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Creciendo en la Piedad - Serie creciendo en Cristo


Creciendo en la Piedad - Serie creciendo en Cristo
"Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe, virtude; a la virtude, conocimiento; al conocimiento, domínio próprio; al domínio próprio, paciência; a la paciência, piedad." 2 Pedro 1:5,6
2000 años atrás una historia cambiaria el  enfoque acerca de la compasión, quien la contó experimentó en carne propia lo que significa vaciarse uno mismo en favor de los otros.

La palabra compasión significa: "Sufrir con" "al lado de" 

Para entender mejor el concepto de piedad y compasión, necesitamos primero responder a la pregunta:

I ¿Quién es mi prójimo?

"Cristo contestó esta pregunta en la parábola del buen samaritano. Mostró que nuestro prójimo no significa una persona de la misma iglesia o la misma fe a la cual pertenecemos. No tiene que ver con la raza, el color o la distinción de clase. Nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda. Nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por el adversario. Nuestro prójimo es todo el que pertenece a Dios.

Cristo contestó a esta pregunta con el relato de un incidente, cuyo recuerdo estaba fresco en las mentes de sus oyentes. Dijo:

Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto”.
Viajando de Jerusalén a Jericó, el viajero tenía que pasar por una sección del desierto de Judea. El camino conducía a una hondonada desierta y rocosa que estaba infestada de bandidos, y que a menudo era escenario de actos de violencia. Fué allí donde el viajero resultó atacado, despojado de cuanto de valor llevaba y dejado medio muerto a la vera del camino. Mientras yacía en esa condición, pasó por el sendero un sacerdote; vió al hombre tirado, herido y magullado, revolcándose en su propia sangre, pero lo dejó sin prestarle ninguna ayuda. “Se pasó de lado”. Entonces apareció un levita. Curioso de saber lo que había ocurrido, se detuvo y observó al hombre que sufría. Estaba convencido de lo que debía hacer, pero no era un deber agradable. Deseó no haber venido por ese camino, de manera que no hubiese visto al hombre herido. Se persuadió a sí mismo de que el caso no le concernía a él, y él también “se pasó de lado”. (MB, 47)

"Pero un samaritano, viajando por el mismo camino, vió al que sufría, e hizo la obra que los otros habían rehusado. Con amabilidad y bondad ministró al hombre herido. “Viéndole, fué movido a misericordia; y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él. Y otro día, al partir, sacó dos denarios y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamelo, y todo lo que demás gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré”.
Tanto el sacerdote como el levita profesaban piedad, pero el samaritano mostró que él estaba verdaderamente convertido. No era más agradable para él hacer la obra que para el sacerdote y el levita, pero por el espíritu y por las obras demostró que estaba en armonía con Dios. (MB, 48)

II La compasión es el aríete del creyente que quebranta todos los muros de prejuicios establecidos por el ser humano, principalmente el religioso.

"Con esta parábola queda establecido para siempre el deber del hombre hacia sus prójimos. Debemos cuidar cada caso de sufrimiento y considerarlo como propio, como agentes de Dios para aliviar a los necesitados hasta donde nos sea posible. Debemos ser colaboradores junto con Dios. Hay quienes manifiestan gran aflicción por sus parientes, sus amigos y protegidos, pero que fallan en ser buenos y considerados con aquellos que necesitan bondadosa simpatía, que necesitan consideración y amor. Con corazones fervientes preguntémonos: ¿Quién es mi prójimo? Nuestros prójimos no son solamente nuestros íntimos y amigos especiales; no son simplemente aquellos que pertenecen a nuestra iglesia o que piensan como nosotros. Nuestros prójimos son toda la familia humana. Debemos ser buenos con todos los hombres y especialmente con aquellos que son de la familia de la fe. Debemos dar al mundo una demostración de lo que significa cumplir la ley de Dios. Debemos amar a Dios por sobre todo y a nuestros prójimos como a nosotros mismos."(MB, 49)
III Amar a nuestro prójimo porque Él nos amó primero. El amor, y no la indiferencia, deben ser la marca registrada de sus ministros; sus discípulos no pueden olvidar este noble mandamiento.
"Existen personas que piensan que es degradante para su dignidad ministrar a la humanidad que sufre. Muchos miran con indiferencia y desprecio a aquellos que han permitido que el templo del alma yaciera en ruinas. Otros descuidan a los pobres por diversos motivos. Están trabajando, como creen, en la causa de Cristo, tratando de llevar a cabo alguna empresa digna. Creen que están haciendo una gran obra, y no pueden detenerse a mirar los menesteres del necesitado y afligido. Al promover el avance de su supuesta gran obra, pueden hasta oprimir a los pobres. Pueden colocarlos en duras y difíciles circunstancias, privarlos de sus derechos o descuidar sus necesidades. Sin embargo, creen que todo eso es justificable porque están, según piensan, promoviendo la causa de Cristo. (MB, 50)
Un estudio de Princeton

Realizaron un estudio hace algunos años en el seminário Teológico de Princeton buscando entender por qué si tenemos tantas oportunidades de ayudar, no lo hacemos. A un grupo de estudiantes se les dio la tarea de preparar sermones prácticos. A la mitad de los estudiantes se les dio como tema: La Parábola del buen samaritano: El hombre que se paró para ayudar al desconocido, al necesitado que estaba a un lado de la carretera. 
Los otros estudiantes recibieron temas diferentes.
Luego, uno a uno se les dijo, que debían ir a otro edifício y dar el sermón. 
Mientras iban del primer edifício al segundo, todos se cruzaron com um hombre que estaba encogido, se quejaba y estaba claramente necesitado. 
La pregunta es: ¿Se detuvieron a ayudarlo?
O tal vez la pregunta más interesante sería: ¿Importaba que estuviesen pensando en la parábola del buen samaritano?
La respuesta es NO, en absoluto.
La conclusión del estúdio: La prisa que llevaba cada uno no les permitió percibir la necesidad del otro. Corrían, pero estaban desconectados ¿Podría ocurrirnos algo similar?
"Las condiciones para heredar la vida eterna son claramente establecidas por nuestro Salvador de la manera más simple. El hombre que estaba herido y despojado representa a los que son el objeto de nuestro interés, simpatía y caridad. Si descuidamos los casos de los necesitados e infortunados que nos son dados a conocer, no importa quiénes puedan ser, no tenemos seguridad de la vida eterna, ya que no hemos contestado las demandas que Dios ha puesto sobre nosotros. No nos compadecemos ni apiadamos de la humanidad porque ellos sean parientes o amigos nuestros. Seréis hallados transgresores del segundo gran mandamiento, del cual dependen los otros seis últimos mandamientos [del Decálogo]. Cualquiera que ofendiere en un punto, es culpado de todos. Aquellos que no abren sus corazones a las necesidades y sufrimientos de la humanidad, no abrirán sus corazones a las demandas de Dios que están establecidas en los primeros cuatro preceptos del Decálogo. Los ídolos reclaman el corazón y los afectos, y Dios no es honrado y no reina supremo. (MB, 52)
Tal vez sea hora de parar y auxiliar a quien esta a un lado del camino.
"Hoy día Dios da a los hombres la oportunidad de mostrar si aman a sus prójimos. El que verdaderamente ama a Dios y a su prójimo es aquel que manifiesta misericordia hacia los desheredados, los dolientes, los heridos, los que se están muriendo. Dios insta a cada hombre a empeñarse en realizar la obra que ha descuidado, a que restaure la imagen moral del Creador en la humanidad." (MB, 53)

Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.
Cristo confía “sus bienes” a sus siervos: algo que puedan usar para él. Da “a cada uno conforme a su facultad”. Cada uno tiene su lugar en el plan eterno del cielo. Cada uno ha de trabajar en cooperación con Cristo para la salvación de las almas. Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la tierra donde hemos de trabajar para Dios.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 297.
IV Cuando el amor de Dios nace en nuestras vidas, es una fuente que salta para vida eterna.

"El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el espíritu de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante. – {MB 87.1}

La obra de Isaías 58
La obra especificada en estas palabras Isaías 58 es el trabajo que Dios pide a su pueblo que realice. Es la obra señalada por el mismo Dios. Con la labor de defender los mandamientos de Dios y reparar las brechas que se han hecho a la ley de Dios, hemos de unir la compasión por la humanidad doliente. Hemos de mostrar el supremo amor de Dios. Hemos de exaltar su monumento conmemorativo, el cual ha sido hollado por pies sacrílegos. Y con esto hemos de manifestar misericordia, benevolencia y la más tierna piedad por la raza caída. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Como un pueblo, debemos realizar esta labor. El amor revelado hacia la humanidad doliente da significado y poder a la verdad. (MB, 35)

Isaías 58:6-14


"El ayuno que a mí me agrada
es que liberen a los presos encadenados injustamente,
es que liberen a los esclavos, es que dejen en libertad a los maltratados
y que acaben con toda injusticia;
es que compartan el pan con los que tienen hambre,
es que den refugio a los pobres,
vistan a los que no tienen ropa, y ayuden a los demás.

»Los que ayunan así brillarán como la luz de la aurora,
y sus heridas sanarán muy pronto.
Delante de ellos irá la justicia y detrás de ellos, la protección de Dios.
»Si me llaman, yo les responderé;
si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: “Aquí estoy”.
Si dejan de maltratar a los demás, y no los insultan ni los maldicen;

Si ofrecen su pan al hambriento y ayudan a los que sufren,
brillarán como luz en la oscuridad, como la luz del mediodía.

»Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto,
daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado,
como una corriente de agua.
Reconstruirán las ruinas antiguas,
reforzarán los cimientos antiguos,
y los llamarán:
“Reparadores de muros caídos”,
“Reconstructores de casas en ruinas”."
Si pudiésemos resumir el mensaje de hoy, con seguridad repetiríamos las palabras de Jeremías:

"Defendía la causa del pobre y del necesitado, y por eso le fue bien. ¿Acaso no es esto conocerme? —afirma el Señor —." Jeremías 22:16

Sin duda alguna el mejor ejemplo para hablar sobre este tema es nuestro Señor Jesús.

V Kenosis: El Ministerio Piadoso de Jesus

Kenosis es una palabra griega que significa: "Vaciamiento" se refiere a um vaciamiento total como cuando usted vacía el agua de una olla hasta la última gota.

Jesus entendía perfectamente ese concepto, lo vivió y experimentó en carne propia cuando se entregó totalmente por el ser humano en la cruz del calvario.

Es por eso que nos motiva a entregarnos y amar de la misma manera. Amamos a nuestro prójimo, porque Jesus nos amó primero y eso nos lleva a tener la misma actitud de Jesus que no tuvo el trono como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, no por obligación, sino por voluntad propia, y bajo a este mundo de pecado, se hizo pobre y obediente hasta la muerte y muerte de cruz. 
Por eso el apostol Pablo nos invita: haya en vosotros este mismo sentir...
A través de su piadoso ministério, Jesus nos reveló la verdadera religión del cielo:

"Cristo no era exclusivista, y había ofendido especialmente a los fariseos al apartarse, en este respecto, de sus rígidas reglas. Halló al dominio de la religión rodeado por altas murallas de separación, como si fuera demasiado sagrado para la vida diaria, y derribó esos muros de separación. En su trato con los hombres, no preguntaba: ¿Cuál es vuestro credo? ¿A qué iglesia pertenecéis? Ejercía su facultad de ayudar en favor de todos los que necesitaban ayuda. En vez de aislarse en una celda de ermitaño a fin de mostrar su carácter celestial, trabajaba fervientemente por la humanidad. Inculcaba el principio de que la religión de la Biblia no consiste en la mortificación del cuerpo. Enseñaba que la religión pura y sin mácula no está destinada solamente a horas fijas y ocasiones especiales. En todo momento y lugar, manifestaba amante interés por los hombres, y difundía en derredor suyo la luz de una piedad alegre. Todo esto reprendía a los fariseos. Demostraba que la religión no consiste en egoísmo, y que su mórbida devoción al interés personal distaba mucho de ser verdadera piedad. Esto había despertado su enemistad contra Jesús, de manera que procuraban obtener por la fuerza su conformidad a los reglamentos de ellos." (DTG, 65)
VI La verdadera piedad dista mucho del interés personal maquillado con compasión aparente.

"Pero no fué simplemente la ausencia de gloria externa en la vida de Jesús lo que indujo a los judíos a rechazarle. Era él la personificación de la pureza, y ellos eran impuros. Moraba entre los hombres como ejemplo de integridad inmaculada. Su vida sin culpa hacía fulgurar la luz sobre sus corazones. Su sinceridad revelaba la falta de sinceridad de ellos. Ponía de manifiesto el carácter huero de su piedad presuntuosa, y les revelaba la iniquidad en toda su odiosidad. Esa luz no era bienvenida para ellos." (DTG, 210)

VII La verdadera piedad transforma la vida

Samaria siempre fue un lugar para aprender bastante. Cuando Jesús se encontró en Siquem, junto al pozo de Jacob, con la mujer samaritana, en su trato bondadoso con ella, nos enseñó que el ministerio de la bondad es capaz de superar los prejuicios, satisfacer las necesidades más profundas del alma y transformar para siempre la vida de una persona, de una comunidad y, sin duda alguna, la vida de sus discípulos. El odio, el desprecio, el desdén y la indiferencia se derriten cuando el amor de Cristo entra en el corazón.
"La estadía de Jesús en Samaria estaba destinada a ser una bendición para sus discípulos, que estaban todavía bajo la influencia del fanatismo judío. Creían que la lealtad a su propia nación requería de ellos que albergasen enemistad hacia los samaritanos. Les admiraba la conducta de Jesús. No podían negarse a seguir su ejemplo, y durante los dos días que pasaron en Samaria, la fidelidad a él dominó sus prejuicios; pero en su corazón no se conformaban. Tardaron mucho en aprender que su desprecio y odio debían ser reemplazados por la piedad y la simpatía. Pero después de la ascensión del Señor, recordaron sus lecciones con nuevo significado. Después del derramamiento del Espíritu Santo, recordaron la mirada del Salvador, sus palabras, el respeto y la ternura de su conducta hacia estos extraños despreciados. Cuando Pedro fué a predicar en Samaria, manifestó el mismo espíritu en su obra. Cuando Juan fué llamado a Efeso y Esmirna, recordó el incidente de Siquem, y se llenó de gratitud hacia el divino Maestro, quien, previendo las dificultades que deberían arrostrar, les había ayudado por su propio ejemplo." {DTG 164.3}

"Aunque no podemos comprender ahora las obras y los caminos de Dios, podemos discernir su gran amor, que está a la base de todo su trato con los hombres. El que vive cerca de Jesús comprenderá mucho del misterio de la piedad. Reconocerá la misericordia que administra reprensión, que prueba el carácter y saca a luz el propósito del corazón." {DTG 358.6}
VIII La verdadera Piedad es intensamente práctica

"Los fariseos habían exaltado los cuatro primeros mandamientos, que señalaban el deber del hombre para con su Hacedor, como si fuesen de mucho mayor consecuencia que los otros seis, que definen los deberes del hombre para con sus semejantes. Como resultado, les faltaba piedad práctica. Jesús había demostrado a la gente su gran deficiencia y había enseñado la necesidad de las buenas obras, declarando que se conoce el árbol por sus frutos. Por esta razón, le habían acusado de exaltar los últimos seis mandamientos más que los primeros cuatro." {DTG 558.4}

Los 4 mandamientos que nos hablan del amor a Dios no estarían completos si los siguientes 6 no nos hablaran del amor a nuestro prójimo.

Discriminados, despreciados y como extranjeros sin derecho, los samaritanos, no quedaron fuera del alcance de la gracia de Dios. 

IX La verdadera Piedad resalta el valor de la vida humana a los ojos del Salvador

"Los ángeles del cielo miran la angustia de la familia de Dios en la tierra, y están dispuestos a cooperar con los hombres para aliviar la opresión y el sufrimiento. En su providencia, Dios había guiado al sacerdote y al levita a lo largo del camino en el cual yacía el herido doliente, a fin de que pudieran ver que necesitaba misericordia y ayuda. Todo el cielo observaba para ver si el corazón de esos hombres sería movido por la piedad hacia el infortunio humano. El Salvador era el que había instruído a los hebreos en el desierto; desde la columna de nube y de fuego había enseñado una lección muy diferente de la que el pueblo estaba recibiendo ahora de sus sacerdotes y maestros. Las provisiones misericordiosas de la ley se extendían aun a los animales inferiores, que no pueden expresar con palabras sus necesidades y sufrimientos. Por medio de Moisés se habían dado instrucciones a los hijos de Israel al respecto: “Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás entonces desamparado? Sin falta ayudarás con él a levantarlo.” Pero mediante el hombre herido por los ladrones, Jesús presentó el caso de un hermano que sufría. ¡Cuánto más debieran haberse conmovido de piedad hacia él que hacia una bestia de carga! Por medio de Moisés se les había advertido que el Señor su Dios, era “Dios grande, poderoso, y terrible,” “que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero.” Por lo cual él ordenó: “Amaréis pues al extranjero.” “Ámalo como a ti mismo.” {DTG 462.4}

Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para entender de un modo más profundo la piedad y ser transformados para servir.

"Jesús continuó diciendo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Por naturaleza, el corazón es malo, y “¿quién hará limpio de inmundo? Nadie.” 
Ningún invento humano puede hallar un remedio para el alma pecaminosa. “La intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.” “Del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.”  La fuente del corazón debe ser purificada antes que los raudales puedan ser puros. El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga sólo una religión legal, sólo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo." {DTG 143.2}

X La piedad tornará relevante nuestra religión

"El verdadero carácter no se forma desde el exterior, para revestirse uno con él; irradia desde adentro. Si queremos conducir a otros por la senda de la justicia, los principios de la justicia deben ser engastados en nuestro propio corazón. Nuestra profesión de fe puede proclamar la teoría de la religión, pero es nuestra piedad práctica la que pone de relieve la palabra de verdad. La vida consecuente, la santa conversación, la integridad inquebrantable, el espíritu activo y benévolo, el ejemplo piadoso, tales son los medios por los cuales la luz es comunicada al mundo." {DTG 273.1}

La piedad y la compasión tienen más valor que todas las ceremonias y ritos religiosos; son um termómetro de la fe Cristiana, por ellas nos acercamos más al reino de Dios, la pregunta es, entonces ¿Cuán cerca, entonces, estoy yo del reino?

"La sabiduría de la respuesta de Cristo había convencido al escriba. Sabía que la religión judía consistía en ceremonias externas más bien que en piedad interna. Sentía en cierta medida la inutilidad de las ofrendas ceremoniales, y del derramamiento de sangre para la expiación del pecado si no iba acompañado de fe. El amor y la obediencia a Dios, la consideración abnegada para con el hombre, le parecían de más valor que todos estos ritos. La disposición de este hombre a reconocer la corrección del raciocinio de Cristo y su respuesta decidida y pronta delante de la gente, manifestaban un espíritu completamente diferente del de los sacerdotes y gobernantes. El corazón de Jesús se compadeció del honrado escriba que se había atrevido a afrontar el ceño de los sacerdotes y las amenazas de los gobernantes al expresar las convicciones de su corazón. “Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios.” {DTG 560.3}

XI Cuando la luz de la compasión vence la oscuridad del egoísmo 

¿Que es luz? Es piedad, bondad, verdad, misericordia, amor; es la revelación de la verdad en el carácter y la vida. El Evangelio depende de la piedad personal de sus creyentes para su poder agresivo, y Dios ha hecho provisión, mediante la muerte de su Hijo amado, para que cada alma sea plenamente preparada para toda buena obra.(MB, 40)

"No es el servicio caprichoso lo que Dios acepta; no son los espasmos emotivos de piedad los que nos hacen hijos de Dios. El demanda que trabajemos movidos por principios verdaderos, firmes y permanentes. Si Cristo se forma en lo íntimo, la esperanza de gloria, él se revelará en el carácter, que será semejante a Cristo. Hemos de representar a Cristo al mundo, como Cristo representó al Padre. (MB, 43)

"Conozco a personas que hacen gran profesión de piedad, cuyos corazones están tan enfrascados en el amor al yo y el egoísmo, que no pueden apreciar lo que estoy escribiendo. Toda su vida han pensado y vivido únicamente para el yo. No entra en sus cálculos el hacer un sacrificio para el bien de otros, el perjudicarse por favorecer a otros. No tienen la menor idea de que Dios requiere esto de ellos. El yo es su ídolo. Las preciosas semanas, meses y años pasan a la eternidad, pero no tienen un registro en el cielo de actos de bondad, de sacrificios para el bien de otros, de alimentar al hambriento, vestir al desnudo, o amparar al forastero. No es agradable hospedar a forasteros al azar. Si supieran que son dignos todos los que buscan compartir sus bienes, entonces podrían sentirse inducidos a hacer algo en ese sentido. Pero hay una virtud en correr cierto riesgo. Quizá hospedemos a ángeles.(MB, 45)

La compasión y el servicio desinteresado siempre implican riesgos; así lo ilustró Jesús en una historia que contó a un maestro de la ley. Sin embargo: 
¿Podrá el riesgo superar a nuestro sentido del deber?
¿Podrá el miedo superar a la compasión?
¿Podrán los prejuicios anular la piedad?
El amor engendra amor, si hay una cosa que es sumamente necesaria para vivir, crecer y ser feliz eso se llama: AMOR; sin embargo no cualquier tipo de amor, sino el PRIMER AMOR, aquel que se entrega sin reservas, aquel que es feliz y lo demuestra con una sonrrisa, un toque sincero y amable, un amor que no puede ser limitado por el tiempo, porque mientras más tiempo pasa, más dulce es. Un amor que no puede ser ahogado por los temores o prejuicios, un amor  que no teme dar de sí mismo y gastarse por el bienestar de los otros, un amor que es más fuerte que la muerte: Un amor como el que tuvo Cristo Jesus.

"Es imposible que el corazón en el cual Cristo mora esté desprovisto de amor. Si amamos a Dios porque él nos amó primero, amaremos a todos aquellos por quienes Cristo murió. No podemos llegar a estar en contacto con la divinidad sin estar en contacto con la humanidad; porque en Aquel que está sentado sobre el trono del universo, se combinan la divinidad y la humanidad. Relacionados con Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por los áureos eslabones de la cadena del amor. Entonces la piedad y la compasión de Cristo se manifestarán en nuestra vida. No esperaremos que se nos traigan los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que se nos suplique para sentir las desgracias ajenas. Será para nosotros tan natural ministrar a los menesterosos y dolientes como lo fue para Cristo andar haciendo bienes." (MB, 87)

XII La compasión es el motor que nos mueve a buscar al perdido

"Las primeras obras de la iglesia se veían cuando los creyentes buscaban amigos, parientes y conocidos, y con corazones desbordantes de amor les contaban la historia de lo que Jesús era para ellos y lo que ellos eran para Jesús. (MB, 104)

Conclusión

En toda la obra que Dios hace por el hombre, quiere que éste coopere con él. A este fin invita el Señor a la iglesia a tener una piedad superior, un sentido más justo del deber, una comprensión más clara de sus obligaciones para con su Creador. Invita a sus miembros a ser un pueblo puro, santificado y trabajador. Y la obra caritativa es un medio de lograr esto, porque el Espíritu Santo se comunica con todos los que prestan servicio a Dios. ... Quiero decir: Continuad trabajando con tacto y habilidad. Despertad a vuestros compañeros para que trabajen organizados en algún grupo que lleve un nombre especial, a fin de cooperar en una acción armoniosa. Conseguid que trabajen los jóvenes de uno y otro sexo que hay en la iglesia. (MB, 113)
Dios nos invita a crecer en la piedad y la compasión, un vaciamiento completo y una entrega total de nuestro ser: Más de Dios y menos de mí; menos de mí y más de nosotros.
El ministério de Cristo nos alumbra el camino a seguir. Cristo no quiere religión sino conversión. Una verdadeira que se manifieste en el amor y compasión por nuestro prójimo.
¿Quieres entrar en la senda de la piedad, detenerte, y sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, apoyar a quien lo necesita y convertirte así en un "reparador de muros caídos y un reconstructor de casas en ruinas?


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