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Dios de Bienestar - Dios de Maravillas

Éxodo 15:26

Introducción
¿Sabe cuál es el negocio del siglo? La industria de la salud, tal como lo oye. 
En la mayoría de los países desarrollados, el área de la salud consume más del 10% del producto bruto interno. El mercado global farmacéutico asciende a más de 300 mil millones de dólares por año. 

Las 10 corporaciones más grandes (seis de ellas, situadas en los Esta-
dos Unidos; y cuatro en Europa) tienen ventas por más de 10 mil millones de dólares por año y márgenes de ganancia de alrededor del 30%. 
Por otro lado, el costo de desarrollar una sola droga puede ser mayor que 1,300 millones de dólares. 
¿Acaso no era el plan de Dios que tuviéramos vida y vida en abundancia? 
¿Qué está fallando? 
A continuación abordaremos una historia de la cual podemos aprender grandes lecciones concernientes a la salud.

I.La intemperancia y la espiritualidad (1-3)
Es interesante que el capítulo 11 comience con un cuadro de juicio divino, este detalle cobrará importancia en el desarrollo de la historia. 
Los israelitas marcharon durante algunos días, con el arca del pacto del Señor al frente y su nube encima de ellos (Números 10:33, 34). Sin embargo, viajar por el terreno escabroso de la península del Sinaí era mucho más difícil que acampar en una planicie despejada frente al monte del Señor. Así que algunos comenzaron a quejarse, culpando a 
Moisés por su incomodidad y cuestionando la sabiduría de su liderazgo. Su reacción no pasó desapercibida para el Señor, quien consideró aquello como una ofensa personal, porque él estaba al frente de todo y hacía cuanto era menester a favor de su pueblo. Así que prendió fuego al campamento y quemó uno de los extremos. 
Por eso, Moisés puso por nombre al lugar Tabera, «porque el fuego de Jehová se encendió en ellos» (Números 11:3).
El fuego del Señor podía ser amigable, como cuando consumió los sacrificios inaugurales sobre el altar (Levítico 9: 24). Pero los israelitas sabían muy bien lo que su potente fuego era capaz de hacer cuando Dios estaba airado. Así que el fuego que prendió en medio del campamento debe de haberlos turbado gravemente. El texto no dice lo que el fuego del Señor quemó en uno de los extremos del campamento. Sin embargo, está claro que aquella sección, fuera del centro del campamento de las doce tribus, era donde la gente extranjera (literalmente multitud mixta en hebreo), tenía sus tiendas. Así que, al parecer, podemos deducir que eran ellos los más dados a las quejas.

La multitud mixta, que había salido de Egipto junto con los israelitas (Éxodo 12:38), no estaba compuesta por israelitas ni de descendencia de israelitas casados con egipcios (Levítico 24:10). Al parecer, la demostración del poder de Dios a favor de su pueblo los había impresionado, y habían decidido echar su suerte con Israel. El hecho de que no fueran descendientes de Jacob, no era un problema para Dios, y Dios les permitió unirse a los israelitas en la búsqueda y disfrute de las bendiciones del pacto. Pero una vez que hicieron su decisión de 
seguirlo, él esperaba que vivieran bajo su liderazgo como el resto de 
la comunidad del pacto.
La multitud mixta no había sufrido los rigores de la esclavitud, como los israelitas. Así que ellos no se habían acostumbrado a las pruebas y al esfuerzo físico excesivo que tuvieron que enfrentar en el camino a Canaán. Además, su cosmovisión y su religión eran, mayormente, egipcias y paganas. La cultura y el pensamiento egipcio también habían afectado a Israel, por lo cual habían perdido aspectos importantes de su herencia singular. Pero habían permanecido suficientemente separados como para preservar en alguna medida su identidad especial como pueblo de Dios. La multitud mixta no tenía mucho de esto, o nada. Así que el Señor era un extraño para ellos, y todavía no habían desarrollado su lealtad hacia él.

¿Les suena familiar todo esto? 
Sí, vivimos en un mundo donde la influencia materialista y compulsiva arrastra aún a los elegidos. Es increíble como aún con toda la luz que hemos recibido con respecto a la salud, seguimos prefiriendo lo que el mundo ofrece. Les pongo un ejemplo rápido y sencillo: 
¿Qué es mejor tomar agua natural o refresco? Si lo sabemos por qué no lo hacemos. 
¿Qué régimen es mejor el carnívoro o vegetariano? Entonces ¿por qué no lo practicamos? 
Debemos aprender a ser leales a Dios aun en lo que concierne a los 
principios de salud. 
Si reconocemos que Dios es nuestro máximo líder, debe ser en cada aspecto de nuestra vida, y eso incluye el cuidado de nuestro cuerpo, que es su templo.

II.La intemperancia comienza con el deseo desmedido (4-9)
Sucedió un año después en Tabera (Números 11:1). El Señor había hecho mucho por los israelitas durante ese año. Los había ayudado a ganar la victoria sobre los amalecitas en Refidim (Éxodo 17:8-16), proclamó sus Diez Mandamientos desde el monte Sinaí (Éxodo 20), promulgó leyes adicionales por medio de Moisés (Éxodo 21-23), estableció su pacto con ellos como un pacto sellado con sangre (Éxodo 24), dio los planos para la construcción del santuario (Éxodo 25-31), y renovó el pacto con ellos (Éxodo 33; 34) después de que ellos lo hubieran quebrantado adorando a un becerro de oro (Éxodo 32). 
Cuando los israelitas terminaron el santuario y el Señor se instaló allí (Éxodo 35-40), les dio instrucciones detalladas para el culto y la pureza (Levítico 1-17) y para un estilo de vida santo y saludable (Levítico 18- 27). Organizó al pueblo y su campamento y les dio más instrucciones en preparación para su conquista de Canaán (Números 1-10). 
Mientras tanto, ellos dependían totalmente de él para su provisión diaria de alimento, por medio de un 
milagro: el maná (Éxodo 16).
Todo lo anterior es el trasfondo para la respuesta del Señor a sus quejas en Tabera, donde los disciplinó por primera vez por sus murmuraciones. Si leemos este episodio aislado de su contexto podemos tener la impresión de que el Señor reaccionó en una forma exageradamente dura. En realidad, fue misericordioso al darles un «toque de advertencia» que tardarían en olvidar. 

Los quejumbrosos eran los extranjeros (cf. Éxodo 12:38). La Biblia apenas declara el papel que desempeñaron en Tabera, pero aquí está claro. Aquella multitud mixta incitó el motín de la glotonería. No es que estuvieran hambrientos. Ya habían tenido abundancia de deliciosa y nutritiva comida, perfectamente diseñada para su salud por el dietista divino (véase Éxodo 16:31 y Números 11:8 en lo que respecta al sabor). 
Él prometió que si cooperaban con todas sus indicaciones, no sufrirían ninguna de las enfermedades que afligían a los egipcios (Éxodo 15:26). 
Tampoco había nada malo en el servicio, pues Dios mismo era el proveedor, y siempre servía a tiempo.
Toda aquella multitud se quejó cuando su estómago empezó a exigir «la comida de mamá en la vieja tierra de Egipto». ¡Oh, sí!, había 
pescado, melones y verdura sanísima. Pero aquellos eran los platos secundarios. El tema principal era la carne. Olvídense de la granola celestial aquí en el desierto. Dennos McDonald’s, Kentucky Fried Chicken, 
y carne asada casera. ¡No estamos obteniendo nuestro requerimiento 
mínimo diario de colesterol y carcinógenos! Innecesario es decir que hacer el feo al maná de Dios fue un enorme insulto contra él. 
“No obstante, tenían pruebas constantes de que ese alimento se adaptaba a sus necesidades; pues a pesar de las tribulaciones que soportaban, no había una sola persona enferma en todas las tribus”. PP, 350. 
Los israelitas habían vivido una vida más dura en Egipto que la multitud mixta, así que no recordaban tanto lujo. Pero muy pronto el descontento se esparció entre ellos, y el gimoteo se transformó en llanto, como si estuvieran muriéndose de hambre. Aquella preocupación por la dieta era glotonería. Glotón ería (intemperancia) no solo es comer 
demasiado en general, sino también desentenderse de la salud en aras del gusto y del apetito, que fácilmente pueden llegar a pervertirse. 
También es problemático seguir deseando algo que podría ser nutricionalmente bueno, pero que no está disponible, a no ser que seamos indiferentes a la conducción del Señor. La multitud mixta y los israelitas desearon algunos alimentos saludables: pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo. Pero quedaban atrás en Egipto y no crecían en el desierto por donde el Señor los estaba guiando. Desearlos significaba desear Egipto, lo cual significaba, a su vez, no querer ir con Dios a la tierra prometida. 

III.La intemperancia, una lección para entonces y ahora (18-35)
¿Por qué el Señor querría obrar un milagro de tal magnitud solo para contestar una queja trivial? 
El milagro no fue simplemente por la comida. El Señor no podía guiar a su pueblo a la victoria en la tierra prometida mientras todavía estaban deseando la vida en Egipto, bajo un gobierno opuesto a él.
La estrategia que usó el Señor fue como la de algunos padres que permitimos muchas veces que los hijos experimenten las consecuencias de sus malas decisiones. La hermana Elena de White declara: 
“Dios dio a los israelitas lo que no era beneficioso para ellos porque habían insistido en desearlo; no querían conformarse con las cosas que le serían de provecho. Sus deseos rebeldes fueron satisfechos, pero se les dejó que sufrieran las consecuencias”. PP, 353. 

La carne vino en forma de codornices, que llegaron en inmensa cantidad y volando lo suficientemente bajo, cerca del suelo (aproximadamente a un metro), en todo el campamento de los israelitas, para que estos pudieran cazar fácilmente a las indefensas aves. El pueblo estaba tan ansioso de comer carne que las estuvieron matando todo el día, toda la noche, y todo el día siguiente. Cada uno de ellos juntó un mínimo de «dos toneladas» (Números 11:32, NVI). Si cada uno juntó dos toneladas, entre todos recogieron más de un millón doscientas mil toneladas. Hay 
quienes calculan que los israelitas mataron ¡más de seiscientos sesenta mil millones de codornices! Debe de haber habido aves muertas alrededor del campamento más allá de donde alcanzaba la vista.
Es cierto que muchas codornices migran sobre la península del Sinaí, la cual forma un puente entre África y Asia. Con sus pesados cuerpos, 
dependen de los vientos para ayudarse en sus prolongados vuelos, que las agotan. Se sabe que a principios del siglo XX los árabes de esa región cazaron de uno a dos millones de codornices con redes. Pero solo un viento del Señor (versículo 31) podría traer la cantidad de codornices que se informa en Números 11. 

Entonces, los israelitas (con la multitud mixta) se sentaron y comenzaron a atracarse. Tenían suficientes codornices para comer un mes (cf. Versículo 20), pero el Señor no perdió tiempo dejándolos disfrutarlas. 
Había probado su lealtad hacia ellos, dándoles lo que querían, pero ellos habían fracasado miserablemente, así como Adán y Eva habían fracasado ante la prueba de lealtad en el Edén (Génesis 3).

A diferencia de Adán y Eva, los israelitas habían recibido abundancia de oportunidades de saber exactamente lo que estaban haciendo. Muchos de ellos ya habían mostrado que estaban fuera del alcance de la redención. Por ello, el Señor los cortó de la comunidad. En el mismo día que comieron las codornices, murieron. 
“Muchos fueron postrados por fiebres calcinantes, mientras que los más culpables de entre ellos fueron heridos apenas probaron los alimentos que habían codiciado”. PP, 353.

Conclusión
En armonía con el hábil anuncio de la serpiente en el Edén, el mundo nos dice que el deseo justifica todo. 
Juan, el discípulo amado de Cristo, no está de acuerdo: «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:15-17). 
Aprendamos a ser temperantes.
¿Cuántos queremos vivir una vida plena y saludable? 
¿Cuántos queremos hacer cambios en nuestros hábitos alimenticios? ¿Cuántos estamos agradecidos por la luz que hemos recibido del mensaje pro salud? 

Pasen al frente y agradezcamos juntos.

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