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Señales de divinidad - Juan

“Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?’ ” (Juan 11:25, 26).

La Biblia deja en claro que Jesucristo es el Hijo eterno, uno con el Padre, no creado ni engendrado. Jesús es quien creó todo lo que existe (Juan 1:1-3). Por lo tanto, Jesús siempre ha existido; nunca hubo un momento en el que no haya existido. Aunque Jesús vino a este mundo y tomó sobre sí nuestra humanidad, siempre conservó su divinidad y, en momentos concretos, dijo e hizo cosas que la revelaron. Esta impresionante realidad está abundantemente corroborada en las Escrituras.

Esta verdad era importante para Juan. Por eso, al relatar algunos de los milagros de Jesús, Juan los utilizó para señalar la divinidad de Cristo. Jesús no solo dijo cosas que revelaban su divinidad, sino también respaldó sus palabras con hechos que la corroboraron.

Hoy estudiaremos tres de las mayores señales o evidencias de la divinidad de Jesús. Las cuales, ciertamente, proporcionan evidencia adicional de que Jesús era más que un simple ser humano. Lo sorprendente es que, en cada caso, algunas personas no creyeron en el milagro o no percibieron su significado
- Algunas de ellas se alejaron de Jesús; 
- Otras profundizaron su ceguera espiritual;
- Otras tramaron la muerte de Jesús. Aun otros aceptaron la evidencia que se les ofreció y creyeron en Jesús como el Mesías.

Todos estos relatos señalan a Cristo como el Hijo divino de Dios. ¿Por qué su divinidad es tan importante para la fe en Jesús como Salvador?

I. LA ALIMENTACIÓN DE LOS CINCO MIL

En Juan 6:4 y 5, el apóstol se esfuerza por afirmar que el momento de la alimentación de los cinco mil ocurrió cerca de la Pascua, una conmemoración de la liberación de Israel de Egipto. El cordero pascual sustituía a la muerte de los primogénitos. Este sacrificio simbolizaba la muerte de Jesús en nuestro favor. En la Cruz, el castigo que merecíamos por nuestros pecados recayó sobre Jesús. En efecto, Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado por nosotros (1 Corintios 5:7).

“Cargó con la culpabilidad de la transgresión y sufrió tanto, cuando su Padre apartó su faz de él, que su corazón fue destrozado y su vida aniquilada. Hizo todos esos sacrificios a fin de redimir al pecador” (CS, 529).

"Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. 2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? 6 Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7 Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? 10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. 11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. 12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo". Juan 6:1-14. 

¿Qué paralelos se pueden encontrar aquí entre Jesús y Moisés? Es decir, ¿qué hizo Jesús que debería haber recordado a la gente la liberación que sus antepasados habían recibido a través del ministerio de Moisés?

Numerosos detalles de esta historia representan un paralelo con Moisés en el Éxodo. El momento de la Pascua (Juan 6:4) apunta a la gran liberación respecto de Egipto.
- Jesús sube a una montaña (Juan 6:3), así como Moisés ascendió al Sinaí. 
- Jesús pone a prueba a Felipe (Juan 6:5, 6) como los israelitas fueron puestos a prueba en el desierto. 
- La multiplicación de los panes (Juan 6:11) recuerda al maná. 
- La recolección de las sobras (Juan 6:12) recuerda la del maná por parte de los israelitas. 
- Se recogen doce cestas de sobras (Juan 6:13), el número de las tribus de Israel. 
- Y la gente comenta que Jesús es el profeta que viene al mundo (Juan 6:14), paralelismo con el “profeta como Moisés” predicho en Deuteronomio 18:15. 
Todo esto señala a Jesús como el nuevo Moisés, venido para liberar a su pueblo.

Así, Juan muestra a Jesús haciendo señales y prodigios, que en su contexto deberían haber tenido un significado especial para el pueblo judío. Les estaba mostrando, en esencia, su propia divinidad.

"Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca". Isaías 53:4 al 7

"Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados". 1 Pedro 2:24. 

¿Qué gran verdad enseñan estos textos acerca de Jesús como Cordero de Dios? ¿Cómo se relaciona su divinidad con esta verdad y por qué es la verdad más importante que podemos conocer?

II. REALMENTE ESTE ES EL PROFETA

Lee Juan 6:14, 15 y 26 al 36. ¿Cómo respondió la gente a su milagro y cómo lo utilizó Jesús para enseñarles quién era?

Cuando Cristo alimentó a los cinco mil col los pocos y sencillos ingredientes del almuerzo de un niño, quienes presenciaron el milagro dijeron esto de Jesús: "Realmente este es el profeta que había de venir al mundo" (Juan 6:14). Estas palabras remiten a las que pronunció Moisés: "Un profeta de en medio de los tuyos, de tus hermanos, como yo, te levantará el Señor tu Dios, a él oirás" Deuteronomio 18:15.

Es razonable pensar en Moisés como un tipo de Jesús. Son similares:
- En su misión
- En su ministerio de intercesión
- En ofrecer su vida como una substitución
Los judíos esperaban un mesías terrenal que los librara de la opresión del Imperio Romano. 
Dos de las cosas más difíciles en una guerra son alimentar a las tropas y cuidar de los heridos, además de disponer de los caídos en acción. Los milagros de Jesús hicieron que se lo viera como quien podía resolver eso.

La abnegada entrega de Moisés a su pueblo descarriado y su petición de morir en lugar de los demás es admirable. Pero un ofrecimiento tan bondadoso no puede perdonar el pecado y conmutar su pena, la muerte, pues solo el sacrificio del divino 'profeta' Jesús puede lograr tal hazaña. Aunque la gente lo vio como aquel que podía resolver todos sus problemas mundanos y materiales, Jesús no había venido para eso, y ese no era el propósito de su milagro. En lugar de ello, el relato de la alimentación de los cinco mil dio la oportunidad de ilustrar que Jesús es el Pan de vida, que Dios mismo descendió del Cielo. Dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre” (Juan 6:35).

Esta es la primera de las siete afirmaciones “Yo soy” del Evangelio de Juan, en las que la declaración “Yo soy” está relacionada con algún predicado: “el pan de vida” (Juan 6:35); “la luz del mundo” (Juan 8:12); “la puerta” (Juan 10:7, 9); “el buen pastor” (Juan 10:11, 14); “la resurrección y la vida” (Juan 11:25); “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6); “la vid verdadera” (Juan 15:1, 5). Cada una de ellas apunta a una verdad importante acerca de Jesús. Las afirmaciones “Yo soy” se remontan a Éxodo 3, donde Dios se presenta a Moisés como el gran YO SOY (comparar con Juan 8:58). Jesús es ese gran YO SOY. Pero la gente no captó nada de eso.

“Con corazón desconforme, preguntaban por qué, si Jesús podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado, no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riquezas, librarlos de sus opresores y exaltarlos al poder y la honra. El hecho de que aseverara ser el Enviado de Dios, y, sin embargo, se negara a ser el Rey de Israel era un misterio que no podían sondear. Su negativa fue mal interpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presentar sus derechos porque él mismo dudaba del carácter divino de su misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión y deserción” (DTG, 355).

Buscaban el beneficio material, no la verdad que perdura eternamente. Esta es una trampa que todos enfrentamos potencialmente si no somos cuidadosos.

¿Cómo podemos evitar quedar atrapados en las cosas materiales a expensas de lo espiritual?

III. LA CURACIÓN DEL CIEGO - I

"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba? 9 Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé.
13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos". Juan 9:1-16. 

¿Cuál era, según los discípulos, la causa de la ceguera de este hombre? ¿Cómo corrigió Jesús esas ideas erróneas?

Los discípulos relacionaron la enfermedad con el pecado. En su deseo de culpar a alguien, se parecían a muchos cristianos bienintencionados pero equivocados de hoy. Varios pasajes del Antiguo Testamento apuntan en esa dirección (comparar con Éxodo 20:5; 2 Reyes 5:15-27; 2 Reyes 15:5; 2 Crónicas 26:16-21), pero la historia de Job debería haber sido suficiente para demostrar que tal conexión no es siempre el caso.

Jesús aclara el asunto, sin negar que exista a veces cierta relación de causa y efecto entre el pecado y el sufrimiento, pero en este caso señalando un propósito más elevado: que Dios sería glorificado por la curación. El relato contiene ciertas afinidades con la historia de la Creación, cuando Dios formó al primer hombre del polvo de la tierra (Génesis 2:7), del mismo modo que Jesús hace barro para suplir al ciego de lo que carecía al nacer.

En Mateo, Marcos y Lucas, los relatos de milagros siguen un patrón común: la descripción del problema, la presentación de la persona a Jesús, la curación y el reconocimiento de la curación con alabanzas a Dios.

En el relato de Juan 9, esta secuencia se completa en Juan 9:7. Pero, como es típico en Juan, el significado del milagro se convierte en un tema de discusión mucho más amplio, que conduce a una larga interacción entre el hombre curado y los líderes religiosos. Esta sorprendente discusión gira en torno a dos pares de conceptos entrelazados y contrapuestos: pecado/obras de Dios y ceguera/visión.

El narrador informa al lector recién en Juan 9:14 que Jesús hizo este milagro en sábado, lo que según la tradición, no la Biblia, significaba violar el cuarto Mandamiento. Por lo tanto, los fariseos lo consideraron un transgresor del sábado. La conclusión de ellos fue que él no venía de Dios, pues sostenían que “no guardaba el sábado”. Pero a otros les parecía preocupante que un pecador pudiera hacer tales señales (Juan 9:16).

La discusión está lejos de terminar, pero ya aparece una división. El ciego tiene cada vez más claro quién es Jesús, pero los dirigentes religiosos están cada vez más confundidos o ciegos en cuanto a su verdadera identidad. Qué revelador e irónico es el hecho de que los dirigentes religiosos, con su vista física intacta, se negaran obstinadamente a ver la luz de Cristo que brillaba a su alrededor. En consecuencia, se sumergieron voluntariamente y cada vez más en la oscuridad espiritual hasta que su ceguera respecto a la luz verdadera fue irreversible. Por el contrario, la apertura del ciego a la luz de Cristo no solo le permitió ver físicamente, con sus ojos, sino también le permitió obtener la visión espiritual iluminada necesaria para reconocer a Jesús como el hijo de Dios, el único digno de adoración.

¿Qué debería decirnos esta historia acerca del peligro de estar tan cegados por nuestras propias creencias y tradiciones que pasemos por alto verdades importantes y evidentes?

IV. LA CURACIÓN DEL CIEGO - II

"Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. 18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. 24 Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 26 Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 27 Él les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? 28 Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. 29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ese, no sabemos de dónde sea. 30 Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. 31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye. 32 Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. 33 Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. 34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron". Juan 9:17-34. 

¿Qué preguntas hicieron los líderes al ciego y cómo respondió él?

Esta larga sección de Juan 9 es la única parte del Evangelio en la que Jesús no es el actor principal, aunque ciertamente es el tema de discusión. Así como la cuestión del pecado dio inicio a la historia (Juan 9:2), los fariseos piensan que Jesús es un pecador porque sanó al ciego en sábado (Juan 9:16, 24), y calumnian al hombre sanado diciéndole: “En pecado eres nacido del todo” (Juan 9:34).

Se produce una curiosa inversión. El ciego ve cada vez más, no solo físicamente, sino también espiritualmente, a medida que crece su aprecio por Jesús y su fe en él. Los fariseos, por el contrario, se vuelven cada vez más ciegos en su entendimiento: primero, divididos acerca de Jesús (Juan 9:16); y luego, sin saber de dónde vino (Juan 9:29).

Mientras tanto, su relato de este milagro da a Juan la oportunidad de decirnos quién es Jesús. El tema de las señales en Juan 9 se entrecruza con otros temas del Evangelio. 
Jesús podía haber curado a este ciego inmediatamente. Pero por sus propias y sabias razones, quiso que el hombre afligido participara en su propio proceso de curación.
Juan reafirma que Jesús es la Luz del mundo (Juan 9:5; comparar con Juan 8:12). El relato también aborda el misterioso origen de Jesús. ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su misión? (Juan 9:12, 29; comparar con Juan 1:14). 
La figura de Moisés, a la que se hace referencia en anteriores relatos de milagros, también aparece en este capítulo (Juan 9:28, 29; comparar con Juan 5:45, 46 y Juan 6:32). 
Por último, está el tema de la respuesta de la multitud. Algunos aman más las tinieblas que la luz, mientras que otros responden con fe (Juan 9:16-18, 35-41; comparar con Juan 1:9-16; 3:16-21; 6:60-71).

Lo que asusta aquí es la ceguera espiritual de los líderes religiosos. Un mendigo antes ciego puede declarar: “Desde el principio del mundo no se ha oído que nadie abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no fuera de Dios, nada podría hacer” (Juan 9:32, 33). Sin embargo, los líderes religiosos, los guías espirituales de la nación, quienes debieron ser los primeros en reconocer a Jesús y aceptarlo como el Mesías, no pueden verlo a pesar de toda la poderosa evidencia. En realidad, no quieren verlo. ¡Qué poderosa advertencia acerca de cómo nuestros corazones pueden engañarnos!

"Jesús está tan deseoso de sanar a los enfermos ahora como cuando estaba personalmente en la tierra. Los siervos de Cristo son sus representantes, los conductos por los cuales ha de obrar. Él desea ejercer a través de ellos su poder curativo" DTG, 763.

"Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia". 1 Corintios 1:26-29. 

¿Cómo armoniza lo que Pablo escribe allí con lo que sucedió en esta escena, y cómo se aplica el mismo principio incluso ahora?
¿De qué manera vemos este mismo principio en acción en el siglo XXI?
¿Cuáles son algunas de las cosas “insensatas” que creen los cristianos y de las que los “sabios según la carne” se burlan y rechazan? ¿Qué creemos nosotros que también “avergüenza” a los “poderosos”?

V. LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

Juan 11 está lleno de tristeza: la triste noticia de la enfermedad de un querido amigo (Juan 11:1-3); el llanto por su muerte (Juan 11:19, 31, 33); el lamento de las hermanas de que Lázaro no habría muerto si Jesús hubiera estado presente (Juan 11:21, 32); y las propias lágrimas de Jesús (Juan 11:35).

Jesús esperó dos días antes de emprender el viaje hacia el hogar de Lázaro (Juan 11:6) y dijo incluso que se alegraba de no haber ido antes (Juan 11:14, 15). Esto no fue un acto de insensibilidad hacia el sufrimiento de Lázaro y de sus hermanas, sino su deseo de revelar más plenamente la gloria de Dios.

Cuando llegamos a Juan 11:17-27, Lázaro llevaba cuatro días muerto y su cuerpo ya estaba en franco proceso de descomposición. Como dijo Marta: “Señor, hiede ya, que es de cuatro días” (Juan 11:39). Sin duda, el retraso de Jesús solo contribuyó a que el milagro que siguió fuera aún más asombroso. ¿Resucitar un cadáver en avanzado estado de descomposición? ¿Qué mejor prueba podía dar Jesús de que era Dios mismo?

Y, como Dios, como aquel que creó la vida al comienzo, Jesús tenía poder sobre la muerte. Así, Jesús aprovecha esta oportunidad, la de la muerte de Lázaro, para revelar una verdad crucial acerca de él mismo. “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre” (Juan 11:25, 26).

"Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir." Juan 11:38-44.

¿Qué hizo Jesús para apoyar su afirmación?

Así como Jesús demostró que él es la Luz del mundo (Juan 8:12; 9:5) al dar la vista al ciego (Juan 9:7), aquí resucita a Lázaro de entre los muertos (Juan 11:43, 44), demostrando así que él es la Resurrección y la Vida (Juan 11:25). Nótese que Jesús utiliza la identificación divina 'Yo Soy' para destacar el hecho de que él no se limita a dar la vida, sino que él es la vida misma.

Este milagro, más que ningún otro, señala a Jesús como el Dador de vida, como Dios mismo. Es, además, un fuerte apoyo a la aseveración de Juan de que Jesús es el Hijo divino de Dios, y de que quienes creen pueden tener vida a través de él (Juan 20:30, 31). Quienes duermen en Cristo serán despertados en una fracción de segundo en ocasión de la resurrección, como si no hubiera transcurrido el tiempo. Quienes descansan en Jesús lo hacen como si ya hubieran resucitado de entre los muertos, pues ya comparten la vida y el destino eternos de Cristo. "Porque yo vivo, ustedes también vivirán" (Juan 14:19). Jesús es la vida misma, la vida y el dador de ella. Al creer en estas verdades bíblicas, no deberíamos temer a la muerte. "En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra... La divinidad es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna" DTG, 489.

Sin embargo, cuando llegamos al final de esta asombrosa historia (Juan 11:45-54), que suscitó la fe en muchos de sus testigos (Juan 11:45), se despliega una poderosa pero triste ironía: Jesús demuestra que puede resucitar a los muertos, pero sus enemigos creen que pueden detenerlo matándolo. ¡Qué ejemplo de las debilidades humanas en contraste con la sabiduría y el poder de Dios!

Estos milagros, por asombrosos que fueran, crearon división. Algunos respondieron con fe; otros, con duda. ¿Qué nos enseña esto acerca de cómo, incluso frente a poderosas evidencias, las personas pueden elegir rechazar a Dios?

CONCLUSIÓN

Lee en El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, los capítulos “La crisis en Galilea” (353-364), “Lázaro, ven fuera” (495-506) y “Conspiraciones sacerdotales” (507-512).

“La vida de Cristo, que da vida al mundo, está en su palabra. Fue por su palabra como Jesús sanó la enfermedad y echó los demonios; por su palabra calmó el mar y resucitó los muertos; y la gente dio testimonio de que su palabra era con autoridad. Él hablaba la palabra de Dios, como había hablado por medio de todos los profetas y los maestros del Antiguo Testamento. Toda la Biblia es una manifestación de Cristo, y el Salvador deseaba fijar la fe de sus seguidores en la Palabra. Cuando su presencia visible se hubiese retirado, la Palabra sería fuente de poder para ellos. Como su Maestro, habían de vivir ‘con toda palabra que sale de la boca de Dios’.

“Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espiritual es sostenida por la palabra de Dios. Y cada alma ha de recibir vida de la Palabra de Dios para sí. Como debemos comer por nosotros mismos a fin de recibir alimento, así hemos de recibir la Palabra por nosotros mismos. No hemos de obtenerla simplemente por medio de otra mente. Debemos estudiar cuidadosamente la Biblia, pidiendo a Dios la ayuda del Espíritu Santo a fin de comprender su Palabra.” (DTG, 360).

DINÁMICAS

1. Rompecabezas de los Milagros de Jesús

  • Objetivo: Comprender cómo los milagros revelan la divinidad de Jesús.
  • Materiales: Imágenes o tarjetas que representen los milagros de Jesús, como la alimentación de los cinco mil, la resurrección de Lázaro, y la curación del ciego.
  • Actividad: Divide al grupo en equipos y dales piezas de rompecabezas de los milagros. Cada equipo debe armar el rompecabezas y leer un breve pasaje sobre el milagro relacionado. Luego, deben explicar cómo ese milagro muestra la divinidad de Jesús.
  • Reflexión: Después de cada presentación, discutan cómo estos milagros no solo eran señales físicas, sino manifestaciones de la naturaleza divina de Jesús.

2. Role-Playing: Testigos de los Milagros

  • Objetivo: Entender las diferentes respuestas a los milagros de Jesús.
  • Materiales: Ropa simple para representar personajes bíblicos.
  • Actividad: Divide a los participantes en grupos. Cada grupo representará un evento como la resurrección de Lázaro o la alimentación de los cinco mil. Cada grupo debe interpretar diferentes reacciones: unos que creen en Jesús, otros que dudan o lo rechazan. Luego, cada grupo presenta su escena al resto de la clase.
  • Reflexión: Al final, todos comentan cómo estos milagros llevaron a diferentes respuestas. ¿Por qué algunas personas no creyeron, aunque presenciaron el poder de Jesús?

3. Mapa de Conexiones: “Yo Soy”

  • Objetivo: Relacionar las afirmaciones "Yo Soy" de Jesús con su divinidad.
  • Materiales: Cartulina, marcadores.
  • Actividad: Escribe en una cartulina las diferentes afirmaciones de Jesús en Juan (por ejemplo, "Yo soy la resurrección y la vida", "Yo soy el pan de vida", etc.). Luego, los participantes deben conectar cada afirmación con un evento de la vida de Jesús (como la resurrección de Lázaro, la alimentación de los cinco mil) y explicar cómo demuestra su divinidad.
  • Reflexión: Discute por qué es importante para la fe cristiana reconocer que Jesús es Dios y cómo su divinidad da sentido a cada uno de estos eventos.

4. Debate: La Importancia de la Divinidad de Jesús

  • Objetivo: Explorar el impacto de la divinidad de Jesús en la fe cristiana.
  • Actividad: Divide a los participantes en dos grupos. Un grupo argumentará sobre la importancia de la divinidad de Jesús para nuestra salvación, mientras que el otro discutirá sobre la relevancia de su humanidad. Al final, se reflexiona cómo ambos aspectos son fundamentales.
  • Reflexión: ¿Por qué es esencial que Jesús sea tanto Dios como hombre para ser nuestro Salvador?

5. Lectura Guiada y Discusión de Juan 11:25-26

  • Objetivo: Reflexionar sobre el mensaje central de la resurrección y la vida en Cristo.
  • Actividad: Lee en voz alta Juan 11:25-26. Luego, haz preguntas guiadas:
    • ¿Qué significa que Jesús es "la resurrección y la vida"?
    • ¿Cómo nos afecta personalmente esta verdad hoy?
  • Los participantes pueden escribir una oración o reflexión personal sobre cómo esta verdad impacta su vida.

Presentación en PPT : Señales de Divinidad.pptx


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1. Idea Central: Enseñar que la vida sin Cristo no tiene sentido, se vuelve monótona, cansada; y que con Cristo, la fuente de agua viva, hay frescura de alma, tranquilidad de espíritu, seguridad y confianza, y un deseo inmediato de testificación. 2. Propósito: Llegar al corazón de las personas y demostrarles que con Cristo y en Cristo las cosas son diferentes, y que no importa quién seas, puedes y tienes derecho a ser feliz y testificar. 3. Texto: San Juan 4:7-30.  Dios puede hacer muchas cosas, pero a veces no logramos entender y sólo lo resumimos en una palabra: “Milagro”. Y milagro es lo que realmente sucedió en el corazón de una mujer de quien vamos a hablar esta mañana. 4. Proposición: Lograr que las personas se acerquen a Cristo y su palabra. Sólo el encuentro con Cristo puede cambiar la dinámica de la vida de una persona moviéndolo a testificar. INTRODUCCIÓN 1. En la vida de cada ser humano existen algunas cosas en común. Vivimos en tiempo

El llamado a levantarse y resplandecer

By Raquel Arrais El texto bíblico de esta mañana está en Isaías 60:1 “¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” (RVR1995). Isaías nos anima a levantarnos y brillar porque ha llegado su “luz”. Elena de White define ese llamado al usar la imagen de “levantarse y resplandecer” en un mensaje poderoso. “Si alguna vez hubo un tiempo en la historia de los adventistas cuando deberían levantarse y brillar, ese tiempo es ahora. A ninguna voz se le debiera impedir proclamar el mensaje del tercer ángel. Que nadie, por temor de perder prestigio en el mundo, oscurezca un solo rayo de luz que proviene de la Fuente de toda luz. Se requiere valor moral para hacer la obra de Dios en estos días, pero que nadie sea conducido por el espíritu de la sabiduría humana. La verdad debiera ser todo para nosotros. Que los que quieren hacerse de renombre en el mundo se vayan con el mundo”.1 Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, dice el profeta Isaías. La

Las 5 excusas de Moisés

By Bonita J. Shields Desde mi percepción infantil, la iglesia de mi ciudad natal era enorme! Recuerdo la larguísima escalera que llevaba hasta el subsuelo donde funcionaba mi escuela sabática. La sala de reuniones era tremenda porque hasta podíamos jugar fútbol de salón en ella. ¿Y el campo de juegos? Era lo máximo en que podía pensar. Hasta que ya en mis años adolescentes advertí, súbitamente, que mi iglesia no era tan grande después de todo. Si bien comprendí al mismo tiempo que no por ello era la más pequeña tampoco, no me quedaron dudas de que definitivamente aquella no era la enorme, la colosal estructura que impresionó mi niñez. La vida de fe de Moisés no comenzó en Hebreos 11, el capítulo de los famosos héroes de la fe. Comenzó junto a una zarza ardiendo, durante una conversación con Dios. Moisés no le contestó con entusiasmo: “Sí Señor, sea hecha tu voluntad”. Fue más bien: “Señor... ¿No podrías enviar a algún otro?” Lo que recordamos de los relato