"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo." 1 Pedro 1:19-21
Cuestión de suerte
Un 99% de personas creen en la suerte en alguna de sus formas. Están las más controversiales como los hechizos, encantamientos y la magia negra, como están las manifestaciones más leves como son: el horóscopo, los naipes, los juegos de azar, las apuestas y los hechos fortuitos que suceden a diario.
Cuando alguien se despide dice: ¡Que tengas suerte!.
O cuando alguien tuvo una buena noticia las personas dicen: ¡Ese tuvo suerte!.
Supongamos que yo llegué a estas tierras hace 20 años y no conseguí nada; en cambio otra persona que está hace 5 años ya construyó un pequeño imperio; inmediatamente viene a la cabeza el pensamiento: Tengo mala suerte, más aquel, ¡Qué suerte que tiene!.
La suerte conlleva ese aire de ilusión y engaño al mismo tiempo y es el desencadenante de las crisis en la vida de una persona o de una sociedad.
Todas esas artes del azar, tienen su origen en la idolatria, la sensualidad, la indiferencia y el descuido. Osea, el diablo siempre está detrás de todo aquello que aparenta ser espiritual, pero nos aleja de Dios.
¿Entonces, por qué a la gente le gusta creer en la suerte?
Por que la suerte ofrece un camino fácil que no exige esfuerzo, ni sacrificio.
Cuando alguien juega la loteria está escogiendo el camino fácil, pues piensa: Ganaré mucho dinero en poco tiempo.
Cuando alguien decide hacer un amarre amoroso o mirar el horóscopo; es porque piensa: no quiero romperme la cabeza tratando de convencerme o de convencer a mi pareja de que estar juntos es los mejor; para qué dialogar, si hay otros medios con los que lo/a puedo sujetar.
Entonces, un hijo de Dios no debe guiar su vida en base a la suerte que proviene del maligno, sino en base a la providencia divina.
En el País de la suerte
Imagínese una país donde la suerte le sonríe a todo el mundo, todo el tiempo.
Bienes de lujo, ropas de moda, novedades a la mano, facilidad de compra, abundancia de ingresos, belleza natural, libertad de crecimiento y felicidad, poder para realizar todo lo que su corazón anhele; la mejor medicina, los mejores centros de estudio mundiales, el centro del comercio mundial, pobreza y hambre cero, magia, superstición y encanto. Pues bien, hemos llegado a Babilonia.
Como bien sabemos vivió en Babilonia un joven llamado Daniel, quien desde muy pequeño había aprendido a depender completamente de su Padre Celestial.
Aunque las condiciones por las cuáles había llegado a Babilonia no eran las más adecuadas, decidió permanecer fiel a Dios y depender de él en todas las decisiones de su vida.
Entonces, desde el inicio buscó apoyarse en la conducción divina y recibir dia tras día la plenitud del Espíritu Santo para comprender las bondades y los propósitos divinos.
Babilonia era un país donde la magia y la superstición no solo era el pan del dia; sino donde hasta el mismo rey creía devotamente en todas estas ilusiones mentirosas.
Dios se propuso, justamente en el corazón del asunto, demostrar que Él es quien guía, conoce y sabe hacia donde se conduce la historia del mundo; no como el diablo que es un frío calculista y pronosticador; sino porque Dios es el Señor de la historia y del Universo entero desde la eternidad y hasta la eternidad.
Por eso, Dios reveló un sueño a Nabucodonosor; al no haber un solo astrólogo, mago, hechicero o encantador - todos consejeros personales suyos - que pudiese decirle el sueño y su interpretación decidió darles pena de muerte.
Al enterarse de esta situación, Daniel, solicita 1 día de plazo para poder dar una respuesta al rey. Durante ese tiempo, Daniel y sus amigos, oraron y ayunaron y buscaron la sabiduría celestial; entonces Dios le reveló a Daniel el sueño que mostraba todos los reinos de este mundo que iban a transcurrir, uno atrás de otro, hasta el establecimiento del Reino Celestial.
Daniel reconoció y agradeció la divina providencia celestial.
"Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey." Daniel 2:20-23
Entonces Daniel se presentó ante el rey y le dijo:
"Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra." Daniel 2:31-35.
Luego continúo:
"Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación." Daniel 2:36-45.
Dios conoce todo lo que va a suceder y para quienes deciden apoyarse y creer en él, incluso en las circunstancias y situaciones más dificiles y desfavorables, incluso a quienes viven en el ojo del huracán, él dice:
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros” —declara el Señor— “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza" Jeremías 29:11.
Alégrese su vida no está a la deriva ni a la suerte, hay un Dios en los cielos a quien usted si le importa, y como Daniel no fue abandonado en la hora más decisiva, tampoco lo será usted esta hora tan importante. Dios reveló en las profecías el destino del mundo. Cada Palabra suya se cumplió al pie de la letra. Dios tiene el control de la historia y nos muestra un final feliz.
Si Dios esta en el comando, hay un destino seguro; por eso, permitamos hoy que Dios sea el Señor y soberano de nuesra vidas, rindámonos delante de él y no delante de nuestra satisfacción propia, Vivamos para honrarlo y glorificarlo como lo hizo Daniel.
Salud, dinero y amor
Dios no nos dejó en tinieblas para que andemos tropezando en los azares de la vida. Él nos dejó su Palabra como nuestra guía. Salmos 119:105 dice:
"Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera mi camino".
Sobre consultas acerca de nuestro futuro o condición el Señor prohibe categóricamente, acudir a hechiceros o encantadores que con certeza nos dirán que hablamos con difuntos; pero que, en realidad, son espíritus de demonios. Dios dice:
"Y cuando os digan: Consultad a los médium y a los adivinos que susurran y murmuran, decid:¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer."
La revelación de Dios no es privada, pues ella no conduce a cosas ocultas o escondidas; al contrario ella conduce a la luz y su efectos son notorios y públicos. El apóstol Pedro lo enfatiza cuando dice en 1 Pedro 1:1-21
"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."
Mas, por increíble que parezca, el ser humano tiene la tendencia de dejar al azar las cosas más importantes de la vida: Salud, dinero y amor
En el caso de la salud muchos piensan:
- Para qué cuidarme, si había una persona que se cuidaba tanto y estando joven le dio un cáncer; al final de algo hay que morir. El que tiene suerte vivirá bien y con salud; y el que no, pues no. Al final que le vamos a hacer, así es el destino.
La palabra profética más segura nos dice que una buena salud no es cuestión de suerte, sino de cuidado.
"¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" 2 Corintios 3:16,17.
Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, no nos pertenece y por tanto, debemos cuidarlo.
En el caso del dinero, muchos piensan que es cuestión de suerte.
Que quienes progresan económicamente tuvieron un golpe de suerte. Sin duda alguna, las oportunidades se presentan y hay quienes se aprovechan; sin embargo, muchos que tuvieron "un golpe de suerte" luego vienen otra vez a la ruina; entonces ¿deberán esperar otro momento de suerte para mejorar?
La palabra profética dice en Proverbios 16:20:
"Al que bien administra, bien le va; ¡feliz aquel que confía en el Señor!"
Quien espera que la suerte le arregle las cuentas; por lo general, no sabe cuanto gana y menos cuanto gasta; nunca lleva un control de sus entradas, ni de sus salidas. Piensa: No sé que hice, mas el dinero se hizo agua. Así, se torna un esclavo del consumismo y de los caprichos a los que es seducido por las últimas tendencias o modas. Y en menos tiempo de lo que piensa, sus fondos se acaban y su ruina lo alcanza. ¡Triste suerte!
La Palabra profética más segura nos enseña que el buen desempeño no es cuestión de suerte, sino de buena administración.
Y en el caso del amor, la cultura actual canta así:
- Nunca tuve suerte en el amor- dice una canción.
- Para perder o para ganar, es la ruleta del amor - dice otra.
- Me toca a mi perder, que le puedo hacer - Remata otra.
En las cosas del amor la Palabra profética es enfática en Proverbios 19:14 donde dice:
"Casa y riqueza son herencia de los padres, pero la mujer prudente viene del Señor."
Y añade el mejor secreto para no tener dolores de cabeza y ser muy feliz con la elección de una pareja:
"No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?" 2 Corintios 6:14.
Disfrutar de un amor verdadero no es cuestión de suerte o poesía sino de dependencia de Dios. Porque muchas cosas se podrán conseguir yendo a discotecas y fiestas, poniéndose las últimas ropas apretadas, usando los cosméticos más caros o los perfumes más caros; mas solamente entrando en el lugar más sagrado y teniendo una cita con el soberano del universo es que podremos recibir el mayor regalo y bendición de nuestras vidas.
Permítame preguntarle ¿Ha estado últimamente usted, luchando en oración sobre los dilemas de su corazón?
Si nos precipitamos, no habrá suerte que pueda salvarnos, mas si consultamos y dependemos de Dios, como Daniel, día, tarde y noche; con toda seguridad nuestras oraciones serán escuchadas y respondidas.
El éxito en el amor estriba en la sujeción diaria y constante de nuestros sentimientos a la voluntad de Dios.
¿Salvación por gracia, o por suerte?
Mas también, existe un asunto aún más delicado que el enemigo quiere que dejemos a la suerte, que bien sabe él, es suya. Hablamos de nuestra salvación.
A veces se confunde el hecho de que cuando los redimidos en el cielo se reúnan agradecerán al cordero que los salvó y limpió de sus pecados. Entonces diremos: fuimos salvos por gracia.
Mas, parece que existe el pensamiento de que muchos de repente abrirán los ojos y diran: Uf! que suerte. Me salve!
La palabra profética más segura también tiene una orientación al respecto en Filipenses 2:12 donde dice:
"Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor."
Hasta Jesús mismo con mucho cariño llamó la atención de los discípulos al cuidado de su vida espiritual cuando les dijo en Mateo 26:41:
"Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil."
Dirigiéndose a los descuidados e indiferentes Corintios el apóstol Pablo procuró amonestarlos para que tuvieran una experiencia real, profunda y verdadera con Dios. La inspiración profética lo aclara:
"Aunque Pablo poseía elevadas facultades intelectuales, su vida revelaba el poder de una sabiduría aun menos común, que le daba rapidez de discernimiento y simpatía de corazón, y le ponía en estrecha comunión con otros, capacitándolo para despertar su mejor naturaleza e inspirarlos a luchar por una vida más elevada. Su corazón estaba lleno de ardiente amor por los creyentes corintios. Anhelaba verlos revelar una piedad interior que los fortaleciera contra la tentación. Sabía que a cada paso del camino cristiano se les opondría la sinagoga de Satanás, y que tendrían que empeñarse diariamente en conflictos. Tendrían que guardarse contra el acercamiento furtivo del enemigo, rechazar los viejos hábitos e inclinaciones naturales, y velar siempre en oración. Pablo sabía que las más valiosas conquistas cristianas pueden obtenerse solamente mediante mucha oración y constante vigilancia, y trató de inculcar esto en sus mentes. Pero sabía también que en Cristo crucificado se les ofrecía un poder suficiente para convertir el alma y divinamente adaptado para permitirles resistir todas las tentaciones al mal. Con la fe en Dios como su armadura, y con su Palabra como su arma de guerra, serían provistos de un poder interior que los capacitaría para desviar los ataques del enemigo." HAp, 214.
Y agrega:
"Necesitaban una experiencia más profunda en las cosas de Dios. No sabían plenamente lo que significaba contemplar su gloria y ser cambiados de carácter en carácter. No habían visto sino los primeros rayos de la aurora de esa gloria. El deseo de Pablo para con ellos era que pudieran ser henchidos con toda la plenitud de Dios, que prosiguieran conociendo a Aquel cuya salida se prepara como la mañana, y continuaran aprendiendo de él hasta que llegaran a la plenitud del mediodía de una perfecta fe evangélica." - HAp, 248.
"Cuando los casos de todos pasen en revista ante Dios, no se formulará la pregunta: ¿Qué profesaron?, sino ¿Qué hicieron? 3TI, 375.
"La observancia de los mandamientos de Dios requiere de nosotros buenas obras, abnegación, sacrificio propio y devoción para el bien de otros; no es que nuestras buenas obras puedan salvarnos, pero seguramente no podemos ser salvos sin buenas obras. Después de que hemos hecho todo lo que somos capaces de hacer, tenemos que decir entonces: No hemos hecho nada más que nuestro deber, y a lo sumo somos siervos inútiles, indignos del favor más pequeño de Dios. Cristo debe ser nuestra justicia y la corona de nuestro regocijo." 3TI, 577.
Resumiendo entonces:
- La suerte no proviene de Dios sino que es diabólica.
- Quien busca depender de la suerte tan solo busca un camino fácil, como el camino ancho que conduce al desastre y a la perdición
- Un hijo de Dios no cree en la suerte sino en la divina providencia.
- Aunque la sociedad alrededor nuestro tenga como bandera la cultura de la superstición y la suerte, podemos hacer la diferencia dando a Dios el control de nuestras vidas.
- Dios tiene un plan de bienestar para sus hijos. Para quien crea y confíe en él, Dios tiene un futuro y una esperanza
- Las cosas más importantes de la vida, no deben dejarse al azar; sino debemos someterlas a la dirección divina.
- Lo más importante, nuestra salvación no debe ser dejada a la deriva, si un día no leo mi Biblia, no oro o no tengo comunión con Dios dejo mi vida a la suerte de ese día.
- Dios quiere que tengamos una comprensión más profunda y clara de su Palabra y de sus propósitos.
En un mundo incierto sumergido en la cultura del azar y la incertidumbre ¿Cuántos queremos hacer de la Palabra de Dios sea nuestra guía más segura estudiándola todos los días, en la casa y fuera de ella, aprovechando la guía de estudio de la Biblia- la lección de la Escuela sabática- orando y practicando el culto familiar, suscribiéndonos a los folletos de niños y adultos, a la matutina, teniendo una Biblia para cada integrante de la familia, y de la misma manera, estudiar el espíritu de profecía; profundizando así nuestro caminar con Dios y permitiendo que su Palabra nos oriente en toda decisión y sea nuestra norma de fe y conducta?
Apreciado hermano: Ni el futuro del mundo ni su vida fueron dejados a la suerte. Mediante su Santo Espíritu y a través del don profético, Dios nos dio su Palabra para que estemos seguros y seamos orientados y salgamos victoriosos en este gran conflicto universal.
¡Apueste todo su futuro a la Palabra de Dios, su Palabra que es nuestra garantía, es verdadera y nunca falla!
¡Dios les bendiga!
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