Texto base: Gálatas 5:13-26
INTRODUCCIÓN
Se cuenta que cierta vez, un niño paseaba con su padre cuando vio un pájaro encerrado en una jaula grande. Muy sensible, el pequeño niño insistió de manera vehemente que su padre comprara la pequeña avecilla a fin de que pudieran librarla de ese terrible cautiverio. Al comprar el pajarito, padre e hijo recibieron la información de que este había nacido, sido criado y siempre había estado en cautiverio, y que por eso nunca aprendería a volar. Después de varios intentos e insistiendo para que pudiera volar a cualquier costo, el pajarito, muy cansado, se cayó, se lastimó y murió. El niño aprendió con aquella experiencia, y mediante lágrimas, que la libertad que ese pájaro necesitaba no se resumía solo a estar suelto. También era necesario saber volar.
Esa historia sencilla nos recuerda la importancia de entender bien la libertad. La libertad es algo que todos necesitan, muchos la desean, pocos la disfrutan, y solo algunos la entienden. Pero, ¿cómo entender correctamente esa dádiva divina tan esencial que es la libertad?
Hay muchos textos bíblicos que tratan del tema. Uno de ellos es bastante rico en detalles y puede ayudarnos a comprender el tema desde el punto de vista cristiano.
Lectura de Gálatas 5:13-26
A. El texto que leímos es parte de la carta escrita por Pablo a los creyentes de la provincia romana de Galacia, posiblemente entre los años 48 y 52 d. C. La región abarcaba Pisidia, Isauria, partes de Licaonia, Panfilia, Panflagonia, Frigia Oriental, el Ponto Polemoniano y Armenia Menor. Galacia también fue conocida como Anatólia Central de Asia Menor, antes situada en la región donde hoy está Turquía.¹ La economía de la región era básicamente rural, sustentada por la ganadería (de pequeños rebaños),
producción de lana, cultivo de uva y de cereales.
B. En ese momento, las iglesias de aquella región enfrentaban presiones internas y externas que impactaban la ética de vida de los creyentes. Por un lado, había un grupo de maestros opositores judaizantes que insistían en la práctica de la circuncisión para los creyentes gentiles, con el argumento de que una obra así les garantizaría la salvación (Gálatas 5:2, 3; 6:12a). A ese grupo Pablo lo llama “falsos hermanos que se habían infiltrado para controlar la libertad que tenemos en Cristo Jesús y reducirnos a la esclavitud” (Gálatas 2:4). Por otro lado, los creyentes gentiles se estaban dejando influenciar con esos argumentos y presiones, para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo (Gálatas 6:12b). Ese grupo, aunque amado por Pablo, fue llamado “insensato” por estar “fascinado” con las ideas que los apartaban del evangelio (Gálatas 3:1-3).
C. El apóstol consideraba que ese escenario era grave, porque indicaba que ninguno de los dos grupos entendía ni practicaba la verdadera libertad cristiana, la que debería ser entendida a la luz del proceso expiatorio, que incluye el sacrificio de Cristo en la cruz. Además, a lo largo de la epístola, Pablo menciona a Cristo 38 veces (Gálatas 1:1, 3, 6, 7, 10, 12, 22; 2:4, 16, 17, 19-21; 3:1,13, 14-16, 22, 24, 26-29; 4:14-19; 5:1, 2, 4, 6, 24; 6:2,12-14, 18) y señala a la cruz tres veces (Gálatas 5:11; 6:12-14), indicando que este es el contexto para una comprensión de la genuina libertad cristiana.
D. Al observar el texto leído, se notan tres verdades importantes sobre la libertad cristiana, las cuales tomaremos como base para guiar nuestro estudio sobre el tema: (1°) qué es libertad; (2°) cómo vivir en libertad; y (3°) los efectos/resultados de la libertad.
I. QUÉ ES LIBERTAD (Gálatas 5:13-16)
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:13-16).
A. La primera gran verdad de este texto tiene que ver con lo que es la libertad cristiana.
Pablo repite la misma idea antes esbozada en la sección anterior (Gálatas 5:1). Recuerda que Cristo llamó a los que creen en él para vivir en libertad. ¿Pero qué es la libertad cristiana? ¿Cómo entender ese concepto incomprendido ya en la época del apóstol? Habiéndose transformado en un fiel seguidor de Cristo, Pablo tenía en mente la noción de libertad enseñada por Jesús a los demás apóstoles y a la iglesia primitiva. En la misma sección que leímos, él bosqueja tres realidades que definen de manera clara los contornos de la libertad cristiana.
B. La primera realidad tiene que ver con la fuente de la libertad.
Pablo comienza esa sección afirmando: “vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5:13). La cuestión aquí era entender que quien los llamó a la libertad es el autor y proveedor de libertad. A lo largo de la carta se menciona a la divinidad en tres personas, teniendo una participación dinámica en el plan de la salvación, a fin de que el ser humano fuera redimido para vivir en libertad como hijos de Dios (Gálatas 3:26; 4:6). El Dios que provee la libertad es el Dios que nos llama a vivir esa libertad en Cristo. No por casualidad, en la carta a los Gálatas, se menciona a Dios Padre treinta veces (Gálatas 1:1, 3, 4, 10, 13, 20, 24; 2:6, 19-21; 3:6, 8, 11, 17, 18, 20, 21, 26; 4:4, 6-9,14; 5:21; 6:7, 16), a Jesucristo se lo menciona treinta y ocho veces (Gálatas 1:1, 3, 6, 7, 10, 12, 22; 2:4, 16, 17, 19-21; 3:1, 13, 14, 16, 22, 24, 26, 27, 28, 29; 4:14, 19; 5:1, 2, 4, 6, 24; 6:2, 12, 14, 18), y al Espíritu Santo se lo menciona dieciocho veces (Gálatas 3:2, 3, 5, 14; 4:6, 29; 5:5, 16-18, 22, 25; 6:1, 8-18). Se menciona que Cristo “se dio a si mismo por nuestros pecados” (Gálatas 1:4), el Padre “lo resucitó de los muertos” (Gálatas 1:1), y envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo (Gálatas 4:6) y, una vez habitando en él, él lucha “contra la carne” (Gálatas 5:17), produciendo “el fruto del Espíritu” (Gálatas 5:22), cuyas semillas dan testimonio de una vida de libertad en Cristo. De esa forma, Pablo señala de manera clara que la fuente de la verdadera libertad es el Dios trino. Es el Dios que provee los medios para que vivamos libres en Cristo.
C. La segunda realidad tiene que ver con la definición de la libertad.
En un contexto de discusión sobre la circuncisión y de desacuerdos entre los creyentes, Pablo menciona dos aspectos para definir a la persona libre en Cristo. El primero es “servir”, y el segundo es “andar”.
D. Al hablar de “servir”, el apóstol combina tres términos para definir a la persona libre en Cristo. En un capítulo anterior, se menciona que la persona es justificada solo “por la fe en Jesucristo” (Gálatas 2:16). Entonces, agrega que en esa condición se exhorta a vivir como un “siervo” (douleuō – alguien que sirve como esclavo, de manera humilde, abnegada) y que actúa así “por amor” (agapē – fuerte consideración y afecto) (Gálatas 5:13c). En ese punto, Pablo cita el texto del Antiguo Testamento (Levítico 19:18b), destacando el amor al prójimo, siendo que allí había problemas relacionales conocidos entre los creyentes (Gálatas 5:15). Ellos mostraban preocupación por los ritos y ceremonias mientras descuidaban el amor y el servicio unos a otros. Eso era incompatible con la genuina libertad cristiana. La libertad no debía ser entendida como una licencia para pensar, hablar y actuar de la manera que quisieran; ni entre ellos, ni con relación a los ritos de la fe cristiana. Ante ese escenario, Pablo destaca la fe, el amor y el servicio como marcas que caracterizan la libertad de los que están siendo redimidos en Cristo.
E. Al decir “andar”, Pablo indica que la libertad cristiana es “andar en el Espíritu”, o, en otras palabras, andar según el Espíritu. Pablo se vale aquí y en otros de sus escritos de una metáfora del Antiguo Testamento para indicar la vida de acuerdo con la voluntad de Dios (ver Romanos 6:4; 8:4; 13:13; 14:15; 1 Corintios 3:3; 7:17; 2 Corintios 2:7, 10:2, 3; Efesios 2:2-10, 4:1-17, 5:2, 8, 15; Filipenses 3:17; Colosenses 2:6, 3:7; 2 Tesalonicenses 3:6-11). Es vivir la vida permitiéndose ser guiado, conducido, dirigido por el Espíritu Santo. En la práctica, es someterse al señorío del Espíritu Santo. En otra de sus cartas a una congregación que también vivenciaba diversos problemas, inclusive relacionales entre los hermanos, Pablo les recuerda que “el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).
F. Por lo tanto, los dos imperativos de Pablo indicados aquí, servir y andar, son esclarecedores. Desde ese punto de vista, la libertad no es una idea abstracta o una práctica desprovista de fundamento teológico.
La libertad cristiana se define aquí como el nuevo modo de ser y vivir del creyente que fue librado del pecado mediante la obra redentora de Cristo. Eso lo lleva a someterse al señorío del Espíritu Santo con una vida lo más cercana posible al ejemplo que dejó Cristo. Pablo llama a eso “una nueva creación” (Gálatas 6:16).
Como buen conocedor del Antiguo Testamento, es muy posible que Pablo tuviera en mente ambas síntesis de la ley moral: el amor a Dios y al prójimo.
II. CÓMO VIVIR EN LIBERTAD (Gálatas 5:17-23)
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero
los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:17-23).
A. La segunda gran verdad que aprendemos del texto que estamos estudiando es cómo vivir la libertad cristiana. Como Dios es el autor y proveedor de esa libertad, de él proviene la orientación sobre cómo vivirla de manera apropiada. Pablo enseña en tres puntos cómo los hijos de Dios pueden vivir mejor en libertad.
B. Primer punto: Para vivir la libertad cristiana, es necesario tener consciencia del gran conflicto en el que está insertada. El apóstol declara que “la carne lucha contra el Espíritu, y el Espíritu lucha contra la carne,
porque son opuestos entre sí” (Gálatas 5:17). El término griego usado aquí para “carne” es sarx , y en ese contexto indica al ser humano degradado por el pecado, con su naturaleza tendenciosamente mala e inclinada al error.
Una humanidad así es débil y propensa a distorsionar el sentido de la libertad y usarla de manera incorrecta. Y el término “Espíritu”, en el griego pneumatos, en ese contexto, indica a la persona del Espíritu Santo. Es la persona de la divinidad que en el plan de la redención asumió la misión de obrar para la conversión del pecador y guiar a los creyentes en su camino de vida y libertad cristiana. Según Pablo, la carne humana pecaminosa, que reside en toda persona, y el Espíritu, que obra en la consciencia a fin de transformarla a partir de la renovación de la mente (Romanos 12:1, 2), son declaradamente “opuestos” (antikeimai – hostiles, adversarios, oponentes) entre sí (ver también Romanos 8:5-9). Por eso, uno “lucha contra” el otro (epithymei kata – uno tiene una intención, desea, objetiva intensamente de forma opuesta y contraria, incompatible con relación al otro). Por eso, hay un conflicto de libertad en la vida de las personas (ver Romanos 7:7-25). O la libertad es deformada cuando es usada según “las obras de la carne”, o es legítima cuando se la vive según “el fruto del Espíritu”.
C. Segundo punto: Vivir la libertad cristiana implica rechazar las “obras de la carne”. Las obras de la carne representan los modelos alternativos de vida basados en una distorsión de la comprensión y experiencia de la libertad. El mundo pecaminoso ofrece esas rutas alternativas para seducir y (re)esclavizar al ser humano en el pecado. Pablo deja claro que las llamadas “obras de la carne” son incompatibles con la verdadera libertad cristiana. Él habla de: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías” (Gálatas 5:19-21). Y deja claro que esos son solo ejemplos de la distorsión de la verdadera libertad del cristiano, porque también reprueba las “cosas semejantes a estas” (como las descritas por él mismo en 1 Corintios 6:9, 10; 15:50).
D. Tercer punto: Solo es posible vivir la libertad cristiana cuando somos “guiados por el Espíritu”. El apóstol hace dos declaraciones significativas en ese sentido. “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gálatas 5:18). Lo que quiere decir aquí es que, si la libertad cristiana se vive según la dirección del Espíritu Santo, no hay condenación de la ley para eso. Aunque Pablo esté hablando de la ley moral, lo mismo se aplica a las demás leyes divinas (ya sea las leyes morales, las leyes de consciencia, las
leyes de salud física o las leyes de convivencia social). Solamente condenan a quien vive su libertad en desconformidad con el “así dice el Señor”.
Pero para el que se somete con su libertad al señorío del Espíritu, el propio Espíritu producirá su fruto, y el resultado se verá y reconocerá en un estilo de vida marcado por el “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22, 23a). Y como completa el apóstol, “contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:23b), o sea, no hay condenación contra una vida genuina de libertad cristiana.
E. Noten lo que Pablo está enseñando aquí. Aun después de la caída, aun en el contexto del gran conflicto entre el bien y el mal, se llama al ser humano a vivir la libertad en Cristo. Para eso, es necesario entender que la libertad tiene un aspecto positivo y un aspecto negativo. Ese doble aspecto de la libertad es un imperativo moral.³ El aspecto positivo indica las concesiones de la libertad. El aspecto negativo indica las limitaciones de la libertad. Ambos se complementan y no pueden ser separados; lo que significa que la libertad tiene un componente propositivo y un componente restrictivo. Cuando se vive solo enfocando el componente propositivo, a veces se lleva la libertad a excesos que la transforman en libertinaje y rebeldía. En ese caso, se ignoran o extrapolan los límites que son necesarios para una vivencia responsable de la libertad. Por otro lado, cuando se vive solo enfocando el componente restrictivo, la libertad es suprimida por excesos que se vuelven puro formalismo y legalismo. De esa forma, se ignoran las indicaciones divinas que evitan la superficialidad e incentivan el potencial de libertad cristiana implantado por Dios en el corazón humano. Por lo tanto, el imperativo moral de libertad, como se enseña en la revelación, es una salvaguardia contra los excesos del antinomismo y del legalismo.
F. Esa orientación evidencia que la libertad en Cristo jamás encontrará conformidad con las propuestas alternativas de la libertad ilimitada del mundo en el que vivimos. Esa libertad es distinta y opuesta a los modelos de libertad del mundo secular. Antes que nada, es la libertad del propio yo (egocéntrica), que una vez emancipada por el Espíritu Santo (teocéntrica), pasa a vivir al servicio de Dios y del prójimo. El cristianismo heredó ese legado, y los cristianos fieles testifican de la experiencia de la libertad así equilibrada en sus vidas. Los resultados han sido notorios.
III. EL ALCANCE DE LA LIBERTAD (Gálatas 5:24-26)
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne, con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros” (Gálatas 5:24-26).
A. La tercera gran verdad que aprendemos del texto que estamos estudiando es sobre el alcance personal y colectivo de la libertad provista por Cristo; como impacta a quién es redimido, y a partir de eso, también a otras personas. Note que estar en Cristo implica “crucificar” (staurōsan – matar predicando en una cruz); en ese caso, sacrificar la carne (el yo pecaminoso) y tratar de vivir/andar en el Espíritu. Esa es una obra del Espíritu en la vida del creyente. Pero, a continuación se menciona el impacto que eso tiene en la relación con el prójimo. Y no podría ser diferente. La experiencia de la libertad del creyente, en la dimensión vertical (“de Cristo”), necesariamente impacta la experiencia de la libertad con el prójimo, en la dirección horizontal (“unos con otros”). La grandiosidad de la obra hecha en la vida del individuo impacta la vida de otros en la iglesia y también en la sociedad.
B. Es importante entender el tremendo alcance de esa libertad. El pecado genera tres consecuencias graves en el pecador: culpa, condenación y castigo (CCC). La redención provista por Dios Padre, en Jesucristo y
por medio del Espíritu Santo, proporcionó tres grandes bendiciones que los hijos de Dios reciben:
(1ª) Libertad de la culpa del pecado
A. En el comienzo de la carta, Pablo destaca que “también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo” (Gálatas 2:16). El término dikaioutai , justificados, significa vindicados, declarados justos, reconciliados, considerados en conformidad con los requerimientos de la ley, lo que en el lenguaje forense incluía la liberación de la culpa. Cristo nos libera de la culpa del pecado al asumirla en nuestro lugar.
(2ª) Libertad de la condenación de la ley
A. Pablo nos recuerda que “Cristo nos redimió de la maldición [katara – imprecación, condenación] de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). Eso porque “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4, 5). Por eso “si sois guiados por el Espíritu, no estás bajo la ley” (Gálatas 5:18). Cristo nos libró de la maldición/condenación de la ley, asumiendo la condenación que era nuestra. Nos dio la condición de ser sus hijos a fin de que podamos vivir esa libertad según la dirección del Espíritu Santo y así no estamos más bajo la condenación de la ley (ver Romanos 6:14; 8:14).
(3º) Libertad del castigo eterno
A. Al recordar las “obras de la carne” (Gálatas 5:19), Pablo menciona que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21).
La consecuencia de eso es que los que se dejan guiar por el Espíritu Santo y viven su libertad en Cristo, experimentan ahora “el fruto del Espíritu” (Gálatas 5:22), y en el futuro poseerán la herencia del reino celestial de Dios: la vida eterna (ver 1 Corintios 6:9, 10). Esa es la libertad del castigo eterno.
B. Como resultado de recibir y vivir tan grande dádiva de libertad, el creyente comienza a vivir ya no para sí mismo, sino para amar y servir a Dios, su Libertador, y a su semejante, con quien debe compartir su libertad.
C. El mundo fue conociendo esa libertad por medio de los siervos fieles del Señor, a medida que Dios la fue revelando desde los primeros padres, pasando por los patriarcas y profetas y más tarde por el testimonio de Jesús, los apóstoles y sus discípulos. Esa es la libertad que hizo posible a las naciones los grandes logros que aún hoy benefician a cristianos y no cristianos del mundo. Ese es el modelo de libertad que inspiró testimonios y logros como:
• La elaboración de documentos de libertad (como la Carta Magna de 1215, la Declaración Estadounidense de la Independencia de 1776, así como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948 y la Convención Estadounidense de Derechos Humanos de 1969).
• Las campañas de abolición de la esclavitud y discriminación racial (como las que fueron hechas por medio de líderes cristianos, como Richard Baxter, John Wesley, John Newton, William Wilberforce y Martin Luther King Junior).
• La promoción de los así llamados Estatutos de Ciudadanía (destinados a la valoración y protección de públicos específicos, como los portadores de necesidades especiales, los niños y adolescentes, los ancianos, y los refugiados);
1. Las libertades civiles (libertad de pensamiento, conocimiento, expresión, comunicación, locomoción, convivencia pacífica, trabajo, propiedad, asistencia, educación, etc.). Basta recordar:
2. Las libertades políticas (como el derecho al voto, la representatividad, la manifestación popular, la alternativa de poder).
3. La libertad religiosa (de asociación, reunión, conciencia, culto y creencia).
4. Todas esas iniciativas históricamente se originaron por personas cristianas y fueron iniciadas y promovidas a partir de países cristianos y de allí diseminadas por el mundo. Aunque pudieron haber sido objeto de distorsiones puntuales, permanecen como legado cristiano de libertad a toda la humanidad.
CONCLUSIÓN
A. Volviendo a la historia del inicio, así como aquel pájaro, necesitamos ser librados y también necesitamos aprender a vivir en libertad. Y Jesús vino para eso:
• Si Jesús no hubiera nacido, no tendríamos esperanza de ser rescatados.
• Si Jesús no hubiera vivido, no tendríamos un ejemplo de vida.
• Si Jesús no hubiera muerto vicariamente, no tendríamos un sustituto.
• Si Jesús no hubiera ascendido, no tendríamos la expectativa de su regreso.
• Si Jesús no hubiera sido entronizado, no tendríamos un intercesor.
• Si Jesús no hubiera iniciado el juicio investigador, no tendríamos vindicación.
• Si Jesús no hubiera concluido su obra, no tendríamos cielos nuevos, y tierra nueva.
• Si Jesús no hubiera hecho todo eso, no tendríamos la experiencia de la redención.
• Si Jesús no fuera quién es y no hubiera hecho lo que hizo, hace y hará, no conoceríamos lo que es la verdadera libertad.
B. Hermanos y amigos, el Señor Dios amorosamente nos ofrece aún hoy la libertad que solo él puede dar, la verdadera y única libertad que le da sentido a la vida; que proporciona al ser humano una experiencia de
vida plena de sentido ahora, y la vida eterna en el futuro; la libertad de la culpa, de la condenación y del castigo del pecado. Para los que ya aceptaron ese ofrecimiento, el llamado de hoy es para que acepten ser reafirmados una vez más en esa verdadera libertad. A los que todavía no conocían ese ofrecimiento de la gracia, el llamado es para que acepten ser liberados y comiencen a vivir esa libertad. “Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu” (Gálatas 5:25).
C. A los que esperamos la venida del Señor, Dios nos promete “la redención de nuestro cuerpo” (Rom. 8:23) en el futuro, cuando la creación también conocerá “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Rom. 8:21).
Que esa linda promesa se cumpla en nuestras vidas para la gloria de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario