Una persona promedio tiene cerca de 48 pensamientos por minuto, de acuerdo con el Laboratorio de Neuroimagen de la Universidad del Sur de California. Eso suma un total de 70.000 pensamientos por día. Y suman los impresionantes 25.550.000 pensamientos por año.
El cerebro humano promedio pesa aproximadamente 1,3 kilos y continúa creciendo desde la concepción hasta que la persona tiene cerca de dieciocho años. El cerebro humano contiene cerca de 100 mil millones de células, que pueden vivir toda la vida de la persona, y con frecuencia se convierten en las células vivas más antiguas del cuerpo humano.
Los pensamientos en un cerebro humano son alimentados por neurotransmisores, que a su vez son alimentados por grandes cantidades de sangre que fluye por el cerebro cada minuto. El cerebro solo puede sobrevivir sin la sangre que lo oxigena de cuatro a seis minutos. Después de ese tiempo, las células cerebrales comienzan a morir. Una persona pierde la conciencia después de solo unos 10 segundos sin sangre oxigenada.
NEUROTRANSMISORES DESARROLLAN LAS VÍAS CEREBRALES
Los neurotransmisores desarrollan vías cerebrales basados en nuestros procesos de pensamiento. Así como el agua forma un río al repetir el mismo camino, nuestros pensamientos crean una realidad recorriendo continuamente la misma frecuencia en nuestro cerebro. Nuestros pensamientos acarrean impulsos eléctricos que disparan mensajes repetidos por una vía en nuestro cerebro. Cuanto más pensamos un determinado pensamiento, más profundo se hace la vía eléctrica.
Aquí está una verdad vital que afecta nuestro pensamiento. La mente humana está constituida de manera que siempre se fijará en algo. Es una ley de la vida que, si pensamos sobre algo con bastante frecuencia y por mucho tiempo, llegaremos a la etapa en que no podemos dejar de pensar sobre eso. Nuestros pensamientos estarán literalmente en una ranura. Una vez que nuestros pensamientos están aprisionados en esa ranura, nuestras actitudes y acciones los siguen. Es de suma importancia guardar nuestra mente.
El sabio declara esa verdad eterna en Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (RVR-1960). “Y sobre todas las cosas, cuida tu mente, porque ella es la fuente de la vida” (TLA).
“Con toda diligencia guarda tu corazón: porque de él fluyen las acciones de la vida” (Helen Sprl. La traducción de las Escrituras del Antiguo Testamento del hebreo original).
En el Antiguo Testamento el término corazón se refiere a la mente, al intelecto, a las emociones y a los pensamientos. Traducido libremente, nuestro texto dice: “Guarde su mente. Observe lo que piensa. Esté consciente de los pensamientos que pasan por su cerebro”.
Recuerde que, si piensa en algo por mucho tiempo, eso afectará sus acciones y actitudes.
Hoy nos concentraremos en siete pasos prácticos para proteger los pensamientos. Esos siete principios bíblicos eternos harán una gran diferencia en sus pensamientos.
1. Pensamientos repetidos se vuelven pensamientos enraizados. La palabra enraizada significa firmemente fijada o establecida. Se vuelven indeleblemente escritos en nuestra constitución mental o moral. Nos transformamos en lo que más pensamos.
Por eso el apóstol Pablo afirma en Colosenses 3:1, 2 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Observe estas dos palabras: Buscar y poner. Si usted desea cambiar sus patrones de pensamiento, haga una elección consciente de buscar las cosas del Cielo y de poner su mente en ellas.
Si usted quiere cambiar sus pensamientos, cambie su enfoque. Cambie las cosas a las que está prestando más atención. No puede esperar tener pensamientos celestiales si no tiene llena su mente con ellos. Pablo enfatiza ese punto nuevamente en 2 Corintios 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Elena de White agrega: “Una ley del intelecto humano hace que se adapte gradualmente a las materias en las cuales se le enseña a espaciarse. Si se dedica solamente a asuntos triviales, se atrofia y se debilita. Si no se le exige que considere problemas difíciles, pierde con el tiempo su capacidad de crecer. Como un instrumento educador de la Biblia no tiene rival. En la Palabra de Dios, la mente halla temas para la meditación más profunda y las aspiraciones más sublimes” (PP, 647).
Si usted quiere cambiar sus pensamientos, cambie su enfoque. Las acciones repetidas se vuelven pensamientos enraizados.
2. No acepte cada pensamiento que pasa por su mente como verdadero. Solo porque usted piensa en algo no transforma lo que piensa en realidad. La Biblia es clara: simplemente porque tenemos pensamientos negativos sobre nosotros mismos, otras personas o las circunstancias que estamos enfrentando no hacen que esos pensamientos sean una realidad.
a. Pensamientos sobre nosotros mismos: El apóstol Juan deja claro ese punto en 1 Juan 3:20 “...pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas”. ¿Que es lo que Juan dice aquí? Simplemente eso. No crea en cada pensamiento que corre suelto en su mente.
Cuando el diablo le dice que usted es un pecador culpable, dígale que Jesús es un poderoso Salvador y que usted es un hijo de Dios.
Cuando el diablo le dice que usted es muy débil para vencer algún pecado acariciado, diga que él tiene razón, pero que Jesús es un conquistador poderoso y en su nombre usted será victorioso.
Cuando el diablo le diga que su familia se está desintegrando y que hay poca esperanza, dígale que Jesús es poderoso para sanar y que en Cristo hay esperanza.
No preste oído a las mentiras del demonio sobre usted, porque él es un mentiroso y el padre de mentira (Juan 8:44). Simplemente porque usted piensa en algo no lo hace verdadero. Eso es verdad con relación a los pensamientos sobre nosotros mismos y también sobre los demás.
b. Pensamientos sobre los demás: Solo porque usted piensa algo sobre otra persona no significa que lo que usted piensa es verdad. Nuestras percepciones sobre otros no siempre son reales.
Lea 1 Juan 4:6-8 “Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.
Cuando los pensamientos pasan por nuestra mente, es vital pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a distinguir entre la verdad y el error. A veces, criticamos a otros injustamente. Nosotros no sabemos todas sus circunstancias, ni sus motivos. Solo Dios, que conoce todos los hechos, puede juzgar a las personas con justicia. Los pensamientos que tenemos con relación a otros muchas veces no son verdaderos. Permitir que habiten en nuestra mente es permitir que el diablo arruine las relaciones.
LA EXPERIENCIA DE JOHN WESLEY
John Wesley habló de un hombre por quien él tenía poco respeto porque lo consideraba miserable y avaro. Un día, cuando esa persona contribuyó solo con una pequeña ofrenda para una obra de caridad que valía la pena, Wesley lo criticó abiertamente.
Después del incidente, el hombre fue a Wesley en privado y le dijo que estaba viviendo con pastinaca (una raíz de la familia de las zanahorias) y agua por varias semanas. Él explicó que antes de su conversión había acumulado muchas deudas. Ahora, al economizar en todo y no comprar nada para sí, estaba pagando a sus acreedores uno por uno. “Cristo me hizo un hombre honesto”, dijo él, “y así, con todas esas deudas a pagar, puedo dar solo algunas ofrendas además de mi diezmo. Debo arreglar las cuentas con mis vecinos de este mundo y mostrarles lo que la gracia de Dios puede hacer en el corazón de un hombre que fue deshonesto”. Wesley entonces le pidió disculpas al hombre y le rogó que lo perdonara.
Recuerde: solo porque usted piensa algo sobre otra persona no hace verdadero lo que usted piensa.
c. Pensamientos sobre las circunstancias de la vida. El diablo con frecuencia nos tienta con pensamientos como estos: “Esa situación es imposible”. “La vida es tan injusta”. “¿Por qué me sucede eso a mí?”. “Yo no merezco esto”.
Cuando nos domina el pensamiento de que la vida nos trató injustamente, es muy fácil dudar de las intenciones amorosas de Dios hacia nosotros o, lo que es peor de Dios. Eso nos hace estar ansiosos, preo- cupados y con miedo. Lea 1 Juan 4:18 “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”.
Hay muchas cosas que no entendemos completamente sobre las circunstancias de la vida. Muchas veces quedamos perplejos y a veces confundidos, pero sabemos esto con seguridad: cuando las cosas parecen fuera de control, Cristo todavía está al control.
En Cristo, las circunstancias de la vida no nos sobrecargan porque tenemos a Aquel que echó fuera todo el miedo al fracaso. Sabemos que él nos ama, nos mantiene en sus manos y en él estamos seguros. Recuerde que sus pensamientos no siempre reflejan la realidad.
A continuación, el tercer principio para guardar sus pensamientos.
3. Sustituya pensamientos antiguos por nuevos. La idea de vaciar la mente viene del misticismo oriental y no es un concepto bíblico. La verdad es que la mente nunca puede estar “vacía”, debe ser renovada. Romanos 12:2 dice así: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Recuerde la historia que contó Jesús sobre expulsar el demonio de una casa y que si ella permanecía vacía volverían otros siete. Lo que Jesús decía es lo siguiente: si usted expulsa un pensamiento malo de su mente y no lo sustituye por un pensamiento bueno, vendrán otros siete pensamientos malos e inundarán su mente.
Llene su mente con pensamientos buenos y usted expulsará los pensamientos malos. Si las cosas buenas no llenan los espacios vacíos, las cosas malas lo harán. Todos los espacios vacíos serán llenados con algo. Nuestra mente se renueva cuando la llenamos con verdades eternas. La Biblia nos exhorta a traer a Cristo todo pensamiento cautivo. El apóstol Pablo lo pone de esta forma en 2 Corintios 10:5 “Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
En la meditación matinal Exaltad a Jesús, p. 157 dice: “Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida”.
Llene su mente con verdades eternas y los principios el Reino de Dios y el Espíritu Santo expulsará los pensamientos indeseables, deseos profanos y actitudes no cristianas.
4. Analice el origen de sus pensamientos. El apóstol describe ese principio en Santiago 3:14-18: “Si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para los que hacen la paz”.
¿Cuál es el origen de ese pensamiento? ¿Ese pensamiento viene de arriba o de abajo?
¿Quién esta inspirando ese pensamiento, es Cristo o Satanás?
¿Ese pensamiento me llevará más cerca de Cristo?
¿Es edificante o deprimente?
Ese pensamiento ¿Me lleva a la autoindulgencia o al autosacrificio?
Si sigo ese pensamiento a su conclusión lógica, ¿a dónde me llevará?
Deténgase y analice lo que sucede en su cabeza. ¿De dónde vienen esos pensamientos?
Si no lo llevan más cerca de Cristo, si no son pensamientos edificantes, si no están haciendo de usted una persona mejor, renuncie a ellos en el nombre de Jesús.
Los pensamientos puestos en nuestra mente por el Espíritu Santo nunca nos llevan a contrariar su voluntad o su Palabra.
5. Recuerde que no solo los pensamientos llevan a la acción, sino que también las acciones llevan a los pensamientos. El sabio lo afirma claramente en Proverbios 16:3 “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados”.
Si usted quiere cambiar su pensamiento, cambie su acción. Nuestros pensamientos no solo conducen a nuestras acciones, sino que también nuestras acciones conducen a nuestros pensamientos.
En el libro con récord de ventas Blink, sobre procedimientos de negocios innovadores y prácticas creativas, los autores ilustran cómo nuestras acciones impactan nuestros pensamientos.
Ellos juntaron tres grupos de personas y los colocaron en tres salas con las siguientes instrucciones:
Grupo 1: Actúe la emoción de tristeza.
Grupo 2: Actúe la emoción de alegría.
Grupo 3: Actúe la emoción de ira.
Los grupos también deberían hacer lo siguiente: No hace ninguna diferencia cómo usted se siente. Lo más importante es actuar lo más intensamente posible esas emociones asignadas.
Para sorpresa de los investigadores, ellos descubrieron que cuando las personas representaban esas emociones, se transformaban en lo que representaban. En otras palabras, sus acciones cambiaron sus pensamientos.
Si usted quiere tener pensamientos espirituales, cambie su comportamiento. Actúe de acuerdo con las impresiones espirituales que Dios pone en su mente.
Reserve un tiempo para la oración.
Tenga un tiempo devocional regular.
Participe de una reunión de oración.
Participe de los programas de evangelismo que ofrece la iglesia.
Participe en la testificación.
Al actuar y hacer cambios por el poder del Espíritu Santo nuestros pensamientos cambiarán. Las acciones positivas producen pensamientos positivos.
6. Cambiar nuestros pensamientos muchas veces requiere pedirle a Dios que nos de su poder para cambiar nuestros hábitos de vida. Recordemos que hay cuatro “motivadores” de pensamientos amargos.
1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Es innegable que nuestros hábitos físicos impactan nuestras actitudes mentales.
El sueño: La falta de sueño afecta directamente nuestro sistema nervioso, lo que afecta nuestros pensamientos. ¿Notó que, si no logra dormir bien, suele estar malhumorado, impaciente y mucho más nervioso? Si desea tener pensamientos positivos, tenga cuidado de dormir lo suficiente. No podrá lograrlo con cuatro horas de sueño por noche.
El azúcar: Una nutrición adecuada afecta nuestro proceso de pensamiento. Cantidades excesivas de azúcar neutralizan el impacto de la tiamina, una de las vitaminas del complejo B que ayudan a estabilizar el sistema nervioso. Eso lleva a preocupación ansiedad y miedo. Si usted quiere proteger sus pensamientos, asegúrese que su dieta sea lo más nutritiva posible.
El sedentarismo: La falta de oxígeno en el cerebro afecta negativamente la manera en la que pensamos. Cuando los pensamientos de inferioridad, negativos o inadecuados invadan su cerebro, salga al aire libre, haga un paseo, inspire profundamente y pida a Dios que le dé una sensación de calma y paz. Eso hará maravillas por su vida física, mental y espiritual. Si usted quiere tener pensamientos positivos, salga y haga algún ejercicio y limpie las telarañas de su cerebro.
El estrés: Cuando nos sentimos estresados y oprimidos, muchas veces nuestros pensamientos son negativos. El estrés generalmente surge cuando perdemos la concentración y el problema inmediato parece más grande de lo que podemos enfrentar. Cuando se sienta oprimido clame la promesa de Dios: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
Cuando no dormimos lo suficiente, no tenemos una nutrición adecuada, dejamos de ejercitarnos y nos domina el estrés, el diablo se aprovecha de nuestra condición y destruye nuestra mente, enviándonos pensamientos negativos. Permanezca alerta, esté atento, cuide los cuatro “motivadores” de pensamientos amargos.
7. Ponga una tela mosquitera en su mente. Colocamos telas mosquiteras en nuestras habitaciones para mantener los insectos lejos. No es muy agradable intentar dormir y tener cinco mosquitos zumbando en torno de nuestra cabeza intentando picarnos.
Dios nos dio una tela mosquitera divina para nuestra mente.
Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
ANALICEMOS LOS SIETE FILTROS DE NUESTRO PASAJE:
Verdadero: En oposición a lo falso. El mundo promete lo que nunca puede cumplir. Las promesas de Dios son verdaderas. No llenemos nuestra mente con lo que es falso, sustituyamos lo falso y artificial por lo real y genuino. Las verdades eternas generalmente tienen poco estímulo en una mente llena de falsedades. Llene su mente con lo que es real.
Honesto: Una traducción dice íntegro o digno. Un escritor expresó ese pensamiento como la “dignidad de la santidad” en oposición a lo que es barato, sensacional y artificial. Llene su mente con pensamientos elevados y sagrados del Cielo.
Justo: La justicia tiene que ver con rectitud o hacer lo que es correcto, justo o equitativo. Hágase esta pregunta con frecuencia: ¿Estoy tratando a los demás con justicia, equidad e igualdad?
Puro: Tan limpio que es adecuado para presentarlo ante la presencia de Dios. ¿Puedo hacer esa actividad teniendo la seguridad de estar en la presencia de Dios?
Amable: Lo que produce amor en forma de bondad, simpatía y tolerancia.
De buen nombre: Algo digno de que Dios oiga. No es algo feo, falso, barato o impuro.
Virtud: Excelencia, que puede elevarlo para ser lo mejor que puede en Cristo.
Jesús es el divino, todopoderoso modificador de pensamientos. Romanos 8:5, 6 declara: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; por los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”.
Por medio del poder del Espíritu Santo Jesús transforma nuestros pensamientos carnales en espirituales, nuestros pensamientos egoístas en amorosos y dirigidos a otros; nuestros pensamientos codiciosos en generosos; nuestros pensamientos impuros en pensamientos puros; y nuestros pensamientos críticos en pensamientos cuidadosos. ¿Le permitirá a Jesús hacer ese cambio por usted y en usted para que modifique el rumbo de sus pensamientos? Él puede obrar con poder para que usted sea un testigo de su amor y de su gracia en este mundo contaminado por el pecado.
Vea esta promesa de Cristo para usted: “Dios dio a los hombres el poder de elegir, a ellos les toca ejercerlo. No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos los afectos a Dios; pero podéis escoger servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para que él obre en vosotros tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se concentrarán en él y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con él” (CC, 47).
¿Está dispuesto a darle su voluntad, ahora mismo, mientras oramos y le pedimos que lo amolde a su imagen y le dé, como dice Pablo, “la mente de Cristo”?
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