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Una cosa sé - Paz para tu vida

"Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo." Juan 9:25.

INTRODUCCIÓN

El apóstol Pablo frecuentemente decía:

"Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" Colosenses 1:2. 

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7. 

“El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15:13. 

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. “ 1 Tesalonicenses 5:23.

Pablo siempre exhortó a sus hermanos a que trataran a alcanzar una norma posible de lograr; siempre oró para que pudieran recibir bendiciones que Dios estaba dispuesto a dar. Sabía que todos los que estuvieran en condiciones de actuar en paz y salir al encuentro de Jesús, deberían poseer un carácter puro y santo. 

UNA COSA SÉ, QUE AHORA TENGO PAZ EN MI VIDA. 

En esta hora vamos hablar de lo que sabemos. Y el mejor ejemplo es el apóstol Juan quién dijo: "Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo." 1 Juan 4:14. 

“Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes a vosotros que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” Hechos 4:19, 20. 

Juan como testigo de Cristo, no entró en controversias ni en fastidiosas disputas. 

Declaró lo que sabía, lo que había visto y oído. Porque Juan estuvo asociado íntimamente con Cristo, oyó sus enseñanzas y fue testigo de sus poderosos milagros. Pocos pudieron ver las bellezas del carácter de Cristo como Juan las vio. Para él las tinieblas habían pasado; sobre él brillaba la luz verdadera. Su testimonio acerca de la vida y la muerte del Señor era claro y eficaz. Hablaba con un corazón que rebosaba de amor hacia su Salvador; y ningún poder podía detener sus palabras. 

Aunque en esta vida hay algunas incongruencias; hay personas que hablan de lo que no vieron, ni experimentaron porque no saben dónde se encuentran, ni cómo sucedieron. Pero algunas personas que sí saben dónde están y cómo sucedieron. 

Existe el peligro de mentir, cuando decimos; “no sé”, porque SÍ sabemos, y muchas veces mentimos para no ser involucrados.

Cuando Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. Y añadió; ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? (Génesis 4:9). Cuando Caín dijo: “no sé”, en realidad estaba mintiendo. Caín temerariamente estaba negando su culpa. Fue su desobediencia que lo llevó al asesinato; al asesinato añadió ahora la mentira y a la mentira oposición obstinada, pensando ciegamente que iba a ocultar su crimen. Entonces Dios tomó la iniciativa en buscar a Caín.

Sin embargo, hoy hablaremos del ciego que fue sanado en Jerusalén. Este ciego primero dijo; “no se” y después dijo; “pero una cosa se”. Primero haremos referencia de otros incidentes relacionados con 2 ciegos para no confundirlos. 

1. EL CIEGO DE BETSAIDA (Marcos 8:22-26). 

Este ciego no era de Betsaida, fue traído a Betsaida. Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida unas personas de otra aldea lo traen a Jesús para que lo cure. 

Hay algo curioso en este relato. La fe es de la gente, no del ciego, pero el milagro tenía que ser realizado en el ciego, no en la gente. 

Cuando las personas que trajeron al ciego piden a Jesús que lo sane, Jesús lo tomo de la mano y lo saco fuera de la aldea de Betsaida y estando solos fuera del alcance del grupo. Jesús escupió en sus ojos y le puso su mano encima y le pregunta si veía algo. El ciego respondió; miró a los hombres como árboles, pero como árboles que caminan. Jesús entonces toca nuevamente sus ojos y sucede el milagro. Ahora el ciego puede ver de lejos y bien a todos. Y le dijo no entres en la aldea, ni lo digas a nadie de la aldea, vete a tu casa. A este ciego Jesús no le permite que lo acompañe lo envía a su casa.

2. EL CIEGO BARTIMEO DE JERICÓ (Marcos 10:46-52). 

Este milagro sucedió un año y medio más tarde después del ciego de Betsaida. Este ciego no conocía a Jesús, pero había oído hablar de él. Jesús llegó a la ciudad de Jericó, mientras camina por las calles de la ciudad. Se encuentra con un ciego llamado Bartimeo, que su nombre significa; Timeo “hijo de bendición” o “Bendito”. 

Bartimeo no era ciego de nacimiento, por alguna razón, que desconocemos perdió la vista. 

Un día despertó y no podía ver. Eso fue el inicio de una vida miserable. Fue marcado por la gente como el maldito de Dios. Fue rechazado por sus amigos y su familia, por eso tenía que salir fuera de la ciudad y mendigar para poder vivir. 

No sabemos cuánto tiempo estuvo ciego, pero lo que sí sabemos es que un día cuando estaba sentado junto al camino, percibió que sucedía algo diferente en el ambiente. Entonces preguntó ¿Qué sucede? Le dijeron que pasaba Jesús Nazareno. Entonces decidió gritar “¡Jesús! hijo de David, ten misericordia de mí” Este ciego decide recobrar la vista, por eso empieza a dar voces diciendo: Jesús hijo de David ten misericordia de mí. Los discípulos en esta ocasión guardan silencio, ahora es la multitud la que le dicen que no grite, era mejor que guarde silencio. Pero el sigue gritando y lo hace por tres ocasiones y cada vez más fuerte.

El ciego Bartimeo grita tres veces. Entonces Jesús hizo tres cosas: 

1. Se detiene. 
2. Pide que lo traigan a su presencia. 
3. Le pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? Cuando los discípulos van por él y le dicen él maestro te llama. Entonces, el escuchó que el maestro lo llamaba tira su capa. 

Te pregunto apreciado hermano ¿Qué capa traes y que te impide ir a Jesús? trabajo, hábitos, intereses.

Decide tirar esa capa que te impide ir a Jesús. Cuando Bartimeo llegó ante Jesús, él le dice ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo que recobre la vista. Y Jesús le dijo vete tu fe te ha salvado y enseguida recobró la vista y le seguía a Jesús en su camino. A Bartimeo no se le impide estar con Jesús. Jesús lo sana, lo salva y lo acepta como un seguidor.

3. EL CIEGO DE JERUSALÉN. (Juan 9:14).

Juan habla del hombre ciego de nacimiento del cual es la base principal del tema de este día. Este milagro sucedió durante la visita que Jesús hizo a Jerusalén. El milagro sucedió un día sábado. Probablemente un sábado después de la esta de los tabernáculos. Este ciego era diferente a los antes mencionado. No solo era ciego, sino también mendigo. No todos los ciegos eran mendigos, ni todos los mendigos eran ciegos, pero éste era ambas cosas. Ciego y mendigo. 

En esa cultura y en ese tiempo, los fariseos enseñaban al pueblo que había por lo menos tres condiciones en las cuales se manifestaba el desagrado de Dios sobre los seres humanos. La lepra, la esterilidad, y la ceguera. Así lo enseñaban y el pueblo lo creía. Así los leprosos, las estériles, y los ciegos llevaban una vida marcada, siendo que la misma familia los rechazaba, porque eran la vergüenza para el buen nombre de cualquier hogar judío. 

Lo interesante de este ciego, es que está sentado. No pide recobrar la vista, son los discípulos quienes preguntaron a Jesús: 

Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 

La pregunta de los discípulos es: ¿Quién pecó? Era una pregunta lógica que reflejaba los pensamientos y preconceptos que los judíos tenían en ese tiempo. Ellos enseñaban que los sufrimientos de esta vida eran castigos divinos por los pecados. Su base era “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que” aborrecen a Dios. (Éxodo 20:5). 

Recordemos que frecuentemente, los hijos sufren las consecuencias de las iniquidades de sus padres, pero no son castigados por las culpas de sus padres (Ezequiel 18:1-2). 

"Pero los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado" Deuteronomio 24:16.

La pregunta es: ¿Quién pecó? ¿Pecó, éste o sus padres? 

Los discípulos estaban ansiosos lo que Jesús tenía que decir al respecto. Jesús le respondió a una enseñanza directa, al concepto popular de los judíos. 

Jesús respondió: Ni este hombre pecó, ni sus padres; pero como resultado de su sufrimiento las obras de Dios serán manifestadas en él. 

El ciego no pide recobrar la vista, el sólo está oyendo lo que está sucediendo. Pero lo maravilloso de este pasaje es que Jesús ve al ciego y se detiene. 

La iniciativa fue de Jesús y no del ciego. Recordemos:

Dios va a en busca de Adán cuando este se escondía detrás de los árboles. 
Dios Siguió a Jacob cuando este estaba huyendo. 
Dios siguió a Jonás cuando deliberadamente se apartó del camino que se le había señalado. 
Dios siguió a Saulo cuando Salió de Jerusalén y se fue rumbo a Damasco. 

Volvamos al caso del ciego. 

Entonces Jesús escupió en tierra. ¿Por qué Jesús tuvo que hacer lodo con su saliva? Los antiguos creían que la saliva contenía virtudes curativas. Sin embargo, es difícil que Jesús haya usado la saliva por su supuesta propiedad curativa. Es posible que lo haya hecho simplemente para robustecer la fe del hombre. 

En otros dos milagros también se menciona que Jesús uso de saliva (Marcos 7:33; 8:23). En esta ocasión; Jesús escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego.

Jesús le dijo; ve a lavarte en el estanque de Siloé. Fue entonces, se lavó y regresó viendo. Parece fácil de hacer, pero difícil de creer. 

Jesús dijo: “al que cree todo es posible” (Juan 9:24). El ciego no pide nada, pero tuvo que actuar por fe. Porque la orden se lo dio un desconocido, uno que nunca había visto ni escuchado. 

La orden fue fácil, pero extraña. Pero la fe lo mueve para que a tientas llegue hasta el estanque de Siloé. La fe lo lleva hasta el agua. La fe lo ayuda a colocar sus manos sobre su rostro. La fe lo motiva a lavarse la cara. La fe lo motiva a limpiarse los ojos. La fe lo sana. Fue la fe y el poder de Dios la que le abrió los ojos. Sucedió un cambio había sido ciego ahora ya no lo era. 

Cuando regreso del estanque de Siloé el ex ciego, la gente no lo reconocía. Unos decían él es. Otros decían se parece, pero él decía yo soy. (Juan 9:9). Los hechos son más fuertes que las opiniones de las personas. Ahora el ex ciego tiene que responder y explicar por siete ocasiones lo que sucedió. 

Primera pregunta: Unos le dijeron ¿Cómo fueron abiertos tus ojos? (Juan 9:10). 

Respuesta: Aquel hombre que se llama Jesús: hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: ve lávate en el estanque de Siloé; y fui me lavé y recibí la vista. 
Nuestra arma más poderosa para el testimonio es el hecho de que algo ha sucedido. Cuando Jesús desee abrirte los ojos lo hará. No es el predicador, ni el cantante, es solamente Jesús.

Segunda pregunta: ¿Dónde está él? (Juan 9:12). 

Respuesta: No sé. No necesitamos saber mucho para testificar. El ciego con los ojos abiertos era un sermón poderoso ante los fariseos y los presentes. Nunca conoceremos todos los misterios del Señor. Solo necesitas conocer a Jesús 

Tercer pregunta: ¿Cómo recibiste la vista? (Juan 9:15). 

Respuesta: Me puso lodo sobre mis ojos y me lavé, y ahora veo. Él no sabía detalle a detalle de todo lo que había ocurrido, pero si sabía que algo sí había pasado. Lo que Jesús hizo es algo tan sencillo, puso lodo sobre mis ojos. Para ver solo necesitas lodo, agua y deseo de lavarte. 

Cuarta pregunta: ¿Qué dices del que te abrió los ojos? (Juan 9:17). 

Respuesta: Que es un profeta. Porque nadie ha hecho lo que a mí me ha sucedido. El ex ciego dio una afirmación de fe. Ante la evidencia no hay dudas. 

Quinta pregunta: (Juan 9:19). Siendo que no creían llamaron a sus padres les hicieron tres preguntas para confundir a los padres: 

Primera pregunta. ¿Es éste vuestro hijo? 

Segunda pregunta. ¿Decís que nació ciego?

Tercer pregunta. ¿Cómo explican que ahora ve? 

Respuesta: Los padres sin discutir, respondieron: Sabemos que es nuestro hijo. Sabemos que nació ciego. Sabemos que ahora mira. Lo que nosotros no sabemos es, quién le abrió los ojos. Este milagro le ocurrió a él y no a nosotros, por eso dijeron: Pero edad tiene, pregúntenle (Juan 9:21). 
Aprendemosaquí que, la religión y la fe de nuestros padres no nos salvan. Ante las evidencias no vale la pena discutir.

Sexta pregunta: (Juan 9:24). Volvieron a llamar al que había sido ciego. 

Y le dijeron: "Da gloria." Los fariseos le dijeron confiesa públicamente tu culpabilidad. Son las mismas palabras que le dijeron a Acán (Josué 7:19). 

"Porque nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Esto decían porque lo había sanado en sábado. Los judíos procuraron conseguir la declaración de que no había sido Jesús quien había curado al hombre. 

Respuesta: Si es pecador no lo sé. No estaba tan seguro como los judíos, que armaban un complot contra el Salvador; sabemos, sin embargo que no tenían las pruebas suficientes, ni habían resuelto el asunto de cómo un pecador podía realizar milagros (Juan 9:16). Entonces dice: Pero una cosa sé. El que había sido sanado manifestó mucho discernimiento. Rehusó apelar a astucias en cuanto a si Jesús era pecador. No discutió con ellos. Basó su testimonio en una evidencia indiscutible. Yo era ciego ahora veo. 

Séptima pregunta: (Juan 9:26). ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Este nuevo interrogatorio tenía el propósito de presionar y confundir al que había sido ciego. Esperaban hallar algún defecto o alguna contradicción en su testimonio. 

Respuesta: Ya os lo dicho, y no habéis querido oír. El ex ciego desafío a los líderes (Juan 9:27,30-33). ¿Porque no aceptan mi testimonio? Mírenme yo era ciego ahora veo. Ahora él les pregunta. 

¿Por qué lo queréis oír otra vez? ¿Acaso vosotros también queréis ser sus discípulos?” 

El Espíritu Santo capacitó a este ex ciego que no conocía a Jesús, para que hiciera esa valiente defensa ante los fariseos (Mateo 10:19).

Al escuchar si ellos también querían ser sus discípulos se molestaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. 

Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. 

Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron. Lo expulsaron porque ellos mismos habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el mesías, debía ser expulsado (Juan 9:27-34). 

LLAMADO 

Apreciado hermano ¿Qué no sabes? y ¿Qué si sabes? Es posible que no sepas que tienes una necesidad urgente de un encuentro con Jesús para librarte de tu problema físico, emocional, económico, y espiritual. 

La lección que podemos aprender de este relato, siempre encontraremos a dos grupos de personas. 

Primer grupo. Los ciegos que creen en Jesús, quién los ilumina, les devuelve la vista, y deciden abandonar su pecado, para recibir la liberación. 

Segundo grupo. Los que rechazan a Jesús y deciden no creer y deciden permanecer en su pecado. 

El que rechaza a Jesús se ata a sí mismo a su pecado. El que decide aceptarlo recibe la liberación. El ciego del relató decide aceptar a Jesús, creer en él y decide adorarlo. Dicho relato es una obra en tres actos. 

Vemos la secuencia de los tres momentos que transformaron la vida de Bartimeo.
Primer momento. La curación fue realizada gracias a la intervención milagrosa. El ciego dijo; me sanó aquel hombre se llama Jesús (Juan 9:11). El hombre que me sanó es un profeta (Juan 9:17). 

Segundo momento. Los fariseos quieren negar el milagro y también quieren negar a Cristo, por eso llamaron a sus padres (Juan 9:19). Pero al exhibir la ceguera lo único que estaban haciendo era reconocer el milagro y aceptar que dicho milagro fue realizado por Jesús el maestro de Galilea. 

Tercer momento. Jesús aborda el tema de la ceguera espiritual. Jesús interviene desde el inició abriendo los ojos del ciego y al nal cuando encuentra al hombre recuperado para abrirle los ojos a las verdades eternas. Al encontrarlo le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 

Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. (Juan 9:35-39). Ahora, por primera vez, contempla rostro de Jesús. ¡Qué contraste con las ásperas caras de los fariseos! 

El ex ciego pagó un precio; fue expulsado de la sinagoga por creer en Jesús. Es probable que por aceptar a Jesús tú también serás expulsado o despreciado por tu propia familia y tus amistades. Pero recordemos cuando alguien nos destituye de su círculo, Jesús siempre se acerca a nosotros para darnos una nueva y mayor revelación. 

"Oyó Jesús que le habían expulsado" (Juan 9:35). 

El oír y auxiliar es una virtud de Dios. Todo lo que nos sucede en esta vida, ten la seguridad que Dios nos oye, ve y actúa. 

• Oyó la aflicción de Ismael. Génesis 21:17 
• Oyó el deseo de Lea y tuvo su quinto hijo. Génesis 30:17 
• Oyó el gemido de un pueblo. Éxodo 2:24 
• Oyó la voz de Manoa. Jueces 13:9 
• Oyó a Ezequías y sanó a todo el pueblo. 2 Crónicas 30:20. 
• Oyó Jesús que le habían expulsado (Juan 9:35). 

Jesús fue en busca del ex ciego y lo halló. Cada persona halla lo que busca. Te acuerdas de la oveja que estaba perdida, pero no sabe cómo volver. (Lucas 15:2-8). Con esta historia Jesús aclara que la salvación no depende de nuestra búsqueda de Dios, sino de que Dios nos busque a nosotros. Es posible que nos sepamos que estamos perdidos; sin embargo, Dios nos sigue buscando.

Apreciado hermano; hoy tienes que saber, que tú también antes eras ciego espiritual, y cuando estabas ciego, alguien te trajo a Jesús y le pidió que te tocará y te sanara, y él lo hizo. Tú eres la persona que  hace mucho tiempo anhelabas un cambio en tu vida y al  escuchar el murmullo de la gente, te preguntaste que sucedía y al saber que Jesús pasaba, y por tu propia iniciativa empezaste a gritar y Jesús se detuvo. Eras tú que no querías recobrar la vista, pero aunque no lo pediste, el Señor se detuvo y te sanó.

¿Crees que debes dar gracias a Dios? Quiero decirte; Jesús en este día también se ha detenido, te ha amado, te ha mirado, te ha llamado y te dice: ¿Qué quieres que haga por ti? Piensa en tu matrimonio, tu familia, tu trabajo, tu salud, tus hijos. 

Jesús te dice: ¿Qué quieres que haga por ti, para que goces de paz en tu vida?

Jesús ya conoce tu necesidad, pero te pregunta porque él desea que tú aprendas a confiar en él. Recuerda; Dios nos acepta como somos. No espera que hagamos cambios positivos para aceptarnos. 

Recuerda el padre del hijo pródigo. Cuando el hijo decidió, planeo salir y perderse. El padre todos los días lo esperaba. Por medio de esta parábola Jesús demuestra la bondad y su benignidad. Entrégate en los brazos del Padre Celestial y verás su grande amor y bondad todos los dias de tu vida. 

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