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Santuario Vivo

Isaías 6:1-9

La doctrina del santuario está en la base de la teología y la misión adventista del séptimo día y constituye la contribución más distintiva del adventismo al pensamiento cristiano.

Mientras otras doctrinas “distintivas” de los adventistas como el sábado, séptimo día, el estado de los muertos, el diezmo, etc., las enseñan varias denominaciones cristianas, la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el único gran grupo de fe que enseña la “buena nueva” del mensaje de los tres ángeles, que proclama, en estos últimos días de la historia de la Tierra, que “llegó la hora de su juicio” (Apocalipsis 14:6, 7). Los adventistas creen que cuando comenzó la expiación, el 22 de octubre de 1844, Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, entró en el Lugar Santísimo del Santuario celestial para conducir un juicio preadveni- miento vindicando a su pueblo y haciendo justicia contra todo el mal (Levítico 16; Daniel 7:9, 10, 21; 8:14).

Para los pioneros adventistas, “el tema del santuario fue la clave que desvendó el misterio del chasco de 1844”. Se abrió un velo y pudieron ver un sistema completo de ver- dad, conectado y armonioso, mostrando que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento del advenimiento y revelado el deber presente al dar luz a la posición y el trabajo de su pueblo.

El mensaje del santuario no es solo una doctrina entre muchas en la teología adventista del séptimo día. En 1906, Elena de White escribió: “La correcta comprensión de ministerio del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe” (Ev, 221).

Los adventistas estudiosos, tanto del pasado como del presente, mostraron como el santuario es el centro de todas las principales verdades doctrinarias de la Biblia. El mensaje del santuario es una revelación de la belleza, verdad y bondad de Dios (Salmos 27:4, 13). En contraste con la mayoría de los sistemas teológicos cristianos, construidos en torno de la noción platónica de un Dios atemporal que es incompatible con la realidad espacio-temporal, las Escrituras revelan a un Dios que entra en el espacio y en el tiempo, que habita en un lugar real en el universo, sentado en su trono, en su templo: Isaías 6:1-9 es solo uno de los múltiples ejemplos.

Desde el tiempo cuando fue creado el universo, y aun antes de la aparición del pecado y del mal en nuestro mundo, Dios nos invitó a entrar en comunión personal e íntima con él. El santuario terrenal de Israel era una “representación en miniatura” del original celestial, y tenía esa misma función principal (Éxodo 25:8, 9). Así, la doctrina del santuario es la encarnación del principio de Emanuel “Dios con nosotros” (Isaías 7:14).

La doctrina del santuario enfoca a Jesús en el santuario incluyendo:

Su obra de expiación en la cruz, que funciona como el altar sacrificial del santuario celestial (ver Hebreos 13:10).
Su ministerio celestial de intercesión por nosotros (ver Hebreos 7:25).
Su obra de venganza de su pueblo durante el juicio preadvenimiento (Daniel 7:22).

Si realmente queremos concentrarnos en Jesús, entonces debemos concentrarnos donde está Jesús ahora, aplicando los beneficios de su obra de expiación en el Calva- rio por nosotros, personalmente en el santuario celestial (ver Hebreos 7-10). El mensaje del santuario es una ven- tana hacia el corazón del Dios triuno e involucra la obra unida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La mayoría de las personas están hoy fascinadas por el concepto del santuario, pero paradójicamente, le dan poca atención al mensaje del santuario de la Biblia. El santuario bíblico es un lugar sagrado, tanto aquí en la Tie- rra como en el Cielo, donde los seres se acercan a adorar a Dios (Sal. 150:1); es el centro de mando del universo donde las huestes angélicas vienen y van en un servicio amoroso a su Comandante (Isa. 6:6, 7). El santuario es un lugar de seguridad y tranquilidad donde Dios invita a su pueblo a acercarse por fe y escapar del ritmo agitado y amenazante de la vida actual (Heb. 4:16; 10:19-22).

 La seguridad en Jesús, no el miedo al infierno.

El mensaje del juicio preadvenimiento del santuario a veces es comprendido de tal forma que produce miedo en el corazón de los que no se sienten suficientemente buenos para enfrentar al Juez Divino. Pero el mensaje bíblico de ese juicio es una buena noticia sobre Jesús (Apocalipsis 14:6, 7).

Cristo en el santuario

En verdad, en el santuario vemos que Jesús es:

Nuestro Sustituto, él pagó el precio por nuestros pecados (Isa. 53:6).
Nuestro Abogado, quien nunca perdió un caso (1 Juan 2:1).
Nuestro Testigo fiel, que testifica en nuestro favor contra las falsas acusaciones de Satanás (Apoc. 3:4).
Nuestro Juez, que está de nuestro lado (Juan 5:22).
Nuestro Purificador, asume la responsabilidad por nuestra limpieza moral (Eze. 36:25-27).
Nuestro Vindicador, que pronuncia el juicio “en favor de los santos” y trae justicia retributiva con- tra los que maltrataron y maltratan al pueblo de Dios (Dan. 7:22, 26).

El Vindicador del carácter de Dios, para que todo el universo al fin declare: “Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos” (Apocalipsis 15:3).

El juicio y el santuario

Para el pueblo de Dios, el verbo “juzgar” en la Biblia tiene implicaciones positivas: “justificar” (Romanos 3:22- 26; 5:6-11); “salvar” (Isaías 35:4); “libertar” (Salmos 9:7-10); “vindicar” (Salmos 135:14).

En este mundo de injusticia, opresión, abuso, sufrimiento, calumnia y maldad, el Dios de justicia y misericordia está en el santuario celestial, trabajando en todo eso para hacer justicia por todos los males hechos en el universo, y dar salvación y vindicación a todos los que confían en él.

La gracia y el santuario

Cada mueble, símbolo y actividad en el santuario señala a Cristo.

Cristo es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, la luz del mundo que ilumina a todos, el pan de vida que descendió del Cielo para darnos la vida eterna. Cristo es nuestro intercesor contra las acusaciones de Satanás. Cristo es el velo del templo que cargó nuestros pecados en su cuerpo.

Todo eso está revelado en el santuario, la expresión de la gracia de Dios a través del santuario y del servi- cio sacerdotal.

El santuario era donde Dios se encontraba con los pecadores; hoy él nos encuentra en Cristo. El santuario fue donde Dios se reveló a los pecadores; hoy él se revela a nosotros en Cristo. El santuario era donde Dios habitaba con los pecadores; hoy, él habita con nosotros en Cristo. El santuario era donde Dios aceptó a los pecadores; hoy él nos acepta en Cristo. El santuario era donde Dios perdonó a los pecadores; hoy él nos perdona en Cristo. ¿Cómo nosotros podemos encontrar gracia en el santuario?

Conclusión

Algunos cristianos temen el juicio presente, porque se miran a sí mismos y no a Cristo. Dios no nos pide que estemos preocupados con nuestra propia perfección, sino con la de él. Necesitamos de su manto de rectitud. Por lo tanto, el juicio preadvenimiento está centrado en Cristo y no centrado en el ser humano. No es tanto lo que los individuos tienen o hicieron por sí mismos lo que decidirá su caso; sino si ellos aceptaron o rechazaron lo que Cristo hizo por ellos cuando fue juzgado en su lugar en la cruz (Juan 12:31). Los que se apegan a Cristo irán al Cielo, los que no lo hacen, no irán. Dios se muestra amoroso y justo, permi- tiendo que la libertad de elección humana sea decisiva. Las dos fases del ministerio de Cristo son el evangelio, pues no hay redención sin la resolución de la controversia.

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