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Pide - Que tal si le entregaras todo a Cristo

PIDE
Hechos 2: 1 – 47


PUNTO PRINCIPAL: Pide a Dios el Espíritu Santo

Grupos pequeños

Infórmanos

Di: Formen grupos de dos en dos – dos hombres  o dos mujeres.

Pregúntense uno al otro:

¿Cómo te va con tu TASCD?

¿Qué hiciste con el desafío de fe de anoche?

Pregunta: ¿Qué le has pedido a Dios recientemente? ¿Obtuviste lo que querías? ¿Pediste una cosa material, o algo más?

Formen grupos de dos en dos – dos hombres  o dos mujeres. Pregúntense uno al otro: ¿Qué hiciste con el desafío de fe de anoche? Escúchense uno al otro. Apóyense mutuamente. Oren el uno por el otro.

Vinculación

Di: Imagina que está por llegar un importante cumpleaños y tu madre te ha dicho que te preparará tu platillo favorito. Comenta con la persona que está a tu lado qué te gustaría como platillo favorito para tu cumpleaños.

Concede un minuto para lo anterior.

Di: Ahora imagina que tu madre ha apartado todo un día de su trabajo normal para crear esos platillos; lo único que te pide es que le digas qué quieres que prepare. Se llega el día y tú todavía no le has dicho qué te gustaría comer y, se pasa el día sin un platillo especial porque nunca le respondiste.

Piensa en esto: ¿Cómo piensas que esto hace sentir a tu madre? ¿Qué nos impide pedir en nuestra vida diaria? ¿Hay algunas ocasiones en tu vida cuando Dios está esperando darte algo, pero tú no se lo pides? ¿Cómo piensas que Dios se siente al respecto?

Introducción
Cuando el sol apenas comenzaba a iluminar con sus rayos la mañana, Pedro ya se encontraba caminando por las calles de Jerusalén. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que sentía como si sus emociones no iban a asentarse nunca. La tragedia de la muerte de Jesús y su propia negación había abatido su espíritu. Sin embargo, no todo terminaba ahí. Al saludar a otro transeúnte, Pedro sintió de pronto que se aligeraba su paso. El mismo Jesús que él pensaba que estaba muerto, había resucitado y le había pedido a él, un pescador, que apacentara sus ovejas. Al contemplar los rayos matutinos del sol, Pedro sintió que lo llenaba el gozo. Su Salvador iba a venir otra vez y había prometido enviar a los discípulos un Ayudador, el Espíritu Santo. Siguiendo su último mandato, los discípulos se habían quedado en Jerusalén, poniendo a un lado sus diferencias y uniéndose en busca de ese Espíritu Santo que les prometió Jesús.

Al llegar a cierto edificio, Pedro abrió quietamente la puerta y entró sigilosamente. Al mirar a su alrededor, notó la presencia de muchos otros creyentes reunidos en ese lugar y saludó a algunos. Estaban reunidos ahí y ahí esperarían hasta que se cumpliese la promesa de Jesús. Jesús nunca los había defraudado. Sin embargo, aun en esta confianza, Pedro no estaba preparado para lo que vino después.

Al orar con los otros, algo sucedió de pronto. Como un gran viento soplante, vino un fuerte sonido del cielo y llenó cada rincón del edificio. Pedro lo miró asombrado. Entonces vio algo más. Algo que parecía lenguas de fuego vino y se posó sobre cada discípulo.  Al posarse sobre su cabeza. Pedro fue llenado de ese don prometido. Verdaderamente había venido el Espíritu Santo.

El mensaje
¿Con qué estaba contando Pedro en su tiempo de necesidad? En Lucas 11:13, Jesús les está hablando a los discípulos acerca de la oración y al terminar, les comentó: "Y si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" Aun nosotros que somos seres humanos pecaminosos sabemos cómo dar buenos regalos a nuestros hijos –cuánto mucho más nuestro perfecto Padre celestial desea darnos su Espíritu Santo.

Pedro sabía que su Padre celestial realmente deseaba darle el regalo del Espíritu Santo. Todo lo que Pedro necesitaba era pedirlo y eso fue lo que hizo. En Hechos 1:4, Jesús les mandó a sus discípulos “que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre”. Entonces continuó diciendo en el versículo 5: “…vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días".

Confiando en esa promesa, Pedro y los discípulos se quedaron en esa ciudad, donde  se expusieron a grandes peligros y experimentaron muchos desafíos. Fue en Jerusalén donde mataron a Jesús y sin duda muchos recuerdos quedaban en la mente de Pedro de sus tres negaciones en tal ciudad. Sin embargo, a pesar de los peligros, Pedro y los apóstoles se aferraron de la promesa de Jesús, sabiendo que sería cumplida. Sin embargo, no le fue dada solo a los discípulos. En Hechos 2: 39; Pedro proclama que todos pueden recibir este maravilloso don del Espíritu Santo.

Pero, ¿cómo se recibe este don? Lee Hechos 1: 13, 14. Hablando de los discípulos, dice este texto: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego”. Así que estaban orando, pero de una manera específica: “unánimes”. En experiencias previas, estos doce habían frecuentemente peleado entre ellos, aun en la presencia de Jesús. Pero en esta  preparación, los 120 creyentes reunidos pusieron a un lado sus diferencias y se unieron. Piensa en el impacto de algo así en tu iglesia; ¡los resultados podrían ser increíbles!

Dice Elena G. White: “No es por causa de alguna restricción de parte de Dios por lo que las riquezas de su gracia no fluyen a los hombres sobre la tierra…Si todos lo quisieran, todos serían llenados del Espíritu” (Los hechos de los apóstoles, p. 41).

“Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él?” (Los hechos de los apóstoles, p. 41).

Pero no puede llegarse a la oración y la unidad por medios humanos. En Hechos 2:38, Pedro lo reconoce y le explica a la  multitud: "Arrepentíos, y sed bautizados cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados. Y recibiréis el don del Espíritu Santo”. No se puede estar lleno a la vez de uno mismo y del Espíritu Santo. En Lucas 9:23, Jesús te pide que te niegues  a ti mismo, tomes su cruz diariamente y lo sigas. Juan 14:17 dice: “…al Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo conoce. Pero vosotros lo conocéis, porque está con vosotros, y estará en vosotros”. El Señor desea hacer cosas asombrosas a través de ti, pero te ha dado libre albedrío. Pídele que te cambie y te conceda el don del Espíritu Santo. Entonces verás que tu vida cambia en forma increíble.

¿Cuáles son esas formas increíbles? En Hechos 1:8, Jesús les promete a sus discípulos: "Pero recibiréis el poder, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". Ciertamente, al prometer Jesús el Espíritu en Juan 16: 13, dice: “Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”. Esto verdaderamente se cumplió a través de Pedro en el siguiente capítulo. Lleno del Espíritu Santo, Pedro le predicó espontáneamente a una gran multitud justamente fuera del lugar de reunión de los discípulos, revelándoles la asombrosa realidad de la situación en que se encontraban. Pedro les pide que se arrepientan y los resultados son increíbles. Dice Hechos 2:41 que tres mil personas se añadieron a los creyentes en un solo día. Este cuerpo de creyentes continúa, según  los versículos 42 y 47, “…perseverando firmes en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan, y en la oración… alabando a Dios, y disfrutando la simpatía de todo el pueblo. Y el Señor agregaba cada día a la iglesia a los que iban siendo salvos”. Estas personas del común del pueblo llegaron a ser poderosos testigos por Cristo. A través de sus acciones, unidad, y gozo, llegaron a ser testigos y “el Señor agregaba cada día a la iglesia a los que iban siendo salvos”.

Si valoras la opinión que Dios tiene de ti, él hará cosas maravillosas a través de ti. Si haces a un lado tus temores y haces lugar para el Espíritu Santo, puedes convertirte en poderoso testigo de Cristo. Jesús nos dejó este maravilloso Don y Ayudador, pero este Espíritu Santo no puede ayudarte si no se lo permites. Depende de ti. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.

Grupos pequeños

Piensa en las cosas asombrosas que el Espíritu Santo hizo a través de Pedro y el resto de los discípulos. Piensa en cómo podría pasar esto en tu vida. Pero, como en todo lo que hace Dios, él desea tu cooperación. Debes pedirle al Espíritu Santo que venga y te transforme. Reúnete con el grupo con el que estabas antes para comentar algunas preguntas.

¿Qué tal si le pides a Dios que limpie tus pecados y te libre de temores, haciendo espacio para el Espíritu Santo? ¿Qué debes dejar a un lado?

¿Qué tal si le permites al Espíritu Santo obrar en ti para que le seas un testigo valiente? ¿Qué pasaría en tu círculo familiar, de amigos y compañeros de escuela?

¿Qué piensas que el Espíritu Santo sueña hacer en tu vida?

Desafío de fe

¿Deseas el Espíritu Santo en tu vida? En las siguientes 23 horas, tu desafío de fe es:

Lee Hechos 1 y 2 y Lucas 11: 1-13.

Pide a Dios el don del Espíritu Santo y lo que necesitas para recibirlo.

Para finalizar

Termina con una oración.  Ora por la persona que está a tu lado. Pregúntale por qué quiere que se ore específicamente y ora también porque acepte el desafío de fe de hoy. Ora por su caminar espiritual con Dios y por cualquier problema por el que pueda estar pasando. Entonces terminaremos con una oración en grupo.

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