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De esclavo a Gobernador - Juntos rumbo al cielo

INTRODUCCIÓN

¡Qué bueno es encontrarnos una vez más esta Semana de la Familia Juntos rumbo al Cielo! Y, como lo hemos notado, esta no es solo una semana de sermones. Estamos orando e intercediendo por la familia. Oramos cada día por un grupo específico de personas, y eso ha sido una bendición. Esperamos que todos hayan entendido y estén conscientes de que necesitamos dedicar más tiempo, dentro de la rutina de nuestra vida diaria, para orar por nuestra familia. Lo ideal es que tengamos el momento de comunión con Dios por la mañana, que coloquemos en nuestras oraciones, en los primeros momentos del día, los nombres de las personas que queremos que estén con nosotros en el Cielo. Y de noche también, antes de dormir, hablemos con Dios nuevamente. Presentémosle las dificultades que tal vez enfrentamos a lo largo del día. Recordemos cómo fue el día con las personas de nuestra familia por las que estamos orando. Pidamos la protección por ellas, y entonces sí, dormiremos con la seguridad de que Dios las está cuidando.

ORACIÓN INICIAL

Maravilloso Padre celestial, muchas gracias por tus bendiciones, por el privilegio de poder participar juntos de esta semana de oración. Una vez más queremos pedirte tu iluminación. Queremos pedirte Señor que te hagas presente con nosotros para que podamos tener claridad mental para entender el tema de hoy. Queremos orar al Señor, queremos pedir también que tu aceptes nuestro motivo de oración, que será por los jóvenes. Oramos agradecidos, en el nombre de Jesús, amén.

Hoy nuestro tema está dirigido a los jóvenes, que necesitan mucho de nuestras oraciones. Tal vez, después de la adolescencia, la juventud sea la fase en que más decisiones se toman y necesitan mucho tener conexión con Dios. Por desgracia, muchos jóvenes terminan abandonando a Dios, justamente en el momento en que más lo necesitan. Tal vez el motivo sería la “autosuficiencia”, pues son jóvenes en pleno vigor de la vida y creen que lo pueden todo. Nosotros también ya pasamos por esa fase. Seguramente tuvimos ese sentimiento y esa sensación de: “Yo me las arreglo, yo lo resuelvo”, “Yo puedo”.

Nuestro grupo de atención de hoy será el de los jóvenes. Los que ya pasaron de los 18 años, de la mayoría de edad, y están entrando en la vida adulta. Y por eso necesitan mucho de nuestra intercesión. Nuestro personaje de hoy será José. Su historia está en Génesis, del capítulo 37 al 50. Vean cuántos capítulos en la Biblia están dedicados a la vida de ese personaje. Nuestra lectura está en Génesis 39:1-4: “Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía”.

La trayectoria de José está marcada por pasajes en diferentes lugares, en la casa de su padre, en el fondo del pozo, en la casa de Potifar, como acabamos de leer, en la prisión y, por último, en el trono, como gobernador.

En la casa del padre, él era el soñador de los sueños de Dios. Era ama- do por su padre, pero también odiado por sus hermanos, tal vez, por esa característica de soñar. En sus sueños, siempre se destacaba con relación a sus hermanos, y eso generaba conflicto en la familia de José. Pero, lo que debe llamar nuestra atención es que, en todos los momentos, José eligió ser fiel a Dios: en el fondo del pozo, en la casa de Potifar, en la prisión, en el palacio de Faraón. Aunque había sido olvidado y vendido por sus hermanos, él decidió continuar confiando en los planes del Señor.

En la casa de Potifar, vio prosperar la casa, pero decidió continuar siendo fiel a Dios, rechazando la propuesta de la mujer de Potifar. Cuando ella le hizo una propuesta para que él se acostara con ella, la Biblia dice que ella lo intentó varias veces hasta el día en que usó de una estrategia en que estuvieran en la casa solo ella y José. La esposa de Potifar lo for- zó, obligándolo a estar con ella. Y José le dijo “No”. Hizo lo que todos deberíamos hacer: huir de la tentación.

Vemos en José un ejemplo de cómo resistir a la tentación, aún cuando la fidelidad a Dios puede llevar a aparentes consecuencias malas inmediatas, la prisión. En la prisión, después que la esposa de Potifar hubo calumniado, José decidió continuar siendo fiel a Dios. Y aun en la prisión, José se destacó siendo un prisionero ejemplar. Fue fiel en una mansión, y fiel en una prisión. Dios estaba cuidando de José, Dios tenía un plan para él. Y el plan de Dios incluía llevarlo a una posición muy elevada: gobernador de Egipto, el segundo hombre más importante, después de Faraón.

Ahora en el trono, José eligió perdonar y abrazar a su familia que lo había rechazado. La Biblia deja muy claro que en todos esos momentos y lugares Dios estaba con José. En todos esos momentos, él tuvo que tomar decisiones importantes.

Los jóvenes necesitan tomar decisiones que son tan importantes que traen consecuencias para toda la vida. Son las decisiones tomadas en la juventud las que harán que su vida esté marcada por la alegría o la tristeza. Son las consecuencias de buenas o malas elecciones. Encontramos en la vida de José y de Jesús muchas semejanzas. Ambos fueron traicionados, vendidos, presos injustamente, y ambos salvaron a su pueblo. Por eso, es oportuno recordar una cita importante que encontramos en el libro La Educación, en la página 259, que habla de la juventud de Jesús: “Jesús recibió sabiduría y poder durante su vida terrenal, en las horas de oración solitaria. Sigan los jóvenes su ejemplo y busquen a la hora del amanecer y del crepúsculo un momento de quietud para tener comunión con su Padre celestial”.

Aquí vemos un importante consejo, no solo para nuestros jóvenes, sino para cada uno de nosotros también: de mañana y al finalizar el día, colocarnos en sintonía con el Cielo y pedir sabiduría para tomar decisiones sabias en nuestra vida. Necesitamos estar unidos a la fuente de sabiduría y vida.

Sin embargo, no podemos negar que es muy difícil para los jóvenes, prácticamente en la flor de la edad, buscar la presencia y dirección de Dios en la vida. Eso porque los jóvenes, en el momento de mayor fuerza y vigor e independencia, creen que pueden tomar sus decisiones solos. Pero, cuando miramos a José, notamos claramente que él, en todo tiempo, dio prioridad a los principios que había aprendido en casa, y eso hizo toda la diferencia en su trayectoria.

Ahora destacaremos cuatro de esas decisiones importantes que todo joven necesita tomar y oraremos para que nuestros jóvenes tengan sabiduría al tomar esas decisiones.

1. LOS AMIGOS

La primera decisión que los jóvenes necesitan tomar y que podrá impactar toda su vida es la decisión de quiénes serán sus amigos. Y tal vez los jóvenes ya estén pensando: “Nada que ver. ¿Qué puede influir eso en mi vida?”

Una de las elecciones más importantes que hacemos es con relación a nuestros amigos. La mayoría de las veces, no nos proponemos hacer amigos; las amistades simplemente se desarrollan naturalmente a medida que pasamos tiempo con personas que les gusta algunas cosas que nosotros también apreciamos, cosas en común. Y de ahí vamos desarrollando esa amistad. Pero es bueno, es esencial elegir bien a quien permitiremos acercarse a nosotros y a quien nos vamos a acercar. Hay un dicho antiguo que nos deja una importante lección: “Dime con quien andas, y te diré quién eres”. Y es la más pura verdad. Si andamos con una persona de mala fama, alguien que tiene malas costumbres, probablemente recibiremos su influencia y tendremos también esas malas costumbres. Después de todo, somos seres influenciables.

Hay personas que nos acercan a Dios, y personas que nos apartan de Dios. Por eso necesitamos elegir amigos que nos lleven por caminos que conducen a Dios. No es por casualidad que la fase cuando las personas se apartan más de Dios es la juventud, y normalmente por malas influencias en la facultad, en el vecindario, en Internet, en las redes sociales. Y a veces, los jóvenes no se dan cuenta adónde los están conduciendo sus amigos.

Por eso, queremos destacar hoy la necesidad de orar más por nuestros jóvenes. Es posible que en este instante alguien ya esté recordando que es exactamente eso lo que está sucediendo con un hijo. Entonces oremos por nuestros jóvenes y por las elecciones de sus amigos.

2. EL CÓNYUGE

Para los que ya pasaron de los veinte años, los que terminaron la facultad, hay otra decisión sumamente importante que todo joven necesita tomar, en la cual necesita especialmente sabiduría y la orientación de Dios: el casamiento.

Si en la elección de un amigo se debe tener cautela, cuánto más en la elección de un cónyuge, porque estará a nuestro lado por toda la vida (ese es el plan de Dios). Adán fue muy bendecido porque no tuvo que elegir. Dios formó la compañera a partir de su cuerpo. Y, además de ser la única, Eva era perfecta. Además, podemos decir sobre Eva que no tuvo que elegir. Pero nuestro Dios es el mismo, y el mismo interés que Dios tuvo por Adán y por Eva, lo tiene por ti, joven. Tanto que la Biblia nos da parámetros de buenas elecciones.

Las personas genuinamente cristianas y que aman profundamente a Jesús seguramente serán los mejores cónyuges. Y ahí están dos parámetros interesantes: personas cristianas y que aman a Jesús. Antes de buscar a la persona correcta, sea usted la persona correcta. Jesús dijo en Mateo 7:3: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”.

Cuántos pedidos leemos y oímos de padres que piden que oremos por el matrimonio de sus hijos. La pregunta es: ¿Será que nuestros hijos pidieron la orientación de Dios en la elección de sus cónyuges? Hasta para la solución de conflictos, cuando ambos son cristianos resulta más fácil resolverlos.

Sin embargo, después de las elecciones de los amigos y del cónyuge, hay una tercera decisión que tomamos en nuestra juventud, y es la profesión. ¿En qué vamos a trabajar, en qué nos ocuparemos para mantenernos?

3. LA PROFESIÓN

En algún momento tenemos que elegir lo que deseamos hacer en nuestra vida, en qué queremos trabajar, una carrera, una profesión, un empleo. A menos que seamos ricos o trabajemos en casa en tiempo completo cuidando del hogar y de la familia (la más noble de todas las ocupaciones) tenemos que elegir un camino para obtener nuestro sustento. Y eso es parte de una elección que necesitamos hacer.

Evidentemente todos vivimos circunstancias que pueden, en gran medida, limitar nuestra decisión en cuanto a una carrera. Pero, como vimos en el caso de José, aunque sea una situación al principio limitante (él era esclavo y después fue prisionero), sea cuál sea la situación, podemos hacer elecciones en relación con la profesión a través de la cual sirvamos al prójimo y testifiquemos del amor de Dios. Pero, independientemente de la profesión, esta debe ser una que agregue significado y propósito a nuestra vida. Es importante estar atento a las orientaciones de Dios. Él nos dotó de habilidades y talentos que son evidencias de lo que los jóvenes pueden elegir en su juventud como profesión. De modo que algunos son llamados para el ministerio pastoral, por ejemplo. Pero, no es necesario ser un pastor. Existen varias carreras, profesiones y actividades en las que se puede ejercer también un ministerio. En resumen, lo que sea que hagamos, podemos hacerlo para la gloria de Dios.

4. SERVIR A DIOS

Sin embargo, hay otra elección que debemos hacer en la juventud que hará una diferencia total en nuestra vida. Es la decisión de ser fiel a Dios en todas las circunstancias. En determinados momentos de la vida, algunas personas y algunos jóvenes permiten que la fe se enfríe. Y es en la juventud cuando la mayoría de las personas sale de la iglesia. Como vimos en la historia de José, puede ser difícil para un joven permanecer fiel a sus principios, pero permanecer en Cristo es la mejor decisión que podemos tomar.

Pidámosle ahora a Dios que ayude a todos nuestros jóvenes y a nuestros seres queridos que deseamos que estén con nosotros en el Cielo. Pidámosle a Dios que, a través del Espíritu Santo, los ayude a ele- gir los mejores amigos, el mejor cónyuge, la mejor profesión, pero que especialmente elijan servir a Jesús, independientemente de las circunstancias. Cuando hablamos de José vemos el ejemplo de alguien que, aunque estaba pasando por situaciones difíciles, decidió estar del lado de Jesús. La vida de José estaba bajo el control de Dios, que veía su fidelidad, y por eso pudo conducir a José a hacer de él un instrumento para salvar a su familia y a muchas otras familias, como vemos en Génesis 42:6 “Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra”.

Qué bueno sería si todos nuestros jóvenes pudieran tener la misma actitud de José y hacer las mismas elecciones que hizo José. Por eso, oremos para que nuestros jóvenes tengan la misma firmeza de carácter, la misma seguridad que tuvo José.

CONCLUSIÓN

¿Qué deben hacer los padres cuando un hijo se desvía de la iglesia? ¿Cuál debe ser la actitud de un hijo que se va como el hijo pródigo y abandona la casa del Padre? ¿Qué hacer cuando no quiere ir más a la iglesia? Entréguenle sus hijos a Dios en fervorosa oración. Los padres y las madres que oran seguramente serán oídos. Si existe alguien que entiende su dolor, ese alguien es Dios. ¿Saben por qué? Exactamente porque los hijos de Dios le dieron la espalda. Dios es el Padre perfecto. ¿Ustedes creen que Dios no sufre por eso? Cuántos están hoy diciéndole a Dios: “Yo no te quiero. No deseo tu compañía. No quiero tu presencia.

Al seguir el ejemplo de Dios, podemos apoyar a nuestros hijos pródigos con amor y oración, estar listos para estar a su lado y esperarlos con los brazos abiertos, creyendo que Dios los ama más que nosotros y que en esta lucha, en esta batalla, no estamos solos, Dios está con nosotros.

No tengamos vergüenza de pedir apoyo y oración; no estemos culpándonos y tengamos cuidado para no concentrarnos tanto en el hijo pródigo al punto de olvidarnos del resto de la familia. Necesitamos orar por todos los de la familia.

Ser padre o madre de un hijo pródigo puede dividir el hogar. Por lo tanto, construyan un frente unificado y establezcan límites claros para su hijo. Recuerden que Dios ama a nuestros hijos más de lo que los amamos nosotros. Vamos a contemplar un futuro mejor y aceptar que nuestro hijo es una obra de Dios en desarrollo. Y en algún momento, miraremos en el horizonte y veremos regresar a los jóvenes, los hijos que se apartaron de los caminos del Señor, y nuestra alegría será indescriptible.

ORACIÓN

Hoy queremos hacer un llamado. Si tenemos aquí hoy a algún joven que está débil en la fe y pensando salir, por amor a Dios no salga. Y si tenemos a alguien aquí que salió, queremos abrazarlo por su regreso a los brazos del Padre. La casa es tuya. Permanece aquí porque solo en él solo en Jesús estaremos seguros. Solo en Jesús hay salvación.

Si hay aquí un padre, una madre que vive esa situación de un hijo, una hija que se fue lejos de los caminos de Jesús, haremos una cadena de oración continua por nuestros hijos y por los jóvenes de la iglesia. Cuando pueda, cuénteles que usted y toda la iglesia están orando por ellos. Pero, dé libertad para que puedan elegir por sí mismos. Seguramente recibirán la influencia del Espíritu Santo y volverán. Créalo, un día ellos contarán sobre la importancia de su intercesión y seguramente le agradecerán.

Padres y madres presentes aquí, no podemos desistir de nuestros hijos. Dios atenderá su oración. (Llamar a los jóvenes a venir al frente para el momento de la oración).

“Nuestro Padre celestial, muchas gracias por el tema de hoy, porque José, nuestro personaje bíblico, nos dejó un ejemplo de que es posible ser fiel a Dos, ser leal, aun en las circunstancias más complicadas de la vida. Yo quiero poner a este joven, esta joven que está orando conmigo en este momento en tus santas manos. Acepta la decisión de los que están volviendo a tus brazos, acepta la decisión de los que quieren volver una vez más a los brazos de Jesús. Y Padre querido, quédate con este padre y con esta madre que están aquí orando con nosotros y que tiene hijos todavía lejos, multiplica sus fuerzas, para que puedan continuar confiando en el Señor y poniendo a sus hijos en tus manos. Padre de amor, queremos ver tus milagros, que vuelvan antes de que la puerta de la gracia se cierre para siempre. Queremos estar todos juntos en el Cielo. Acepta nuestra oración, nuestra entrega, pues lo hacemos en el nombre de Jesús, amén.”

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