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El Renacer del Planeta tierra - El Señor salva

“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17).

Un día, un niño de doce años que acababa de leer un libro sobre astronomía se negó a ir a la escuela. Su madre llevó al niño al médico de familia, quien le preguntó:

–Guillermo, ¿qué te pasa? ¿Por qué ya no quieres estudiar ni ir a la escuela?
–Porque, doctor –dijo–, leí en este libro de astronomía que un día el Sol se quemará y toda la vida de la Tierra se desvanecerá. No veo ninguna razón para hacer nada si, al final, todo se extinguirá.
–¡Eso no te incumbe! ¡No es asunto tuyo! –exclamó la madre, histérica.

–Pero, Guillermo –le dijo el médico con una sonrisa–, no tienes que preocuparte, porque para cuando eso suceda todos estaremos muertos de todos modos.

Por supuesto, ese es parte del problema: finalmente, de todos modos morimos.

Afortunadamente, nuestra existencia no tiene que terminar en la muerte. Al contrario, se nos ha ofrecido vida, vida eterna, en un mundo renovado.

I. CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA (Isaías 65:17–25)

"Estaba listo para responder, pero nadie me pedía ayuda; estaba listo para dejarme encontrar, pero nadie me buscaba...Todo el día abrí mis brazos a un pueblo rebelde. Pero ellos siguen a sus malos caminos y planes torcidos. Todo el día me insultan en mi propia cara." Isaías 65:1. NTV

Abrir los brazos es un gesto de petición, generalmente de un inferior a un superior, pero aquí Dios se humilla para suplicar que su pueblo regrese a él. Dios está allí todo el tiempo.
Lee Isaías 65:17 al 25. ¿Qué tipo de restauración promete el Señor?

Dios promete una nueva creación, y comienza con estas palabras:
“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isa. 65:17). En esta notable profecía, el Señor promete “traer a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo” (65:18). En la ciudad no habrá más llanto (65:19). La gente normalmente vivirá bastante más de un siglo antes de morir (65:20). Su trabajo y sus hijos subsistirán para que ellos disfruten (65:21-23).
Si bien esto es bueno, ¿por qué no es una escena de nuestra restauración final, nuestra esperanza final?

Por ahora tenemos una escena de una vida larga y tranquila en la Tierra Prometida. Pero, a pesar de que la gente viva más, aún muere. ¿Dónde está la transformación radical de la naturaleza que esperamos con la creación de “nuevos cielos” y una “nueva tierra”? El siguiente versículo nos dice: “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová” (Isaías 65:25). Isaías 65 apunta ala renovación final del planeta tierra. Estas expresiones enfatizan el alcance radical de la transformación que el Señor deseaba para su pueblo fiel en la tierra prometida. Sin embargo, como otras predicciones de la profecía clásica, la profecía de Isaías 65 era condicional: Dependía de la respuesta del pueblo de Dios.
Para que los carnívoros como los leones se vuelvan vegetarianos se requiere mucho más que una clase de cocina vegetariana. Se necesita una nueva creación para restaurar el mundo a su estado ideal, como era antes de que el pecado, en el Edén, introdujera la muerte.

Aquí, en Isaías 65, Dios presenta la creación de “nuevos cielos” y una “nueva tierra” como un proceso, una serie de pasos, que comienza con la reconstrucción de Jerusalén. Compara Isaías 11, donde el Mesías traería justicia (Isaías 11:1-5). Luego, finalmente, habrá paz en el “santo monte” mundial de Dios. Las imágenes que se utilizan en Isaías 11 son similares a las que se encuentran en Isaías 65: “Morará el lobo con el cordero [...] y el león como el buey comerá paja” (11:6, 7). Aunque el “santo monte” del Señor comenzaría con el Monte Sion de Jerusalén, este era solo un precursor, un símbolo de lo que Dios promete
hacer, en última instancia, en un mundo nuevo con su pueblo redimido. El pueblo de Dios será bendecido con longevidad aunque todavía no haya recibido la inmortalidad.

Supongamos que, en lugar de vivir 60, 70, 90 o incluso 100 años, la mayoría de la gente viviera un millón de años o más. ¿Por qué aun así no se resolvería el problema fundamental de la humanidad? ¿Por qué la vida eterna es la única respuesta a nuestras más profundas necesidades humanas?

II. “IMÁN” DIVINO (Isaías 66:1-19)

Isaías 66 sigue describiendo la futura restauración de Jerusalén y reitera la promesa de "cielos nuevos" y "nueva tierra", comenzando con el concepto de que Dios, como el divino Creador, tiene poder suficiente como para lograr una transformación de esa magnitud. Sin embargo, para que nadie piense que Dios es tan sublime, poderoso y trascendente, y por lo tanto, inaccesible, Isaías 66:2 agrega la idea de que él también mirará a los humildes y que respetan lo que Dios dice. Él es el Dios cercano que presta atención a su pueblo con bondad e incluso antes de que lo llamen. Los israelitas solo necesitaban al único Señor, que cumple con todos los roles divinos.

Lee Isaías 66:1 al 19. Teniendo en cuenta la época en que Isaías escribió, ¿Cuál es el mensaje básico que da aquí?

A través del profeta, Dios reitera el llamado y la advertencia que impregnan el libro: Dios salvará y restaurará a los humildes que tiemblan ante su Palabra (Isa. 66:2, 5). Como en Isaías 40:1, los consolará (66:13). Pero destruirá a los que se rebelen contra él. Esto incluye a los hipócritas que practican rituales, cuyos sacrificios él rechaza (66:3, 4; comparar con 1:10-15), así como a quienes odian y rechazan a los fieles de Dios (66:5). También incluye a quienes practican abominaciones paganas (66:17) como las que se
practicaban incluso en el Templo de Jerusalén (Ezequiel 8:7-12).

"Pero a los que escojan sus propios caminos y se deleiten en sus pecados detestables, no les aceptaré sus ofrendas. Cuando tales personas sacrifiquen un toro, será tan inaceptable como un sacrificio humano. Cuando sacrifiquen un cordero, será como si hubieran sacrificado un perro. Cuando traigan una ofrenda de grano, igual sería que ofrecieran sangre de cerdo. Cuando quemen incienso, será como si hubieran bendecido a un ídolo." Isaías 66:3 NTV 

¿Qué quiere decir este versículo? ¿Qué principios espirituales se revelan? ¿Cómo podría expresarse la misma idea, pero en el contexto del cristianismo y la adoración contemporáneos? 

¿En qué medida Dios actúa como un imán para atraer a las naciones a sí mismo?

"Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria. Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones." Isaías 66:18, 19.

Después de la destrucción de sus enemigos (66:14-17), Dios revela su gloria para que se convierta en un imán para atraer a la gente a Jerusalén(comparar con 2:2–4). Él establece una “señal” entre ellos, que no se especifica aquí, pero aparentemente se refiere a la señal mencionada por última vez por Isaías: Dios da alegría y paz a su pueblo, y restaura su tierra (Isaías 55:12, 13). Cuando revela su gloria al restaurar a su pueblo después de la destrucción, esta es una señal de su favor restaurado, así como dio a Noé la señal del arco iris después del Diluvio (Génesis 9:13-17).

"Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos." Isaías 66:5. 

¿Qué significa “temblar” ante su Palabra? ¿Por qué quiere el Señor que temblemos frente a su Palabra? Si tú no tiemblas, ¿qué podría significar eso sobre la condición de tu corazón?

III. LÍDERES MISIONEROS Y DE ADORACIÓN (Isaías 66:19-21)

¿Cuál es el significado de los sobrevivientes que traen gente de las naciones como una ofrenda a Jehová? Isaías 66:19, 20.

Dios envía sobrevivientes de su destrucción a los confines de la Tierra, a la gente que no conoce a Dios, “y publicarán mi gloria entre las naciones” (Isaías 66:19). Esta es una de las afirmaciones más claras del Antiguo Testamento sobre el tema de acción misionera. No solo habrá gente que se sentirá atraída
hacia la nación hebrea, sino además algunos de los hebreos irán a otras naciones y les enseñarán acerca del Dios verdadero; un paradigma que es explícito en el Nuevo Testamento. Aunque hubo obra misionera judía entre la época del regreso del Exilio y la época de Cristo (Mateo 23:15), los primeros cristianos difundieron el evangelio en forma rápida y a gran escala (Colosenses 1:23).

Así como los israelitas llevaban ofrendas de grano a Jehová en su Templo, los misioneros le llevarían una ofrenda. Pero su ofrenda sería “todos vuestros hermanos de entre todas las naciones” (Isaías 66:20). Así como las ofrendas de granos eran regalos para Dios que no se sacrificaban, los conversos traídos al Señor le serían presentados como “sacrificio vivo” (comparar con Romanos 12:1). Con respecto a la idea de que la gente podría ser presentada como una especie de ofrenda a Dios, ten en cuenta la dedicación mucho más antigua de los levitas como “ofrenda de los hijos de Israel, y servirán en el ministerio de Jehová” (Números 8:11).

¿Cuál es la importancia de la promesa de Dios de escoger “de ellos para sacerdotes y levitas” (Isaías 66:21)?

El “ellos”, en el versículo 21, se refiere a “vuestros hermanos de entre todas las naciones” en el versículo anterior. Estos son gentiles, algunos de los cuales Dios elegiría como conductores de adoración, junto con los sacerdotes y levitas. Este es un cambio revolucionario. El texto predice un cambio de liderazgo religioso. Dios previamente había autorizado que solo los descendientes de Aarón sirvieran como sacerdotes y únicamente a otros miembros de la tribu de Leví para ayudarlos. Los gentiles no podían literalmente convertirse en descendientes de Aarón o de Leví, pero Dios autorizaría a algunos a servir en estas funciones, que previamente estaban prohibidas incluso para la mayoría de los judíos.
Lee 1 Pedro 2:9 y 10. ¿A quién escribe Pedro? ¿Qué le dice? ¿Qué mensaje tiene para cada uno de nosotros, como miembros de una “nación santa” hoy? ¿Nos está yendo mejor que a los destinatarios originales (Éxodo 19:6)?

IV. COMUNIDAD DE FE (Isaías 66:21)

Los israelitas eran “un reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:6), con sacerdotes especiales apartados para representarlos como líderes de adoración. Pero en el futuro, algunos gentiles se convertirían en conductores de adoración (Isa. 66:21).
¿Cómo afectaría este cambio a la comunidad de fe renovada? Ver Mateo 28:19; Hechos 26:20; Gálatas 3:28; Colosenses 3:11; y 1 Timoteo 3:16.

En el “nuevo orden mundial” de Dios, los gentiles no solo se unirían al pueblo de Dios, sino además estarían en pie de igualdad con los judíos en una comunidad combinada de fe que sería un “real sacerdocio”. Por lo tanto, la distinción entre judíos y gentiles se volvería prácticamente irrelevante.
¿Cuándo se cumplió esta profecía de Isaías?

Pablo, el misionero a los gentiles, proclamó: “Ya no hay judío ni griego [...] porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:28, 29).

Convertirse en herederos de la promesa y, por lo tanto, en un “real sacerdocio” exaltado, no era un mandato para un elitismo arrogante, sino una comisión para unirse a los judíos en la proclamación de “las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9, NVI; comparar con Isaías 66:19).

La exaltación de los gentiles no daba derecho a los judíos para quejarse de que Dios era injusto al darles la misma recompensa. Tampoco daba derecho a los gentiles a tratar a sus hermanos judíos con falta de respeto, así como los obreros contratados en las primeras horas del día tampoco deberían menospreciar a los contratados más tarde (ver Mateo 20:1-16). Pablo escribió a los gentiles: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas” (Romanos 11:17, 18). En la tierra nueva no habrá necesidad de que los roles literales de sacerdotes y levitas sirvan en un sistema ritual como en el templo del Señor en Jerusalén.

A la luz de la Cruz, a la luz de la comisión evangélica, ¿por qué cualquier clase de elitismo espiritual, étnico o incluso político es tan aborrecible a la vista de Dios? Mírate de cerca. ¿Estás albergando algún sentimiento de superioridad espiritual o étnica? Si es así, ¡arrepiéntete!

V. “ASÍ PERMANECERÁ VUESTRA DESCENDENCIA Y VUESTRO NOMBRE” (Isaías 66:22-24)

Lee Isaías 66:22. ¿Qué mensaje nos transmite el versículo? ¿Qué esperanza podemos encontrar aquí?

Una de las promesas más maravillosas de Isaías se encuentra en Isaías 66:22. Léelo con atención. En los cielos nuevos y la Tierra Nueva, nuestra descendencia y nuestro nombre permanecerán para siempre. Nada de borrar, cortar, injertar, arrancar o eliminar de raíz. Tenemos aquí una promesa de vida eterna en un mundo nuevo: un mundo sin pecado, sin muerte, sin sufrimiento; un cielo nuevo y una Tierra Nueva; el cumplimiento final y completo de nuestra fe cristiana; la consumación de lo que Cristo ha logrado en nuestro favor en la Cruz.

"Sucederá que de una luna nueva a otra, y de un sábado a otro, toda la humanidad vendrá a postrarse ante mí —dice el Señor—." Isaías 66:23

¿Por qué hay lunas nuevas junto con los días de reposo en la representación de los nuevos cielos y la nueva Tierra?

Aunque hay varias maneras diferentes de ver este texto difícil, una aproximación es esta: Dios creó el sábado antes de que existiera el sistema de sacrificios (Génesis 2:2, 3). Así, aunque en el sistema ritual se guardaba el sábado, este no dependía de él. Por lo tanto, el día de reposo sigue sin interrupciones durante todo el período de restauración en la nueva Tierra. No hay indicios en la Biblia de que las lunas nuevas fueran días legítimos de adoración al margen del sistema de sacrificios. Pero quizá serán días de adoración (aunque no necesariamente días de descanso como los días de reposo semanales) en la nueva Tierra, posiblemente en relación con el ciclo mensual del árbol de la vida (Apocalipsis 22:2).

Cualquiera que sea el significado específico de Isaías 66:23, el aspecto fundamental parece ser que el pueblo de Dios lo adorará por toda la eternidad.

¿Por qué Isaías termina con la escena negativa de los salvados contemplando los cadáveres de los rebeldes destruidos por Dios (Isaías 66:24)?

Como una advertencia gráfica para la gente de su época, Isaías resume el contraste entre los fieles sobrevivientes de la destrucción de Babilonia y los rebeldes, que serían destruidos. Este no es un tormento eterno.

"Su gusano nunca morirá" significa "Los gusanos que se los comen no morirán" Isaías 66:24.
Esto indica que su tormento dura solo mientras permanecen vivos, y luego mueren. Los conceptos de fuego inextinguible y gusanos vivos simplemente enfatizan que estos agentes consumidores hacen su trabajo de destrucción hasta terminar completamente su tarea. Las expresiones "fuego eterno" y humo "que sube por los siglos de los siglos" significan que el fuego destruye todo. Después que el fuego haya hecho su obra, para que todos los cadáveres desaparezcan, él volverá a crear la misma Tierra y la convertirá en nuestro hogar perfecto y eterno.

CONCLUSIÓN

Dios es amor, aunque muchos no entiendan ese concepto. A diferencia del pecado y Satanás que asechan la puerta y buscan una oportunidad para entrar o "colarse"; Jesús espera afuera, respetando nuestra libertad de elección. Es Jesús , no el pecado, quien nos da la verdadera libertad.
“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza.

“Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición, y honra y gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los siglos de los siglos!’ (Apocalipsis 5:13, VM).

“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor” (CS, 657).

1. ¿Por qué la promesa de vida eterna en un cielo nuevo y una Tierra Nueva es tan básica para nuestra creencia cristiana? ¿De qué serviría nuestra fe sin esa promesa?

2. Lee 2 Pedro 3:10 al 14. ¿Cómo reflejan estos versículos la misma idea presentada en Isaías 66?

Isaías presenta una visión de alcance asombroso. Dios no solo purificaría y restauraría a su comunidad de fe, sino también ampliaría sus fronteras hasta abarcar a todas las naciones. Finalmente, la nueva creación de su comunidad conduciría a la reconstrucción del planeta Tierra, donde su presencia sería el máximo consuelo de su pueblo. Dios, a través de Isaías, usó un lenguaje que les sería familiar para transmitir el mensaje condicional de un futuro limitado pero muy atractivo durante la era actual, que anticiparía la gloria ilimitada de la nueva era por venir. Hoy estamos cerca de esa nueva era. La visión de Isaías de la felicidad eterna refulge a través de los siglos para fortalecer nuestra confianza y esperanza en Dios, y nuestra lealtad a él. Él nos ofrece el mundo, literalmente, y uno mucho mejor que este. No nos obliga a aceptar su regalo: la decisión es nuestra. ¿Dónde quieres estar?

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