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Deuteronomio en el resto del AT

Deuteronomio 32

En ninguna parte del libro de Deuteronomio vemos tanta riqueza e intensidad en los calificativos que describen a Dios.

Los capítulos 32 y 33 contienen descripciones de extraordinaria riqueza sobre Dios. Él es el Creador, el Padre, La Roca, el Águila, el Salvador, el Rey, el Escudo, el Refugio, la Espada y el Ayudador. Es grande, eterno, fiel, recto y celoso. No practica la injusticia. Él ama, hace morir, da vida, castiga, hace expiación, libera, guía, protege, legisla, revela, vigila, guarda, bendice y provee para nuestras necesidades. Moisés destaca la singularidad de Dios. Dios lo es todo para su pueblo. Está a favor y nunca en su contra. Moisés estaba siempre dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. estaba al servicio de su Rey, Amo y Señor. Mediante los profetas Dios se hace audible. Solo el profeta podía afirmar que estuvo en presencia de Dios. Su tarea era llevar a la gente a la presencia de Dios. No podían utilizar el lenguaje de la esencia; tenían que utilizar el lenguaje de la presencia. No trataban de representarlo, trataban de presentarlo, de hacerlo presente. En un esfuerzo así, solo pueden servir palabras de grandeza e intensidad, no abstracciones. El profeta debe ser evaluado y juzgado por sus palabras. Estas deben compararse con la revelación anterior para ver si hay contradicciones. Moisés fue el profeta por excelencia (Números 12:6-8) y se convirtió en la norma para todos los profetas posteriores.
- Dios se comunicaba con él (Éxodo 33:11).
- Era el siervo fiel de Dios (Deuteronomio 34:5).
- Realizó milagros (Deuteronomio 34:11, 12).
- Fue mediador del Pacto en Sinaí.
- Organizó la iglesia del Antiguo Testamento.
- Tenía varias funciones importantes en el liderazgo.
- Siguió siendo humilde a pesar de su elevada posición.
- Llevaba la Presencia de Dios con él dondequiera que iba.
- Era un consejero, además de mensajero.

“Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día” (Deuteronomio 10:15). 

Una de las cosas fascinantes de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, es la frecuencia con la que se refiere o se cita a sí misma; es decir, los escritores posteriores del Antiguo Testamento aluden a los anteriores, usándolos a ellos y a sus escritos para decir algo importante. El Salmo 81, por ejemplo, retrocede al libro del Éxodo y casi cita textualmente el preámbulo de los Diez Mandamientos, ya que el salmista escribió: “Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto” (Salmos 81:10). 
En todo el Antiguo Testamento se hace referencia al Génesis, especialmente a la historia de la Creación (ver, por ejemplo, Jeremías 4:23; Génesis 1:2). Y sí, muchas veces los escritores posteriores del Antiguo Testamento, como los profetas, aludieron al libro de Deuteronomio, que desempeñó un papel primordial en la vida del Pacto del Israel primitivo. 

Hoy nos centraremos en cómo los escritores posteriores del Antiguo Testamento utilizaron el libro. ¿Qué partes de Deuteronomio usaron y qué cuestiones plantearon que aún tienen relevancia para nosotros en la actualidad?

I. EL LIBRO DE LA LEY

La Torá era la carta Magna de la enseñanza, la ética, la fe y la práctica. La Torá es una antología de las instrucciones de Dios y sus enseñanzas. La palabra hebrea Torah deriva de la raíz yarah, que significa "señalar con un dedo de camino o la dirección correcta. es significativo que el término para pecado sea khatah, que significa desviarse del camino, alejarse de las indicaciones de Dios o no dar en el blanco. Otra palabra relacionada es horah, "enseñar", "instruir"

La ley de la vida, de la siembra y la cosecha, se presenta en Deuteronomio de una manera clara: si una persona ama y obedece al Señor, le siguen bendiciones; si uno desobedece las instrucciones de Dios, le sobrevienen maldiciones.

El rey Josías, de Judá, que tenía ocho años cuando se convirtió en rey, reinó 31 años (640 a.C.-609 a.C.) antes de su muerte en el campo de batalla. En el año 18 de su reinado, sucedió algo que, al menos por un tiempo, cambió la historia del pueblo de Dios. 

Leamos 2 Reyes 22. ¿Qué lecciones podemos aprender de este incidente? 

Los eruditos han llegado a la conclusión de que el “libro de la ley” (2 Reyes 22:8) era Deuteronomio, que aparentemente se había perdido para el pueblo durante muchos años. 
“Josías se conmovió hondamente al oír por primera vez leer las exhortaciones y las amonestaciones registradas en ese antiguo manuscrito. Nunca antes había comprendido tan claramente la sencillez con que Dios había presentado a Israel ‘la vida y la muerte, la bendición y la maldición’ (Deuteronomio 30:19) [...]. En el libro abundaban las promesas referentes a la buena voluntad de Dios para salvar hasta lo sumo a los que confiasen plenamente en él. Así como había obrado al librarlos de la servidumbre en Egipto, quería obrar poderosamente para establecerlos en la Tierra Prometida y colocarlos a la cabeza de las naciones de la Tierra” (PR, 290). 
El llamado a ser esforzado y valiente también aparece en Deuteronomio (Deuteronomio 31:6, 7, 23; Josué 10:25) El Señor requiere que sus seguidores que lo aman presten atención a sus instrucciones y caminen por la senda que él ha señalado. Al hacer esto, serán conducidos a la prosperidad y al éxito.

En el capítulo siguiente, podemos ver cuán seriamente el rey Josías procuró guardar “sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma” (2 Reyes 23:3; ver también Deuteronomio 4:29; 6:5; 10:12; 11:13). Su lectura trajo consigo un mayor reavivamiento y reforma. Y esta reforma incluyó una limpieza y una purificación de “todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová” (2 Reyes 23:24). Es sorprendente cómo un líder piadoso, en estrecha colaboración con los sacerdotes y otros líderes, puede influir en muchos para bien y ayudarles a seguir el camino correcto de Dios.

Deuteronomio estaba lleno de advertencias y amonestaciones en contra de seguir las prácticas de las naciones que los rodeaban. Los actos de Josías, y todas las cosas que hizo, que incluyeron la ejecución de los sacerdotes idólatras de Samaria (2 Reyes 23:20), revelaron cuán lejos se habían desviado de la verdad que se les había confiado. En lugar de seguir siendo el pueblo santo que se suponía que eran, transigieron con el mundo, aunque a menudo pensaban: Estamos bien con el Señor, gracias. Qué engaño más peligroso. 

¿Qué cosas podríamos necesitar purgar a fondo en nuestra casa o nuestra iglesia para poder servir verdaderamente al Señor con todo nuestro corazón y alma?

Claro, somos adventistas del séptimo día, y con nuestro mensaje de la Verdad Presente nos consideramos en el mismo lugar en el que estuvo el antiguo Israel: tenían verdades que el mundo que los rodeaba necesitaba escuchar. Es un gran privilegio para nosotros. Sin embargo, ¿crees que estamos cumpliendo con las responsabilidades que conlleva ese privilegio?

II. “LOS CIELOS DE LOS CIELOS”

Deuteronomio deja muy en claro que la Ley y el Pacto eran esenciales, no solo para la relación de Israel con Dios, sino también para el propósito de la nación como pueblo “escogido” (Deuteronomio 7:6; 14:2; 18:5). 

Leamos Deuteronomio 10:12 al 15, donde se enfatiza esta idea de la Ley y el estatus de “escogido” de Israel. Sin embargo, ¿qué quiere decir la Biblia con la frase “los cielos de los cielos”? ¿Qué quiere enfatizar Moisés con esa frase? 

El significado de “los cielos de los cielos” no está del todo claro, al menos en este contexto inmediato, pero Moisés está señalando la majestad, el poder y la grandeza de Dios. Es decir, no solo el cielo en sí, sino “los cielos de los cielos” le pertenecen, probablemente una expresión idiomática que apunta a la completa soberanía de Dios sobre toda la Creación. 

Leamos los siguientes versículos, todos basados en la frase que aparece primero en Deuteronomio. En cada caso, ¿de qué se trata y cómo vemos la influencia de Deuteronomio allí? 1 Reyes 8:27 Nehemías 9:6 Salmo 148:4 

En Nehemías 9 se enfatiza quién es el único que debe ser adorado. Él hizo todo, incluso “los cielos de los cielos, con todo su ejército” (Nehemías 9:6). De hecho, Nehemías 9:3 dice que “leyeron el libro de la ley”, muy probablemente, como en la época de Josías, el libro de Deuteronomio, lo que explica por qué unos versículos más adelante los levitas, en medio de su alabanza y adoración a Dios, utilizaron esta frase, “los cielos de los cielos”, extraída directamente de Deuteronomio. 

Dios es el Creador, no solo de la Tierra, sino también de “los cielos de los cielos”. ¡Y pensar que este mismo Dios iría a la Cruz! ¿Por qué la adoración es una respuesta tan apropiada a lo que Dios hizo por nosotros?

III. DEUTERONOMIO EN JEREMÍAS

Hace años, un joven agnóstico buscaba apasionadamente la verdad, sin importar cuál fuera esa verdad y a dónde lo llevara. Finalmente, llegó no solo a creer en Dios el Padre y en Jesús, sino también aceptó el mensaje adventista del séptimo día. Su versículo favorito de la Biblia era Jeremías 29:13, que dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. 
No obstante, años más tarde, al estudiar su Biblia, encontró ese versículo nuevamente, pero en el libro de Deuteronomio. Es decir, Jeremías lo obtuvo de Moisés. 

Leamos Deuteronomio 4:23 al 29. ¿Cuál es el contexto de esta promesa a Israel y cómo podría relacionarse con nosotros hoy? 

"Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24 Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. 25 Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26 yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. 27 Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová. 28 Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. 29 Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma."

Como ya hemos visto, el libro de Deuteronomio se había redescubierto durante el reinado del rey Josías, y fue bajo el gobierno de Josías que Jeremías comenzó su ministerio. Por ende, no es de extrañar que la influencia de Deuteronomio pueda verse en los escritos de Jeremías. 

Leamos Jeremías 7:1-7. ¿Qué le dice Jeremías al pueblo que haga, y qué relación tiene con lo que estaba escrito en el libro de Deuteronomio? 

"Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová. 3 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 4 No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este. 5 Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, 6 y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, 7 os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre."

Vez tras vez en Deuteronomio, Moisés enfatizó que la permanencia en la tierra de Canaán era condicional, y que si desobedecían no permanecerían en el lugar que Dios había elegido para ellos. Considera la advertencia específica que se encuentra en Jeremías 7:4, donde se enfatiza que este era de veras el Templo de Dios, y ellos eran de veras su pueblo escogido, pero que nada de eso traería bendición si no eran obedientes. Y esa obediencia incluía su forma de tratar a los extranjeros, a los huérfanos, a las viudas, una idea que se remonta directamente a Deuteronomio y a algunas de las estipulaciones del Pacto que era de su incumbencia seguir: “No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda” (Deuteronomio 24:17; ver además Deuteronomio 24:21; 10:18, 19; 27:19). 

Leamos Jeremías 4:4: "Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras."
Deuteronomio 30:6 declara: "Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas."

La parábola en Ezequiel 16 sobre la niña abandonada es un relato conmovedor; algo así como la historia de una hija pródiga, que no aprecia el amor y los cuidados de su padre, y su ingratitud la lleva a un estilo de vida lujurioso, desenfrenado y promiscuo, que resulta en una gran desgracia y enfurece a su marido. Sin embargo, su marido, en lugar de castigarla, le muestra misericordia y amor abnegado. En esta parábola, el Señor mismo es el padre de esta hija pródiga y el esposo de la esposa infiel.. .Al final de esta complicada historia de amor, Dios, en su misericordia, hace expiación (kapar), purificación, perdón, reconciliación y restauración. Dios es el mismo sacerdote y hace expiación por su pueblo desleal e infiel.

¿Cuál es el mensaje para el pueblo y cómo ese principio se aplica también al pueblo de Dios hoy?

IV. “QUÉ PIDE JEHOVÁ DE TI”

Gran parte de los escritos de los profetas consistían en apelaciones a la fidelidad. Y no solo a la fidelidad en general, sino en particular; la fidelidad a su parte del Pacto, que confirmaron justo antes de entrar en la Tierra Prometida. Esto es lo que describe el libro de Deuteronomio: la confirmación del pacto de Dios con Israel. Después del rodeo de cuarenta años, el Señor ahora estaba a punto de cumplir (o comenzar a cumplir) más promesas de su Pacto, su parte del trato. Por lo tanto, Moisés amonestó al pueblo a cumplir con su parte también. De hecho, muchos de los escritos de los profetas eran básicamente iguales: llamados al pueblo para que cumpliera con su parte del Pacto. 

Leamos Miqueas 6:1 al 8. 

"Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel. Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová. ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios."

¿Qué le está diciendo el Señor al pueblo, y qué relación tiene con el libro de Deuteronomio? (Ver, además, Amós 5:24; Oseas 6:6.) 

Algunos comentaristas bíblicos han visto en estas palabras de Miqueas lo que se conoce como una “demanda pactual” en la que el Señor “levanta pleito” o interpone una demanda contra su pueblo por violación del Pacto. En este caso, Miqueas dice que el Señor “tiene pleito con su pueblo” (Miqueas 6:2), en el cual la palabra “pleito” (riv) puede implicar una disputa legal. Es decir, el Señor estaba iniciando una acción legal contra ellos, una imagen que implica el aspecto legal (además del relacional) del Pacto. Esto no debería sorprender a nadie porque, al fin y al cabo, lo esencial del Pacto era la Ley. Fíjate también que Miqueas toma prestado el lenguaje directamente de Deuteronomio: “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” (Deuteronomio 10:12, 13). 

Sin embargo, en lugar de citarlo directamente, Miqueas lo modifica cambiando la “letra de la ley” de Deuteronomio por el “espíritu de la ley”, que implica ser justo y misericordioso. Lo que supuestamente está sucediendo aquí es que, por más que tengan apariencias externas de religión y de piedad (muchos sacrificios de animales, es decir, “millares de carneros”), eso no es lo que constituye la relación de pacto de Israel con Dios. 

¿De qué sirve toda esta piedad externa si, por ejemplo, “codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad” (Miqueas 2:2)? Se suponía que Israel era una luz para el mundo, acerca de la cual las naciones dirían con asombro: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta” (Deuteronomio 4:6). Por lo tanto, debían actuar con sabiduría y entendimiento, lo que incluía tratar a la gente con justicia y misericordia.

V. LA ORACIÓN DE DANIEL

Una de las oraciones más famosas de todo el Antiguo Testamento está en Daniel 9. Al enterarse, mediante la lectura del profeta Jeremías, de que el tiempo de las “desolaciones” de Israel pronto terminarían, Daniel comenzó a orar con fervor (Daniel 9:2). ¡Y qué oración fue esa! Una súplica conmovedora y bañada de lágrimas en la que confiesa sus pecados y los pecados de su pueblo, mientras que al mismo tiempo reconoce la justicia de Dios en medio de la calamidad que les ha sobrevenido. 

Leamos Daniel 9:1 al 19. ¿Qué temas puedes encontrar que se relacionan directamente con el libro de Deuteronomio? 

La oración de Daniel es un resumen exacto de lo que se le había advertido a la nación en Deuteronomio con respecto a los frutos de no cumplir con su parte del Pacto. Daniel se refirió dos veces a “la ley de Moisés” (Daniel 9:11, 13), que sin duda incluía Deuteronomio y, en este caso, bien podría estar refiriéndose específicamente a este libro. Como anticipaba Deuteronomio, fueron expulsados de la tierra (ver Deuteronomio 4:27-31; 28) porque no obedecieron, exactamente lo que se le había dicho a Moisés (Deuteronomio 31:29) que sucedería. 

Qué trágico, también, que en lugar de que las naciones que estaban a su alrededor dijeran: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta” (Deuteronomio 4:6), Israel se haya convertido en un “oprobio” (Daniel 9:16) para esas mismas naciones. 

En medio de todas las lágrimas y las súplicas de Daniel, nunca formula la pregunta común que tantos hacen cuando ocurre un desastre: “¿Por qué?”. Daniel nunca pregunta porque, gracias al libro de Deuteronomio, sabe exactamente por qué sucedieron todas estas cosas. En otras palabras, Deuteronomio le dio a Daniel (y a otros exiliados) un contexto mediante el cual entender que el mal que les sobrevino no era solo un destino ciego, puro azar, sino los frutos de su desobediencia, tal cual se les advirtió. 

Pero quizá lo más importante sea que la oración de Daniel expresaba la realidad de que, a pesar de estos hechos, había esperanza. Dios no los había abandonado, por más que les hubiera parecido así. Deuteronomio aportó no solo un contexto para comprender su situación, sino también destacaba la promesa de restauración. 

Imagínate que eres Daniel, después de haber visto su nación invadida y derrotada, y sabiendo que el Templo, el centro de toda su fe religiosa, fue destruido por paganos idólatras. Sin embargo, el hecho de conocer el libro de Deuteronomio, ¿cómo pudo ser tan importante para él (o para cualquier otro judío) en ese momento? Es decir, ¿cómo lo ayudó el libro a comprender todo lo que estaba sucediendo y por qué ocurría? De igual modo, nuestra comprensión de las Escrituras en general, ¿cómo nos ayuda a afrontar tiempos difíciles y acontecimientos que de otra manera, sin nuestro conocimiento de las Escrituras, podrían ser muy desalentadores para nosotros? La respuesta a esta pregunta ¿qué debería enseñarnos acerca de cuán esencial debe ser la Biblia para nuestra fe?

Leamos Daniel 9:24 al 27, la profecía acerca de Jesús y su muerte en la Cruz. ¿Por qué esta profecía le fue dada a Daniel (y al resto de nosotros) en el contexto del exilio de Israel y la promesa del retorno? ¿Qué papel tiene el Pacto en esa profecía, y por qué la idea de pacto es tan importante para él y para nosotros?

CONCLUSIÓN

“Este [Miqueas 6:1–8] es uno de los grandes pasajes del AT. Este, como Amós 5:24 y Ose. 6:6, es el epítome de los profetas del siglo VIII. El pasaje abre con un hermoso ejemplo de una demanda de pacto en la que el profeta convoca al pueblo a escuchar la acusación que Jehová tiene contra ellos. Los montes y los collados son el jurado porque han existido por mucho tiempo y han sido testigos del trato de Dios con Israel. En lugar de acusar directamente a Israel de quebrantar el Pacto, Dios le pregunta a Israel si tiene alguna acusación contra él. ‘¿Qué te he hecho, o en qué te he molestado?’ Frente a la injusticia, algunos de los pobres pudieron haberse ‘cansado ...] de hacer bien’. Frente a las oportunidades de enriquecerse rápidamente, algunos de los terratenientes pudieron haberse cansado de cumplir las leyes del Pacto” (R. L. Smith, Word Biblical Commentary, Micah-Malachi, t. 32, p. 50). 

“En la reforma que siguió, el rey dedicó su atención a destruir todo vestigio que quedara de la idolatría. Hacía tanto tiempo que los habitantes del país seguían las costumbres de las naciones circundantes en lo referente a postrarse ante imágenes de madera y piedra que parecía casi imposible que el poder del hombre eliminara todo rastro de esos males. Pero Josías perseveró en su esfuerzo por purificar la tierra” (PR, 295).

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