Texto base: Mateo 6:25, 26
INTRODUCCIÓN
A. Normalmente, el texto de Mateo 6:25, 26 se usa para enfatizar el peligro relacionado con la ansiedad excesiva por las cosas de la vida. Aunque ese sea un uso adecuado del pasaje, hay un punto que puede pasar desapercibido para el lector: el valor de la vida humana a los ojos de Dios.
B. En el versículo 25, Jesús afirma que la vida es más valiosa que el alimento, y el cuerpo, más valioso que el vestido. Esa enseñanza está ilustrada en los versículos 28 al 32. En el versículo 26, Jesús afirma que la vida humana tiene más valor que la vida animal. Esa enseñanza está ilustrada en el mismo versículo 26, donde Jesús afirma que el Padre celestial cuida de las aves, y esa es una señal de que la vida humana es más preciosa para él.
C. Así como Mateo 6:25, 26, otros pasajes de los evangelios muestran que, durante su ministerio terrenal, Jesús dedicó tiempo para enseñar que las personas tienen valor simplemente por ser personas, independientemente de su clase social. Las enseñanzas de Cristo en los evangelios, así como las enseñanzas de los apóstoles en las cartas del Nuevo Testamento, atestiguan que Jesús valoró las clases más desvalorizadas de su época. En el mensaje de hoy exploraremos ese tema en detalles.
I. JESÚS VALORÓ A LOS NIÑOS
A. Las declaraciones de Jesús sobre los niños fueron sorprendentes para su época. En Mateo 18:1-5, al recibir a un niño en sus brazos, respondió a la pregunta de los discípulos sobre quién es el mayor en el reino de los cielos. Al decir que los discípulos deberían volver a ser como niños, Jesús enalteció su valor. Ellos debían depender tanto de Dios como un niño depende del cuidado de sus padres. Más sorprendente aun es el hecho de que Jesús se identificó con el niño que tenía en su regazo al decir:
“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (v. 5). Al mismo tiempo que ese pasaje nos muestra el valor de un niño a los ojos de Dios, también nos recuerda la responsabilidad de los padres con respecto al cuidado y la atención que un niño necesita. La acción y el discurso de Jesús en ese pasaje son sorprendentes por el hecho de que los niños no tenían ningún estatus en el mundo antiguo. Y lo que es peor, “para un bebé era peligroso ser concebido en la Roma o en la Grecia antiguas. […] En ese tiempo, el aborto era desenfrenado. El abandono se practicaba normalmente; era común que los bebés débiles o indeseados fueran llevados al bosque o a las montañas para que fueran devorados por animales, o para que murieran de hambre, o para ser atrapados por algún extraño que vagara en la noche y que los usara para cualquier fin pervertido que quisiera. Los padres abandonaban prácticamente a todos los bebés deformados. Muchos padres pobres abandonaban a sus bebés”.
B. En Mateo 19:13-15, encontramos otra declaración sorprendente:
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”. En el versículo 13 se nos informa que los discípulos reprendieron a los que traían niños para que Jesús los bendijera. La Biblia no menciona la razón por la que los discípulos actuaron de esa forma. Pero posiblemente lo hicieron porque pensaban que tomar tiempo para bendecir a los niños era algo trivial y, por lo tanto, no merecía la atención de Jesús. El comentario de Jesús en el versículo 14 muestra que los discípulos estaban equivocados en su forma de pensar. Dichas de manera blanda, las palabras de Jesús suenan como una reprensión a los discípulos. Las palabras “de los tales es el reino de los cielos” (14) retoman la idea transmitida en Mateo 18:3, 4. Esa preocupación de Jesús por los niños nos hace recordar cómo, no solo los padres, sino también todos debemos tratar a los pequeñitos.
II. JESÚS VALORÓ A LAS MUJERES
A. Los hombres judíos de la época de Jesús tenían la costumbre de orar diariamente agradeciéndole a Dios porque no habían nacido como gentiles, esclavos o mujeres. Por lo tanto, la actitud de Jesús con relación a las mujeres es algo absolutamente revolucionario para su época. Un diccionario bíblico importante relata que “las mujeres no podían formar parte del quorum que constituía una sinagoga. No se podía contar con ellas para recitar la Shemá diaria o para hacer peregrinaciones a Jerusalén para las fiestas principales, ni hay ejemplos conocidos de mujeres leyendo la Torá en la sinagoga en la época de Jesús… Además, no hay ninguna evidencia de que antes del ministerio de Jesús las mujeres judías pudieran ser discípulas de un gran maestro, mucho menos de viajar con algún maestro, o de instruir a alguien que no fueran niños. En un contexto tan restrictivo, la relación de Jesús con las mujeres debe haber parecido realmente radical.”
B. En el mundo greco-romano, las mujeres también eran muy desvalorizadas. Un importante estudioso del Nuevo Testamento comenta que “la Grecia antigua tenía una visión tan baja de las mujeres como el rabino más extremista. Se veía a las mujeres como instrumentos para ser usados y no como individuos para ser valorados. Su propósito era doble: producir hijos saludables (ser esposas) o para ser instrumentos de placer (cortesanas). No había modelos morales, y los hombres griegos se involucraban en todo tipo de perversiones sexuales. En realidad, eso era lo que se esperaba de ellos”.
C. Dentro de ese contexto, lo que nos muestran los evangelios sobre la forma como Jesús trató a las mujeres es un cambio total de paradigma.
a. Marcos 5:21-43. En ese pasaje, Jesús enfatiza la fe natural de una mujer que durante muchos años había estado sufriendo de una hemorragia (v. 34). Su fe sirve como modelo para la fe de Jairo, un líder de la sinagoga que acababa de recibir la noticia de la muerte de su hija de doce años (v. 35, 36). Un énfasis tal no era común entre los líderes rabínicos de la época de Jesús.
b. Lucas 8:1-3. Aquí, Lucas menciona a varias mujeres que acompañaban a Jesús en su ministerio. Ellas no solamente lo acompañaban, sino que también daban un apoyo financiero a su misión. Lucas 8:1-3 es el único texto en los evangelios que presenta a un grupo de mujeres como discípulas de Jesús. Hay mujeres en la crucifixión (Mateo 27:55, 56; ver también Marcos 14:40, 41 y Juan 19:25) y en la resurrección (Mateo 28:1-8; Marcos 16:1-8; Juan 20:1-8), pero nada comparado a la lista de Lucas 8:1-3.
c. Lucas 10:38-42. En ese pasaje, Jesús valoró a una mujer en una posición de discípula (María) en detrimento de la posición usual de una mujer como alguien que sirve en el hogar. Obviamente, Jesús no condenó a Marta por tomar la iniciativa y actuar en la posición de servicio. Él la cuestionó por sus prioridades. Había espacio para las mujeres en el grupo amplio de discípulos de Jesús. María se puso en esa posición y fue elogiada.
d. Gálatas 3:26-28. La declaración de Pablo en Gálatas 3:26-28 es una evidencia de que los apóstoles comprendieron bien las enseñanzas de Jesús con relación a las mujeres, de manera específica, y al valor de la vida humana, de manera general. En un contraste visible con la oración rabínica hecha por los hombres judíos, Pablo afirma: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (v. 28).
III. JESÚS VALORÓ A OTROS GRUPOS VULNERABLES DE LA SOCIEDAD
A. Los ancianos. En su ministerio terrenal, Jesús ratificó la validez de los Diez Mandamientos en la era cristiana, haciendo referencia al Decálogo por medio de alusiones y citas. Mateo, Marcos y Lucas registraron una cita importante de Jesús del quinto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre” (Mateo 15:4; Marcos 7:10; Lucas 18:20). De la misma forma, Pablo cita ese mandamiento en Efesios 6:2, 3. Elena de White comenta: “El quinto mandamiento no sólo requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden su reputación, y que les ayuden y consuelen en su vejez” (PP, 316, énfasis agregado). Seguramente, ese mandamiento marcó la diferencia en la vida de los ancianos de la época de Jesús y continúa haciendo la diferencia hasta hoy.
B. Los esclavos. En los evangelios, Jesús se refirió al sistema de esclavitud de su época solo con fines de ilustración (Mateo 20:27; Marcos 10:44; Juan 8:34, 35). Pero enfatizó la necesidad de amar a las personas indistintamente, incluso a los enemigos (Mateo 5:44; Lucas 6:27, 35). Fue Pablo quien desarrolló el tema en sus cartas. Él enseñó que en Cristo las diferencias sociales, étnicas y económicas no existen (1 Corintios 12:13; Gálatas 3:28; Colosenses 3:11). En su carta a Filemón, un hombre rico, dueño de esclavos, Pablo lo instruyó a recibir a Onésimo, un esclavo fugitivo, “no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado” (Filemón 1:16). De ese modo, Pablo deja claro que las conexiones entre las personas como están establecidas por el cristianismo son las que debe orientar nuestras relaciones en este mundo. Los primeros cristianos toleraban la esclavitud, pero enseñaban que todo ser humano debería ser tratado con dignidad. Respecto a eso, es útil el siguiente comentario: “Si la iglesia hubiera desaprobado totalmente la esclavitud, el evangelio no se hubiera difundido como ocurrió en la iglesia primitiva. Con el evangelio ya difundido, fueron plantadas las semillas para el fin de la esclavitud.
Entonces, con la reforma del corazón, a lo largo del tiempo, el cristianismo reformó el orden social”.
C. Las luchas de gladiadores y otros juegos en Roma. Los espectáculos con gladiadores en la antigua Roma y otros juegos sangrientos son vívidos ejemplos de cómo era desvalorizada la vida humana en el mundo antiguo. “Las luchas de gladiadores podían realizarse en el teatro o en el circo, pero su verdadero lugar era el anfiteatro, una estructura elíptica o circular con asientos para espectadores alrededor del ruedo. [...] Se realizaban varios entretenimientos en el anfiteatro. [...] Los criminales de bajo estatus: hombres, mujeres y niños, eran arrastrados a la arena como parte del entretenimiento del día, para ser golpeados hasta la muerte y comidos por animales. [...] Nada revela más claramente la psiquis romana que el venatio [deporte con animales], con su completa brutalidad contra humanos y animales. La escala de la masacre de los animales es casi increíble, y el número de humanos que murieron de esa forma es probablemente similar”. El venatio era un espectáculo que involucraba la lucha con animales salvajes: leones, osos, toros, etc. La carnicería divertía a la audiencia romana, insaciable por el derramamiento de sangre.
a. Pablo hace referencia a esos juegos en 1 Corintios 15:32, cuando dice: “Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”.
CONCLUSIÓN
A. Cuando alguien dice que Jesús dividió la historia en dos mitades, no se trata de una mera expresión repetida. La vida de Jesús y sus enseñanzas no solo cambiaron completamente el rumbo de la historia humana, sino que también le dieron valor a la vida humana, colocándola en la perspectiva correcta.
B. La cruz de Cristo es el máximo símbolo del valor de la existencia humana para Dios. Si la vida humana no tuviera valor, no hubiera sido necesario pagar el inmenso precio que Cristo pagó para rescatarnos. No es sorprendente que Pablo haya enaltecido tanto el mensaje de la cruz como el poder de Dios para nuestra salvación (1 Corintios 1:17, 18).
C. Alabemos a Dios diariamente por ese amor tan grande, y como respuesta entreguemos nuestra vida a él, amándolo y sirviéndolo con todo nuestro corazón.
b. Como no hay ninguna evidencia bíblica o extrabíblica de que Pablo haya luchado en ese tipo de espectáculo, es mejor tomar su afirmación de forma figurativa. La idea es que, si Pablo hubiera enfrentado una situación tan peligrosa como esa, hubiera entrado en el ruedo únicamente con la esperanza de la resurrección. Eso sugiere que quien entraba en el ruedo para luchar contra las fieras no salía vivo de ahí. Es muy probable que Pablo haya usado el término “fieras” para referirse metafóricamente a los enemigos del evangelio que se opusieron a él en Éfeso (ver Hechos 19:23-41). Eso es una evidencia de que el apóstol veía esos juegos en Roma de manera muy negativa.
c. La historia nos da evidencias de que “cuando el cristianismo comenzó a difundirse en el Imperio Romano, los torneos de gladiadores prácticamente cesaron”.
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