritual de Satanás (Luc. 4:18).

Al mirar hacia el futuro cuando Jesús regrese tendré la glorificación. Viviremos la gloria eterna que él ya preparó para cada uno de los que “aman su venida”.

Alguien hasta puede simular una sonrisa, una vida religiosa, ir a la iglesia, devolver los diezmos, tener la Biblia y la lección en la mano, tener una “buena vida social, mantener las apariencias cuando las cosas no van bien. El amor no puede ser interpretado sino vivido. Solo Dios que es amor puede colocar amor en nuestro corazón. Jesús vendrá a buscar a los que “aman su venida”. 

¿Eres uno de ellos?
¿Tu familia estará allá?
Hoy es el día de tu decisión.

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