TEXTO BASE: 2 SAMUEL 6:9-12
INTRODUCCIÓN
Contexto histórico:
David intentó llevar el arca a Jerusalén, pero, porque no cumplió la voluntad revelada de Dios, el Señor no pudo aceptar el servicio. Con temor de continuar con el traslado del arca del Señor, David resolvió dejarla en la casa de un levita geteo de la familia de los coreítas (1 Crónicas 26:1, 4-8).
I. EL SÍMBOLO DE LA PRESENCIA DE DIOS
El símbolo más impresionante de la presencia de Dios estuvo en la casa de Obed-edom durante tres meses. El arca era el objeto más sagrado en toda la historia de Israel, allí se manifestaba la gloria de la presencia de Dios. Era una caja de 116 cm x 75 x 75 cm.; fue el punto central de su casa.
Estoy seguro de que esa caja cambió el modo de vida de ese hogar. Todos los días, durante los tres meses, estuvieron conscientes de que Dios vivía con ellos, estaba hospedado en su sala. Cuando la presencia de Dios es bienvenida y se instala en una casa, la familia es bendecida. Como toda familia, la familia de Obed-edom tenía dificultades. Algunos teólogos afirman que su esposa era estéril hasta esa fecha. Y esto representaba un problema grave, porque en la sociedad israelita una mujer sin hijos era menospreciada. Esa familia, como la nuestra, enfrentaba dificultades. Hoy, centenas y centenas de esposas claman en su corazón “necesito de oración porque mi matrimonio ya no es un matrimonio”. Nosotros necesitamos hoy un milagro en nuestra familia; pero, para que esto suceda, tenemos que dejar entrar en ella a Cristo, sólo su presencia nos puede bendecir. En la mayoría de los hogares hay una caja que es el punto central. Los muebles están ubicados en dirección a ella, y muchas veces nuestra atención también está muy centrada en ella. Tiene el poder de dirigir la vida en la casa, formar el carácter de los hijos, corromper los valores, perturbar las relaciones y controlar las agendas. En muchos hogares cristianos la TV se lee con más frecuencia que la Biblia. Esto no es un mensaje anti TV, pero necesitamos reflexionar acerca de qué ocupa el primer lugar en nuestros hogares. La caja en el centro de la casa de Obed-edom les trajo bendiciones; cada día les recordó de la presencia de Dios y de su bondad para con Israel: su fidelidad, promesas, pacto, poder y gloria.
II. RESULTADOS DE ESTAR EN LA PRESENCIA DE DIOS
Debemos entender que lo que falta en nuestros hogares no es dinero, salud o cualquier otra cosa. Lo que impide que las bendiciones de la felicidad conyugal y familiar caigan sobre nosotros y nuestra familia, en muchos casos, es la falta de la presencia de Dios en nuestros hogares.
Buscamos intensamente más comodidad, más bienes, mejor educación para nuestros hijos, etc. Pero no buscamos la presencia de Dios como deberíamos: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
La presencia de Dios en casa de Obed-edom cambió su manera de vivir; y así también debe suceder en nuestra vida y nuestra casa.
La presencia de Cristo en nosotros nos hace mejores esposos: produce fidelidad, amor, respeto hacia el cónyuge.
La presencia de Cristo en nosotros nos hace padres más atentos, amorosos, equilibrados, comprensivos. La razón por la que tantos hogares fracasan es que tienen todo menos la presencia de Cristo en su familia. Debemos buscar esa presencia a través del culto familiar y de la comunión personal con Dios. La presencia de Dios en la casa de Obed-edom trajo bendiciones emocionales y físicas. Podemos comprobarlo en los nombres de sus hijos:
Semaías: Oído por Jehová.
Jozabad: Jehová me dio.
Joa: Jehová es mi hermano.
Natanael: Mi amigo es Dios.
Amiel: Existe recompensa.
Isacar: Portador de salario.
La bendición sobre la familia de Obed-edom fue grande (leer 1 Crónicas 26:8). La presencia de Dios les trajo verdadera felicidad.
¿Dios es reconocido, valorado y estimado en su casa?
¿Usted necesita como Obed-edom que Dios bendiga su hogar?
CONCLUSIÓN
El hogar que busca restaurar el altar de familia, en el que cada uno de sus integrantes busca restaurar la devoción personal, la oración, que es compasivo, practica la hospitalidad, es fiel, cuida del templo del Espíritu Santo y cumple el llamado de Dios para sus vidas, recibe bendiciones. Cristo no prometió impedir que vengan dificultades o pruebas, porque muchas veces esas son bendiciones de Dios; él prometió que en medio de las dificultades y las pruebas, jamás nos dejaría.
LLAMADO
¿Le gustaría permitir que la presencia de Dios entre en su casa y asumir el compromiso de buscarlo cada día a través del culto familiar y de la comunión personal? ¿Desea restaurar el altar en su vida y en su hogar, y tomar la decisión que tomó Josué: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”?
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