“Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Deuteronomio 10:19). Cuando un escriba le preguntó acerca de “el primer mandamiento de todos” (Marcos 12:28), Jesús respondió afirmando que Dios es uno, y luego dijo: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” (Marcos 12:30). Sin embargo, Jesús prosiguió, y expresó algo sobre lo que el escriba no había preguntado: el segundo Mandamiento. Sabiendo lo importante que era, Jesús dijo: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12:31). ¿Ningún mandamiento mayor que estos? Jesús conectó el amor a Dios y el amor al prójimo en un solo mandamiento, y ese mandamiento era el mayor de todos. Una vez más, Jesús no inventó algo nuevo, algo que los judíos no habían escuchado antes. El llamado a amar a Dios por sobre todo y la idea de amar al pró
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.