Texto base: Hechos 9:17-20
INTRODUCCIÓN
A. Vivimos en una sociedad en constante transformación, donde los cambios suceden a una velocidad vertiginosa, difícil de seguir.
B. Las transformaciones en ámbitos como la educación, la medicina o la tecnología son impresionantes, pero también complejas de seguir. Basta con observar cómo los medios de comunicación personal se han transformado rápidamente.
C. A pesar de todo, algo parece permanecer inalterable o, al menos, resistente a grandes cambios: el ser humano. Aunque todo a su alrededor se transforma, los seres humanos siguen siendo los mismos de siempre: el ser humano es frágil, inestable, emocional, emprendedor, un constante luchador por su supervivencia y destinado a la muerte.
D. Los registros históricos más antiguos de la humanidad nos relatan situaciones que aún hoy en día nos resultan familiares: hijos desobedientes, gobernantes tiránicos, abusos de poder, conflictos entre hombres y mujeres, infidelidades, padres y madres carentes de amor y sociedades dispuestas a aniquilarse unas a otras. Esta realidad no ha cambiado, ya sea con o sin tecnología avanzada o inteligencia artificial; sigue siendo la misma.
E. El propósito de este sermón es afirmar que “sólo Cristo Jesús puede producir la transformación personal y global que tanto añoramos”.
Para lograr este propósito, exploraremos lo que el Señor Jesús hizo en el pasado, lo que hace en el presente y lo que hará en el futuro, y para ello leeremos tres pasajes de la Biblia.
I. JESÚS PUDO TRANSFORMAR VIDAS
A. Leamos el primer pasaje: “[Ananías dijo:] Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Al instante cayeron de sus ojos como escamas y recobró la vista. Luego se levantó, fue bautizado; y después de comer recobró las fuerzas y durante algunos días se quedó con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida empezó a predicar a Cristo en las sinagogas diciendo que era el Hijo de Dios” (Hechos 9:17-20).
B. La especialidad del Señor Jesús fue transformar vidas. El texto hace referencia a la gran transformación de Saulo de Tarso, quien se convirtió en el apóstol Pablo. Pero antes de eso, el Señor Jesús también trans- formó a Juan, el hijo de trueno, en Juan, el discípulo del amor. Transformó a Pedro, el mensajero de Satanás, en Pedro, el mensajero del Señor. Cambió a una mujer ramera en una mujer virtuosa. Resucitó a Lázaro, dándole vida nuevamente. Y transformó a un grupo de 11 amigos temerosos en un grupo que revolucionó el mundo y lo impactó hasta el día de hoy.
C. El Señor Jesús era especialista en transformar vidas.
D. Además de las transformaciones o conversiones mencionadas, la Biblia registra muchas otras y, a través de estas historias, aprendemos algunas lecciones importantes:
1) Somos transformados por el Espíritu Santo: aunque el Señor Jesús transformó a Pablo, lo hizo mediante el poder del Espíritu Santo. Aunque el Señor Jesús tiene el poder para transformar vidas, el responsable de producir transformaciones y cambios en el ser humano es Dios el Espíritu.
2) Somos transformados mediante un proceso: el Señor Jesús transformó a las personas a lo largo del tiempo. Sus discípulos pasaron más de 3 años con él para ser transformados. En el caso de Pablo, desde su encuentro con Esteban y con el Señor Jesús en el camino a Emaús hasta su primer viaje misionero, deben haber transcurrido al menos 13 años. Es decir, para que Pablo sea transformado de enemigo del Señor en evangelista del Señor, Dios usó al menos 13 años.
3) Todos podemos ser transformados: no existe caso perdido ni persona que no pueda o deba ser transformada por Jesús. Pablo era intachable ante la ley judía, es decir ante la ley de Dios, pero incluso así necesitaba ser transformado.
4) Somos transformados para cumplir los propósitos de Dios: a veces, la transformación no es lo que la persona quiere o espera.
Pablo fue transformado de diversas maneras (de sano a enfermo, de rico a pobre, de libre a perseguido, etc.), pero lo más importante es que fue transformado en un instrumento valioso para los propósitos de Dios.
E. La capacidad del Señor Jesús para transformar vidas es realmente asombrosa. Él tiene el poder de cambiar a las personas desde lo más profundo de su ser, convirtiéndolas en nuevas criaturas. Esta transformación interior es la evidencia más clara del poder y del amor de Dios en acción.
II. JESÚS PUEDE TRANSFORMAR TU VIDA
A. Ahora leamos el segundo pasaje bíblico: “[Pablo dijo:] Estoy seguro de que Dios, que comenzó en vosotros la buena obra la irá llevando a término hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). La buena obra que Dios inicia en sus hijos es la obra de la transformación. Dios desea transformarnos de seres humanos destinados a la muerte en seres humanos destinados a la vida. Es a través de su gracia que permite que el Espíritu Santo toque y transforme vidas. Respecto a esto hay muchas promesas en la Biblia, pero sobre todo hay muchos testimonios que comprueban que esto es una realidad.
B. Juan Wyclif (1320-1384), Martín Lutero (1483-1546), John New- ton (1725-1807), Guillermo Miller (1782-1849), José Bates (1792-1872), John N. Andrews (1829-1883) son ejemplos claros del poder de Dios. A pesar de sus imperfecciones, estas personas se convirtieron en figuras destacadas en la misión de Dios. A pesar de que, desde un punto de vista natural y lógico, no parecían destinadas a servir a Dios, lo hicieron con gran eficacia.
C. Antes de sus conversiones, algunos de ellos estaban atrapados en las adicciones y el pecado. Por ejemplo, Newton comerciaba con la vida humana, vendiendo esclavos. Miller parece haber transitado por los caminos del ateísmo y el deísmo, e incluso se dice que fue masón. Sin embargo, Dios lo transformó en un mensajero de la verdad para el tiempo del fin.
Estos ejemplos, junto con muchos otros, demuestran cómo el poder de Dios puede cambiar vidas. El Señor Jesús puede obrar milagros en la vida de las personas, llevándolas a cumplir su gran misión en el mundo.
D. En el siglo pasado, Bradlaugh desafió a Hughes a debatir sobre si los argumentos cristianos o los ateos tenían mayor validez. Hughes aceptó el desafío con la condición de que ambos llevaran cien personas transformadas para bien gracias a sus enseñanzas. El debate nunca se dio, pues el ateo Bradlaugh nunca pudo cumplir la condición.
E. Hoy podemos escuchar cientos de testimonios mediante los sermones del pastor Alejandro Bullón y otros que demuestran que el cristianismo adventista es usado por Dios para transformar vidas. De esta realidad se puede aprender lo siguiente:
1) La transformación es evidencia tangible de la existencia de Dios. En este mundo, donde para muchos parece que no existe Dios, el ser humano transformado se convierte en la mayor prueba de su existencia, incluso cuando la evidencia científica puede parecer insuficiente.
2) Los testimonios de transformación son una realidad: puede haber quien dude incluso de Dios, pero no se puede negar la realidad de una persona transformada. Algunos de los presentes podrían compartir milagros de cambio en sus vidas, pues cuando Cristo toma una vida, nunca la deja igual.
3) La transformación interna es la más importante para Dios: la transformación interna es la más crucial. Dios cambia nuestra condición económica o estatus social, pero el cambio mayor es el que se produce en el corazón y la motivación. El egoísta se vuelve dadivoso, el orgulloso se humilla, el mentiroso se convierte en mensajero de la verdad.
4) La transformación es una acción sobrenatural: los seres humanos podemos controlar actitudes, sentimientos o emociones, pero solo Dios puede producir una verdadera transformación. No debemos luchar solos, Dios puede hacer el milagro que tú no puedes.
5) La transformación es algo que está ocurriendo en ti: debemos creer en la capacidad que Dios tiene para transformar nuestras vidas. No siempre nos damos cuenta del trabajo que Dios está haciendo en nosotros, pero debemos creer que Dios está haciendo su trabajo. Nuestra tarea es estar en comunión diaria con él y en comunión, al menos semanal, con nuestros hermanos.
F. Es probable que no se note aquello que Dios está obrando en ti, pero el hecho de que estemos presentes en este momento de reflexión es evidencia suficiente de que Dios está trabajando en nosotros. Por lo tanto, tú y yo ahora somos, y mañana seremos, la evidencia viva del poder que nuestro Señor Jesús tiene para transformar una vida sin sentido en una vida llena de propósitos. Como se ha leído en el texto bíblico, Cristo está completando la obra que inició en cada uno de nosotros.
III. JESÚS PUEDE TRANSFORMARLO TODO
A. El último texto que leeremos en esta ocasión dice: “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, preparada como una novia adornada para su esposo. Y oí una gran voz del cielo, que decía: Contemplad el tabernáculo que Dios ha establecido entre los seres humanos. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21:1–5).
B. La transformación que Dios pronto producirá llena nuestros corazones de esperanza y emoción. Según la Biblia, este evento traerá consigo cambios impresionantes en el mundo y en nuestras vidas. La transformación que Dios producirá al final de los tiempos estará marcada por la llegada del reino de Dios a la Tierra. En este reino no existirá el sufrimiento ni la injusticia, las lágrimas serán enjugadas y la alegría será eterna. Esta transformación también incluirá la resurrección de los muertos y la glorificación de los cuerpos de los creyentes. En aquel momento,
Dios también derrotará definitivamente a Satanás pues la Biblia asegura que el maligno será vencido y que el mal será erradicado por completo de la creación de Dios.
C. Es decir, la transformación que Dios producirá al final de los tiempos es un evento glorioso y lleno de bendiciones para aquellos que confían en él. Pensar en aquel momento nos debe llenar de alegría y expectativa, pues sabemos que un día viviremos en un mundo perfecto y sin pecado. Este es el gran momento esperado por todo hijo de Dios, cuando nuestro Señor haga nuevas todas las cosas. Este es el día de la gran transformación final. Mientras esperamos y reclamamos el cumplimiento de esta promesa, debemos pensar en lo siguiente:
1) La transformación final empieza hoy de forma individual: aunque no podemos negar que el mal y el odio existen, Dios puede iniciar transformándonos en personas amorosas y comprensivas, que funcionen como medicina para quienes carecen de empatía.
2) La transformación final para unos significa vida y para otros, muerte: aunque Dios hizo provisión para la salvación de todos, no todos desean aceptarlo como su Señor, ni todos quieren vivir bajo sus leyes, haciendo de ellas la única autoridad de sus vidas.Eso hará que muchos no participen de la salvación.
3) La transformación final es una realidad garantizada: la certeza de que nuestro Señor Jesús en el pasado creó un mundo sin pecado garantiza el futuro, su resurrección garantiza la eliminación de la muerte. Por lo tanto, tenemos la promesa de la transformación final garantizada y segura.
4) La transformación final exige nuestro compromiso: si dejamos que Dios moldee nuestros corazones, podremos ser partícipes de la realidad futura. Si nos rendimos a la transformación que Dios quiere manifestar en nuestras vidas hoy, sin duda y por la gracia de Dios, seremos incluidos en aquella muy añorada transformación futura.
D. Cristo viene pronto y con él una realidad totalmente transformada; muchos serán parte de aquel momento, muchos disfrutarán de ese nuevo mundo. Por la gracia de Dios, podemos ser parte de ese mundo nuevo si ahora decidimos dejar que él inicie su obra de transformación en nosotros.
CONCLUSIÓN
A. Hoy hemos recordado el poder que nuestro Señor tiene para transformarnos, es decir para salvarnos, para darnos vida en lugar de muerte. Dios puede darnos un corazón nuevo que sepa amar y que desee obedecerle y hacer su voluntad.
B. Dios ha producido millones de transformaciones durante la historia de este mundo, pero hoy, frente a nuestros ojos, está produciendo miles de transformaciones más. Esta es la garantía de que Dios puede hacer de nosotros personas felices, no por las cosas que podemos llegar a tener gracias a él, sino por la persona que podemos llegar a ser por su poder.
C. Todas las personas que fueron o están siendo transformadas por Dios pronto vivirán en el cielo nuevo y la tierra nueva que nuestro Señor Jesús prometió. La mayor garantía de que un día Dios transformará este cuerpo mortal en uno revestido de inmortalidad es que hoy está transformando este corazón. Él está transformando los sentimientos, motivaciones y leyes que gobiernan mi vida.
D. ¿Cuántos quieren ser parte del mundo donde no habrá muerte, dolor ni nada que implique dolor o sufrimiento?
E. Si tu deseo es ser parte de aquel mundo transformado, deja que el Señor transforme hoy tu vida y las leyes que la gobiernan. Si decides dejar que el Señor transforme hoy tu vida, decide vivir en comunión diaria con él y al menos en comunión semanal con tus hermanos. Entrega tu vida al Señor y decide ser parte de su iglesia.
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