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Jesús y el reloj del tiempo - Más allá de las estrellas

 

"Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado’” (Daniel 8:14).


MatERIALES NECESARIOS

Un cronómetro o reloj de arena, un silbato, cuatro globos para cada participante, lapice- ras o lápices para todos, papel para escribir y hojas impresas, carteles o diapositivas mos- trando la tabla de abajo (sin las respuestas), sobre como calcular los años en la profecía.

Aprenda a calcular los años de la profecía 


Preparación DEL AMBIENTE

Organizados en parejas o en grupos, los estudiantes participarán de tres actividades relacionadas a la cuenta del tiempo:

  1. Primero, un representante de cada grupo recibirá un globo vacío. Cuando el coordinador dé la señal (usando el silbato), el participante debe soplar en el globo y llenarlo hasta que reviente. La vuelta ter- mina cuando el último representante haya logrado reventar su globo. El que reventó primero el globo gana más puntos. Después de la primera vuelta, debe haber otras (tres o cuatro por lo menos), para que diferentes personas puedan participar.

  2. La segunda actividad, consiste en llenar el globo, al máximo de lo que cada uno pueda, dentro de 10 o 15 segundos y después vaciarlo, sosteniéndolo con las puntas de los dedos, de modo bien controlado. Cuando el coordinador dé la señal (usando el silba- to), todos los representantes (uno de cada grupo) deben comenzar a llenar los globos con fuerza y cuando se da la segunda señal, todos deben parar. El coordinador dará la señal otra vez, para que comien- cen a soltar el aire del globo de modo bien contro- lado (por 10 o 15 segundos) y, finalmente, para que paren. Vencerá quien, al fin del juego, tenga el globo menor, pero no totalmente vacío. El que lo revienta o lo deja vaciar completamente pierde.

  3. La tercera actividad tendrá el desafío de responder las preguntas 2, 4, 8, 10, 13 y 15 de la hoja con la tabla “Aprenda a calcular los años de la profecía”. El estudiante debe seguir el modelo y la lógica de cada columna, observando las instrucciones escri- tas en la hoja y, si fuera necesario, reforzadas por el coordinador.

ILUSTRACIÓN (OPCIONAL)

Las papas de la chacra del señor Leonardo

(En lo posible, traer una bolsa rústica de papas lindas para usar como ilustración).

Hace mucho tiempo, en los Estados Unidos, en los alrededores de New Ipswich, cerca de la frontera con Canadá, un chacarero llamado Leonardo Hastings en- frentó una situación en la que su fe sobre el regreso de Jesús sería probada por las circunstancias y desafiada por los comentarios de sus vecinos. En la primavera de 1844, Leonardo plantó papas que estarían listas para ser recogi- das en otoño. Sin embargo, después de estudiar las pro- fecías de Daniel y convencerse de que Jesús podría volver en octubre, el 22 de octubre, decidió que sería falta de fe

recogerlas. Entonces pensó: “Si Jesús vuelve en esa fecha, no voy a necesitarlas”. Y dijo: “Quiero que ese campo de papas predique de mi fe en el pronto regreso del Señor”.

Algunos de sus vecinos se ofrecieron para recoger las papas, para evitar que se pudran en el suelo, pero Leo- nardo quedó firme en su convicción y prefirió no hacer la cosecha. Los vecinos comentaban: “Es realmente tonto”. “Seguro que se arrepentirá”.

El 22 de octubre de 1844 llegó. Había mucha expectati- va. A la media noche, las campanadas del reloj sonaron y, para decepción de Leonardo, Jesús no vino. El sonido del reloj fue desapareciendo y se llevó la esperanza de muchos. Esa fecha quedó conocida como el día del “Gran chasco”. Los burladores e incrédulos probable- mente esperaban que los creyentes como Leonardo pa- saran hambre al perder sus cosechas, pero lo que sucedió con las papas que Leonardo había plantado fue algo sor- prendente. Él solo comenzó a recogerlas en noviembre, mucho después del período normal de la cosecha.

Dios no decepcionó al fiel Leonardo. Cuando él final- mente hizo la cosecha, verificó que allí estaban las mejo- res papas que ya había cultivado. Pero ¿saben qué sucedió con los vecinos que había recogido las papas en la época acostumbrada? No estaban buenas. Una helada cubrió a Nueva Inglaterra ese año, dañando casi toda la zafra de papas recogidas dentro del plazo, y que estaban guarda- das en el granero. Pero las que no habían sido recogidas no se perdieron. Fue como si hubieran sido protegidas.

Cuando nadie tenía papas, el Sr. Hastings tenía, no solo para él y su familia, sino también para los vecinos que lo habían llamado tonto. Pero no fue solo eso. Una recom- pensa extra vino en la primavera siguiente, cuando llegó la época de plantar papas nuevamente. ¿Ustedes pueden imaginar qué sucedió? Muchos de los vecinos y conoci- dos de Hastings fueron a buscarlo para comprar semillas de papas, a fin de plantarlas en sus campos y jardines. Como no había muchas papas disponibles, el precio de las semillas subió mucho porque estaban valorizadas. Y Leonardo todavía pudo ganar bastante dinero. Lo que al inicio fue una prueba y trajo dificultad, se transformó en bendición para Leonardo y para sus vecinos (Extraído del libro Retrato de los pioneros, CPB)

APLICACIÓN Y TRANSICIÓN:

En este mundo, nuestra fe siempre tendrá desafíos en la realidad. En momentos de crisis, dificultad y duda, la pre- sión del enemigo es todavía mayor para que desviemos la mirada de las promesas de Dios. Los que se mantengan firmes, recibirán bendiciones especiales del Señor.


Cómo Roma conquistó el mundo (Leer Daniel 8:9-16)

Hoy estudiaremos la mayor profecía de tiempo conteni- da en la Biblia. ¿Ya se dieron cuenta cuál es? Es la profe- cía de las 2.300 tardes y mañanas. Profecía parece algo difícil. Pero, al fin de cuentas, usted notará que es senci- llo comprender el significado de eso. Conocer la profecía es lo mismo que saber el fin de la historia. Y eso nos da algunas ventajas, porque ayuda a comprender el tiempo que estamos viviendo.

En la parte de la historia que acabamos de leer en la Biblia, el enemigo es un poder religioso que persigue al pueblo de Dios y está simbolizado por un cuerno peque- ño que surge de la cabeza de un macho cabrío fuerte y peludo. El capítulo 8 de Daniel cuenta que ese macho

cabrío representa a Grecia (Dan.8:21). Si ustedes hacen una investigación rápida en algún libro o sitio de histo- ria, verán que Grecia dominó gran parte del mundo oc- cidental entre los años 331 a.C. y 168 a.C. Recordemos que la cuenta del tiempo antes de Cristo (a.C.) ocurre de forma descendente. En 168 a.C. el Imperio Griego fue derrotado por el general romano Emilio Paul, y Roma quedó como el poder dominante.

En el reloj de Dios, de acuerdo con el tiempo de la pro- fecía, Roma es el último gran imperio antes de comenzar el tiempo del fin. El dominio de Roma se extendió por varios siglos, en verdad, por casi dos mil años.

En la época de Jesús, el Imperio Romano ya había domi- nado a Grecia y continuó expandiéndose hasta 476 d.C., cuando después de la caída del Imperio Romano, Roma continuó dominando el mundo por medio de la reli- gión. Eso quiere decir que el sistema religioso de Roma prevalecía sobre el mundo de la época. Y eso sucedió hasta el año 1798 d.C., año cuando el general Berthier al mando de Napoleón Bonaparte invadió la ciudad, llevó cautivo al papa Pío VI a Francia, donde murió. Ese fue el fin del dominio político del papado y la interrupción temporaria de la supremacía de la Iglesia Romana sobre las naciones de Europa.

Para entender mejor la acción del Imperio Romano, necesitamos volver a los días de Jesús y estudiar el signi- ficado de la adoración al Dios verdadero y el templo de los judíos, donde se concentraban los símbolos proféti- cos que señalaban al sacrificio de Jesús. Para que resulte más fácil, pensemos en la última semana de la vida del Salvador en la Tierra.

Intenten imaginar la agitación en la capital de Israel durante la semana de la última Pascua. Había un lugar

desde donde era posible ver la belleza del templo de Jeru- salén. Era allá en lo alto del Monte de los Olivos. En esa semana, Jesús y sus discípulos habían subido al monte, al final de la tarde, y se detuvieron para observar cuán lindo era el edificio. Si ustedes hubieran estado allá, ha- brían quedado con la boca abierta.

Había un horario cuando la escena quedaba especial- mente hermosa: cuando el sol se ponía. Los rayos del sol iluminaban las paredes de mármol blanco y se reflejaban 


 la torre y en el pináculo dorado. Pero no fue la belleza del templo lo que llamó la atención de Jesús ese día. Y en vez de alegrarse, Jesús comenzó a llorar. ¿Será que el Salvador estaba triste porque sabía lo que le esperaba?

¡No! Mientras miraba hacia Jerusalén, Jesús comenzó a pensar en lo que sucedería con esa ciudad y la nación en un futuro no tan lejano. Presten atención a lo que dice aquí: “[...] vio las murallas rodeadas de tropas enemigas. Oyó la marcha de los ejércitos que avanzaban en son de guerra, la voz de las madres y los niños que clamaban por pan en la ciudad sitiada. Vio su santo templo, sus pala- cios y sus torres, entregados a las llamas, y deducidos a un montón de ruinas humeantes. Observando la marcha de los siglos, vio al pueblo del pacto esparcido por todos los países, ‘como náufragos en una playa desierta’ [...] Cristo vio en Jerusalén un símbolo del mundo endurecido en la incredulidad y la rebelión, que está pronto a recibir los juicios retributivos de Dios” (Los Rescatados, p. 16).

Pocos días antes, Jesús ya había alertado a sus discípulos sobre lo que sucedería con el templo. No servía pensar que el edificio era indestructible porque tenía la bendi- ción de Dios. Abran la Biblia en Mateo 24:2, leamos. Y ahora los versículos 15 y 16.

Jesús fue bien claro. Pero la gente no estaba interesada en oír noticias malas. Prefirieron creer que todo estaba bien y que las cosas permanecerían así por mucho tiempo. No se daban cuenta de que rechazar a Jesús como el Salvador traería condenación sobre ellos casi cuarenta años después.

Como nación, los judíos se volvieron cada vez más obs- tinados y desobedientes, y Dios retiró de ellos su protec- ción. Finalmente, en el año 70 d.C. todo lo que Jesús dijo se cumplió al pie de la letra. Jerusalén fue cercada y tomada por los romanos. Pero hubo un detalle im- portante. Los que prestaron atención a las señales que Jesús había dado mucho tiempo atrás, reconocieron el momento que estaban viviendo. Y cuando surgió una oportunidad, huyeron y lograron salvarse.

Fue una situación terrible para los que permanecieron en Jerusalén. Estaban justamente en la época de la Pascua, y millones de judíos estaba reunidos dentro de los muros de la ciudad. Quedaron sin comida. Casi no se puede creer que la gente llegó al punto de morder el cuero de los cintos, de las sandalias y del revestimiento de sus es- cudos. Algunos intentaron salir escondidos por la noche para juntar plantas que crecían fuera de los muros, pero morían cruelmente por los soldados romanos.

Fue un período horrible cuando muchas personas mu- rieron. Había cuerpos por todas partes. Tito, el general

romano, intentó evitar la destrucción del templo. Ins- taba a los líderes judíos a rendirse. Pero ellos insistieron en su rebeldía.

Desobedeciendo las órdenes de Tito, un soldado arrojó una antorcha encendida en una abertura del pórtico. El fuego pronto se expandió. Más antorchas fueron arrojadas hasta que el templo quedó totalmente destruido. ¡Fue algo terrible!

Después de que el templo fue destruido, toda la ciudad cayó en manos de los romanos. Solo que tener una idea, más de un millón de personas murieron. Los que sobre- vivieron fueron llevados cautivos para ser vendidos como esclavos en Roma. Otros fueron arrojados a las fieras. Al- gunas películas antiguas retratan esas escenas. Todo suce- dió porque los judíos rechazaron la autoridad del Cielo.

Por increíble que parezca, algunos siglos más tarde, ese mismo Imperio adoptó el cristianismo como religión oficial. Esa fue una estrategia para aumentar el poder de Roma dentro y fuera de sus fronteras geográficas. Los emperadores romanos no pretendían ser realmente leales a Jesús y el mensaje que lo señalaba como el Salvador del mundo. Más tarde, cuando se formaron las naciones modernas de Europa, el poder religioso católico romano continuó creciendo. Resumiendo, la historia, los líde- res de la Iglesia Católica comenzaron a mandar en todo. El papa se convirtió en la autoridad máxima, determi- nando lo que se podía y no se podía hacer, dando las reglas y cambiando inclusive las leyes de Dios. Y así se cumplió lo que el profeta Daniel había predicho, cuando dijo que el “cuerno pequeño” de la profecía procuraría alterar y distorsionar todo lo que estaba representado en el templo del antiguo Israel. Poco a poco, las personas fueron apartándose de la Biblia, de las enseñanzas de Jesús y de la doctrina de los apóstoles. Muchas cosas que hoy son comunes dentro del cristianismo no las practi- caban Jesús ni los apóstoles, y hasta se oponen a lo que ellos enseñaron. 


Resumiendo el cuerno pequeño mencionado en Daniel 7 y 8 es un símbolo del poder papal, que durante más de un milenio (538 d.C.-1798 d.C.) desafió abiertamente la Palabra de Dios, negando la Biblia (hasta prohibiendo su

circulación), y cambiando los Diez Mandamientos y opo- niéndose al ministerio sacerdotal de Cristo en el Santuario celestial, porque allá Jesús es nuestro único intercesor de- lante Dios, sin la participación de los santos ni de María.

Jesús también es el único ser cuyos méritos nos pueden conceder, por la gracia, no por las obras, la salvación eterna. Sin embargo, el poder papal, como dijo el profeta Daniel, “echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó’’ (Dan. 8:12).

Pero llegaría el tiempo cuando las verdades bíblicas serían restauradas.

¿Qué aprendimos hoy? Que la mayor profecía de la histo- ria dura 2.300 años. Recuerden que, en profecía, cada día equivale a un año (Núm. 14:34; Eze. 4:6). Así, 2.300 tardes y mañanas equivalen a 2.300 días, o sea, 2.300 años; ahora se entiende mejor. Por la historia que ya se cumplió pode- mos saber que esa profecía comenzó en el año 457 a.C., cuando salió el tercer decreto relativo a la reconstrucción de Jerusalén (Esd. 7:12-26), promulgado por Artajerjes I, y fue hasta el año 1844 d.C., cuando el mundo fue sacudido por la predicación de Guillermo Miller y sus seguidores, que esperaban el regreso de Jesús el 22 de octubre de ese año.

Aunque Jesús no volvió, algún tiempo después, los pri- meros adventistas entendieron que esa fecha no era la del regreso de Jesús, sino el inicio del juicio preadvenimiento, o sea, el momento cuando Jesús inició en el cielo el rito de purificación del Santuario, así como lo hacían los sumos sacerdotes en Israel, en el tabernáculo del desierto y en el templo de Jerusalén antes de ser destruido por los roma- nos en el año 70 d.C 

Puede parecer complicado hablar de profecías, pero, en verdad, eso es algo muy interesante. Como menciona- mos al inicio, es como saber el fin de la historia antes que todos en el mundo. Y no es para que nos sintamos mejor que los demás, sino para que demos las buenas noticias a todos los que tengamos contacto. Las personas del tiempo de Jesús sentían orgullo del templo y de las ceremonias que allí se realizaban. Ellos terminaron per- diendo de vista el verdadero sentido de todo eso.

Todos los ritos del Santuario de Israel señalaban la sal- vación en Jesús, simbolizada por el cordero muerto dia- riamente en el patio del templo. Pero, la intercesión de Jesús se perdió en el tiempo, dentro del cristianismo, cuando pasaron a concentrarse en las figuras humanas a lo largo de casi dos mil años de historia. Pero estaba profetizado que el tiempo del fin llegaría, y Jesús debería estar otra vez en el centro de la doctrina cristiana. Hoy nuestro desafío es seguir a Cristo sin perder de vista lo que él planeó para su iglesia en estos últimos días.

Lo que Jesús espera de nosotros hoy es que entendamos el tiempo en que vivimos, creamos en la profecía y en todo lo que ya se cumplió. Pero, sobre todo, que nos preparemos para lo que todavía está por suceder.

Desde el 22 de octubre de 1844, el reloj de Dios comen- zó a contar el tiempo para un acontecimiento grandioso. El juicio investigador ya comenzó en el Santuario celes- tial y el próximo paso señala el pronto regreso de Jesús. Los que confían en esto no van a decepcionarse.

LLAMADO

¿Les gustaría ser parte del pueblo que Dios eligió para conocer y obedecer su Palabra en estos últimos días? ¿Está dispuesto a anunciar al mundo su pronto regreso? ¿Sienten que Dios los está llamando para conocer mejor las revelaciones que él tiene para sus hijos en el tiempo del fin? Oremos.

ANUNCIO

En el próximo tema veremos cómo, por intermedio del profeta Daniel, el pueblo de Israel recibió muchas reve- laciones de Dios sobre la venida del Mesías y el futuro de la nación judía. Aprenderemos también sobre la profecía de las 70 semanas y sobre qué hacer para pertenecer al pueblo especial de Dios en los días de hoy

Hora DE LLAMAR LA ATENCIÓN

(hashtags #Jesusmeusacerdotenoceu #AdolescentesDSA)

Para que otras personas aprendan un poco sobre el tema de hoy, elijan una de las opciones de abajo y posten en alguna red social lo que hagan:

  1. Un video de 30 segundos un poco más, con su voz y/o imagen, explicando a las personas “que en el Cielo Jesús es nuestro único intercesor”.

  2. Videos cortos o fotos bien interesantes y divertidas de las personas alegres participando de la actividad de la preparación del ambiente para el Tema 4.

  3. Una lista de buenos argumentos (en forma de dibujo, infográfico, audio, video, grabación, etc.) para no aceptar doctrinas anti o extrabíblicas.

  4. Una videollamada o visita a una persona, para orar con ella, ayudarla en una tarea, leerle algo y/u ofrecerle aliento espiritual.

  5. El registro escrito o audiovisual del testimonio de alguien que haya abandonado una tradi- ción religiosa al conocer la verdad bíblica. 

 

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