Ir al contenido principal

El carácter de la ley de Dios - Reavivamiento + Reforma


EL CARÁCTER DE LA LEY DE DIOS

By

Javier Mejía 


Es absolutamente impensable un mundo sin leyes. ¿Cómo regular la conducta de los ciudadanos, y asegurar su respeto a las instituciones que creamos, si no hay una ley que sirva de modelo y guía? 

Sencillamente el caos sería total. 


Precisamente para contrarrestar esta amenaza de caos, se dice que los seres humanos han creado unos 32 millones de diferentes leyes. 


Compárese esta cantidad con los apenas diez mandamientos de la ley de Dios, y se notará la infinita sabiduría divina al lograr condensar en diez cortos preceptos el sistema legal más completo del universo. 


La sabiduría de Dios expresada en su ley hace que sea fácil grabarse en el corazón esos diez cortos preceptos, no así 32 millones de leyes humanas.


Solo este hecho hace que la ley de Dios sea infinitamente más grande que cualquier ley de hombre. Pero la ley de Dios contiene otros elementos que la hacen diferente a las leyes humanas. ¿Cuál es la naturaleza de la ley divina? ¿Cuál es su esencia?


Dios revela su ley

Como todo reino o gobierno del mundo, el de Dios también tiene leyes. Dios le 

“Dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Éxodo 31:18). 


En el contenido de estas tablas Dios “anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:13). 


En su oración Nehemías se refiere a la relación entre el Autor de la ley y el pueblo receptor de la misma. Le dice: 

“Sobre el monte Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, estatutos y mandamientos buenos, y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley” (Nehemías 9:13, 14).


Queda pues demostrado, que “como Supremo Legislador del universo, Dios ha ordenado leyes no solo para el gobierno de todos los seres vivientes, sino de todas las operaciones de la naturaleza. Todo, ya sea grande o pequeño, animado o inanimado, está bajo leyes fijas que no pueden ser desdeñadas. 


No hay excepciones a esta regla, pues nada de lo hecho por la mano divina ha sido olvidado por la mente divina


Sin embargo, al paso que todo lo que hay en la naturaleza es gobernado por la ley natural, solo el hombre, como ser inteligente, capaz de entender sus requerimientos, es responsable ante la ley moral. Solo al hombre, corona de la creación divina, Dios ha dado una conciencia que comprende las demandas sagradas de la ley divina, y un corazón capaz de amarla como santa, justa y buena” (Reavivamiento, p. 43).


A los gobiernos terrenales la Biblia se refiere como a “los reinos del mundo” (Mateo 4:8), y al gobierno de Dios lo llama “el reino de los cielos” (Vers. 17) y también “el reino de Dios” (Juan 3:3). 


Entonces, si “los reinos del mundo” tienen normas y leyes para garantizar la vida en sociedad de sus pueblos, es lógico esperar que “el reino de los cielos” también esté regido por un sistema de leyes. 


De hecho, como ya hicimos ver, es tan superior a las leyes del hombre, que más bien éste se ha guiado por el modelo divino para elaborar sus códigos legales.


El principio de la obediencia

Si los hombres “deben mostrarse obedientes y sumisos ante los gobernantes y las autoridades” (Tito 3:1), con mucha más razón deben serlo ante Dios. Si a los hombres se les recomienda: “obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos” (Hebreos 13:17), y si aun a los hijos se les ordena que “obedezcan a sus padres en todo” (Colosenses 3:20) lo más lógico y elemental es que los hombres de igual manera obedezcan en todo lo que establecen las leyes del “reino de Dios”. 

De hecho, “del hombre se requiere pronta y perfecta obediencia. Sin embargo, Dios no lo obliga a obedecer: queda como ser moral libre” (Reavivamiento, p. 43).


En el Salmo 19: 7 y 8 leemos que “la ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos de Jehová son rectos: traen alegría al corazón”. 


Entonces, si la obedecemos, tres inmediatos beneficios llegan a ser nuestros. 

En primer lugar, se nos infunde nuevo aliento, nuevos ánimos, nuevas actitudes positivas, nuevos bríos. 

En segundo lugar, se nos proporciona sabiduría, tan necesaria en un mundo tan necio, y

En tercer lugar, su ley nos alegra el corazón, tan necesario en un mundo tan triste. En realidad, “es esencial la obediencia a la ley, no solo para nuestra salvación, sino para nuestra felicidad y para la felicidad de aquellos con quienes nos relacionamos” (Reavivamiento, p. 45).


El Señor nos dice: “Te escribo confiado en tu obediencia” (Filemón 21), y es natural que espere obediencia de nosotros, como la esperan los padres de sus hijos, o los gobernantes de sus ciudadanos, o los dirigentes de sus dirigidos. 


“De modo que a cada alma le incumbe decididamente la pregunta: ¿Obedeceré la voz del cielo, las diez palabras pronunciadas en el Sinaí, o iré con la multitud que pisotea esa ígnea ley? Para los que aman a Dios, será la máxima delicia observar los mandamientos divinos y hacer aquellas cosas que son agradables a la vista de Dios” (Reavivamiento, p. 44).


La sabiduría de la ley

Una característica de la ley de Dios es su perfección. Es breve, pero esta brevedad en lugar de minimizarla resalta su perfección. La ley de Dios no contiene imperfecciones que le hagan ameritar algún cambio, pues “la ley de Jehová es perfecta” (Salmo 19:7). 

“¡Cuán maravillosa es la ley de Jehová en su sencillez, su extensión y perfección! Es tan breve, que podemos fácilmente aprender de memoria cada precepto, y sin embargo tan abarcante como para expresar toda la voluntad de Dios y tener conocimiento no solo de las acciones externas, sino de los pensamientos e intenciones, los deseos y emociones del corazón” (Reavivamiento, p. 44). 


La ley de Jehová es perfecta, porque "Vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" Mateo 5:48.


La ley de Dios es inmutable, porque el carácter de Dios no es inestable ni está sujeto a cambios repentinos, "Pues yo Jehová no cambio, dice el Eterno" Malaquías 3:6. 


La ley de Dios es eterna, contraria a las leyes de los gobiernos del mundo, que a menudo resultan. Imperfectas y sufren cambios en el afán de mejorarlas. Esto es entendible, pues las leyes humanas proceden de seres imperfectos, pero no sucede así con la ley de Dios; la cual es perfecta, porque su autor es perfecto. Por eso no cambia.


“La ley de Dios existía antes de que el hombre fuera creado. Fue adaptada a las condiciones de seres santos: aun los ángeles eran gobernados por ella. No se cambiaron los principios de justicia después de la caída. Nada fue quitado de la ley. No podía mejorarse ninguno de sus santos preceptos. Y así como ha existido desde el comienzo, de la misma manera continuará existiendo por los siglos perpetuos de la eternidad. Dice el salmista: “Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido (Salmo 119:152)” (Reavivamiento, p. 46).


La espiritualidad de la ley

La ley de Dios va mucho más allá que las leyes humanas, en términos de regular la conducta de los hombres. Puesto que la conducta humana es pecaminosa no solo en sus actos externos sino desde el interior, solo la ley de Dios puede revelar tal condición. 


“Las leyes humanas no pueden hacer esto. Solo pueden tratar con las acciones externas. Un hombre puede ser transgresor y, sin embargo, puede ocultar sus faltas de los ojos humanos. Puede ser criminal, ladrón, asesino o adúltero, pero mientras no sea descubierto, la ley no puede condenarlo como culpable. La ley de Dios toma en cuenta los celos, la envidia, el odio, la malignidad, la venganza, la concupiscencia y la ambición que agitan el alma, pero que no han hallado expresión en acciones externas porque ha faltado la oportunidad aunque no la voluntad” (Reavivamiento, p.44).


Todo lo anterior revela una característica esencial que distingue a la ley de Dios, y es su santidad. Por eso, “concluimos, pues, que la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). 


La ley de Dios es santa, porque no puede transigir con el pecado presente en la naturaleza del hombre, por eso su función es desenmascararlo, “para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado” (Vers. 13). 


Pero también la ley de Dios es justa, y tanto, que al condenar el pecado del hombre no solo lo hace en base a los hechos pecaminosos, sino que aun cuando el pecado no se ha manifestado en la conducta externa pero sí en el corazón. 


Entonces el pecador no puede negarlo, y debe reconocer que lo que la ley le señala en verdad está allí, anidando en el corazón. La ley de Dios es entonces justa. 


Todo esto también revela que la ley de Dios es esencialmente de carácter espiritual. “Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado” (Vers. 14). 


Debido a su espiritualidad, solo una persona que cultive una relación espiritual con Dios puede entender el propósito de la ley y reconocerla en su vida para obedecerla. Es más, se requiere ser profundamente espiritual para acercarse a las alturas de sus exigencias morales. 


Solo una estrecha relación con Dios tiene el poder de hacer que nuestra conducta sea acorde a sus requerimientos. Esto puede verse en las personas poco espirituales; su obediencia a la ley es muy superficial. 


En cambio, las personas fuertemente espirituales, viven más pendientes de ser obedientes a los mandamientos de la santa ley de Dios.


Conclusión

Por donde se mire, las leyes rigen todo cuanto nos rodea. El mundo físico, el mundo natural, es gobernado por leyes, y Dios es el autor de todas ellas. Pero también es el autor de una ley moral, que revela no solo los actos externos de la conducta humana, sino que va mucho más allá, al origen interno de dicho comportamiento. 


Esto le confiere una dimensión espiritual única, que las leyes humanas no poseen. La ley de Dios es perfecta, santa y justa, por lo que obedecerla es posible solo mediante una condición espiritual previa en la persona. 


Pero el mandamiento también es bueno para el hombre, porque al obedecerlo participa de su santidad, de su justicia y de su bondad, ya que “mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Salmo 119:165).

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sermón para Funeral

En este momento de dolor y tristeza para las familias _(nombre de las dos familias principales del fallecido)______, saquemos un momento para reflexionar sobre lo que nos dice la palabra de Dios en el libro de Eclesiastés 7: Vs. 1 Vale más el buen nombre que el buen perfume. Vale más el día en que se muere que el día en que se nace. Vs. 2 Vale más ir a un funeral que a un festival. Pues la muerte es el fin de todo hombre y los que viven debieran tenerlo presente. (NVI) La muerte es el fin de todo hombre y los que viven debieran tenerlo presente. La muerte irrumpe en nuestras vidas en un instante. ¿Cómo estás viviendo? Vs. 3 Vale más llorar que reír; pues entristece el rostro, pero le hace bien al corazón Vs. 4 El sabio tiene presente la muerte; El necio sólo piensa en la diversión. (NVI) ¿Tienes presente que algún día también vas a morir? ¿O solo estas pensando de forma egoísta en como divertirte y disfrutar de la vida? Job 14:5 Ciertamente sus días está

Juventud al Borde del Fracaso - Jóvenes

JUVENTUD AL BORDE DEL FRACASO "Te lo advertí cuando eras próspero pero respondiste: “¡No me fastidies!” (Déjame en paz). Has sido así desde tu juventud, ¡nunca me obedeces!" Jeremías 22:21. Introducción   1. En la actualidad al joven le toca atravesar muchos desafíos, es más, ser joven se ha convertido en un desafío muy difícil. 2. La juventud se encuentra rodeada de muchos atractivos que como espejismos se desvanecen dejando muchos vacíos. 3. El alcohol el tabaco, la droga, las pandillas, todo eso es fruto de una sociedad que lo único que ha hecho es envenenar el alma y los sueños juveniles. 4. Pero ¿sufrirán menos los jóvenes cristianos? No, de seguro que no, porque a la juventud cristiana le persigue la moda, la televisión y el atractivo sexual. 5. Dios tiene un plan para salvar a la juventud del fracaso y ese plan consiste en identificar las estrategias del enemigo.   I. LA CULTURA - UN POTENTE DESTRUCTOR DEL CRISTIANISMO   1. El estado

Deja tu Cántaro

1. Idea Central: Enseñar que la vida sin Cristo no tiene sentido, se vuelve monótona, cansada; y que con Cristo, la fuente de agua viva, hay frescura de alma, tranquilidad de espíritu, seguridad y confianza, y un deseo inmediato de testificación. 2. Propósito: Llegar al corazón de las personas y demostrarles que con Cristo y en Cristo las cosas son diferentes, y que no importa quién seas, puedes y tienes derecho a ser feliz y testificar. 3. Texto: San Juan 4:7-30.  Dios puede hacer muchas cosas, pero a veces no logramos entender y sólo lo resumimos en una palabra: “Milagro”. Y milagro es lo que realmente sucedió en el corazón de una mujer de quien vamos a hablar esta mañana. 4. Proposición: Lograr que las personas se acerquen a Cristo y su palabra. Sólo el encuentro con Cristo puede cambiar la dinámica de la vida de una persona moviéndolo a testificar. INTRODUCCIÓN 1. En la vida de cada ser humano existen algunas cosas en común. Vivimos en tiempo

El llamado a levantarse y resplandecer

By Raquel Arrais El texto bíblico de esta mañana está en Isaías 60:1 “¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” (RVR1995). Isaías nos anima a levantarnos y brillar porque ha llegado su “luz”. Elena de White define ese llamado al usar la imagen de “levantarse y resplandecer” en un mensaje poderoso. “Si alguna vez hubo un tiempo en la historia de los adventistas cuando deberían levantarse y brillar, ese tiempo es ahora. A ninguna voz se le debiera impedir proclamar el mensaje del tercer ángel. Que nadie, por temor de perder prestigio en el mundo, oscurezca un solo rayo de luz que proviene de la Fuente de toda luz. Se requiere valor moral para hacer la obra de Dios en estos días, pero que nadie sea conducido por el espíritu de la sabiduría humana. La verdad debiera ser todo para nosotros. Que los que quieren hacerse de renombre en el mundo se vayan con el mundo”.1 Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, dice el profeta Isaías. La

Las 5 excusas de Moisés

By Bonita J. Shields Desde mi percepción infantil, la iglesia de mi ciudad natal era enorme! Recuerdo la larguísima escalera que llevaba hasta el subsuelo donde funcionaba mi escuela sabática. La sala de reuniones era tremenda porque hasta podíamos jugar fútbol de salón en ella. ¿Y el campo de juegos? Era lo máximo en que podía pensar. Hasta que ya en mis años adolescentes advertí, súbitamente, que mi iglesia no era tan grande después de todo. Si bien comprendí al mismo tiempo que no por ello era la más pequeña tampoco, no me quedaron dudas de que definitivamente aquella no era la enorme, la colosal estructura que impresionó mi niñez. La vida de fe de Moisés no comenzó en Hebreos 11, el capítulo de los famosos héroes de la fe. Comenzó junto a una zarza ardiendo, durante una conversación con Dios. Moisés no le contestó con entusiasmo: “Sí Señor, sea hecha tu voluntad”. Fue más bien: “Señor... ¿No podrías enviar a algún otro?” Lo que recordamos de los relato