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Texto bíblico: Juan 14:15
Lectura adicional: El camino a Cristo, capítulo 7.

INTRODUCCIÓN

Friedrich Nietzsche fue un influyente filósofo alemán del siglo XIX. 
Él afirmó que “No hay hechos eternos, como no hay verdades absolutas”. 

Después del sermón de esta noche, descubrirás si él estaba en lo cierto. 
El deseo de la verdad aparece muy temprano en los seres humanos. 
El concepto de “verdad” desafía a la humanidad hace miles de años. 

Los filósofos griegos discutían la naturaleza de la verdad. 
Ellos cuestionaban si ella era real y absoluta, o relativa e ilusoria. 
Un reflejo de esa cultura de investigación sobre la verdad se puede percibir en un cuestionamiento hecho por Pilato: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18:38). 

Para Nietzsche la verdad es un punto de vista. 
Para el pragmatismo la verdad es el valor de una cosa. 
Otros conceptos filosóficos ven a la verdad como un resultado lógico “verdadero o falso” de una operación mental o de una interpretación mental de la realidad transmitida por los sentidos. 
Según esa concepción, la verdad es la adecuación entre aquello que se da en la realidad y aquello que se da en la mente. 

En un mundo perturbado por la duda y por el desorden religioso y filosófico, nosotros podemos encontrar esperanza en las palabras de Jesús: “¡Yo soy la verdad!” 

Jesús presentó una definición de la verdad completamente diferente de los conceptos presentados por los filósofos; nunca antes hecha en este planeta: “Yo soy […] la verdad” (Juan 14:6), dijo él. 

El teólogo adventista Ángel Manuel Rodríguez, en su artigo “Truth is a Person” (La verdad es una persona), escribió: “La verdad descendió a nosotros, entró en nuestro mundo en la forma de una persona, y dijo: ‘Yo soy […] la verdad. Soy el único capaz de integrar todo en un todo significativo; porque por mí todas las cosas fueron creadas, en el cielo y en la Tierra, visibles e invisibles. Soy antes de todas las cosas, y en mí todo subsiste’”. 

Dios reveló la verdad como cierta y absoluta, y la reveló en una persona. 
En Cristo, la verdad de Dios se manifestó en su totalidad: él es la Verdad. 

Tú puedes andar en la duda e incertidumbre, pero Jesús es inequívoco. 
Cuando abrimos el corazón a la verdad, se revela el significado de nuestra vida y pasamos a ver todo diferente de lo que veíamos antes. 

ILUSTRACIÓN
Se cuenta la historia de un encuentro que hubo en la Tierra, donde se reunieron los sentimientos y cualidades de los hombres en un solo lugar. 
El ODIO se había quejado por tercera vez que no soportaba más estar solo y la LOCURA, como siempre loca, le propuso: 
- ¿Vamos a jugar al escondite? 
La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, le preguntó: 
- ¿Escondite? ¿Cómo es eso? 
- Es un juego, explicó la LOCURA, en el que yo cierro los ojos y comienzo a contar de uno a un millón mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. 
El ENTUSIASMO bailó seguido por la EUFORIA. 
La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó convenciendo a la DUDA y hasta a la misma APATÍA, a quien nunca le interesaba nada. 
Pero no todos quisieron participar. 
La VERDAD prefirió no esconderse. 

LA VERDAD ESTÁ A TU ALCANCE 
La Biblia no presenta la verdad como una colección de conceptos abstractos o universales que podemos usar para integrar los fenómenos que observamos. Sugiere que todo lo que llegó a la existencia fue el resultado de la actividad de Jesús. “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). 

Él no se escondió; se dejó encontrar. Se reveló en todas las cosas creadas y todavía hoy puede ser encontrado. 

En su libro, Palabras de vida del gran Maestro, Elena de White dice que la verdad no puede ser solo encontrada: “La verdad, tal como se halla en Cristo, puede ser experimentada, pero nunca explicada. Su altura, anchura y profundidad sobrepujan nuestro conocimiento. Podemos esforzar hasta lo sumo nuestra imaginación para ver sólo turbiamente la vislumbre de un amor inexplicable, tan alto como los cielos, pero que ha descendido hasta la tierra a estampar la imagen de Dios en todo el género humano”. 

Delante de Pilato, Jesús afirmó que su venida a la Tierra tuvo un propósito “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37). 

Jesús no nos presentó meramente ideas subjetivas para ser acomodadas de manera que convengan a nuestros conceptos y circunstancias. 
Jesús es la Verdad que Dios quiso revelarnos a ti y a mí. 

Para Tomás de Kempis, en su obra La imitación de Cristo: “Cuanto más alguien se recoge en sí mismo y se torna simple de corazón, tanto más y mayores cosas entenderá sin esfuerzo, porque de lo alto recibe la luz de la inteligencia”. 

La verdad puede ser entendida por los sencillos de corazón. 
Hoy yo entiendo que Jesús es nuestro ejemplo individual, cuyo modelo de vida es el Camino. 
Sus enseñanzas, sermones, máximas e instrucciones son el medio que pueden conducirnos al conocimiento de la Verdad Eterna, en contraste con las verdades relativas del mundo moderno. 

Jesús rechazó cualquier tentativa de definir el origen, la naturaleza y el destino de la raza humana desde una perspectiva natural. 

Pilato cuestionó a Jesús: “¿Qué es la verdad?”. 
Jesús no explicó a Pilato lo que era la verdad, solo se colocó delante de él. 
La verdad no es una abstracción vaga que resulta de un intenso pensamiento humano, meditación, lógica o de un debate. 
No puede ser explicada en términos subjetivos como una cosa cualquiera que las personas eligen creer. 
La respuesta a Pilato era el propio Jesús, la verdad es más que un concepto, ¡es un hecho revelado y eterno. 

EL JOVEN DEBE AMAR LA VERDAD 
Juan, en su primera carta, dice: 
“No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). 
La afirmación de Juan es reflejo de su comprensión de las palabras de Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15

Obediencia y fidelidad son las actitudes de aquellos que aman a Jesús y sólo le amamos porque ya fuimos amados primero. 
Tu pasión por Jesús será probada todos los días, y se revelará en tu obediencia a él. Vamos por el camino más seguro, el camino del amor a la verdad o del Amor Verdadero. 

Cuando amamos a Jesús no pasamos por decepciones; de modo que, cuando seamos más viejos, no precisaremos juntar los fragmentos de nuestro corazón, llenos de penas, sin esperanza alguna de encontrar tal Amor Verdadero. 
El texto de Juan es claro como la más blanca nieve. Jesús dice: “Yo soy [...] la verdad” (Juan 14:6). 

Cuando la cuestión es el “amor a la verdad” encontramos dos grupos de pensadores: unos eluden argumentar la declaración de Jesús; otros ya usan diversos argumentos afirmando que la declaración de Jesús, “Yo soy la verdad”, nada tiene que ver con la obediencia. 

Pero, cuando observamos el texto bíblico vemos que la conclusión del discurso acerca de su venida está en Juan 14:15 y dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. 

El deseo de Dios es que tengamos amor por la verdad. 
La verdad es la revelación de quién es Dios. Pero si alguien no ama ni es bondadoso, eso demuestra que no conoce a Dios. “Porque Dios es amor” (1 Juan 4:8). 

AMAR SIGINIFICA OBEDECER
Hay una enorme diferencia entre decir que ama y amar. 
En la primera carta de Juan encontramos: 
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos” (1 Juan 5:2). Cuanto más amamos a Dios, más deseamos hacer su voluntad. 

Jesús enseñó que aquellos que aman a Dios guardan sus mandamientos (Juan 14:21). 
Cuando sabemos lo que Dios quiere que hagamos, debemos tener la valentía de obedecerle, aunque eso signifique abandonar cosas que nos gusten mucho. 
¿Puede alguien amar a Dios y ser desobediente a sus mandamientos? 

La mayoría de los seres humanos se sienten incriminados por ellos. Mientras tanto, ellos revelan la situación de nuestro corazón. 

No te asustes. Tal vez tú estés pensando: “Nunca voy a lograr obedecer a Dios”. Nadie puede, por sí sólo, obedecer todos los mandamientos de Dios porque hasta para obedecerlos necesitamos que él nos sustente. 

La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la naturaleza íntima de Dios. 

Los diez mandamientos revelan la naturaleza del carácter de Dios. 

Ellos parecen dividirse en dos grupos. 
- Los cuatro primeros focalizan nuestra relación con Dios.
- Los seis restantes nos enseñan a interactuar con otros seres humanos. Los hombres son seres responsables y sus elecciones resultan en consecuencias de recompensa o condenación. 
Demoré algunos años para entender esa verdad, pero aprendí que
"Los mandamientos son fuente de bendiciones."

La vida es proporcional a la obediencia a los mandamientos de Dios. 
Cuando desobedecemos, la vida se vuelve corta. 
Cuando obedecemos, se da el proceso inverso. 

Preguntaron a Jesús: “¿Cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mat. 22:36), 

Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mat. 22:37-40). 

Los diez mandamientos deben ser interpretados a la luz de ese doble y único mandamiento de amor. 
Para vivir la verdad es necesario andar en la ley del Señor (Éxo. 20), que se resume en el amor. 

Quien ama profundamente a Dios, lo ama por encima de todas las cosas, no adora a otros dioses ni sus imágenes, no toma su santo nombre en vano y guarda el sábado como día separado para la comunión con su Creador. 

Quien ama al prójimo, honra a los padres, no mata, no adultera, no roba, no levanta falso testimonio, no desea la mujer o el marido del prójimo y no codicia las cosas de los otros. 

La ley del Señor son los valores y virtudes de aquellos que habitarán el Cielo. Tener claridad sobre las virtudes y valores que deseas cultivar ayudará a definir el sentido de tu vida, porque son los que guían tus elecciones y prioridades. 

Obedecer a Dios no se trata de seguir reglas para tener la conciencia tranquila, sino que se trata de tener una actitud como respuesta al amor de Dios. 

CONCLUSIÓN 

MÁS VERDAD = MÁS FELICIDAD 
La libertad es valorada universalmente. Innumerables personas han sacrificado sus vidas esforzándose para asegurar su propia libertad o la de su comunidad. Jesús afirmó: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). 

Jesús es la verdad que liberta al joven del poder del pecado, de la condenación eterna, del juicio de Dios. 
Él vino al mundo para testificar del amor de Dios por la humanidad y humanizó los mandamientos divinos, por eso él, sólo él, es la Verdad. 

La verdad es constante y puede ser conocida. 
Leyendo el evangelio de Juan o una de sus cartas, oirás la verdad, la verdad transformadora de vidas dicha por un hombre que fue profundo en su comprensión del amor de Dios. 

Jesús es la Verdad y la verdad es su identidad. 
Conocer la verdad es conocer lo que Jesús dice respecto de sí mismo y a nuestro respecto, es saber que él constantemente nos llama a conquistar la gracia de ser libres de las mentiras que el mundo propaga para apartarnos del amor de Dios. 

Vivir de verdad es vivir la verdad. ¿Sientes que estás viviendo? 

Hay momentos en que necesitamos detenernos para apreciar el significado de porqué estamos vivos: salir del automático y vivir con sentido. 

Para el músico Pearl Bailey: “Solo nos encontramos a nosotros mismos después de enfrentarnos a la verdad”. 

Vivir con más verdad vale más de lo que cualquier confort que una ilusión pueda proporcionar. 
La verdad trae paz en medio de las dificultades; trae seguridad en los momentos de decisión. 

Es necesario pagar el precio de vivir la verdad, la verdad de lo que es el amor, de lo que es creer, de lo que es certeza. 

Es necesario renunciar a los conceptos personales, a la tradición religiosa, las costumbres comunes, las convicciones de toda una vida y abrazar una nueva forma de vivir, una vida plena de significado, llena de sentido, una vida con propósito: una vida de verdad. 

Cuando se encuentra la verdad, ya no es posible encontrar sentido en cosas que te apartan de ese grandioso bien. 

Cuando encuentras a Jesús, todo lo que te aparta de él deja de tener sentido. 

UNA DECISIÓN 

Si supieras que solo tienes un año más de vida, ¿qué cambiarías en tu vida? 

Considera la vida como finita y preciosa. Examina tu vida y tu interior. 
Decide hoy estar cerca de Jesús. 

Habla con Dios ahora, y di: 
“Padre, enséñame a vivir con más verdad, enséñame a apartarme de lo que es falso”. 




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