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Las 5 Coronas - Heredero del Reino

Introducción

Actualmente, veo a muchos cristianos escapando de la cuestión del mérito y de las recompensas, como si fuera algo anti bíblico. La polémica deriva de que somos salvos por la “gracia”, en la cual el mérito no es nuestro, sino solo del sacrificio redentor de Cristo en la cruz. En ese aspecto, realmente no hay mayores ni menores, porque todos por igual alcanzamos la salvación por la misericordia divina. Pero Jesús declaró que en el Reino habrá galardones (recompensas) mayores y menores.

Existe una palabra bíblica que nos ayuda a entender esa recompensa sin anular la creencia en los méritos de Cristo y en la salvación solamente por la fe. Estoy hablando de la palabra “corona” y sus significados bíblicos.

Hay dos palabras griegas comunes para “corona” en la Biblia. Una de ellas, que se usa en el Nuevo Testamento, es la palabra “diadema” (ornamento real para poner en la cabeza, corona) y se encuentra en Apocalipsis (Apocalipsis 12:3; 13:1; 19:12). Esa palabra se utiliza para designar las coronas en las cabezas del dragón, las coronas de la bestia que surge del mar y las “muchas coronas” en la cabeza de Cristo cuando regrese a la Tierra para establecer su reino. La palabra “diadema” siempre se refiere a la corona de un rey o dignatario imperial.

La segunda palabra para corona en la Biblia es la palabra griega Stephanos (guirnalda concedida con significado de honra), que es la palabra principal griega que se usa para describir las coronas que recibirán los cristianos que serán hallados fieles (1 Tesalonicenses 2:19; 2 Timoteo 4:8; Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10). La palabra viene de stepho, que significa “cercar, enrollar, torcer”, y hace alusión a una corona de vencedor. En la costumbre greco-romana, esa corona se daba al vencedor de los juegos olímpicos. Era tejida como una guirnalda de roble, mirto, o también de hojas de olivo, o en algunos casos, una imitación de esos componentes en oro.

En ningún pasaje de la Biblia existe alguna promesa de una diadema para el cristiano, siendo que hay solo un Rey de reyes que merece usar esa corona de realeza, que es Cristo. Sin embargo, los cristianos recibirán la stephanos, que es una recompensa y un símbolo de honra, de un trato especial.

Las cinco coronas

Hay cinco aspectos diferentes de la corona (stephanos) prometida a los creyentes como parte de su paquete de “jubilación celestial”:

LA CORONA INCORRUPTIBLE

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona [stephanos] corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:24, 25).

La idea de una corona incorruptible indica que ella durará por toda la eternidad. Esa corona sugiere una recompensa que el cristiano recibirá como señal y recordativo, por los siglos de los siglos, de que fue fiel en su vida terrenal en el propósito de seguir al Señor y serle obediente.

LA CORONA DE GOZO

“Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1 Tesalonicenses 2:19, 20).

A esa corona se la llama con frecuencia “corona del vencedor”, ya que habrá un galardón especial para cada uno de los vencedores. Pablo estaba hablando a la iglesia ubicada en Tesalónica, Grecia, a través de la primera carta enviada a ella, de las trece cartas compiladas en el Nuevo Testamento. La carta está dividida en cinco capítulos, y en cada capítulo, el apóstol hace alusión al regreso de Cristo. Él le dice a esa iglesia que, en la venida de Jesús, ellos recibirían una “corona de gozo”. Seremos recompensados por las almas que ganamos para Cristo, y una corona especial de vencedor se dará a cada creyente que gane un alma.

LA CORONA DE LA VIDA

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago  1:12).

Esa promesa es semejante a la promesa hecha en Apocalipsis 2:10, que es la recompensa de los creyentes que perseveraron y vencieron las tentaciones y las pruebas. Cuando Cristo advirtió: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona [stephanos]” (Apocalipsis  3:11), él estaba amonestando a la iglesia de Filadelfia a ser fiel y soportar los ataques del enemigo. Hay una corona especial para los que disciplinaron sus cuerpos, mentes y espíritus en seguir al Señor hasta el fin. Y esa es la corona de la vida eterna.

LA CORONA DE GLORIA

“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de [stephanos] gloria” (1 Pedro 5:4).

En ese pasaje, el apóstol Pedro habla a los ancianos, y los instruye a permanecer fieles para abastecer al rebaño de cristianos, y no por ganar dinero y a servir de ejemplo a otros. Si fueran encontrados fieles en la venida de Cristo, recibirían una “corona de gloria”. Esa corona en particular es para los que servían como ancianos, pastores y obispos, líderes espirituales en la vida de los cristianos, como un pastor cuidaba de sus ovejas.

LA CORONA DE JUSTICIA

“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8).

Es interesante observar que Pablo menciona el hecho de que la corona se concede a los que “aman su venida”. Algunos podrían pensar que todos los cristianos aman la venida del Señor. Sin embargo, hay algunos que alegan ser cristianos y que, en verdad, se burlan y escarnecen por la idea de que Cristo regresará pronto (2 Pedro 3:3, 4). Otros quedarán “avergonzados en su venida” (1 Juan 2:28). Para los que anhelan esa venida, hay una corona de justicia. Solo los que tienen un pacto activo con la justicia de Dios por medio de Cristo recibirán esa corona especial.

En otras palabras, la corona es la misma, pero con aspectos de bendición y recompensa diferentes para los que fueron fieles hasta el fin.

Hay siete bendiciones que Juan menciona en Apocalipsis 2 y 3 prometidas para los que triunfen. Esas bendiciones son:

1. El vencedor comerá del árbol de la vida en el paraíso celestial de Dios (Apocalipsis 2:7).

2. El vencedor no sufrirá la segunda muerte (Apocalipsis  2:11).

3. El vencedor comerá del maná escondido y recibirá un nombre nuevo, escrito en una piedra blanca (Apocalipsis 2:17).

4. El vencedor recibirá autoridad sobre las naciones (Apocalipsis 2:26).

5. Al vencedor no se le borrará el nombre del libro de la vida (Apocalipsis 3:5).

6. El vencedor será una columna en el templo y recibirá un nombre nuevo (Apocalipsis  3:12).

7. El vencedor se sentará en el trono de Cristo (Apocalipsis  3:21).

Todas esas bendiciones mencionadas son una parte de las recompensas que recibirán los cristianos por servir fielmente a Dios. Otras recompensas incluyen gobernar con Cristo sobre la tierra durante los mil años.

El peligro de perder la corona de la salvación

Hay algunas cosas que conmueven y que están relacionadas al juicio en el Tribunal de Cristo. Aunque una persona pueda tener un pacto redentor para estar en ese juicio, habrá personas que perderán su galardón eterno. Esa amonestación se encuentra a lo largo de toda la Escritura. Aquí hay un ejemplo:

“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona [stephanos]” (Apocalipsis 3:11).

A la luz de las amonestaciones para no perder su galardón y no permitir que otro tome su corona, las advertencias fueron dadas a cinco de las siete iglesias en Apocalipsis, instruyéndolas a arrepentirse de sus faltas espirituales y morales, de lo contrario enfrentarían consecuencias severas:

“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:5).

“Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca” (Apocalipsis 2:16).

“He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella” (Apocalipsis 2:22).

“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apocalipsis 3:3).

“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:16).

Nuestra única seguridad

En el “Tribunal de Cristo” (2 Corintios 5:10; Romanos 14:10-12), todos los cristianos tendrán sus obras probadas de alguna forma por el fuego, siendo recompensados por no quemarse. Las Escrituras son claras al decir que para algunos puede suceder que nada les falte además de la salvación:

“Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la proba- rá. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:12-15).

En ese pasaje, Pablo está hablando de su experiencia personal. Ponía los fundamentos por necesidad. Estaba siempre viajando. En verdad, permaneció dieciocho meses en Corinto (Hechos 18:11) y por tres años en Éfeso (Hechos 20:31), pero en Tesalónica no permaneció más de un mes, y eso era muy común. Había mucho terreno esperando para ser cubierto, había muchos hombres que nunca habían oído el nombre de Jesucristo, y si quería comenzar bien con la evangelización del mundo, Pablo no podía hacer más que poner los fundamentos y seguir a otro lugar. Solo cuando estaba encarcelado, su espíritu inquieto podía quedarse en un solo lugar.

Donde quiera que él iba lanzaba los mismos fundamentos. Estos consistían en la proclamación de los hechos sobre el sacrificio de Cristo. Su tremenda misión era la de presentar a Cristo a las personas. El fundamento de la iglesia consiste en el hecho de que solo en Cristo el cristiano puede encontrar tres cosas:

a) Perdón de sus pecados pasados. Ahora experimenta una nueva relación con Dios. Descubre de repente que Dios es su amigo, y no su enemigo. Descubre lo que significa sentirse a gusto con él. Descubre que Dios es como Jesús. Donde una vez veía odio ahora ve amor y una tierna intimidad.

b) Fuerza para el presente. A través de la presencia y de la ayuda de Jesús, el cristiano encuentra fuerza y coraje para enfrentar la vida, debido al hecho de que ahora ya no es una unidad independiente inmersa en una batalla solo contra el universo adverso. Vive una vida en la cual nada puede separarlo del amor de Dios en Cristo Jesús, su Señor. Camina por el camino de la vida y pelea las batallas de la vida con Cristo.

c) Esperanza para el futuro. Ya no vive en un mundo en el cual tiene miedo de mirar hacia delante. Vive en un mundo gobernado por Dios donde él actúa para que todas las cosas operen juntas para el bien, en el cual su tiempo está en las manos de Dios. Vive en un mundo en el cual la muerte ya no es el final. Sin el fundamento de Cristo, el hombre no puede obtener ninguna de esas cosas.

Llamado

Hoy es el día de tomar la decisión de entregar la vida completamente al Señor y de estar en completa dependencia de él, aceptar su señorío sobre nuestra vida y esperar con paciencia y fidelidad el día cuando él nos dará la corona de la vida. ¿Cuántos quieren pedirle hoy al Señor esa seguridad de salvación y vida eterna?

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