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Todo por amor a Él - Caleb 2020

Ilustración
Imagínese que mientras da un paseo, el cielo se va cubriendo de nubarrones. De repente varios relámpagos iluminan el cielo, y comienza a tronar y a llover a cántaros. Usted sale corriendo en busca de un sitio donde refugiarse. Entonces ve que, junto al camino, hay un cobertizo. Está seco y parece resistente. ¡Cuánto se alegra de haberlo encontrado!

Hoy vivimos en tiempos tormentosos y llenos de peligros. 
Pero existe un refugio seguro, un refugio que nos protegerá de cualquier daño permanente. 
¿Cuál es? Fíjese en lo que dice la Biblia: “Ciertamente diré a Jehová: 'Tú eres mi refugio y mi torre fuerte, mi Dios, en quien confiaré." Salmos 91:2

¿Cómo haremos de Dios nuestro refugio? 
Dios, el Creador y Soberano del universo, puede ser nuestro refugio. ¡Qué gran bendición! Él es mucho más poderoso que cualquier persona o cosa que nos amenace. Y aunque se nos lastime, él puede reparar todo el daño que recibamos. 
¿Cómo haremos de Dios nuestro refugio? Confiando en él. 
Además, la Biblia nos hace esta invitación: “Manténganse en el amor de Dios” (Judas 21). 
Así es, tenemos que permanecer en el amor de Dios y seguir muy unidos a nuestro Padre celestial. 
Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que él será nuestro refugio. Pero ¿cómo conseguiremos tener una relación tan afectuosa con el Creador?

I. REFLEXIONE EN EL AMOR QUE DIOS LE TIENE Y CORRESPÓNDALE

¿Cuáles son algunas pruebas del amor que Dios nos tiene? 
Dios nos ha demostrado su amor de diversas maneras. Veamos cuáles son, pues repasarlas nos ayudará a permanecer en su amor. 

Por ejemplo, para que disfrutemos de la vida, el Creador nos ha dado un extraordinario hogar, donde hay abundancia de alimento, agua, recursos naturales, animales fascinantes y paisajes hermosos. 
También sabemos que Dios es el Autor de la Biblia, en la cual nos dice cómo se llama y qué cualidades tiene. 

Las Escrituras explican que él envió a su Hijo a la tierra y que permitió que sufriera y muriera por nosotros (Juan 3:16) De este modo nos hizo un regalo muy generoso, gracias al cual tenemos la esperanza de un magnífico futuro. 
Este futuro también depende de algo más que Dios ha hecho. El Señor ha establecido un gobierno celestial, el Reino mesiánico. Este Reino pronto acabará con todos nuestros  sufrimientos y convertirá la Tierra en un paraíso. ¡Qué maravilla! ¡Por fin seremos felices y viviremos para siempre en paz! (Salmos 37:29) 
Y ahora, mientras esperamos ese día, los consejos de Dios nos ayudan a vivir del mejor modo posible. Jehová también nos ha dado otro regalo: la oración, la cual nos permite comunicarnos libremente con él. Estas son tan solo unas cuantas pruebas del amor que Dios siente por usted y por el resto de la humanidad.

¿Cómo pudiera usted responder al amor que Dios le ha mostrado? Ahora, usted debe hacerse una pregunta importante: “¿Cómo responderé yo al amor que Dios me da?”.
Probablemente, muchas personas contesten: “Amando a Dios”.
Jesús dijo que el mayor mandamiento es este: 
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu  corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37) 
Sin duda, usted tiene muchas razones para amar a Dios. 
Ahora bien, para amar a Dios con todo el corazón, alma y mente,  ¿basta con tenerle afecto? 

La Biblia muestra que amar a Dios significa mucho más que sentir afecto por él. De hecho, aunque ese sentimiento es muy importante, es tan solo el comienzo del verdadero amor a Dios. Para entenderlo mejor, veamos la siguiente comparación: 

Si usted quisiera una manzana, ¿se conformaría con que le dieran una semilla de esa fruta? Claro que no. Es cierto que la semilla es esencial para que crezca un manzano, pero lo que usted quiere es el fruto. 
Lo mismo ocurre con el afecto que sentimos por Dios: al igual que la semilla, tiene que desarrollarse y dar fruto. La Biblia enseña: 
“Esto es lo que el amor de Dios significa que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos”, es decir, no son una carga (1 Juan 5:3) Así, el verdadero amor a Dios debe producir buenos frutos, debe expresarse con hechos (Mateo 7:16-20).
¿Cómo demostramos que amamos a Dios y que agradecemos lo que él ha hecho por nosotros? 
Demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos y ponemos en práctica sus principios. Eso no es muy difícil, pues las leyes de Jehová no son una carga. Al contrario, están pensadas para que seamos felices y disfrutemos de la vida (Isaías 48:17,18). 
Cuando dejamos que Jehová nos guíe, demostramos que agradecemos mucho todo lo que él ha hecho por nosotros. 
En cierta ocasión, Cristo curó a diez leprosos, pero solo uno fue a darle las gracias (Lucas 17:12-17). Seguramente queremos ser como esa persona, y no como las otras nueve, que no mostraron el menor agradecimiento. 

II. ACÉRQUESE CADA VEZ MÁS A DIOS

¿Por qué es importante seguir adquiriendo conocimiento de Jehová Dios? 
Conocer bien a Dios es un paso importantísimo para acercarnos más a él. Es un proceso que nunca debería terminar. 
Imagínese que se encuentra en el monte, en una noche muy fría, y que ha encendido una fogata para calentarse. ¿Dejaría que las llamas se fueran apagando poco a poco? De ningún modo. Seguro que iría añadiendo leña para que el fuego siguiera ardiendo, ya que de ello depende su propia vida. Pues bien, tal como la leña alimenta el fuego, acercarse y conocer a Jesús, mantiene vivo el amor que sentimos por Él. (Proverbios 2:1-5). 
El amor a Cristo es como un fuego: hay que alimentarlo para que no se apague. 
Jesús quería que sus seguidores mantuvieran muy vivo su amor por Dios y por su maravillosa Palabra de verdad. 
Después de resucitar les explicó a dos discípulos suyos algunas profecías de las Escrituras que él había cumplido. 
¿Qué efecto tuvo aquello? 
Más tarde, los discípulos dijeron: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino,  cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?” (Lucas 24:32) 
¿Cómo podemos impedir que se apague nuestro amor?
Cuando usted iba aprendiendo lo que enseña realmente la Biblia, ¿verdad que también le ardía el corazón, lleno de alegría, entusiasmo y amor a Dios? Seguro que sí. A muchos les ha pasado lo mismo. Lo difícil ahora es mantener vivo ese amor y lograr que crezca. No queremos seguir la tendencia que Jesús predijo que habría en el mundo de hoy: 
“El amor de muchos se enfriará ” (Mateo 24:12). 
¿Cómo puede usted impedir que se enfríe el amor que siente por Dios y por las verdades de la Biblia? 
Continúe conociendo a Jesús. (Juan 17:3) 
Piense detenidamente en lo que lea en la Palabra de Dios y pregúntese: “¿Qué me enseña esto acerca de Jesús? ¿Me da alguna razón más para amarlo con todo el corazón, mente y alma?” (1 Timoteo 4:15) 
Si reflexiona de esta manera, su amor a Dios jamás se apagará.
¿Por qué es importante orar para mantener vivo nuestro amor por Dios? 
Otra manera de mantener vivo el amor a Dios es orando con regularidad (1 Tesalonicenses 5:17) En el capítulo 17 aprendimos que la oración es un valioso regalo de Dios. Las relaciones con nuestros semejantes se estrechan al comunicarnos con ellos con frecuencia y de forma sincera. De igual modo, nuestra relación con Dios seguirá viva si le oramos  
constantemente. Debemos esforzarnos por no hacer oraciones mecánicas; no queremos repetir siempre lo mismo sin pensar en lo que decimos. Debemos hablar con Dios como hablaría un niño con su amado padre. Claro está, queremos dirigirnos a él con respeto, pero abierta y sinceramente, desde el corazón. 

III. ADORAR A DIOS PRODUCE GOZO

¿Por qué debemos ver la predicación del Reino como un privilegio y un tesoro? 
El estudio de la Biblia y la oración son formas de adorar a Dios que generalmente realizamos a solas.  
Hablemos ahora de algo que realizamos cuando estamos con otras personas: conversar sobre lo que creemos. 

¿Ha hablado usted ya con alguien sobre las enseñanzas de la Biblia?  
En ese caso, ha disfrutado de un privilegio maravilloso (Lucas 1:74) Cuando hablamos de lo que hemos aprendido acerca de Dios, cumplimos una misión muy importante que han recibido todos los cristianos verdaderos: predicar las buenas nuevas del Reino de Dios. (Mateo 24:14; 28:19,20) 
El apóstol Pablo estimaba tanto la labor de predicar que dijo que era un tesoro (2 Corintios 4:7) 
Hablar de Jesús y sus propósitos es el mejor trabajo que hay. Por un lado, se hace para servir al mejor Amo, y por otro, da los mejores beneficios. Cuando predicamos, ayudamos a las personas sinceras a acercarse a nuestro Padre celestial y a entrar en el camino que lleva a la vida eterna. ¿Podría otra labor producir más satisfacción?  
Además, al presentar a Jesús a otros, crecen nuestra propia fe y nuestro amor a Dios. Y el Señor valora los esfuerzos que hacemos (Hebreos 6:10) 
Como vemos, necesitamos estar activos en esta obra nos ayuda a permanecer en el amor de Dios (1 Corintios 15:58). 

¿Por qué es la predicación una obra urgente? 
Es importante recordar que la predicación del evangelio es una obra urgente. La Biblia dice: “Predica la palabra, ocúpate en ello urgentemente”  (2 Timoteo 4:2)
 ¿Por qué es esta obra tan urgente hoy día? Por lo que nos dice la Palabra de Dios: “Cercano está el día de Jehová". (Sofonías 1:14) 
Así es, se aproxima rápidamente el día en el que todo lo que vemos no será más y la gente ¡tiene que saberlo! El mundo necesita entender que hoy es el momento de buscar a Dios como y aceptarlo cómo Rey de su vida , pues el fin “aunque tarde, llegará” (Habacuc 2:3).

¿Por qué debemos adorar a Jehová públicamente junto con los cristianos verdaderos? 
Dios quiere que lo adoremos públicamente junto con los cristianos verdaderos. Por eso, su Palabra dice: “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como acostumbran algunos, sino animémonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca” (Hebreos 10:24, 25). 
Cuando vamos a la iglesia con nuestros hermanos en la fe, tenemos una oportunidad magnífica de alabar y adorar a nuestro querido Dios. También nos fortalecemos y nos animamos unos a otros.

¿Qué podemos hacer para fortalecer los lazos de amor en la congregación cristiana? 
Cuando nos reunimos con otras personas que aman a Dios, estrechamos los lazos de amor y amistad en la congregación. Es importante fijarse en las buenas cualidades de los demás, tal como Dios se fija en las nuestras. 
No espere que sus hermanos espirituales sean perfectos. 
Recuerde que todos cometemos errores y que cada uno progresa espiritualmente a un ritmo distinto (Colosenses 3:13). 
Busque la amistad de quienes aman a Dios con todas sus fuerzas, y verá cómo crece su espiritualidad. 
Si adora al Señor con sus hermanos y hermanas espirituales, le será más fácil permanecer en el amor de Dios. Veamos ahora cómo recompensa Dios a quienes lo adoran fielmente y permanecen en su amor.

IV. UN FUTURO MEJOR

¿Qué es la vida eterna, y por qué será maravilloso tenerla? 
La recompensa que Dios da 
a sus siervos fieles es la vida, pero ¿qué clase de vida? 
La mayoría de nosotros diría que ya estamos vivos, pues al fin y al cabo, respiramos, comemos y bebemos. En nuestros mejores momentos, incluso puede que digamos: “¡Esto sí que es vida!”. 
Sin embargo, Dios quiere que usted disfrute de “la vida de verdad”.
La Biblia anima a todos a tomarse firmemente de la vida eterna. Ciertamente, nos espera un futuro maravilloso. 
A Dios le complace recompensar a quienes le sirven fielmente. Él quiere que usted tenga una vida feliz y abundante, una vida eterna, plena y completa. Esa es la vida que aguarda a todos los que permanecen en el amor de Dios. 

¿Por qué es esencial permanecer en el amor de Dios? 
Podemos tener la seguridad  de que él Señor es nuestro refugio. Él protegerá a su pueblo fiel en los últimos días de la historia de nuestro mundo y nos llevará a la patria Celestial. ¡Qué emocionante será! ¡Cuánto nos alegraremos de haber tomado las decisiones acertadas en estos últimos días! 
Si usted toma elige a Cristo hoy, disfrutará durante toda la eternidad de la vida que Dios siempre quiso que tuviéramos.
Dios le bendiga! 

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