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Lágrimas de Cocodrilo - Primero Dios


By
Alejandro Bullón

Vamos al texto bíblico: El tema de Malaquías es uno. Dios es Dios, Eterno, Todopoderoso, Creador de los cielos y de la tierra, Dios es un Dios que ama a sus hijos. 
Por desgracia, nosotros los seres humanos nos separamos de él y entramos al territorio de la muerte, y Dios en su infinito amor envió y entregó lo más precioso que tenía: a su hijo unigénito.
Pero los seres humanos a veces confundimos las cosas. Y en lugar de tratar de ser espirituales, nos limitamos a ser religiosos. 
El religioso cumple con todos los ritos de la Iglesia, asiste a los cultos de la Iglesia, cumple con las reglas de la Iglesia mientras otros los ven, esos son los religiosos. 
El espiritual entrega a Dios todo su ser, lo reconoce como soberano en su vida, no está muy preocupado por que los otros lo vean, sino porque por encima de todo, y en primer lugar, Dios lo vea.

El tulo del mensaje es: LÁGRIMAS DE COCODRILO. 
Esta expresión es interesante. Vamos a la lectura del texto bíblico que está en Malaquías 2:13-16
“Hasta hacéis eso de cubrir el altar del Señor con lágrimas. Lloráis y clamáis porque él no acepta más con agrado la ofrenda de vuestras manos. Preguntáis: ¿Por qué? Porque el Señor es testigo entre y la esposa de tu juventud, con la cual tú has sido desleal, siendo ella tu compañera y la esposa de tu pacto. Dios, ¿no los hizo uno? En carne y en espíritu los dos son de él. ¿Y por qué uno? Porque él procuraba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales con la esposa de vuestra juventud. El Señor Dios de Israel dice que él aborrece el divorcio, porque el que se divorcia cubre su vestido de violencia – dice el Señor Todopoderoso. Por tanto, guardaos en vuestro espíritu y no seáis desleales”.
Si ustedes observan bien, dos veces Dios repite la expresión “guardaos pues en vuestro espíritu” ¿Por qué?
Porque los problemas comienzan en la mente y en el corazón, porque el pecado nace en la mente y el corazón. 
El mensaje de hoy es un mensaje duro, tengo la impresión de que muchos no se sentirán contentos, pero vuelvo a repetir, lo bueno de exponer la Biblia es que si tienes que enojarte con alguien, tienes que enojarte con el escritor bíblico y no con el predicador. 
Yo no vine a predicar lo que quiero, estoy exponiendo el libro de Malaquías y estoy dejando mucho de lado porque el libro es amplio.
Le puse al mensaje de hoy el título “Lágrimas de cocodrilo”, porque la tradición dice que el cocodrilo grita y llora escandalosamente, y eso de alguna manera atrae a sus víctimas, a sus presas. 

La curiosidad mató al gato
La curiosidad también mata a las víctimas del cocodrilo que cuando hace todas sus artimañas, se acercan, y él los atrapa. 
La tradición también dice que mientras come, llora, las lágrimas le salen. Pero la ciencia, que es más exacta dice que las glándulas salivales del cocodrilo están cerca de las glándulas lacrimales y al comer y accionar las glándulas salivales, acciona también las glándulas lacrimales; y es por eso que, cuando el cocodrilo come, aparentemente llora y llora de satisfacción y por estar feliz, por estar contento. 
De allí salió la expresión “lágrimas de cocodrilo” para referirse al siguiente hecho: lloras, lloras y lloras, y quien que te ve llorando piensa que estas sufriendo, pero en realidad tus lágrimas esconden otro mundo nebuloso que poca gente conoce.

Es interesante lo que dice Dios aquí:
Leamos el texto de Malaquías nuevamente. “Hasta hacéis eso de cubrir el altar del Señor con lágrimas; lloráis y clamáis porque él no acepta más con agrado la ofrenda de vuestras manos”.
¿Qué ofrenda? La ofrenda que me traes con lágrimas, con clamor, y llámese ofrenda a cualquier cosa que haces en la Iglesia, cualquier servicio que prestas a la iglesia, tu tiempo, como anciano, como pastor, como predicador, como cantante, cualquier cosa que haces para Dios. 
Y vuelvo a repetir: a veces nos emocionamos alabando a Dios, levantamos los brazos al cielo y cantamos media hora. Conozco iglesias que cantan 40 minutos y cantan levantando las manos, “¡gloria a Dios!”, y las lágrimas salen y el pueblo viene adelante y llora. 
Igual era el pueblo de Israel en los tiempos de Malaquías y Dios dice “pero yo no voy a aceptar tus lágrimas, porque son lágrimas de cocodrilo, lágrimas mentirosas, lágrimas de los ojos para afuera, porque tu corazón no está llorando, apenas tus ojos están llorando”.
Vuelvo a repetir, la tragedia del ser humano es que confundimos religiosidad con espiritualidad y espiritualidad con “emocionalismo”. 
Nosotros no queremos que el ser humano sea un robot mecánico, frío, sin sentimientos. A los sentimientos, Dios los colocó en nuestro corazón y si Dios colocó sentimientos y las emociones en nuestro ser, no son malos, porque cuando Dios creó a Adán y Eva dijo que todo era bueno en gran manera, inclusive las emociones y los sentimientos. 
El problema surge cuando pensamos que, espiritualidad es emocionarse y nada más, cantar y nada más, mostrarse y nada más, hacer que las personas vean y nada más. 
Y Dios dice: no aceptaré tus lágrimas, tu llanto, ni puedo aceptar tu ofrenda por un motivo. Y el motivo que Dios les presenta aquí es: “porque has dejado a la mujer de tu juventud”. 
Dios aquí está hablando del divorcio.
Por eso les digo que es un tema que a mí no me gustaría tratar, pero tengo que hacerlo, y con todo cariño, buscando las palabras para que nadie se sienta herido ni ofendido, por otro lado, tengo que decirlo porque la Palabra de Dios lo dice.
Pero en el pueblo de Israel sucedía algo interesante. 
De repente una mañana aparecía el hombre después de unos 50, 40 o 30 años de casado, miraba a su esposa y le decía: "Mira, tengo una cosa para decirte, no quiero que te entristezcas, vamos a continuar siendo buenos amigos. Puedes contar conmigo siempre, pero quiero decirte que ya dejé de amarte, ya no te amo."
Entonces, se iba y se buscaba una esposa más joven, pero el sábado estaba en la Iglesia, llorando emocionado, clamando a Dios, trayendo su sacrificio.
Y Dios le dice: no creo en esas lágrimas, arregla tu vida y después que la has arreglado, ven, reconóceme como el soberano de tu vida. Te hice uno, al lado de tu esposa. 
Interesante que, teológicamente, el hombre no es ser humano, y la mujer no es ser humano, pero el hombre y la mujer juntos llegan a ser un ser humano.
Naturalmente, con la entrada del pecado en el mundo muchas cosas cambiaron y hoy es mejor que una persona viva sola, y eso es bíblico. 
Por eso, Dios, usa el ejemplo de la Iglesia como un cuerpo, hay órganos que le sirven al cuerpo de a dos (2 ojos, 2 oídos, 2 pies) y hay órganos que le sirven al cuerpo de a 1 (1 corazón, 1 boca). 
Hay lugar para las parejas y para los solteros dentro del cuerpo de Dios. Pero si te has casado, mira lo que dice el texto:
“Hasta hacéis eso de cubrir el altar del Señor con lágrimas. Lloráis y clamáis porque él no acepta más con agrado la ofrenda de vuestras manos. Preguntáis: ¿Por qu? Porque el Señor es tes go entre y la esposa de tu juventud, con la cual tú has sido desleal, siendo ella tu compañera y la esposa de tu pacto”.
El matrimonio, es un pacto, un contrato, pero no es un contrato que haces delante de los hombres, es un contrato que haces delante de Dios. Cristo explicó que no era la voluntad de Dios que se obtuviese tan  fácilmente el divorcio. La ley de Deuteronomio 24:1-4 no instituyó el divorcio, sino que lo toleró en vista de las imperfecciones de la naturaleza humana y los bajos conceptos morales del pueblo de Dios en ese tiempo. Sin embargo, aunque Dios toleró algunas cosas a las cuales ciertamente no podía dar su aprobación, había límites más allá de los cuales el hombre no podía pasar. El consejo escrito por Moisés, para la gente de sus días debe ser interpretado a la luz de las costumbres de su época, y no de la nuestra, y siempre teniendo en vista el ideal divino. Una vez más Cristo elevó la vista de los hombres hacia ese divino ideal ordenado en el Edén. "Ese primer matrimonio nos proporciona el modelo dado por Dios para su pueblo de hoy". 1 CBA, 1051.
Te hago una pregunta: 
Supongamos que te vendo una casa por 50 mil dólares, yo recibo los dólares y tú la casa. La usas durante 30 años y después de este empo me dices “ya no me gusta la casa, devuélveme mi dinero”, y yo te digo, “no tengo para devolverte porque ya me gasté ese dinero”, y tú respondes “yo quiero devolverte la casa porque ya no me gusta”. Vamos a un juicio. 
Ahora, te pregunto: ¿Qué juez del mundo te daría la razón? 
Si, ningún juez de esta tierra te daría la razón ¿Por qué Dios tiene que darte la razón? ¿Por qué Dios aceptaría la separación?
Sé que, cuando el pecado entró al mundo, deterioró nuestra personalidad, nuestros sentimientos y muchas veces es mejor que una pareja se separe y no se mate, es mejor que una pareja se separe, antes que los dos se destruyan o se autodestruyan, es mejor la separación. 
Mas la Biblia establece las pautas. No vamos a estudiar esto, porque no es mi tema; pero quiero decirles algo, el matrimonio es un pacto y los jóvenes que quieren casarse piensen 50 mil veces antes de hacerlo. 
La sierva del Señor dice, que si en el altar, o subiendo al altar te das cuenta que no puedes continuar, sal de allí. Por eso, piensa 50 mil veces antes de casarte.
Encuentro jóvenes, parejas y personas por todos lados que dicen
- “Pero pastor ¿Usted no entiende que mi vida es un infierno?”. Les pregunto:
- ¿Y cuando eran novios, era así?
- Si.
- ¿Y por qué te casaste?
- Porque él dijo que iba a cambiar. 
Por eso, piensa 50 mil veces antes de casarte. 
Te voy a decir una cosa: Nosotros a veces idealizamos el matrimonio y vivimos en pos de un ideal de matrimonio que no existe, no existe en esta tierra, pero idealizamos un tipo de matrimonio y como no llegamos a ese ideal de matrimonio, pensamos que no somos felices. 
Quiero que ustedes entiendan una cosa, el matrimonio es la única escuela en la cual te matriculas pero no te gradúas nunca, sino que vas aprendiendo, aprendiendo y aprendiendo. 
Yo ya llevo casi 50 años de casado con la misma mujer, entonces cuando pienso que ya conozco a mi esposa, descubro nuevas facetas en la vida de ella.
Por ejemplo, yo no conocía a mi esposa como suegra hasta que un hijo se casó, allí comencé a descubrir las facetas de suegra de mi esposa. 
Tampoco conocía su faceta de abuela hasta que nació nuestro primer nieto, cada día se aprende. 
Entonces, ocorre lo siguiente:
- Yo vengo de Jauja, mi esposa de Pucallpa, 
- Yo pocas veces comía fruta, especialmente no comía papaya, mi esposa viene de un lugar donde comen papaya todos los días, nos casamos.
Entonces, comienza el problema, ella quiere papaya, yo no quiero. 
A mí me gusta dormir con las ventanas cerradas porque en Jauja hace frío, a ella le gusta dormir con las ventanas abiertas porque en Pucallpa hace calor. ¿Y ahora? 
¿Cerramos o abrimos las ventanas? Allí viene el aprendizaje. 
Es un aprendizaje diario, el matrimonio  está hecho para pedir perdón, perdonar, aceptar, ser aceptado, renunciar, sacrificar. 
Te voy a decir algo que te va a asustar: el amor bíblico no es un sentimiento, el amor bíblico es un principio; el sentimiento se acaba, el principio es eterno. 
Entonces, antes de casarte analiza lo que estás sintiendo, si es sentimiento o principio. 
Eso que tu llamas amor ¿es atracción sica? 
Es interesante que, en la vida, el aspecto físico, es parte del amor, 
Cuando te casas es como una llamarada de fuego que consume todo, pero a medida que los años pasan, esa llamarada comienza a disminuir y disminuir, pero el amor espiritual, el amor protector, el amor que se dona, que se entrega, ese amor que todo lo sufre, todo lo soporta, va creciendo, creciendo y creciendo.
Al inicio del matrimonio la llamarada del amor físico es enorme, y el amor principio es pequeño. 
A medida que el tiempo va pasando, las cosas se van invirtiendo, el amor físico va disminuyendo y disminuyendo y el otro amor va creciendo, creciendo y creciendo, entonces puedes ver a veces dos ancianitos de 90 años cruzando la calle agarraditos de la mano. 
Tal vez, el amor físico ya no es importante en la vida de ellos, pues si uno muere, el otro también muere, ¿por qué? Porque uno ya no puede vivir sin el otro.
La vida matrimonial es un aprendizaje contínuo, es un crecimiento constante como todo en la vida. 
Les voy hacer algunas preguntas (no levanten la mano para no meterse en problemas). 
¿Cuántos de los presentes nunca discutieron en su matrimonio? 
¿Cuántos nunca tuvieron problemas en el matrimonio? 
¿Cuántos nunca enfrentaron dificultades en el matrimonio? 
¿Cuántos estuvieron unidos desde el principio hasta hoy? 
¿Cuántos nunca tuvieron divergencias? ¿Cuántos nunca tuvieron opiniones diferentes? 
Si levantas la mano, hay dos cosas, o eres un gran mentiroso o tal vez uno de ustedes está completamente sometido por el otro, de tal manera que no puede decir nada de nada. ¡Ah que unidad maravillosa! 
Pero si eres un ser humano normal, y tu esposa un ser humano normal, y respetas la opinión de tu pareja, claro que habrá discrepancias, eso tiene que ver con la educación de los hijos, con las mudanzas por trabajo, tiene que ver con la comida, con las ventanas, tiene que ver con todo. 
Pero no es justo que yo me haya casado con doña Sara, en una época cuando era linda, flaquita y bonita el día del matrimonio. Y yo también era delgado, tenía cabello. 
Ahora casi 50 años después de matrimonio, ya no tengo cabello, me creció la barriga, me he ido encogiendo, y ahora doña Sara despierta un día y me dice: “Mira tú eres un gran hombre, un hombre de Dios, pero mi amor se acabó, ya no te amo”. 
O tal vez, yo, una mañana despierte y diga: "Mira querida ya no te amo, el amor se acabó." 
El amor no se acaba, se acaba el sentimiento humano, pero no el amor principio, eso no se acaba nunca. 
Lo interesante es que dejo a doña Sara y me busco una muchacha de 22 y le digo, tú eres linda, te amo y te amo tanto que voy a dejar a mi esposa, voy a dejar todo para quedarme contigo. ¿Qué amor es ese?
El pueblo de Israel en los días de Malaquías vivía así, pero el sábado estaba en la Iglesia, no faltaba a la Iglesia y cuando el pastor llamaba a los minutos de oración, todos corrían, llorando, entonces Dios dice “¿Crees que voy a aceptar tu cuerpo de esa manera? ¿Crees que voy a aceptar tu ofrenda así? ¿Voy a aceptar tu canto así? 
¡Ah no! A mí no me vengas con lágrimas de cocodrilo. 
¿Tú crees que reconoces mi soberanía porque lloras? 
Si realmente conoces mi soberanía, entonces ve por mis caminos, no andes por la vida diciendo: “Voy por aquí porque me gusta, me caso porque me gusta, me divorcio porque no me gusta, entro aquí porque me gusta, voy allá porque me gusta, el centro del universo soy yo, son mis gustos, son mis preferencias”. 
Y ¿dónde está Dios? ¿Dónde está lo que crees? ¿Dónde está lo que piensas? 
En su Palabra. Anoche vimos que cuando menosprecias su Palabra, lo estás menospreciando a él. 
Hermano, este asunto es mucho más importante de lo que piensas. 
Ahora lo maravilloso de Dios, es que Dios es perdonador, un Dios que te toma y acepta como eres, te recibe como eres, te ama como eres, y a partir de donde estás, te empieza a construir y te empieza a levantar.
Si estoy predicando en este momento para un matrimonio que está pasando por una crisis, esto no es para que te separes. Las crisis son para que te arrodilles y ores más que nunca, porque solo Dios puede cambiar tu corazón. 
Les dije, perciban estas dos frases: “Guardaos pues en vuestro espíritu”. El problema está aquí en el corazón, corazón terco, rebelde, orgulloso, soberbio, prepotente, dominador, siempre quiere salirse con la suya.
Pero  cuando caes de rodillas a los pies de Jesús y le dices: “Señor mira la caricatura de tu carácter en mí, no soy nada, pero vengo a como estoy. Señor transfórmame en ese compañero  maravilloso”. 
Entonces, Dios comienza a amoldarte y comienzas a ver tus errores, tus defectos y llegas a entender que el problema no es del otro, sino está contigo, que el problema es la falta de la soberanía de Dios, del control divino de tu vida, es la falta de entregarte a él, de vivir para él.
En 1958, Brasil fue campeón mundial de fútbol por primera vez en Suecia. 
En esa selección jugaban Pelé, Didí, Babá y un puntero derecho llamado Garrincha, quién tenía las piernas chuecas, tan chuecas que los periodistas decían bromeando que una manada de bueyes pasaba por entre sus piernas. 
Lo admirable de Garrincha es que con esas piernas chuecas fue uno de los más grandes gambeteadores del fútbol mundial. 
Cuando la selección regresó a Brasil, Pelé tenía 16 años en ese tiempo. Uno de los jugadores que más se destacó fue Garrincha. 
Los niños de 10, 11 y 12 años enamorados de Garrincha, querían ser como él, todo el mundo quería ser Garrincha y, como Garrincha era chueco y caminaba así por un defecto físico de las piernas; de repente, en Brasil comenzó a aparecer una generación de muchachitos brasileños de 8, 9 y 10 años que andaban así. Porque la vida es así, cuando admiras a alguien, quieres ser como esa persona.
Oh querido, cuando dejas esta tierra durante tus minutos de devoción personal diaria y entras en la esfera divina, entras en el compañerismo de Dios. 
Puede que tu cuerpo esté en la tierra, pero tu corazón entra en el amor divino. Cuando te enamoras de Jesús, cuando en tu vida devocional reconoces que Dios es tu Dios, llega un momento en que exclamas: 
- “Señor tú eres mi vida; sin ti, mi vida no ene sentido, tú eres todo para mí”.
Cuando llegas a ese momento, lo que más quieres es ser como Jesús, tu corazón, tus sentimientos, tus actitudes, tu manera de hablar, tu manera de ser, tu manera de mirar, él es tu héroe, él conquistó tu corazón con su amor, él te cautivó, vives en esta tierra, permaneces en esta tierra, pero tus ojos están fijados en el autor y consumador de tu fe, para él vives y a él te consagras.
De repente, te das cuenta que, los problemas en casa se arreglan, y que tus problemas no están ni en uno, ni en el otro, están en el corazón humano. 
Por eso digo, para que un matrimonio sea feliz no se necesitan solamente de dos personas (un hombre y una mujer), se necesitan tres, un hombre, una mujer y Cristo trabajando en el corazón de los dos.
Conságrate a Jesús, como dice la sierva del Señor: “Conságrate a Dios cada mañana”.
Hoy dile a Dios: 
“Señor quiero ser un mejor padre, un mejor esposo, una mejor esposa, yo sé que soy un ser humano, sé que estoy lleno de defectos, pero Tú eres poderoso, eres grande, tú tienes poder, tú puedes transformar mi ser”. 
Juan llegó a Jesucristo como el hijo del trueno, con un carácter deformado por el pecado y cuando llegó a ser anciano, ya no era el hijo del trueno, era el discípulo del amor. En el amor maravilloso de Jesucristo fue transformándose día a día; por eso, cada día deberías cantar así:
"Oh Señor al despertar, Dame a Cristo, dame a Cristo, Oh sí dame a Cristo.
Por eso al salir de casa cada día deberías decir: “Señor; la vida sin ti, no es vida, por eso me arrodillo, por eso te suplico que me acompañes, quiero caminar todo el día contigo”. 
Por eso te voy hacer una invitación esta noche: si quieres, puedes decirle a Dios, “Señor coloco mi vida en tus manos, transfórmame, moldéame, corrígeme, instrúyeme, enséñame”.
Te suplico que en el nombre de Jesucristo vengas aquí al frente. 

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