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Una vida de alabanza - En el Crisol con Cristo

“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). 



Muchas veces la vida cristiana está rodeada de peligros, y el deber parece difícil de cumplir. La imaginación cree ver la ruina inminente si se avanza, y la servidumbre y la muerte si se vuelve atrás. Sin embargo, la voz de Dios dice claramente: Id adelante. Obedezcamos la orden, aun cuando nuestra vista no pueda penetrar las tinieblas. Los obstáculos que impiden nuestro progreso no desaparecerán nunca ante un espíritu vacilante y dudoso. Aquellos que difieren la obediencia hasta que toda incertidumbre desaparezca, y no queden riesgos de fracaso ni derrota, no obedecerán nunca. La fe mira más allá de las dificultades, y echa mano de lo invisible, aun de la Omnipotencia, y por lo tanto, no puede resultar frustrada. La fe es como asir la mano de Cristo en toda emergencia (Servicio cristiano, pp. 138, 139).

El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. Se le honra mediante la expresión de alabanza y agradecimiento. Él dice: “El que sacrifica alabanza me honrará”. Salmo 50:23. Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto, alababan a Dios con himnos sagrados. Los mandamientos y las promesas de Dios fueron provistos de música y a lo largo de todo el sendero fueron cantados por los peregrinos. Y en Canaán, al participar de las fiestas sagradas, las maravillosas obras de Dios habían de ser repasadas, y se había de ofrecer el agradecimiento debido a su nombre. Dios deseaba que toda la vida de su pueblo fuera una vida de alabanza. En esa forma los caminos de Dios habían de ser conocidos “en la tierra”, y su salud “en todas las gentes”. Salmo 67:2.

Así debería ser también hoy…

El Señor desea que apreciemos el gran plan de la redención, que comprendamos nuestro elevado privilegio como hijos de Dios, y que caminemos delante de él en obediencia y agradecimiento. Desea que le sirvamos en novedad de vida, con alegría cada día. Anhela que la gratitud brote de nuestro corazón porque nuestro nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero, porque podemos poner todos nuestros cuidados sobre Aquel que cuida de nosotros. Él nos ordena que nos regocijemos porque somos la herencia del Señor, porque la justicia de Cristo es el manto blanco de sus santos, porque tenemos la bendita esperanza de la pronta venida de nuestro Salvador (PVGM, 240, 241).

Siempre es fácil aclamar a Dios con alegría cuando sentimos gozo. Sin embargo, cuando las cosas van mal, cuando estamos en la peor situación imaginable, cuando el crisol se escalda, no es tan fácil. No obstante, es precisamente entonces cuando necesitamos alabar a Dios, quizá más que nunca, porque la alabanza es un medio que nos ayuda a conservar la fe. Por cierto, la alabanza puede transformar hasta nuestras circunstancias más tenebrosas, tal vez no en el sentido de que cambie los hechos que nos rodean, sino de que puede cambiarnos a nosotros y a quienes nos rodean, de una manera que nos ayudará a enfrentar los desafíos. La alabanza es fe en acción. Quizá no siempre nos resulte natural, pero cuando practicamos la alabanza para que se convierta en una parte natural de nuestra vida, tiene el poder de convertir y de conquistar.

¿Qué es la alabanza? ¿Cómo podría ser un arma espiritual poderosa en circunstancias difíciles? ¿Qué papel tiene la alabanza comunitaria en la vida del cristiano? ¿Es edificante? ¿Anima a los miembros a mantenerse fieles en medio de las pruebas y las aflicciones? Si no es así, ¿qué se podría hacer? ¿Cómo puede transformarnos a nosotros y cambiar la situación que nos rodea?

I. UN MARCO PARA LA ALABANZA

El gran escritor ruso Fiódor Dostoyevski había sido condenado a muerte, pero a último momento le conmutaron la sentencia. En su lugar, pasó años en prisión. Sobre su experiencia en la prisión, escribió: “Cree hasta el final, aunque todos los hombres se extravíen y seas el único fiel que quede; aun así, lleva tu ofrenda y alaba a Dios en tu soledad”. En estas lecciones ya hemos visto que Pablo soportó una oposición y una persecución increíbles. Pero ahora está sentado en una prisión romana, y aun así no está deprimido. Escribe ávidamente para animar a los creyentes de Filipos. 

"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." Filipenses 4:4-7.

¿Cómo crees que Pablo pudo haber escrito esto, siendo que estaba en una prisión? En este pasaje, ¿cuáles son las claves para obtener la “paz de Dios”? 

Una cosa es alegrarse cuando todo va bien. Pero Pablo nos exhorta a regocijarnos siempre. Eso puede sonar extraño. Si tomamos literalmente lo que escribe Pablo, hay dos implicaciones fundamentales para nosotros. 
En primer lugar, si el mandato es que nos regocijarnos siempre, esto significa que debemos hacerlo incluso cuando no haya motivos para regocijarnos. 
En segundo lugar, para regocijarnos siempre, también tendremos que aprender a hacerlo en los momentos en que no nos apetezca. Pablo nos exhorta a alabar a Dios aunque muchas veces nos parezca poco natural, y hasta irrazonable. Pero, como veremos, precisamente porque hay ocasiones en las que parece irracional que nos regocijemos es que se nos exhorta a hacerlo. 

En otras palabras, la alabanza es un acto de fe. Así como la fe no radica en nuestras circunstancias sino, más bien, en la verdad acerca de Dios, la alabanza es algo que no hacemos porque nos sintamos bien, sino por la verdad de quién es Dios y lo que nos ha prometido. Y, curiosamente, es esa fe la que comienza a determinar nuestros pensamientos, sentimientos y circunstancias. 

¿Cuál es la verdad acerca de Dios que te permite regocijarte, incluso en la cárcel? 

Si tuvieras una lista acerca de los atributos y bondades del carácter de Dios ¿En qué medida esto cambiaría la forma de sentir y de considerar tus circunstancias?

II. LA ORACIÓN DERRIBA MUROS

Hay una expresión en inglés que dice: “Encerrarse pintando hasta un rincón”. Imagínate que estás pintando el piso de una habitación, pero luego te das cuenta de que terminaste en una esquina y no puedes salir, salvo que pises sobre la pintura fresca. ¡Tienes que quedarte allí hasta que se seque! A veces, nuestra fe parece arrinconarnos. Llegamos a una situación y, al igual que la pintura fresca en el piso, nuestra fe nos “atrapa”. Contemplamos la situación, y una de dos: o tenemos que rechazar a Dios, la fe y todo lo que creemos, o nuestra fe nos obliga a creer lo que parece imposible. Dios arrinconó a los israelitas. Después de que el pueblo vagó durante cuarenta años por el desierto, Dios no condujo a su pueblo a praderas desocupadas y pacíficas; Dios los condujo a una de las ciudades más fortificadas de toda la zona. Entonces, tuvieron que caminar alrededor de Jericó en silencio durante seis días. Al séptimo día, Dios les indicó que gritaran, y que ese grito, junto con las trompetas, les daría la victoria. Lee Josué 5:13 a 6:20. Dios ¿qué estaba tratando de enseñarles a los israelitas? Gritar fuerte no iba a causar vibraciones que hicieran caer los muros. Cuando Dios convocó a los israelitas a “gritar”, era el mismo tipo de grito del que David escribe en el Salmo 66: “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza” (Sal. 66:1, 2). ¡Este grito era una alabanza! Después de seis días de observar los enormes muros, debieron haber llegado a la conclusión de que no tenían ninguna posibilidad de derribarlos por su cuenta. ¿Cómo nos ayuda esta idea a comprender el significado de Hebreos 11:30? Cuando Dios está a punto de hacer algo nuevo en nuestra vida, posiblemente nos lleve a Jericó, porque tal vez deba enseñarnos que el poder para triunfar no proviene de nuestras fuerzas y estrategias. Todo lo que necesitamos está fuera de nosotros. Por lo tanto, no importa lo que haya frente a nosotros, no importa cuán insuperable pueda parecer, nuestra función es alabar a Dios, la Fuente de todo lo que necesitamos. Eso es fe en acción.

III. LA VIDA DE ALABANZA

Alabar al Señor quizá no sea natural para nosotros, incluso en circunstancias favorables. Entonces, ¿cuánto más difícil será alabar en las malas? Sin embargo, eso es lo que somos llamados a hacer. La alabanza es algo que debemos practicar hasta que, de ser una actividad que realizamos en un momento determinado, pase a ser una atmósfera en la que vivimos. La alabanza no debería ser tanto un acto específico como un estilo de vida específico. Lee Salmo 145. ¿Cuáles son las razones que da David para alabar a Dios? ¿En qué sentido las palabras de este salmo deberían ser las tuyas? El gran predicador británico Charles Haddon Spurgeon escribió un libro titulado The Practice of Praise [La práctica de la alabanza]. Está basado en el versículo 7 del Salmo 145. Mediante este breve versículo, Spurgeon llama nuestra atención a tres cosas importantes que pueden ayudarnos a desarrollar la alabanza en nuestra vida. 1. Practicamos la alabanza cuando miramos a nuestro alrededor. Si no miramos a nuestro alrededor para ver la grandeza de Dios, no tendremos ninguna razón para alabarlo. ¿Qué puedes ver en el mundo creado que sea digno de alabanza, como la belleza de la Creación de Dios? ¿Qué puedes ver en el mundo espiritual que sea digno de alabanza, como la fe de un joven cristiano que va en aumento? 2. Practicamos la alabanza al recordar lo que hemos visto. Si queremos vivir en una atmósfera de alabanza, debemos ser capaces de recordar el motivo. ¿Cómo podemos recordar las grandes cosas acerca de Dios (por ejemplo, fomentando nuevos rituales o símbolos que nos recuerden su bondad), para que su bondad y la verdad acerca de él no se nos escapen de la mente? 3. Practicamos la alabanza cuando hablamos de ella. La alabanza no es algo que hacemos en nuestra mente. Su propósito es que salga de nuestra boca, para que también la escuchen quienes nos rodean. ¿Qué razones se te ocurren para alabar a Dios verbalmente? ¿Cuál será el efecto de esa alabanza y sobre quiénes? Toma lápiz y papel y dedica un tiempo a examinar estos tres puntos. ¿Qué puedes hacer para cultivar el hábito de la alabanza en tu vida?

IV. UN TESTIMONIO CONVINCENTE

En el libro de Hechos, la alabanza tuvo un efecto asombroso sobre quienes la escucharon. Lee Hechos 16:16 al 34. Después de quitarles la ropa y golpearlos despiadadamente, a Pablo y a Silas los encarcelaron. No hubo nadie que les pusiera ungüento en la espalda magullada y gravemente lacerada. Con gran dolor físico y con los pies en el cepo, fueron puestos en la oscuridad de la zona interna de la prisión. Pero, mientras los demás prisioneros escuchaban, Pablo y Silas comenzaron a orar y cantar. Después del terremoto, y después de que el carcelero descubrió que ni Pablo ni Silas ni ninguno de los demás prisioneros habían escapado, “temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:29, 30). ¿Por qué este hecho hizo que el carcelero se concentrara en su necesidad de salvación? ¿Qué papel crees que tuvieron las oraciones y los cánticos de Pablo y de Silas en el hecho de que los prisioneros no huyeran y en la conversión de este hombre y de toda su familia? Es asombroso pensar que nuestra alabanza puede transformar el destino eterno de quienes nos rodean. Si Pablo y Silas se hubieran sentado en la oscuridad a murmurar y quejarse como suelen hacer los prisioneros, ¿crees que alguien se habría salvado esa noche? No sabemos qué pasó con el carcelero y su familia posteriormente, pero ¿te los imaginas leyendo las palabras que Pablo escribió más adelante desde otra prisión en Roma?: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí” (Fil. 1:29, 30). Si leyeron esto y reflexionaron respecto de que el sufrimiento de Pablo les había producido gozo a ellos, seguramente esto debió haberles despertado una canción en el corazón y un nuevo aliciente para permanecer fieles, sin importar el costo. ¿En quién crees que podrías influir para creer en Dios mediante un cántico de alabanza que salga de tu corazón? Haz un esfuerzo intencional para ser más abierto y efusivo en tu alabanza a Dios alrededor de otras personas. No sabes el efecto positivo que podría tener esto.

V. UN ARMA QUE CONQUISTA

Lee 2 Crónicas 20:1 al 30. Como descubrió Josafat, la alabanza es un arma poderosa. Después de recibir el informe de que una “gran multitud” venía contra él, Josafat no se lanzó inmediatamente a la acción militar, sino que decidió “consultar a Jehová” (2 Crónicas 20:3). Cuando el pueblo de Judá llegó a Jerusalén para ayunar, Josafat admitió la realidad de la situación y dijo que “en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12). Cuando ves que se acerca una “gran multitud”, ¿cuál es tu reacción instintiva? De la respuesta de Josafat en 2 Crónicas 20:3 al 12, ¿qué puedes aprender sobre cómo afrontar una oposición abrumadora? Cuando el Espíritu de Dios descendió sobre Jahaziel, este anunció audazmente: “No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros” (2 Crónicas 20:17). Después de eso, adoraron a Dios y cantaron alabanzas “con fuerte y alta voz” (2 Crónicas 20:19). Aunque Dios iba a luchar por ellos, aun así tenían que salir para enfrentar al enemigo. Pero esta no era una marcha común hacia la guerra. Josafat designó un coro para que cantara alabanzas a Dios mientras marchaban. “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros” (2 Crónicas 20:22). Según el autor, Dios intervino en el mismo momento en que ejercieron fe en su promesa, al comenzar a “alabar el esplendor de su santidad” (2 Crónicas 20:21, NVI). Vuelve a leer 2 Crónicas 20:1 al 30. ¿Qué principios espirituales puedes encontrar que se puedan aplicar a tu experiencia con Dios, especialmente en tiempos de pruebas y aflicciones?

CONCLUSIÓN

Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha invitado a ir a él? Nunca os permitáis hablar de una manera descorazonada y desesperada. Si lo hacéis perderéis mucho. Mirando las apariencias, y quejándoos cuando vienen las dificultades y premuras, revelaréis una fe enferma y débil. Hablad y obrad como si vuestra fe fuera invencible. El Señor es rico en recursos: el mundo le pertenece. Mirad al cielo con fe. Mirad a Aquel que posee luz, poder y eficiencia.

Hay en la fe genuina un bienestar, una firmeza de principios y una invariabilidad de propósito que ni el tiempo ni las pruebas pueden debilitar. “Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40:30, 31. (PVGM, 112, 113).
“Eduquemos, pues, nuestro corazón y nuestros labios para alabar a Dios por su amor incomparable. Eduquemos nuestra alma para tener esperanza y vivir en la luz que irradia de la Cruz del Calvario. Nunca debemos olvidar que somos hijos del Rey celestial, hijos e hijas del Señor de los ejércitos. Es nuestro privilegio confiar reposadamente en Dios” (MC 195). “Y, mientras yo lo adoro y magnifico, ustedes magnifíquenlo conmigo. Alaben al Señor aun cuando caigan en la oscuridad. Alábenlo aun en la tentación. ‘Regocijaos en el Señor siempre’, dice el apóstol. ‘Otra vez digo: ¡Regocijaos!’ ¿Traerá eso penumbras y tinieblas a sus familias? No, por cierto; traerá un rayo de sol. Así reciban rayos de luz eterna del Trono de gloria y los esparcirán a su alrededor. Permítanme exhortarlos a realizar esta obra: esparzan esta luz y esta vida a su alrededor, no solo en vuestra propia senda, sino en las sendas de los que se relacionan con ustedes. Que su objetivo sea mejorar a los que los rodean, elevarlos, señalarles el cielo y la gloria, y guiarlos a buscar, por sobre todas las cosas terrenales, los bienes eternos, la herencia inmortal, las riquezas imperecederas” (2TI, 525).

1. 

2. ¿Qué significa “alaben al Señor aun cuando caigan en la oscuridad” o “alábenlo aun en la tentación”? La alabanza ¿cómo puede ayudarnos a superar estas situaciones?

3. Pide a los miembros de la clase que den testimonio de cómo la alabanza afectó su vida. ¿Qué pueden aprender de las experiencias de los demás?

4. Como clase, escojan un salmo de alabanza y dediquen tiempo a leerlo juntos. ¿Qué les enseña sobre la alabanza? ¿Qué impacto tiene la alabanza en su fe?

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