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Jesús dio el ejemplo de cómo ser la ofrenda - La Ofrenda soy yo


Introducción

Uno de los versos más conocidos, y al mismo tiempo, más significativo de la Palabra de Dios es Juan 3:16. Dios, el Padre, dio a su hijo para salvar la humanidad. Esa actitud del Padre en relación al mundo está en directo contraste con el paganismo, o con la manera como este representa sus dioses. En la Iliada, Juno dice a Vulcano: “Querido hijo, deténgase. No sería bueno que un dios, así sufriese en lugar de los hombres.”
El estudio de la salvación, continuará a ser el tema de estudio durante las eras infinitas de la eternidad (Mensajes Escogidos, vol. 3, p. 126).

El origen del mal
a. Antes de la introducción del pecado en el universo, había perfecta paz y armonía entre creación y Creador, entre los seres creados y sus semejantes. Analizemos lo que el apóstol Juan nos dice: “y nosotros conocemos y creemos en el amor que Dios tiene por nosotros. Dios es amor, y aquel que permanece en amor permanece en Dios, y Dios, en él” (1 Juan 4:16).
b. Antes de la aparición del mal, prevalecía, también, la felicidad, el contentamiento y la vida eterna. Un texto que infiere la armonía universal es el Salmo 103:20. “Bendecid al SEÑOR, todos sus ángeles, valerosos en poder, que ejecutáis sus órdenes y obedecéis su palabra”.
c. Otro pasaje bíblico para demostrar el orden pacífico y amoroso del cosmos antes de la entrada del pecado, es Job 38:4-7. En la pregunta que Dios hizo al patriarca existe una referencia a la existencia feliz y llena de loor de los hijos de Dios.
d. Job 38:7 fue producido, utilizando un quiasmo. El “quiasmo” se basa en la letra griega “χ”, que, como es de notar, tiene el formato de una “X”. La letra forma dos líneas paralelas imaginarias. Una que une los dos extremos superiores, y la otra, que une los dos extremos inferiores. 

Estrelas del Alba juntas alegres cantaban
Se regocijaban todos los hijos de Dios
Dios lanzó los fundamentos de la Tierra. En esa ocasión, “cuando las estrelas del alba, juntas, alegremente cantaban, y se regocijaban todos los hijos de Dios”, el Señor afirma la paz y el loor universales.

El pecado rompió la paz universal

a. Un elevado ángel decidió romper la paz y armonía del universo (Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:13-17), introduciendo una rebelión caracterizada por la transgresión a la ley divina (1 Juan 3:4). Esa ley es la transcripción del carácter de Dios. Dios es Justo, perfecto, santo y bueno (Esd. 9:15, Mat. 5:48, Lev. 19:2, Sal. 34:8). La Ley también es Justa, perfecta, santa y buena (Sal. 119:172, Sal. 19:7, Rom. 7:12, Rom, 7:12)
b. Al atacar la ley de Dios, el ángel caído atacó al propio Dios. Desgraciadamente, él consiguió atraer a sus filas la tercera parte de los ángeles celestiales (Apoc. 12:7-9). El antiguo Lucifer, ahora Satanás, el adversario, trajo su rebelión contra Dios al planeta recién creado, la Tierra. Sin embargo, Dios advirtió al hombre en cuanto al área de actuación del maligno. Su jurisdicción era el árbol del conocimiento del bien y del mal. La orden divina al hombre dejaba bien claro cuáles serían las consecuencias de la desobediencia. Leamos Génesis 2:15-17. "De toda árbol del jardín comerás libremente, mas del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque, el día que de él comieres, ciertamente morirás".
c. La orden divina fue obligatoria (impositiva): “no comerás”, pues las consecuencias serían trágicas: “ciertamente morirás”, en hebreo el texto es tajante y enfático, מֹותָּתֽמּות “môt tãmût”. O sea, el hombre no solamente moriría, sino moriría el día en que comiese del fruto prohibido. Para que eso no ocurriese, Dios advirtió a la pareja que no se separasen: “Los ángeles habían advertido a Eva de que tuviese el cuidado de no apartarse de su esposo mientras se ocupaban con su trabajo diario en el jardín.” (Patriarcas y Profetas, p. 53).

La caída del hombre
a. Génesis 3:1 comienza llamando la atención hacia el carácter astuto de Satanás, “mas la serpiente, más sagaz que todos los animales que el SEÑOR Dios había hecho" entonces, hizo una afirmación contraria al imperativo divino: “No morirás” לֹא־מֹותְּתֻמֽתּון “lô môt temutûn” (Gen. 3:4).
b. Teniendo en cuenta que Adán vivió 930 años, la mayor parte de los cuáles, fuera del paraíso, después de su pecado. ¿Será que el diablo estaba diciendo la verdad? Por que Adán y Eva no murieron aquel mismo día, conforme a lo prometido?
c. Si Dios destruyese a Adán provocaría, tal vez, una nueva rebelión, teniendo en cuenta que los ángeles leales pasarían a ver a Dios como severo e intransigente. Por otro lado, si disculpase a la pareja pecadora tendría que disculpar a Lucifer, también, y él viviría como el legítimo heredero de este mundo. ¿De qué forma el problema fue solucionado?

Cristo se ofreció para morir en lugar del hombre
El apóstol Pablo revela que “nos tornamos espectáculo al mundo, tanto a ángeles, como a hombres” (1 Cor. 4:9). Todo el universo presenció la caída de la raza humana, y había una expectativa sobre su destino, porque, la ley quebrada exigía la muerte del transgresor (Rom. 6:23). Elena White comenta sobre los acontecimientos en el Cielo, generados por el pecado del hombre:
"El cielo se llenó de tristeza cuando se comprendió que el hombre estaba perdido, y que el mundo que Dios había creado debería llenarse de mortales condenados a la miseria, enfermedad y muerte, y no habría un medio de libramiento para el transgresor. La familia entera de Adán debía morir. Vi al adorable Jesús, y contemplé una expresión de simpatía y tristeza en su rostro. Luego yo lo vi aproximarse de la luz extraordinariamente brillante que cercaba al Padre... Hizo entonces saber a la hueste angélica que un medio de libramiento sería establecido para el hombre perdido. Les dijo que había suplicado a su Padre, y que había ofrecido su vida como rescate, para que la sentencia de muerte recayera sobre él" (História da Redenção, p. 42-43).

¿Por qué el hombre no murió aquel día?
a. Cuando el hombre y la mujer se vieron desprovistos de su vestimenta de luz y de todo lo que caracterizaba la vida del edén, pues ahora todos los sentimientos peculiares del pecado los asolaban, así como la intemperie de la nueva atmósfera terrestre, “cocieron hojas de higuera e hicieron cintas para si” (Gen. 3:7). En un lenguaje simbólico, esas hojas de higuera representaban la transitoriedad de las obras humanas y su incapacidad de solucionar el problema del pecado (Isaias 64:6).
b. La solución real fue la divina, o sea, “hizo el SEÑOR Dios vestimenta de pieles para Adán y su mujer y los vistió” (Gen. 3:21). Evidentemente, la piel (del hebreo ֹעור– ôr), cuya traducción puede ser “pelo” o “cuero”, fue retirada de un animal, un cordero sacrificado. Dios confeccionó ropas de cuero para la pareja, lo que representa, en lenguaje simbólico, la solución para el problema del pecado, teniendo en vista que aquellas vestiduras representaban la justicia divina imputada o transferida al pecador.
c. Dios no mataría al hombre, y no lo excusaría, mas perdonaría su pecado a expensas de la muerte de su hijo! Puedo imaginar a Adán con una cuchilla en la mano, y Dios diciéndole, “Hijo, debes morir hoy para que la Ley sea cumplida. Mas, ese no es mi deseo que tu mueras. La Ley permite que haya una substitución (Lev. 17:11; Heb. 9:22). Por eso, este cordero representa a alguien que morirá en tu lugar!” Debe haber sido una escena dramática. Adán se tornó el agente de la primera muerte. Sacrificó el cordero que murió en su lugar!

El plan de redención
Ahora es posible entender lo que Juan escribió en Apocalipsis 13:8 sobre el “Cordero que fue muerto desde la fundación del mundo.” cuando Adán pecó, entró en operación el plan divino para salvar al hombre. En aquel momento, Jesús se tornó “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). La cualidad de la muerte que Cristo sufrió en la cruz fue la segunda, esto es, la separación total de Dios. Ese hecho puede ser inferido por la cita del Salmo 22:1, “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me desamparaste? (Mat. 27:46).
 El salmista, divinamente inspirado, previó con precisión quirúrgica lo que ocurriría con Jesús: "Se secó mi vigor, como un casco de barro, y la lengua se me pega al paladar, así, soy dejado en el polvo de la muerte. Canes me cercan; un bando de malhechores me rodea; me traspasaron las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; ellos me están mirando y burlando de mí. Repartieron entre sí mis vestiduras y sobre mi túnica echaron suertes" (ver: Mat. 27:35; Mar. 15:24; Luc. 23:34; Juan 19:24).

Los momentos finales del sacrificio expiatorio de Jesús
El sacrificio de Jesús ocurrió durante la Pascua. En él se cumplieron todas las especificaciones prefiguradas en el cordero pascual. Veamos Éxodo 12:
Verso 5 – El cordero será sin defecto – Jesús fue sacrificado como cordero sin defecto (1 Ped. 1:18-19);
Verso 6 – El cordero era inmolado en el “crepúsculo de la tarde”. Jesús fue a la cruz a las nueve de la mañana, y murió a las tres de la tarde, o sea, de la hora tercera hasta la hora nona (Marcos 15:25; Mateo 27:46), cubriendo el horario de los dos sacrificios diarios.
Verso 46 – El cordero no podría tener los huesos quebrados, pues se tornaría una ofrenda imperfecta – “llegando, a Jesús, como vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas” (Juan 19:31-33).

Conclusión
Dios, el Padre, dio a su hijo por la humanidad. En la concepción pagana, eso es algo completamente extraño. La “muerte de Emanuel en la cruz” es algo tan sorprendente, que ni la mismo eternidad explicará plenamente a los seres creados este gran misterio. Jesús de Nazaret, el Cristo Divino, puede decir encima de todos, “¡La ofrenda soy yo!”

Apelo:
¿Le gustaría unir su voz a la de los nobles de la fe y a los ángeles? Repita conmigo: Gracias Señor por morir en mi lugar. “Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder, la honra, la gloria y la adoración”! Ofrezco mi vida a tus pies. Ayúdame a vivir ese principio. Más de Cristo y menos de mí. Quiero vivir para ti. Diga conmigo: Señor ¡La ofrenda soy yo! 

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