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Jehova Roge/El Dios Sanador - Gracias al Nombre de Dios


Propósito
Esta noche consideraremos un nombre que Dios asumió para revelarse a su pueblo en uno de los momentos más críticos ya que una muerte colectiva los asediaba. 
Este nombre nos mostrará otra faceta de su carácter, de lo que Él hizo en el pasado y sigue haciendo a favor de sus hijos.

Lectura Bíblica:
"Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador." (Éxodo 15:26).
3a Faceta del carácter de Dios y la develación de un nombre:

EL SEÑOR QUE SANA: YAHVE ROFE

Leamos: Éxodo 15: 22-27:
"E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?
Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó;
Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador. Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas” (Éxodo 15: 22-27)
Después de cruzar el mar rojo y cantar el gran himno triunfal, después de entonar ese canto de victoria, Israel reanuda su camino dirigido por la nube y columna de fuego. 
“El panorama que los rodeaba era de lo más lúgubre: estériles y desoladas montañas, áridas llanuras, el mar que se extendía a lo lejos y sus riberas cubiertas con los cuerpos de sus enemigos. No obstante, estaban llenos de regocijo porque se sabían libres, y todo pensamiento contrariado se había acallado. Durante tres días de marcha no pudieron encontrar agua. La provisión que habían traído estaba agotada. No había nada que apagara la sed abrasadora mientras avanzaban lenta y penosamente a través de las llanuras calcinadas por el sol. Moisés, que conocía esa región, sabía lo que los demás ignoraban, que en Mara, el lugar más cercano donde hallarían fuentes, el agua no era apta para beber. Con gran ansiedad observaba la nube guiadora”. PP, 297.
A la distancia contemplaban el lago. Sus labios resecos se empiezan a partir. Los niños deshidratados son llevados en brazos por sus desfallecientes padres. La piel rojiza de sus rostros luce agrietada. El polvo del desierto los ahoga, mientras el calor se hace insoportable. Muchos sólo arrastran los pies a la par que van perdiendo la conciencia. El lago visualizado por delante los anima a impulsarse como bultos sin dirección, y es así como adelantan su camino. 
Al acercarse más, advierten que era un espejismo. ¡Qué decepción! ¡Qué tristeza! La inercia los empuja a persistir, sin saber cuánto puedan aguantar. Más tarde divisan otro lago. ¿Será este lago real o es otro espejismo en el desierto? 
La idea de tomar tan ansiado líquido los apresura para verificar. No es un espejismo ¡Es real! ¡Es agua! ¡Por fin podrán calmar esa sed! Juntan sus manos ahuecando el centro para improvisar un vaso, y llevar el primer sorbo a sus bocas.
“Con el corazón desfalleciente (Moisés) oyó el regocijado grito: “¡Agua, agua!” que resonaba por todas las filas. Los hombres, las mujeres y los niños con alegre prisa se agolparon alrededor de la fuente, cuando, he aquí, un grito de angustia salió de la hueste. El agua era amarga.” PP 296.
En cuanto toman el primer trago de agua la expulsan. El agua tiene un sabor amargo. No es saludable para beber. ¡Qué decepción!
Una de las mayores incomodidades emocionales es la decepción. 
La decepción es un sentimiento de insatisfacción manifestado cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una esperanza. Surge por la sorpresa negativa que provoca la angustia. 
Si la decepción perdura puede suscitar frustración y terminar en depresión. 
La realidad se pone crítica cuando se piensa que la decepción es inducida por Dios. 
Eso le ocurrió a Israel. El hecho de haber creído en las promesas divinas les hizo abandonar Egipto. Creyeron que Dios iba a satisfacer todas sus necesidades en la forma y el tiempo que ellos quisieran. El caminar tres días sin encontrar agua, los hizo dudar. 
Cuando al fin encuentran agua, pensando que Dios ha provisto, se llevan la más amarga de todas las sorpresas, el agua es inservible. Angustiados porque ven que sus niños empiezan a delirar deshidratados, se hunden en la frustración. Ante tal condición, de una inminente muerte colectiva, es que claman a Moisés. Moisés sabe a quién recurrir en su angustia.
“En su tristeza por la desesperación del pueblo, Moisés hizo lo que ellos se habían olvidado de hacer; imploró fervorosamente la ayuda de Dios. 
“... Y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron...” (Éxo. I5: 25.) 
Allí se le prometió a Israel por medio de Moisés: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los Egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador.” (Vers. 26)”. PP 296.
Es en ese momento de gran desilusión cuando Dios se presentó como Yahve Rofe: “El Señor que sana”. 
La palabra hebrea rofe significa “sanar”, “curar”, “restaurar” o “restablecer”. También se refiere a la persona que sana, al sanador o médico. Así, el Señor decidió manifestarse como: “Yo soy Jehová tu Sanador”
El verbo del que deriva rofe se encuentra sesenta y siete veces en el Antiguo Testamento. A menudo puede referirse a la sanación física, suele tener también un significado más amplio: en lugar de sólo sanar el cuerpo, Yahve Rofe sana la mente así como el alma. 
Además este verbo hebreo se emplea en otras formas, por ejemplo, Dios “sana” el agua, la tierra y las naciones, y “repara” un altar. Es significativo que Dios igualmente sana el pecado. Las Escrituras hebreas, en realidad, relacionan la enfermedad con el pecado al presentar al pecado como causa de la enfermedad y la enfermedad como causa de muerte. 
En el Nuevo Testamento, la palabra griega correspondiente es iaomai, que se puede referir a la liberación de la muerte, de los demonios, enfermedad y pecado.
Jesús, el gran sanador, indicó con claridad que la enfermedad no es causada, necesariamente, el pecado por parte de la persona enferma. Antes bien, puede provenir de vivir en un mundo pecador, caído. 
La enfermedad es un elemento inseparable de un ambiente pecaminoso y todos los que nacen en este ambiente, son vulnerables a más de una enfermedad.
La experiencia de Israel nos recuerda que la humanidad avanza por la vida en la misma condición de aquellos moribundos. La humanidad entera va tras el espejismo que se presenta en el camino. El recorrido por esta vida nos deja sin aliento para continuar. Como aquellos sedientos peregrinos, estamos a punto de una muerte colectiva si Dios no interviene.
Las epidemias mundiales amenazan con acabar a la humanidad. Los gobiernos se debaten para frenar los contagios. Ahora mismo, millones de personas infectadas por alguna enfermedad terminal sucumben a la muerte. 
Las enfermedades mortales extienden sus tentáculos a todas las clases sociales. Según la OMS, más de 6000 personas murieron por el ébola en Sierra Leona, Liberia y Guinea ¡Es terrible para el Hombre! 
Desde su existencia ha tenido que lidiar con enfermedades globales que exigen lo mejor de los cerebros y capacidades humanas.
Tales como:
• VIH / SIDA: el VIH o SIDA causa entre 1,6 y 1,9 millones de muertos cada año. En las últimas tres décadas, el virus ha causado más de 25 millones de muertes.
• Hepatitis: Un millón de personas muere por todos los tipos de hepatitis cada año, de acuerdo con una estimación. 
La hepatitis B causa la muerte de 600.000 personas anuales y tiene una capacidad infecciosa de más de 50 a 100 veces más que cualquier otro virus de la hepatitis. Más aún, 350.000 personas mueren a causa de la hepatitis C y alrededor de 70.000 debido a la hepatitis E.
• Influenza: Es la gripe. Independientemente del hecho de que hay muchas vacunas disponibles y que se utilizan desde hace 60 años, los efectos del virus de la gripe son de 250.000-500.000 muertes cada año.
• Virus del Papiloma Humano: Al parecer, el VPH es responsable de casi todos los cánceres de cuello uterino causando 275.000 muertes por año.
• Dengue: Aproximadamente, 50-100 millones de personas se infectan por el dengue cada año, causando 12.500-25.000 muertes
• La viruela: causó más de 300 millones de muertos
• El sarampión: dejó más de 200 millones de muertos
• Pandemia de gripe de 1918: entre 50 y 100 millones
• La peste negra: cortó la vida a 75 millones de personas.
• Constan momentos en la vida de la humanidad cuando ha estado en peligro de extinción sin que se diera cuenta...
• La humanidad está enferma. Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón, y podrida llaga. (Isaías 1:5) 
La condición de la humanidad es una llaga abierta y purulenta. El corazón del hombre está desesperadamente enfermo. El mundo entero yace entre el dolor y las enfermedades letales y la humanidad se debate entre la decepción, la angustia, la depresión y la desgracia. Los rostros humanos llevamos la marca del cansancio y la derrota. 
El mundo necesita de un Sanador. Necesita a su Médico divino. El antídoto para este veneno, que todos hemos tomado, el remedio para nuestras enfermedades, está mas cerca de lo que pensamos, está a la mano. 
Siempre lo ha estado y como antaño, hoy vuelve a presentarse como el Yahve Rofe: el Señor que sana.
Dios, no sólo endulzó éstas aguas sino también los llevó a Elim, Éxodo 15:27. Elim significa: “arboles grandes”. 
Por lo general se lo identifica con el Wâds Gharandel, a unos 96 km al sudeste de Suez, que tiene una abundante vegetación de palmeras, tamarindos y acacias, más una fuente permanente de agua la cual produce unos 4.770 litros por minuto. 
Allí encontraron sombra para descansar y aguas para beber; una oportunidad de renovar fuerzas y poder continuar. Encontraron “Doce fuentes de aguas” nos dice el texto 27, hablamos entonces de aguas no estancadas, eran corrientes (una para cada tribu: Dios tiene su ciencia para todos). 
Bajo las palmeras, en medio del gran desierto, reavivaron sus fuerzas y llenaron sus vasijas con agua. Después se dispusieron a seguir el plan de Dios: conquistar la tierra prometida.
No sólo resuelve el problema actual, no sólo devuelve la salud en el presente, no sólo soluciona la crisis del momento, no sólo satisface las necesidades vigentes, sino que hace suficiente provisión para el futuro. Comprometiéndose así, que su poder seguirá a nuestro alcance con el fin de cambiar nuestras circunstancias dolorosas y asegurar nuestro bienestar futuro.

Conclusión

Mara puede denotar la desilusión, y experiencias amargas en la vida de los hijos de Dios. Pero Mara también es el punto extremo del dolor, el chasco, la angustia y la frustración.
• Mara puede ser tu más grande decepción.
• Mara puede ser tu fracaso académico, familiar, matrimonial o económico.
• Mara puede ser la muerte de tus sueños.
• Mara puede ser para ti la traición de la persona que amas.
• Mara puede significar la supuesta negativa de Dios para responderte.
• Cuando llegues a tu Mara, a tu límite de aguante, entonces es el momento más propicio para la manifestación de Dios. Mara denota la dulcificación de aquella amargura. Tu punto más angustiante se convertirá en el momento de la intervención de Dios. Dios se convertirá en el remedio a tus males, el sanador de tus enfermedades y dolores, y la dulce solución a tus problemas. No será cuando tú lo quieras ni la forma como tú lo deseas, pero intervendrá a su tiempo y en su forma.
• Esta noche agradezcamos a Yahve Rofe, “El Señor que sana”, porque interviene en el momento oportuno... por sanar nuestras enfermedades y calmar nuestros dolores.
• Agradezcámosle por que fue Él quien pre rió manifestarse con ese nombre para asegurarnos el control de lo que amenace nuestro bienestar 
• Agradezcámosle haber dulcificado las aguas amargas en el pasado, ya que eso nos da la certeza de poder transformar, nuevamente, nuestras desgracias en bendiciones.
• Agradezcámosle haya conducido a su pueblo a Elim, así tenemos la seguridad que no sólo resuelve y satisface el presente, sino que ha hecho provisión para nuestro futuro. 


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