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Jehová Jireh - Dios Proveerá - Gracias al nombre de Dios


Propósito:
Esta noche consideraremos un nombre que Dios asumió para revelarse a los hombres. Este nombre nos mostrará otra faceta de su carácter, de lo que él hizo en el pasado y lo que sigue haciendo a favor de sus hijos.
Les invito a contemplar a Dios como el Proveedor. 
¡Sí! Dios asume el papel de Proveedor. Dios se anticipa a lo que nos hará falta y hace provisión para suplir necesidades, aliviar nuestras penas, resolver nuestros problemas. 
¡Sí! Dios prevé el futuro de cada hijo suyo y se adelanta con las soluciones a sus problemas.

Lectura Bíblica:
Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. A este sitio Abraham le puso por nombre: El SEÑOR provee. Por eso hasta el día de hoy se dice: En un monte provee el SEÑOR. (Génesis 22:13-14).

2a faceta del carácter de Dios y la develación de un nombre:
Dios- NUESTRO PROVEEDOR: JEHOVÁ JIREH 

Leamos: Génesis 22:1-14:
Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo:
-¡Abraham!
-Aquí estoy-respondió.
Y Dios le ordenó:
-Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.
Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. Entonces le dijo a sus criados:
-Quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes.
Abraham tomo la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego y el cuchillo. Y los dos siguieron caminando juntos.
Isaac le dijo a Abraham:
-¡Padre!
-Dime, hijo mío.
-Aquí tenemos el fuego y la leña-continuó Isaac-; pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
-El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios-le respondió Abraham.
Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, pero en ese momento el ángel del SEÑOR le gritó desde el cielo:
-¡Abraham! ¡Abraham!
-Aquí estoy respondió.
-no pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño -le dijo el ángel-. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. A este sitio Abraham le puso por nombre: El Señor provee. Por eso hasta el día de hoy se dice: En un monte provee el SEÑOR. (Génesis 22:1-14)

Visualicemos las escenas bajo nuestro lente:

Abraham tenía más de 75 años cuando Dios le llamó, de lo que ahora es Irak, a una tierra que le tenía preparada. 

A la increíble edad de casi 100 años Dios le dio el hijo antes prometido. 
Isaac era el único hijo y lo amaba con toda su alma. Ahora ese hijo a quien él había esperado tanto, Dios le instruye lo presente en un holocausto. Lo que le parece extraño no es el hecho de sacrificar a su hijo. 
De su religión pagana donde Dios le llamó él había visto sacrificios humanos. Lo raro de todo esto era que con el sacrificio de Isaac se iban a cancelar todas las promesas: “Serás padre de una nación”.

Durante tres días caminaron, en un silencio sepulcral, Abraham va cargando una pena tan dolorosa, ¿quizás perder a un hijo sea la pena más grande que un padre pueda soportar? 

Los hombros inocentes de Isaac cargan la leña, Abraham lleva el fuego y el cuchillo, pero Isaac se da cuenta que no traen el cordero para el holocausto y sospecha la posibilidad de ser sacrificado, al fin de cuentas él sabe que todas las familias paganas ofrecen a sus hijos en ofrendas a sus dioses, así logran apagar su ira o comprar sus favores. Isaac pregunta a su padre:
¿Dónde está el cordero para el sacrificio? 

La muerte de Isaac, acabaría con sus planes futuros. La muerte de Isaac representaba en un sentido la cancelación de las promesas divinas.

Llegan al lugar indicado para el sacrificio, Abraham ha aprendido a obedecer sin cuestionar a Dios.

Entre los dos construyen el altar, pero Dios no cambia de parecer concerniente a la muerte de Isaac. 

Llega el momento decisivo, es la hora de explicarle a Isaac que Dios no ha provisto del cordero y que él debe ser asesinado. Ambos lloran. La imagen del último abrazo es contemplado desde el cielo. Las lágrimas corren por las mejillas de ambos. Son los últimos minutos juntos...

La escena está lista: el hijo está acostado sobre las astillas de la leña, las mismas astillas se entierran en la piel y la sangre escurre sobre el cuerpo del inocente. 

Cierra los ojos, aprieta los dientes, y con prisa, para no dar marcha atrás, levanta el cuchillo intentando dejarlo caer con todas sus fuerzas y de un golpe acabar con esa amarga copa.
Ustedes saben el resto de la historia... ¡Dios proveyó un cordero! 

Dios provee un carnero aparentemente atrapado entre las ramas. Esta experiencia en la vida de Abraham demuestra que él descubrió algo más del carácter de Dios. 

Él le llamó a Dios: Jehová –Jireh - éste no es un nombre que Dios mismo se dio. Sino un nombre que Abraham, basado en su experiencia, le dio a Dios.

El término Jiréh, se deriva del verbo hebreo ra'ah que significa ver. En este caso se traduce como proveer. 

Como Dios ve tanto el futuro como el pasado y el presente, puede prever y proveer lo que se necesite. 
Resulta interesante que la palabra española provisión se compone de dos palabras latinas que significan- ver por anticipado: “pro” significa antes y “visión” significa ver: ver antes ó ver de antemano.

Dios ve de antemano lo que nosotros necesitamos. Él está enterado de lo que nosotros vamos a necesitar antes que la necesidad se presente. En ese día inolvidable Abraham descubrió que nuestro Dios es un Dios proveedor.

Dios decidió manifestarse como el Jehová Jireh para asegurarnos que:

1) En medios de las pruebas, Dios proveerá.

No importa la procedencia de las pruebas. Cualquier prueba nos coloca en una situación estresante y puede llevarnos al límite de nuestra fe. Puede incluso sacudir las columnas de nuestras creencias personales.
Las pruebas pueden ser causadas por la pérdida, el abandono, por el dolor, la enfermedad, por el divorcio, la separación, la crisis económica, porque el hogar se fragmenta, por el desempleo, la carencia de amor, la falta de afecto, el rechazo, la burla, por la traición, porque los hijos se fueron o los planes no salen como esperábamos, porque novio/a ha decidido terminar la relación, por la enfermedad incurable, el dolor, la muerte de un ser amado, por una mala noticia o el fracaso.

No importa la causa. En el momento más crítico de nuestra existencia, cuando parece que estamos por llegar al fondo, cuando todo lo hayamos intentado, cuando ya no nos queden fuerzas para continuar y no tengamos ánimo para avanzar, entonces sí, seguramente entonces, nuestros ojos se levanten para exclamar con fe: “Dios proveerá” y esa exclamación suba nuestros ruegos de fe a Dios e intervenga. 

Entonces, Dios Proveerá a su tiempo y a su modo.

2) La colaboración prepara al hombre para el momento en que Dios proveerá.

Aunque iba en contra de sus sentimientos paternales, Abraham obedeció y colaboró con lo que Dios solicitó. 
Vemos todos los preparativos que Abraham hizo. Se levantó de mañana, le explicó a su esposa con mucho tacto la situación, cortó la leña, cargó el fuego, a ló el cuchillo, alistó al muchacho, se llevó dos siervos, hizo una travesía de tres soles, convenció al hijo de que él era el holocausto, ayudó a Isaac a colocarse sobre el altar, y levantó el cuchillo para insertarlo sobre el frágil cuerpo de su hijo.
Muchas veces Dios está esperando que estemos dispuestos a colaborar y podamos visualizar que Él ya ha hecho una provisión. 
Sin embargo, podemos aferrarnos a la única solución, la única salida, al único remedio, a nuestro único Isaac, pensando que con él se solucionarán todos nuestros problemas, se realizarán todos nuestros planes y se lograrán todos nuestros sueños. 
Tal vez, Él quiera que le entreguemos nuestros pensamientos, nuestra única solución, el único remedio o el único Isaac que tenemos.
Nuestro Isaac pueden ser nuestros planes, nuestros sueños, nuestros talentos, nuestro dinero, nuestro carro, nuestra casa. 
Luego, en la disposición de colaborar podríamos decirle al Señor: “aquí está” “te entrego todo, es lo único que tengo porque me lo has dado” -mi vida, mi dinero, mi carrera, mis sueños, mis planes, –aquí están Señor.
Cuando dejes caer el cuchillo y al entregar, "des muerte" a tus sueños, a tu carrera, tus aspiraciones, a tu dinero, cuando por la entrega te des cuenta que te quedas con nada; entonces,  en la aparente pérdida, en la aparente “nada”... Dios mismo te dirá como a Abraham: “No le hagas daño al muchacho”, no dañes tus sueños, no destruyas tus planes, no acabes con lo que piensas entregar. Y Dios te devolverá más de lo entregado, porque es en la prueba de nuestra entrega total, donde Dios proveerá.

3) Los problemas y necesidades son los oportunidades donde el Señor hará su provisión.

Dios es Jehová Jireh en todo tiempo, no solo en momentos de necesidades o problemas. No pensemos que Dios es un Dios proveedor únicamente en apuros y/o en tiempos de emergencia. El aire que respiramos, el agua refrescante, la comida sustentadora, la ropa que vestimos, todo viene de su bondadosa mano.
Tal vez, trabajamos para conseguirlo, sin embargo, Dios nos da la salud para poder trabajar. En Él somos, en Él vivimos y en Él nos movemos.

Es importante notar que Dios no sólo provee lo material sino todo lo que necesitamos. Él nos da su amor, nos imparte fe, nos llena de valor y fortaleza.
• Cuando parece que no hay otra salida, Dios abre la puerta...
• Cuando parece que no hay solución, Dios nos muestra su camino... 
• Cuando se acaban los recursos humanos, Dios provee recursos divinos...

En el orfanatorio que administraba Jorge Mueller en Inglaterra se terminó la comida. Los huérfanos sentados a la mesa se miraban desconcertados porque los platos y los vasos vacíos estaban colocados como de costumbre. Mueller les dijo a los desamparados - vamos a darle gracias a Dios por los alimentos. El los guió en una oración fervorosa y mientras oraban sonó la puerta. Alguien les traía comida de una boda que fue cancelada. Pobres de los novios, pero ¡qué bendición! Dios proveyó para estos niños. 
El Señor es Jehová Jireh nuestro proveedor. Por lo tanto, “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Hebreos 4:16)

Conclusión

Agradecemos hoy a Dios por siempre proveer...

• Cuando llegue el momento de supremo apuro. 
• Cuando llegue la hora más crítica 
. Cuando el corazón se abate entre la duda, la desesperación y la crisis.
• Cuando todo parece perdido.
• Cuando todo se ha destruido.
• Cuando se han agotado los últimos pesos del ahorro y acabaron las últimas raciones de alimentos.

• Cuando la llama del fuego de la estufa indica que el gas se ha terminado.

• Cuando la aguja que marca el combustible rebasa la reserva.
• Cuando el médico ha indicado que el enfermo se retire para pasar las últimas horas en casa.
• Cuando todos los hilos de la cuerda que nos sostiene se hayan reventado y subsista sólo uno, pronto a romperse.
• Cuando el último recurso existente para enfrentar una situación crítica sea la vida nuestra o la de un ser querido.

...Entonces ¡Dios entrará en escena! Y se hará cargo de la necesidad, de la crisis, el problema y la enfermedad. Dios actuará a su modo y en sus tiempos. Eso es una garantía. ¡Dios proveerá!
¡Porque Dios provee, debemos agradecerle este día!

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